miércoles, 9 de septiembre de 2020

UNA SIMPLE FIRMA PUEDE SALVAR UNA VIDA

Aquí puedes elegir la acción con la que mejor te identifiques. Pero también puedes firmarlas todas. Es sencillo. Es fácil. Es seguro.  

OFICIO DE FRONTERA

Oficio de frontera —no hagáis ni caso al absurdo precio que le han colocado— se publicó en 2006 en la editorial Eclipsados de Zaragoza, hoy por desgracia, desaparecida. El libro fue un regalo que leí sin mucha atención y que la semana pasada recuperé con gran deleite. 

Dice Graciela Baquero que el oficio de poeta es un oficio de frontera que exige perturbación, intemperie y el estar siempre excluido del campo de visión, como el ojo de Wittgenstein (Ellas tienen la palabra. Poética, p 365).

Fiel a sí misma, este poemario es una demostración lúcida y eficaz de lo que dice:

POÉTICA

¿Qué se puede hacer desde aquí?
Puedo hacer nada y sin embargo intervengo

Sigo el rastro de un animal
sigo el rastro como un animal

El encuentro se produce sin contar con nadie

***

Somos hechos de memoria
Reunión encarnizada
Que nos vuelve continuos

Afectos tangenciales que nos traman 
En un punto que el amor
Ha fijado de antemano

***

Asisto a tu muerte
Siguiendo el rastro 
De mi propia desesperación

Y es último, en audio: 


Si encontráis el libro en alguna biblioteca, aprovechad para leerlo.

martes, 8 de septiembre de 2020

CASA DEL LIBRO RECOMIENDA

Editorial

 
Los fenómenos de la familia son un tema recurrente, por fundamental, en la literatura: en ocasiones de manera indirecta, con sus relaciones en el mismo foco del relato, y en otras, indirectamente, a través de los rasgos de sus protagonistas, cuya personalidad ha sido moldeada en su crianza, una influencia que consolida dificultades que dejan huella en su experiencia vital y los conduce a conflictos de difícil resolución. El año que termina nos dejó algunas historias en que el pasado permanece y nunca se termina de evaporar, y sus protagonistas –ya adultos− vuelven a ser niños o nunca habían dejado de serlo. Si en la celebrada Lluvia fina, de Luis Landero, el punto de partida era la próxima celebración del ochenta aniversario de la madre, en La herencia, de Vigdis Hjorth, lo será el fallecimiento del padre, con las consecuencias que el nuevo contexto, especialmente el testamento y el reparto de bienes, provocará en nietos, hijos y viuda.

Pero La herencia no trata sobre una herencia, sino que esta se convierte en el mero catalizador que detona una serie de procesos que parecían determinados a saltar en pedazos. El lector que se atreva a bucear en los entresijos del vínculo entre comunicación y relación, se verá arrastrado por las aguas bravas del abismo entre personas que al parecer se quieren, donde cada acción no solo tendrá un sentido directo, proximal, sino también un significado distal, irremediablemente subjetivo, en términos de la relación. Las interpretaciones individuales serán siempre imprecisas, puesto que cada personaje habrá ido deformando con sus propias manos, a su manera, tal vez sin darse cuenta, los relatos de su memoria, aquellos que afectan a sus relaciones más significativas, sin que los recuerdos hayan sido despojados del todo de su grave autenticidad.

La herencia, con evidentes ecos de La celebración –película de Thomas Vinterberg, a la que incluso la protagonista hace referencia−, comparte con ella la incomodidad de su tema central, y se desarrolla en lenguaje directo y sencillo, un flujo de pensamiento con oraciones que se van prolongando hasta hacer perder el aliento, de tal forma que el lector, por momentos, puede acompañar a la protagonista en su creciente angustia. Quien haya padecido o presenciado experiencias de incomprensión no tarda en identificarse con ella, que a su vez se debate, bascula, a lo largo de la trama, entre la comprensión hacia sus allegados y su definitiva condena.

Desde Casa del Libro, por tanto, recomendamos una de las mejores novelas del panorama, una historia sólida e intensa, que eleva a su autora al nivel de su consolidado compatriota noruego Karl Ove Knausgård.


Sandra R.

CDL



GOENAGA EN KUBO KUTXA HASTA ENERO

Goenaga. Kubo Kutxa. Hasta el 10 de enero de 2021.

Es un auténtico placer ir viendo cómo se van recuperando los espacios culturales, comprobar que vuelven a estar en marcha y nos ofrecen su actividad. Y un alivio.

La Sala kubo-kutxa Aretoa nos ofrece una amplia exposición del artista Juan Luis Goenaga. Sí, el padre de la actriz, el que recibió a Woody Allen, y cuyo taller aparecerá en la próxima peli del neoyorquino.

Si pasáis por la exposición os váis a encontrar con siete ámbitos, siete espacios, en los que tienen cabida todas las formas y maneras de expresarse el artista a través de su pintur: la figura humana, la ciudad, la naturaleza, lo íntimo, la abstracción, lo rupestre, otro donde alterna todo o casi todo lo anterior y que han titulado como De la cueva al paisaje, y, por último, o mejor dicho, al principio, un pequeño espacio dedicado a la obra sobre papel.

Su obra se explica sola. Es tremendamente visual y atractiva. Entre la intensidad del color y la densidad del mismo, la obra se hace intensamente material. Dan ganas de tocarla, de hundir las manos en ella, de sentir la rugosidad del óleo que se encrespa sobre el lienzo.

Pero no toda es tan matérica. Las hay de aire delicado e impresionista, de profunda abstracción casi vegetal, de furibundo expresionismo... Os dejo una pequeña muestra con la única intención de animaros a que la visiteis.





Y por si queréis oirle hablar de su obra —cosa rara en él—, en este programa de Canal Txingudy aparece entrevistado por Helena Elbusto con motivo de otra exposición:

lunes, 7 de septiembre de 2020

DESCENDER HACIA LA LUZ


Alma de la escalera de caracol del Monasterio de Rioseco

Esta imagen fue la que inspiró el título del poemario que saldrá dentro de unos días. Lo mismo que a mí me gusta averiguar qué es lo que motivó una obra, qué es lo que hay detrás de ellas —ciertamente, en algunas ocasiones no hay nada, excepto el fogonazo de luz de una idea—, cuál puede ser su origen; también me gusta ofrecer, cuando existen, esas pequeñas anécdotas que dieron lugar a mis textos, en este caso, al título, y con él, a la idea general que aglutina los poemas.

A San Agustín le parecía exacta la metáfora del cielo. A Newton, en cambio, hermosa y eficaz. Sin embargo, no es cierto que la luz nos venga siempre desde arriba. A decir verdad, no hay un centro único que podamos señalar como su origen. En ocasiones, incluso, lo que más brilla no es lo más luminoso, ni tampoco lo más profundo es lo más oscuro; misterios hay que iluminan nuestra vida, evidencias capaces de apagarla para siempre. A veces, descender hacia la luz es el camino.

Y para quien no pueda o tenga dificultades para leerlo, aquí está la grabación: