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Esta constelación, junto con Capricornio y Piscis, representaban en la antigüedad una figura relacionada con el dios mesopotámico Enki, que se asoció en la Grecia antigua, con Prometeo. Aislada, como la vemos hoy, representa a Ganimedes.
El joven y bellísimo Ganimedes era hijo de Laomedonte, rey de Troya, según unas versiones, y de Tros y Calirroe, según otras. Su trabajo consistía en cuidar los rebaños de su padre. Cuando Zeus lo vio por primera vez, quedó absolutamente fascinado por su belleza y decidió llevárselo consigo al Olimpo, residencia de los dioses. Allí se le asignó el oficio de copero. Ganimedes escanciaba el néctar, no era otra cosa que hidromiel, en la copa de los dioses. En este oficio sustituyó a Hebe.
Zeus, para compensar el rapto del joven, regaló al padre de éste, una pareja de caballos inmortales, según algunos autores, o una vid de oro, en versión de otros.
En la constelación podemos apreciar la figura del aguador, que es lo que representa Ganimedes. Sin embargo, las estrellas de esta constelación son débiles y es difícil encontrar la figura en cielo, a no ser que disfrutemos de un cielo muy oscuro. La mejor época para verla es el otoño.
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