Siento debilidad por las rosas y esta me la encontré hace unos días atravesando el cementerio. Sobre una lápida alguien había colocado un magnífico ramo de rosas blancas. La belleza era tanta que quise hacer mía una parte de ella recogiéndola en mi cámara. Llovía, era tarde, había poca luz y el paraguas, además de reducir la luz, me impedía maniobrar bien el teléfono con la otra mano. Después de varios disparos, me apareció la imagen que estáis viendo en la pantalla. No es la hermosísima rosa que yo vi, pero casi. Merecía un poema.
Por eso del cementerio, me acordé del de Góngora, "A una rosa", que es un canto sobre el paso del tiempo, la brevedad de la vida y la vanidad de lo mundano. Pero todo ese lloriquear me cansa y me aburre. Ya sé que me voy a morir cualquier día no muy lejano, pero esa rosa tuvo la capacidad de complacerme unos minutos con su perfecta belleza perlada de lluvia, lluvia que nos da de beber y de comer a toda la humanidad, además de ofrecernos imágenes tan extraordinarias como esta.
Según bajaba hacia mi casa, fui intentando recordar poemas (hay cientos) dedicados a la rosa y su belleza, pero no di con ninguno que pudiera acompañar a esta. Hoy, sin buscarlo, he dado con este de Saramago que me parece perfecto para formar pareja con mi rosa:
ALZO UNA ROSA
Alzo una rosa, y todo se ilumina
como no hace la luna ni el sol puede:
serpiente de luz ardiente y enroscada
o viento de cabellos que se mueve.
Alzo una rosa, y grito a cuantas aves
el cielo colorean de nido y de cantos,
en el suelo golpeo la orden que decide
la unión de los demonios y los santos.
Alzo una rosa, un cuerpo y un destino
contra la fría noche que se atreve,
y con savia de rosa y con mi sangre
perennidad construyo en vida breve.
Alzo una rosa, y dejo, y abandono
cuanto me duele de penas y de asombros.
Alzo una rosa, sí, y oigo la vida
en este cantar de las aves en mis hombros.
Poesía completa, p 327.
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