Reconozco que no es santo de mi devoción ni que tampoco participo de sus certidumbres, pero me gustan mucho esos poemas breves y claros de su etapa final, en los que aletea el susurro del tiempo y la delicada belleza de lo pequeño.
Claro que me gustaría
sentarme a la orilla de este pequeño río
que ni siquiera arroyo
de un rumor interior que se produce ahora mismo
y me hace decir cuánta hermosura
de cualquier cosa que se mueve
sin saber adónde.
Clara Martínez Mesa, quien se ocupó de cuidar y ordenar los textos del poeta desde su etapa universitaria, ha redactado un eficaz prólogo de presentación.
Si antes de acercaros al libro, queréis leer más poemas, en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes hay una buena antología.
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