![]() |
Schwarze Flocken, Anselm Kiefer. Fuente: https://arsmagazine.com/ |
COPOS NEGROS
Nieve ha caído, sin luz. Una luna
hace ya o dos que el otoño bajo el hábito de monje
mensaje me trajo también a mi, una hoja de laderas ucranianas:
“Piensa que también es invierno aquí por milésima vez ahora
en la tierra donde la más ancha corriente fluye:
la sangre celestial de Jacob, bendita por hachas...
Oh hielo de arrebol no terrenal – vadea su Hetman* con todo
el séquito en los soles lejanos... niño, ay un paño,
para envolverme dentro cuando destellen los yelmos,
cuando el témpano, el rosado estalle, cuando nevoso espolvoree el esqueleto
de tu padre, bajo los cascos se destroce
el canto de los cedros...
Un paño, un pañito sólo, chico, que yo guardo
ahora cuando aprendes a llorar a mi lado
la angostura del mundo que nunca verdea, niño mío, para tu niño”.
Me sangró, madre, el otoño, me quemó la nieve:
busqué mi corazón para que llore, encontré el aliento, ay, del verano,
era como tú.
Se me vino la lágrima. Tejí el pañuelo.
Traducción: José Luis Reina Palazón. Editorial Trotta, 1999.
Las relaciones entre la literatura y las artes plásticas vienen de muy lejos en el tiempo, pero en pocas ocasiones son tan nítidamente claras como en esta obra de Anselm Kiefer, que ha tomado el título del poema de Paul Celan para su obra y, por si no fuera suficientemente clara la referencia, ha colocado algunos de sus versos sobre la nieve sin luz (son los que he subrayado en el poema) El original podéis leerlo y escucharlo aquí.
Kiefer (1945) pertenece a esa generación de alemanes que no vivió la guerra, pero sí ha sufrido la vergüenza y el sentimiento de culpabilidad por el sufrimiento que lo que la generación anterior de compatriotas provocó. En Alemania se tardó tiempo en poder hablar con cierta normalidad del horror del Holocausto.
En el óleo (material principal) hay también pequeñas ramas, acrílico, carboncillo (con él están escritas las palabras del poema de Celan), yeso aplicado sobre el lienzo y plomo, el del libro. Sobre el plomo Kiefer ha dicho que es el único material lo suficientemente resistente como para llevar el peso de la humanidad.
Por lo demás, la obra se explica suficientemente bien a partir del poema y la alusión al Holocausto. Se convierte así en un grito de dolor y desesperación ante la barbaridad de la guerra. Triste, profundamente triste resulta la coincidencia de que los padres de Celan murieran en sendos campos de concentración situados en Ucrania y que quienes más sufrieron la brutalidad de lo que denuncian poema y óleo estén organizando masacre similar en tierras palestinas. Desolador.
***