lunes, 29 de agosto de 2016

¿SE PUEDE COMPRAR CON 500 EUROS LA CULTURA?

Hace unos días la prensa recogía la noticia de que Italia ofrecerá 500€ a quienes cumplan 18 años durante este 2016. Además, podrán disfrutar de ese regalo tanto los italianos como los residentes extranjeros. El bono cultural se hará efectivo a partir del 15 de septiembre.

Promocionar la cultura está muy bien. Es una acción elogiable desde cualquier punto de vista que se mire. En Occidente, donde todo lo valoramos en coste monetario, parece que nos lo podemos permitir; en otros lugares estarían felices si ese bono fuera posible para comida, agua potable, atención sanitaria y otras necesidades urgentemente básicas. Pero ese es otro tema.

Yo de lo que dudo es de los beneficios culturales que puedan originar esos 500 euros entre la población. De entrada, mal debe de estar la situación cultural de un país que tiene que recurrir desde la administración a incentivar la adquisición de cultura por parte de la juventud. ¿Debemos entender que el fracaso de la familia, la escuela y la sociedad en este terreno se puede subsanar con 500€? Y si quienes se hacen mayores de edad ya están motivados, ¿para qué el bono?

Pero la duda que me surgió en un primer momento tampoco fue esa, sino qué beneficios puede reportar la adquisición y disfrute de alguno de los objetos culturales que se pueden adquirir con dicho bono.  Según la redacción de la noticia se pueden adquirir libros, discos, entradas para conciertos, para visitas a sitios arqueológicos, o para ir al cine, al teatro o a exposiciones.

Parece claro que lo que busca la iniciativa es exponer a la juventud con mayor frecuencia a eso que de forma vaga podemos llamar "alta cultura" —no confundir con alta costura—. Sin embargo, hay muchos libros, múchos discos, muchas películas... que de "alta" tienen bien poco, y de cultura solamente los códigos simbólicos con los que están construidos. Y que cada cual busque los títulos en su memoria.

Esto, incluso, nos lleva a otra cuestión más compleja aún. Si alguien adquiere títulos claramente xenófobos, acude a exposiciones racistas, compra libros que promueven la violencia, acude a ver películas alienantes... ¿Está cultivándose?, ¿está adquiriendo cultura?, ¿alcanza el objetivo que persigue la campaña?

Ya sé que me pongo muy quisquilloso y que estos ejemplos que cito constituirán nada más que un pequeño porcentaje. En cualquier caso, sí parece impropio que sea el mismo Estado quien subvencione estas consecuencias no deseadas. Y tal vez en su origen se encuentre ese ingenuismo que da en pensar que el objeto libro, el objeto película, etc., es bueno culturalmente por el simple hecho de serlo.

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