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miércoles, 20 de noviembre de 2024

UN LIBRO, UN POEMA (Lola Mascarell)

Editorial
#unlibrounpoema 

No había leído nada de Lola Mascarell y este Préstame tu voz me ha agradado profundamente desde el comienzo hasta el final. 

Dejo no uno sino cuatro poemas, tres escritos y uno en audio.



CANTAR DEL REGRESO

Mientras cruzo las huertas 
en la hora del riego 
pienso en salmo y juntura, 
en palabras que suenan a oración, 
en músicas y versos 
que salvan a ese niño que regresa 
deprisa hacia su casa. 

El coro de los pájaros 
cincela en su gorjeo 
el caer de la tarde. 

Hay un mirlo que salta entre los setos 
y una urraca que sigue desde arriba 
sus pasos indecisos. 

¿Qué vuelos se levantan en la hora 
en que todo regresa y se recoge? 

La noche ya ha caído en las montañas 
y el niño llega al cuarto y se recuesta 
a escuchar los sonidos que se encienden 
mientras todo se apaga. 

A salvo ya del mundo y sus fantasmas, 
sin miedo a la intemperie, 
en medio del silencio de la noche, 
donde solo resuenan los acordes 
que escribe el pensamiento, 
comprende que la casa es el poema, 
aprende que el refugio es la canción.





CORAZÓN

                    A mi padre


Enredada en la turba
​la raíz de la menta
​es blanco laberinto
​de la luz entre la tierra,
​camino de la savia
​latiendo en estas manos
​que trasplantan su aroma
​a un lugar soleado del jardín.
​En la sala de espera
​un médico nos cuenta con metáforas
​lo que ha ocurrido dentro de tu cuerpo:
​una acequia vacía y un atasco
​y un trozo de la huerta sin regar,
​un breve territorio
​donde todo es ya negro.
​Ajenas a metáforas y cuentos
​tus ganas de vivir
​despuntan otra vez,
​comienzan a moverse
​la savia y los deseos que sostienen
​la vida de los hombres.
​También se hacen más fuertes,
​tierra adentro de ti, nuestras raíces.




UN DÍA CUALQUIERA

Ayer fuimos a Denia.
Hacía un día claro,
salpicado de nubes pasajeras.
Hablamos con amigos, abrazamos
la alegría sin dueño de Lucía
y tiramos al mar algunas piedras.
Luego fuimos a andar e imaginamos
nuestras vidas allí, junto a ese mar
y esos cantos rodados.

Unas niñas bajaron con sus bicis
vestidas de verano,
las caras sonrojadas del esfuerzo
y la vista perdida más allá.

Ya cerca de la noche
nos sentamos a ver pasar el tiempo
y el día se nos fue como viniera:
sin otra posesión que ese contento
tan párvulo y sonoro como el mar.



Si queréis oírla hablar de su poemario, a través de este enlace y del minuto 11' 30'' podéis hacerlo.
***


miércoles, 13 de noviembre de 2024

UN LIBRO, UN POEMA (Rosalía de Castro)

#unlibrounpoema
Editorial


La dedicación de este espacio al poema XXXII de los Cantares gallegos viene motivada por una traducción sorprendente con la que me he encontrado de manera casual. Digo casual porque, generalmente, cuando tengo una versión bilingüe, no suelo leer la original. Y, casualmente, vi el nada con que termina el tercer verso de la estrofa número 30 del poema XXXII. Me sorprendió no verlo en la versión traducida, ya que nada es lo mismo en gallego que en castellano: 

E tamén vexo enloitada
d’ Arretén á casa nobre,
dond’ a miña nai foi nada,
cal viudiña abandonada
que cai triste ó pé dun robre.

Cantares gallegos (versión original).

Este es el poema traducido de la edición que yo tengo, que es la de la imagen de la derecha: 



Cómo llovía, suaviño,
cómo, suaviño, llovía;
cómo lovía, suaviño,
día y noche por Laíño,
por Lestrove, noche y día.

Inquieto, el sol alumbraba
la triste, blanca nube.
La tapaba y destapaba,
su blanca pluma rizaba.
Pasa, torna, vuelve, sube...

Más lejos, diseminada
por los aires fugitivos,
oscura ya despintada,
por el cielo desatada,
cae brillando en rayos vivos.

Misteriosa regadera
de fina lluvia, ha mojado
el suelo, curva y ligera.
Mojando va la ribera,
flor por flor, prado por prado.

Semejante a leve gasa
que sutil el viento mueve,
en flotante ondas pasa
sobre cuanto el sol abrasa,
ardiente, y refresca, y llueve.

¡Lluvia de finos cristales
por las vegas de Campaña...!,
y, secos, los herbazales
de Laíño... Y, a raudales,
la Ponte de sol se baña.

Hacia Caldas, todo oscuro.
El cielo, azul, en Adina,
transparente, limpio, puro.
De Arretén al monte duro
la nube va peregrina.

Triste va, la tierra toca,
ya con pies de blanca nieve,
ya con fina y fresca boca;
triste va, que el cielo invoca,
y a besar tierra se atreve.

triste va cuando se abate,
vaporosa, sola y muda.
Ya mansa, sus alas bate
como un corazón que late
herido en la pena ruda.

Así imaginó la triste
sombra de mi madre, errando 
en la esfera donde existe;
que a ir al cielo se resiste,
por los que quiso aguardando.

Veo Souto, en  parda sombra
envolviendo su ramaje,
—por bueno, del Rey se nombra—,
donde fiero, el viento asombra
ruge, estalla de coraje.

Y el palacio serio y grave,
¡cuánto en pura luz se baña!
Igual que pesada nave
que volver al mar no sabe
encalló en la fresca braña.

Valga está en la orilla hermosa
de aquel camino de plata,
casta virgen candorosa,
sentada en suelo de rosa,
mas vestida de escarlata.

San Luis veo, brillando
bañado por tintas puras,
ya sol y sombras mostrando,
en reposo contemplando
montes, aguas y verduras.

Allá Padrón, sobre el río,
hada blanca, ramo verde,
fruto en flor del huerto mío,
bajo un manto de rocío,
lejos, lo miro y se pierde.

¡Y, entre el maíz, la figura
de una hinchada y blanca vela
corre, como estrella pura!
Dice el viento, con ternura,
"¡Ay, paloma, vuela, vuela!"

Le arrulla en la blanda ría
un remanso murmurante
que en la arboleda nacía,
bajo un toldo de alegría,
al calor de un sol amante.

Sol de italia, sol de amores,
¿cómo podrás alumbrar
más rosas, y aún más verdores,
color y cielo mejores
entre la espuma del mar!

Sol de Italia, no suspiro 
por sentir tu ardiente rayo,
que otro sol templado miro;
dulcemente aquí respiro
en perenne, eterno mayo.

En mi tierra tal encanto
se respira... Pobre o triste,
rico o harto de quebranto,
¡se encariña de ella tanto
el que con su luz se viste!

Los que de ella son nacidos,
los que son de lla mimados
si están lejos doloridos
están, y de amor heridos
al ser de ella amamantados.

Del hijo la madre tira,
sorda, triste, plañidera,
gime, llora y aún suspira,
y no cesa hasta que mira
que viene, por vez postrera.

¡Ay!, madre, ¡cuánto te quiero!
¡Madre, ay, de la madre mía!
Tu suelo de amor prefiero
a cuanto, grande o severo, 
en la tierra encontraría.

¿Cómo no, si ahora estoy viendo,
entre la plata y las rosas,
cuanto la vida, queriendo,
fue ante mis ojos volviendo
ya memorias cariñosas?

Bosques, casas, sepulturas,
campanarios y campanas,
con vago son de dulzuras
que despierta, ¡ay!, ternuras,
que jamás podrán ser vanas.

Aquéllas mismas tocaron
cuando los míos nacieron,
aquéllas mismas lloraron,
aquéllas mismas doblaron
cuando los míos murieron.

Aquellas, sí, que animadas
me llamaban mansamente
en las mañanas doradas,
con las cantigas amadas
de mi madre, juntamente.

Aún veo dónde jugaba
con las niñas que quería,
el ejido donde holgaba,
los rosales que cuidaba,
la fuente donde bebía.

Y la calle solitaria
que en paz baña un sol sereno,
sin temer mano contraria,
igual siempre, nunca varia,
vega llana en campo ameno.

Y también veo, enlutada,
de Arretén la casa noble,
donde mi madre adorada
nació— viuda abandonada
que cae triste al pie del roble.

Allí está, sombra perdida,
voz sin son, cuerpo sin alma,
amazona malherida
que al sentir perder la vida
se adormece en sorda calma.

Casa grande la llamaban
en tiempo más venturoso,
pues los pobres que imploraban,
hartos ya, se calentaban
a su fuego cariñoso.

Casa grande, cuando un santo,
venerable caballero
cpn tranquilo, noble encanto,
bajo el pliegue de su manto
cobijaba al pordiosero.

Cuando el canto en la capilla
de la Gran casa sonaba
con fervor y fe sencilla,
rico fruto de semilla
que el varón santo sembraba.

Ahora todo, silencioso,
causa allí miedo y pavura,
y un espíritu quejoso
mora allí, donde el reposo
anidó con la tristura.

Risas, cantos, armonía,
blandas músicas, contento,
fiestas, danzas, alegría,
se trocó en la triste, fría
sorda voz del fuerte viento.

Sólo ahora hierbas crecen
en su patio descuidado,
y zarzales que florecen
y, en su tiempo, fruto ofrecen
a los niños, sazonado.

Y entre aquel silencio mudo
que a turbar nadie se llega,
entre aquel ¡ya fui!, tan rudo,
se ve, entero, un noble escudo
que va a decir no soy se niega.

Claros timbres muestra ufano, 
con soberbio casco airoso...
Más detrás de un soy tan vano
se ve al pobre orgullo humano
humillado y polvoroso.

Tras la calada visera,
que haya ojos heridores
que nos miran se dijera,
que dicen: todo es quimera
en un mundo de dolores.

¡Casa grande, triste casa
que de aquí, tan sola, miro,
parda, oscura, triste masa!
¡Casa grande, pasa, pasa...!
¡Ya no eres más que un suspiro!

Mis abuelos,¡ay!, murieron,
los demás te abandonaron.
tus lustros ya perecieron,
y los que más te quisieron
también de ti se apartaron.

Mes tras mes, piedra tras piedra,
te has de ir desmoronando,
ceñida en cintas de hiedra,
mientras que otra, fuerte, medra,
que así va el mundo rodando.

...................................
...................................
...................................

¡Más que luz, qué colorido
por el cielo se dilata!
Luce el sol descolorido
y el arcoiris, ya nacido,
en su cinta se desata.

Cómo llovía, suaviño,
cómo, suaviño, llovía;
cómo lovía, suaviño,
día y noche por Laíño,
por Lestrove, noche y día.

Para quien no sepa nada de la biografía de Rosalía de Castro conviene recordar que era hija natural de una cura y de María Teresa de la Cruz Castro y Abadía, hija de una familia hidalga, pero de escasos recursos económicos. La hija no fue reconocida ni por el padre ni por la madre. Quedó inscrita como nacida de padres desconocidos y se ocupó de ella en una primera instancia la que hizo de madrina en el bautizo, que era una sirvienta de la madre. La época era la que era y la zona rural gallega, una zona profundamente tradicional. No era precisamente París.

Será Rosalía la que tome conciencia de su ser mujer y escritora, y la que se dé cuenta del estado en que se hallaba la población de su tierra, sumida en la superstición, la irracionalidad de las creencias y las discriminaciones de todo tipo, especialmente la de la mujer. 

No pongo en duda que pudiera adorar a su madre, porque según escriben estudiosos de su biografía mantuvieron una estrecha relación y la hija enseguida supo quién era su madre. Lo que me resulta de todo punto asombroso es por qué se ha traducido dond’ a miña nai foi nada por donde mi madre adorada nació y no por el exacto donde mi madre fue nada que mantiene las ocho sílabas, el ritmo y hasta la rima original y, seguramente, es una descripción objetiva de la situación que pudo vivir en su propia casa Mª Teresa de la Cruz, madre soltera. Incomprensible.

***


miércoles, 6 de noviembre de 2024

UN LIBRO, UN POEMA (Édouard Glissant)

Editorial
#unlibrounpoema


Que yo sepa, esta es la única traducción que se puede encontrar de parte de la obra poética de Édouard Glissant (1928-2011). También existe un trabajo sobre su pensamiento, obra de Angélica Montes, publicado el año pasado, lo mismo que esta antología.

Glissant nació en Martinica, en 1946 viajó a París para estudiar filosofía y etnología en La Sorbona. Fue alumno, entre otros, de Bachelard y de Wahl. En 1958 obtuvo el premio Renaudot por su novela La Lezarde, lo que le valió el reconocimiento de crítica y público. Estuvo muy comprometido en la lucha anticolonialista. Participó en los dos primeros Congresos Internacionales de los escritores y artistas negros que tuvieron lugar en 1956 en la Sorbona y en 1959 en Roma. Su participación en el Frente Antillano-Guyanés le llevó a que se le prohibiera la estancia en las Antillas y fue confinado en la Francia metropolitana. 

[Nota al margen: descolonial, como descolonizar o descolonización, todavía se escribe con "s"; lo mismo que al principio se utilizó el barbarismo desconstruir, aunque la RAE tuvo que renunciar ante la avalancha de imitadores bastante ignorantes que terminaron deshaciendo, analizando y desmontado en partes huevos fritos, partidos de fútbol o textos de Lorca]

Entresaco tres poemas breves de la antología publicada por Pre-Textos


EL ÁRBOL GRAN ÁRBOL



Tus hojas el hedor de los deseos las siegas de heno ciego los brazos de mar

Tus hojas de llaga medieval en el recuerdo de mis esplendores

tus ramas de hombros de mujer arada sobre la sed de las hierbas cortantes

árbol vuelto a comenzar tu cuerpo separé de tu cuerpo el caparazón de mis claridades

tu tronco de cribas renovadas

tu tronco de luz en el campo negro de las florinoches

tu tronco de raíz que ha tomado tronco y la maravilla la cama del caracol rodante

tu ramo tus raíces el fuego congelado de tus raíces y las masas de hombres aferrados a las ubres de tus dolores



el sufrimiento como un invierno en las fuentes de las profundidades.





ABRUPTO


No el canto, tenderete sobre tu desierto

Sino la inocencia caída roja

Limo de los muertos en tu muerte empalmados

Una risa para que un muerto arramble su herida

Un grito un nudo un pesado aplomo de cabezas derrumbadas

No el canto

Sino esta piedra en tu mano donde grita el viento

Y sueñan los pájaros heridos con los frutos de las palabras

Mientras que viva sorprendes

La sangre remachada que vive en la noche sin austro






De Bonaparte al rastrojo de los Agustinianos,

Alguno dice: "¡Estos son presos!". Dicen: "Es la tierra

la que reúne su oleaje con la gente de aquí".

Y muchos han apisonado las Islas,

Muchos la extenuación.


Uno que congrega un montón de sufrimiento en pillaje

Se hace con ello choza cama cayo

Se abandona al amasijo que le hacen ustedes, ¡colmenas!,

cuando dejan bendiciones ante su boca.


Cuentista, él arrastra en sus calderas,

Cortador de caña en Malendure, ha soñado

Una cáscara en tres posos de agua en la Fontaine.

Luego navega al Oriente.

***


miércoles, 30 de octubre de 2024

UN LIBRO, UN POEMA (Metapoéticas, antología de poetas)

Editorial
#unlibrounpoema

Este es un libro de más de 700 páginas, por lo tanto la muestra de poetas es muy extensa. Caben todos los países de habla hispana de América, y de cada uno de ellos hay una buena representación de escritoras contemporáneas, es decir, de poetas que han influido o influyen en el desarrollo de la literatura a partir del siglo XX, aunque más de una haya nacido en el XIX. 

Por si no queda suficientemente claro con el título: son poemas que inciden en la propia escritura, metapoesía, ese cavilar sobre la poesía tan característicamente contemporáneo y tan extendido en la actualidad. Difícil tarea es encontrar a alguien que, dedicándose a la poesía, no haya escrito más de un poema que tenga por tema la reflexión poética.

Siendo una antología tan extensa y abarcando todo tipo de tendencias y estilos de los siglos XX y XXI, que son muchos, lo único que tienen en común todos los textos es que están escritos por mujeres latinoamericanas. Pero la antología, muy bien pensada, recoge una introducción/presentación de cada uno de los países presentes, excepción hecha de Centroamérica, bajo cuyo apartado se agrupan Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá.

De esta bien nutrida antología he recogido el poema de Cecilia Vicuña, "Palabrir: Poesía", que pertenece al título PALABRARmas.


PALABRIR: POESÍA

          Poesía, del griego poiesis: creación, de poiein: hacer.

                                                                  Diccionario etimológico

                                                                              JOAN COROMINAS


Las palabras se tienen unas a otras un amor,

un deseo

que culmina en la poesía


unión del ser y su palabra

palabra con palabra.


Palabramos por amor

no por necesidad

o el amor es la única verdadera necesidad


Verdadera

    Es dadora de ver.


Ver el sentido de dar

es el trabajo del palabrar.


Frase o plegaria a la vez 

        hablar es orar.


La palabra es punto

                    de confluencia y unión

                    oro

                    de la oración.


Poema mínimo o esencial

                              la palabra es poesía.


                                                     "Flor es la palabra flor"

                              Joao Cabral de Melo Neto


La palabra ha sido creada por y para la poesía


Y sólo en la poesía 

correspondemos con una ofrenda

a la gracia recibida

                      la vida.


***

sábado, 26 de octubre de 2024

EUGENIO MONTEJO

Ejemplar del KM
Descubrí hace relativamente poco tiempo la poesía de Eugenio Montejo gracias a un programa de música clásica. En aquel programa la presentadora del mismo leyó un poema que me atrajo profundamente. Lo busqué. Lo encontré, y junto a él vinieron otros tantos poemas que me entusiasmaron. El poema era "Adiós al siglo XX" y daba título y comienzo al poemario al que pertenecía. Desde entonces he andado leyendo de vez en cuando poemas sueltos de este autor venezolano. Hace un par de semanas vi que su poesía se encontraba recogida en Pre-Textos y que el ejemplar estaba disponible en la biblioteca del Koldo Mitxelena. Me lo llevé a casa.

Si tuviera algo que decir sobre su obra y su estilo (podéis leer y oír muchas opiniones y comentarios más autorizados que los míos en internet), además del decir más directo y sencillo de que me gusta mucho, podría decir que su poesía es profundamente sugestiva, que tiene el don de la palabra limpia y que con ella crea un mundo donde yo me encuentro plácidamente acogido, que tiene un estilo noble, hermoso y muy cuidado, y que sus poderosas y originales imágenes son bellísimas. 

Pero lo que yo diga tiene poco interés. Lo verdaderamente interesante son sus creaciones poéticas. He aquí un minúsculo muestrario de su luminosa poesía:

ADIÓS AL SIGLO XX


                                           A Álvaro Mutis

Cruzo la calle Marx, la calle Freud;
ando por una orilla de este siglo,
despacio, insomne, caviloso,
espía ad honorem de algún reino gótico,
recogiendo vocales caídas, pequeños guijarros
tatuados de rumor infinito.
La línea de Mondrian frente a mis ojos
va cortando la noche en sombras rectas
ahora que ya no cabe más soledad
en las paredes de vidrio.
Cruzo la calle Mao, la calle Stalin;
miro el instante donde muere un milenio
y otro despunta su terrestre dominio.
Mi siglo vertical y lleno de teorías...
Mi siglo con sus guerras, sus posguerras
y su tambor de Hitler allá lejos,
entre sangre y abismo.
Prosigo entre las piedras de los viejos suburbios
por un trago, por un poco de jazz,
contemplando los dioses que duermen disueltos
en el serrín de los bares,
mientras descifro sus nombres al paso
y sigo mi camino.





LOS ÁRBOLES

Hablan poco los árboles, se sabe.
Pasan la vida entera meditando
y moviendo sus ramas.
Basta mirarlos en otoño
cuando se juntan en los parques:
sólo conversan los más viejos,
los que reparten las nubes y los pájaros,
pero su voz se pierde entre las hojas
y muy poco nos llega, casi nada.

Es difícil llenar un breve libro
con pensamientos de árboles.
Todo en ellos es vago, fragmentario.
Hoy, por ejemplo, al escuchar el grito
de un tordo negro, ya en camino a casa,
grito final de quien no aguarda otro verano,
comprendí que en su voz hablaba un árbol,
uno de tantos,
pero no sé qué hacer con ese grito,
no sé cómo anotarlo.






MUDANZAS


Mudanzas por el mar o por el tiempo,
en un navío, en una carreta con libros,
cambiando de casas, palabras, paisajes,
separándonos siempre para que alguien se quede
y algún otro se vaya.
Despedirnos de un cuerpo de mujer
que se mira ya lejos como un pueblo,
donde las noches fueron más largas que los siglos
en lámparas y hoteles.
Mudanzas de uno mismo, de su sombra,
en espejos con pozos de olvido
que nada retienen.
No ser nunca quien parte ni quien vuelve
sino algo entre los dos,
algo en el medio;
lo que la vida arranca y no es ausencia,
lo que entrega y no es sueño,
el relámpago que deja entre las manos
la grieta de una piedra.




ESCRITURA

Alguna vez escribiré con piedras,
midiendo cada una de mis frases
por su peso, volumen, movimiento.
Estoy cansado de palabras.

No más lápiz: andamios, teodolitos,
la desnudez solar del sentimiento
tatuando en lo profundo de las rocas
su música secreta.

Dibujaré con líneas de guijarros
mi nombre, la historia de mi casa
y la memoria de aquel río
que va pasando siempre y se demora
entre mis venas como sabio arquitecto.

Con piedra viva escribiré mi canto
en arcos, puentes, dólmenes, columnas,
frente a la soledad del horizonte,
como un mapa que se abra ante los ojos
de los viajeros que no regresan nunca.




MANOA

No vi a Manoa, no hallé sus torres en el aire,
ningún indicio de sus piedras.
Seguí el cortejo de sombras ilusorias
que dibujan sus mapas.
Crucé el río de los tigres
y el hervor del silencio en los pantanos.
Nada vi parecido a Manoa
ni a su leyenda.

Anduve absorto detrás del arco iris
que se curva hacia el sur y no se alcanza.
Manoa no estaba allí, quedaba a leguas de esos mundos,
—siempre más lejos.

Ya fatigado de buscarla me detengo,
¿qué me importa el hallazgo de sus torres?
Manoa no fue cantada como Troya
ni cayó en sitio
ni grabó sus paredes con hexámetros.
Manoa no es un lugar
sino un sentimiento.


A veces en un rostro, un paisaje, una calle
su sol de pronto resplandece.
Toda mujer que amamos se vuelve Manoa
sin darnos cuenta.
Manoa es la otra luz del horizonte,
quien sueña puede divisarla, va en camino,
pero quien ama ya llegó, ya vive en ella.




PÁJAROS

Oigo los pájaros afuera,
otros, no los de ayer que ya perdimos,
los nuevos silbos inocentes.
Y no sé si son pájaros,
si alguien que ya no soy los sigue oyendo
a media vida bajo el sol de la tierra.
Quizás es el deseo de retener su voz salvaje
en la mitad de la estación
antes que de los árboles se alejen.

Alguien que he sido o soy, no sé,
oye o recuerda,
si hay algo real dentro de mí son ellos,
más que yo mismo, más que el sol afuera,
si es musical la fuerza que hace girar el mundo,
no ha habido nunca sino pájaros,
el canto de los pájaros
que nos trae y nos lleva.




TERREDAD

Estar aquí por años en la tierra,
con las nubes que lleguen, con los pájaros,
suspensos de horas frágiles.
A bordo, casi a la deriva,
más cerca de Saturno, más lejanos,
mientras el sol da vuelta y nos arrastra
y la sangre recorre su profundo universo
más sagrado que todos los astros.

Estar aquí en la tierra: no más lejos
que un árbol, no más inexplicables;
livianos con otoño, henchidos en verano,
con lo que somos o no somos, con la sombra,
la memoria, el deseo, hasta el fin
(si hay un fin) voz a voz,
casa por casa,
sea quien lleve la tierra, si la llevan,
o quien la espere, si la aguardan,
partiendo juntos cada vez el pan
en dos, en tres, en cuatro,
sin olvidar las sobras de la hormiga
que siempre viaja de remotas estrellas
para estar a la hora en nuestra cena
aunque las migas sean amargas.




TAL VEZ

Tal vez sea todo culpa de la nieve
que prefiere otras tierras más polares,
lejos de estos trópicos.

Culpa de la nieve, de su falta,
-la falta que nos hace
cuando oculta sus copos y no cae,
cuando pospone, sin abrirlas, nuestras cartas.

Tal vez sea culpa de su olvido,
de nunca verla en estas calles
ni en los ojos, los gestos, las palabras.
Tantas cosas dependen noche y día
de su silencio táctil.

Nuestro viejo ateísmo caluroso
y su divagación impráctica
quizá provengan de su ausencia,
de que no caiga y sin embargo se acumule
en apiladas capas de vacío
hasta borrarnos de pronto los caminos.

Sí, tal vez la nieve,
tal vez la nieve al fin tenga la culpa…
Ella y los paisajes que no la han conocido,
ella y los abrigos que nunca descolgamos,
ella y los poemas que aguardan su página blanca



LA TIERRA GIRÓ PARA ACERCARNOS

La tierra giró para acercarnos,
giró sobre sí misma y en nosotros,
hasta juntarnos por fin en este sueño,
como fue escrito en el Simposio.
Pasaron noches, nieves y solsticios;
pasó el tiempo en minutos y milenios.
Una carreta que iba para Nínive
llegó a Nebraska.
Un gallo cantó lejos del mundo,
en la previda a menos mil de nuestros padres.
La tierra giró musicalmente
llevándonos a bordo;
no cesó de girar un solo instante,
como si tanto amor, tanto milagro
sólo fuera un adagio hace mucho ya escrito
entre las partituras del Simposio.

(Sí, habéis intuido bien, este es el poema cuyo comienzo se cita en la película Iñárritu, 21 gramos, y aquí tenéis el anecdotario de por qué y cómo se incluyó en la película).



EN LA PLAYA

Al desnudarse a solas en la playa
sintió de pronto que uno de sus senos
se fue volando.
Lo vio un instante cruzar a ras del agua
y después mar adentro
hasta el final del horizonte,
hecho ya un punto en la tiniebla de los barcos.
Sin inmutarse, como una palma de la orilla,
con el cabello suelto al aire
se deshizo de las últimas ropas
y nadó largo tiempo en vastos círculos
alrededor de su deseo.
Sabía que todo, más tarde o más temprano,
deja la carne y huye,
así ahora las formas de su cuerpo,
como peces en otro espacio recluidos,
vueltos al mar quedaban libres
entre el vaivén de los eternos elementos.


***


miércoles, 23 de octubre de 2024

UN LIBRO, UN POEMA (Ósip Mandelstam)

 #unlibrounpoema   

Tomo dos poemas de Tristia  (1916-1921), segundo libro de la poesía de Mandelstam. Todo él se halla bajo la influencia de la Revolución de Octubre. En realidad Tristia es el diario del poeta y de la revolución en forma de homenaje a Ovidio y a Pushkin. A Ovidio porque es el símbolo más universal del destierro y sirve de enlace entre el mundo clásico y el mundo eslavo. A Pushkin porque en Rusia siempre ha sido considerado por sus compatriotas como el símbolo de la dignidad del poeta perseguido.

La fecha en la que está escrito hace que no solo se pueda leer como un diario en torno a los decisivos acontecimientos que están ocurriendo en su país, sino que también se deja traslucir el ambiente bélico europeo

La razón por la que he recogido esos dos poemas es porque mientras en el primero, "El decembrista", el poeta saluda a la Revolución de Octubre, poco después la ilusión y la esperanza puestas en ella han desaparecido totalmente, tal y como podemos leer en el segundo, "Tristia". 


EL DECEMBRISTA


—¡Que el senado pagano sea testigo!—
¡Estos hechos no mueren!
Encendió la pipa y se abrochó la blusa.
Al lado juegan al ajedrez.


Trocó su sueño ambicioso por una cabaña
en los sórdidos confines de Siberia
y una pipa adornada en su boca mordaz,
que clamó la verdad en el mundo de la pena.


Chapotearon por vez primera las barcas germanas,
Europa lloraba cautiva,
y las negras cuadrigas se encrespaban
en las vueltas triunfales.


En los vasos flambeaba a menudo el ponche azul.
Y con el gran rumor del samovar
en voz muy baja hablaba la amiga renana,
guitarra amante de la libertad.


—¡Aún suscita vivas voces
la dulce libertad del ciudadano!
Pero los ciegos cielos no quieren sacrificios:
son más seguros el trabajo y la constancia.


Todo se ha enredado, y no hay nadie a quien decir
que el frío poco a poco invade todo.
Todo se ha enredado, y es dulce repetir:
Rusia, Leteo, Lorelei.


***



TRISTIA


Estudié la ciencia de la despedida 
en las calvas quejas de la noche. 
Rumian los bueyes y la espera se alarga, 
la última hora de las vigilias de la ciudad.
Sigo el rito de esta noche del gallo, 
cuando, tras llevar una penosa carga, 
los ojos llorosos miraron a lo lejos, 
y lágrimas de mujer se mezclaron con el canto de las musas.

¿Quién puede saber al oír la palabra “despedida” 
qué separación nos aguarda? 
¿Qué nos anuncia el canto del gallo 
cuando la llama arde en la Acrópolis? 

Y en la aurora de una nueva vida, 
cuando en el zaguán perezosamente rumia el buey, 
¿por qué el gallo, heraldo de la nueva vida, 
en la muralla de la ciudad agita sus alas?

Y yo amo el hilo de la costumbre, 
se desliza la canoa, susurra el huso. 
Mira, a nuestro encuentro, como pluma de cisne
vuela ya, descalza, Delia. 
¡Oh, mísera trama de nuestra vida, 
donde es tan pobre el lenguaje de la alegría! 
Todo pasó antes, todo se repetirá de nuevo. 
Y sólo es dulce el instante del reconocimiento.

Que así sea: una figura transparente 
yace inmaculada en el plato, 
como la piel tersa de una ardilla. 
Una muchacha, inclinada hacia la cera, la contempla. 

No nos toca adivinar la suerte del Érebo. 
Para las mujeres es cera lo que para los hombres es cobre. 
A nosotros sólo en las batallas nos habla el destino, 
y a ellas, les es dado morir leyendo el futuro.



***


miércoles, 16 de octubre de 2024

UN LIBRO, UN POEMA ( Nâzim Hikmet)

#unlibrounpoema  
En librerías


No sé si Hikmet sigue siendo tan conocido por aquí como lo era a finales de los años 60 y primeros 70 del siglo pasado. En aquella época, quien sabía algo de poesía, conocía alguno de sus versos, aunque tan solo fuera la "Canción" (la que habla de la niña de Hiroshima) y a la que pusieron música Pete Seeger, The ByrdsAguaviva y, más recientemente, Jorgelina Piana Trío). El poema tiene tres partes, pero es solamente la primera la que se utiliza para ser cantada y reproducida en redes sociales y páginas internautas (podéis leerlo completo en la Antología que corrió a cargo de Solimán Salom para Visor, p 207 en mi edición).

Sea como sea el ir venir de modas, famas y olvidos, hoy voy a colocar aquí un poema que a mí me gusta más, porque utiliza menos tópicos que la célebre "Canción" y, sobre todo, es menos efervescente e idealista. O si lo preferís, está más cerca de sí mismo y de la tierra que le habita.


AUTOBIOGRAFÍA

Nací en 1902
no he vuelto nunca a mi ciudad natal
no me gustan los retornos
a los tres años en Alepo era nieto de bajá
a los diecinueve estudiante en la universidad comunista de Moscú
a los cuarenta y nueve otra vez en Moscú invitado por el Comité Central
y desde los catorce años soy poeta

hay hombres que conocen las diferentes clases de hierbas; otros, de peces; yo, de separaciones
hay hombres que se saben de memoria el nombre de cada estrella; yo, de nostalgias

he dormido en las cárceles y en los grandes hoteles
he conocido el hambre y también la huelga de hambre y no hay plato que no haya probado

a los treinta años quisieron ahorcarme
a los cuarenta y ocho quisieron concederme el Premio mundial de la Paz y me lo concedieron
a los treinta y seis durante medio año sólo pude recorrer cuatro metros cuadrados de hormigón
a los cincuenta y nueve volé desde Praga a La Habana en dieciocho horas

no conocí a Lenin pero hice la guardia de honor junto a su féretro en 1924

en 1961 el mausoleo que visito son sus libros

han intentado alejarme de mi partido
                                                      pero han fracasado
tampoco he sido aplastado por los ídolos caídos

en 1951 viajé por mar hacia la muerte con un joven camarada
en 1952 con el corazón cascado esperé la muerte durante cuatro meses

estuve locamente celoso de las mujeres a las que amé
no envidié a nadie ni siquiera a Charlot
engañé a mis mujeres
pero nunca hablé mal de mis amigos a sus espaldas

he bebido pero no soy un borracho
tuve la suerte de ganarme siempre el pan con el sudor de mi frente

si mentí fue porque sentí vergüenza ajena
por piedad
               pero también he mentido porque sí

he montado en tren en avión y en coche
la mayoría no puede hacerlo 
he ido a la ópera
                la mayoría no puede ir y ni siquiera sabe que existe
sin embargo desde 1921 no voy a muchos de los sitios
                donde va la mayoría la mezquita la iglesia la sinagoga
                el templo el curandero
                pero a veces me gusta que me lean los posos de café

se me ha publicado en treinta o cuarenta lenguas
                pero estoy prohibido en Turquía en mi propia lengua

hasta ahora no he tenido cáncer
tampoco es obligatorio
nunca seré primer ministro o algo parecido
tampoco me gustaría serlo
nunca he ido a la guerra

no he descendido a los refugios en medio de la noche
no he recorrido los caminos del exilio bajo el vuelo rasante de los aviones
pero me he enamorado ya cerca de los sesenta
camaradas en pocas palabras
hoy en Berlín aunque muerto de nostalgia
                               puedo decir que he vivido como un hombre
pero los años que me quedan por vivir
                y las cosas que puedan sucederme
                                                  ¿quién lo sabe?

(Traducción: Fernando García Burillo).

***