lunes, 10 de octubre de 2016

MIL GRULLAS DE PAPEL

En 1945 se lanzó la primera bomba atómica sobre Hiroshima. La ciudad quedó destruida.

Sadako era una niña que vivía a poco más de un par de kilómetros cuando hizo explosión la bomba. Aparentemente, no le ocurrió nada. Sin embargo, diez años después, enfermó de leucemia. 

Mientras estaba en el hospital, su mejor amiga, Chizuko, le contó el cuento de la grulla, pájaro sagrado en Japón. Según la creencia popular, una grulla vivía mil años y si un enfermo hacía mil grullas de papel, lograría vencer la enfermedad.
Imagen de abiertoporvacaciones.com

Sadako se puso a hacer grullas de papel y recuperó parte del ánimo perdido. Cada vez que se encontraba con fuerzas, se ponía a realizar grullas de papel. Había conseguido seiscientas cuarenta grullas antes de morir.

Sus compañeras de clase decidieron plegar las trescientas cincuenta y seis que faltaban y Sadako fue enterrada junto con mil grullas de papel.

Por desgracia, Sadako no fue la única niña que murió de leucemia. Muchas personas más murieron de leucemia originada por la radiación mortal y diferida de la bomba atómica. De hecho, en Japón se la conocía como la enfermedad de la bomba A.

Después de la muerte de Sadako, niños y niñas de Japón tuvieron la idea de levantarle un monumento. Se creó una asociación que se extendió por todo el mundo y, al cabo de tres años, se había recogido dinero suficiente para erigir el monumento. Es el Monumento a la Paz de los Niños. Una inscripción dice:
                                         
                                          Este es nuestro clamor,
                                          ésta es nuestra plegaria:
                                          paz en el mundo.



Eleanor Coerr recogió la historia en un hermoso libro para niños en 1977: Sadako y las mil grullas de papel.

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