El relato de Alonso y el corto de Martínez Lara tienen muchos puntos en común. Desde luego, el tema es el mismo y también el espíritu que los anima. Además, ambos se dejan querer en internet y están disponibles de forma libre, gracias a la voluntad de sus autores, a cuantas personas deseen acceder a ellos, cosa que a ambos les honra.
Si el cuento se hizo con el Lazarillo en 1977, el cortometraje de animación ganó el Goya de 2016 en su categoría.
EL HOMBRECITO VESTIDO DE GRIS
Había una vez un hombre
que siempre iba vestido de gris.
Tomaba una
ducha, que siempre estaba bastante fría; tomaba el desayuno, que siempre estaba
bastante caliente; tomaba el autobús, que siempre estaba bastante lleno; y leía
el periódico, que siempre decía las mismas cosas.
Y día tras
día, año tras año, estuvo nuestro hombrecito, con su pañuelo atado, fingiendo
un eterno dolor de muelas.
La historia
termina así.
Así de mal. Así de triste.
La vida pone, a veces, finales
tristes a las historias.
Pero a muchas personas
no les gusta leer finales
tristes; para ellos hemos
inventado un final feliz...
Así de mal. Así de triste.
La vida pone, a veces, finales
tristes a las historias.
Pero a muchas personas
no les gusta leer finales
tristes; para ellos hemos
inventado un final feliz...
Y allí,
rodeados de flores y de pájaros, nuestro hombrecito se quitó el pañuelo y cantó
mejor que nunca.
El director
de orquesta estaba tan entusiasmado que lo contrató para inaugurar la temporada
del Teatro de la Ópera.
Y la noche
de su presentación, que se anunció en todos los periódicos, don Perfecto, el
Jefe de Planta, los vecinos que le habían regado, el dueño de la cafetería y
todos los que le habían perseguido con sus risas, hicieron cola y compraron
entradas para oírle cantar.
¿FIN?