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jueves, 20 de febrero de 2025

LLENADME DE FELICIDAD

Editorial
Rosalía de Castro no fue una escritora vanguardista, no abrió caminos nuevos para la expresión poética, no tuvo una escuela que siguiera sus pasos, pero de entre las muchas cualidades que me gustan de su obra hay dos que me atraen por encima de todas las demás: su amplísimo espectro de intereses temáticos (leedla in extenso, no os quedéis con la docena de poemas que se reproducen continuamente por todas partes) y su sentido común, ese formar parte de la vida del resto de los mortales y la manera de abordar las cuestiones más cotidianas. Es, en ese sentido, una escritora a la que se puede sentir tan próxima como a una compañera de trabajo a la que habitualmente recurrimos para consultar las dudas que tenemos y que siempre encuentra una manera fácil de afrontar la tarea, o como esa vecina en la que tenemos plena confianza para hablar de cualquier cosa, siempre comprensiva y siempre dispuesta a darnos un punto de vista que nos haga sentirnos cómodos.

De los muchos ejemplos que se pueden citar relacionados con el ejercicio del sentido común, a mí, que no comparto los rituales en torno a la muerte, ni cristianos, ni paganos, ni de ningún tipo, me gusta especialmente este párrafo de La hija del mar, su segunda novela, la que publicó en 1859, cuando tenía tan solo 22 años:

¡Dios mío! ¡Qué rodeada de melancolía aparece siempre esa tardía felicidad con que la casualidad o la fortuna nos brinda cuando no podemos gozar de ella!... ¡La gloria después de la muerte..., los vanos honores, los laureles sobre el sepulcro, una lágrima por un recuerdo...! ¡Oh, llenadme de felicidad, sembrad flores en torno mío y apartad la hiel de mis labios en tanto existo, vosotros los que me améis!... Las riquezas, el poder, la gloria... y sobre todo el cariño de vuestro corazón, dejadle, dejadle que sonría en torno mío, que engañe los días de mi existencia y que murmure a mi oído en mis últimos instantes un ternísimo adiós. Decidme en aquellos momentos que no me olvidaréis jamás, porque esa idea es hermosamente halagadora para el espíritu celoso y egoísta de la mujer. Coronad mi lecho de flores y prometedme, si acaso os lo pido, sembrar sobre mi tumba siempre vivas regadas con vuestras lágrimas... pero en el momento en que mis ojos se cierren a la luz y en que mi sangre cese de animarme, olvidadme si queréis, no os creáis obligados por unos vanos juramentos hechos a una cosa que ya no existe y dejad al tiempo que siembre silencioso sobre mi sepulcro la pequeña parietaria y las rosas silvestres que nacen al azar..., él no encierra ya más que unos miserables y leves restos... ¡más tarde el vacío!...

En la edición de Castro, que es la que tengo, se encuentra en el vol I, pp. 153-4). 

Pues eso, haced lo posible por llenar de felicidad a las personas que tengáis a vuestro alrededor. Después de muertos, las palabras son vanas.

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jueves, 26 de diciembre de 2024

ROSALÍA DE CASTRO, Marina Mayoral

  Marina Mayoral es en estos momentos la mayor especialista sobre Rosalía de Castro, es quien se ha ocupado de la edición revisada de toda su obra para la prestigiosa Biblioteca Castro y la que impartió un curso en cuatro conferencias en 1985, cuando se celebraba el centenario de su muerte. Tiene, asimismo, publicados los siguientes ensayos sobre la vida y la obra de Rosalía: La poesía de Rosalía de Castro, 1974; Rosalía de Castro y sus sombras, 1976; Rosalía de Castro, 1986.

Las cuatro conferencias están enmarcadas dentro del centenario de la muerte de la escritora gallega organizadas por la Fundación Juan March





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viernes, 6 de diciembre de 2024

ROSALÍA DE CASTRO

Adiós ríos, adiós fontes
adiós, regatos pequenos;
adiós, vista dos meus ollos,
non sei cándo nos veremos.


Miña terra, miña terra,
terra donde m’eu criei,
hortiña que quero tanto,
figueiriñas que prantei.

Prados, ríos, arboredas,
pinares que move o vento,
paxariños piadores,
casiña d’o meu contento.

Muiño dos castañares,
noites craras do luar,
campaniñas timbradoiras
da igrexiña do lugar.

Amoriñas das silveiras
que eu lle daba ó meu amor,
camiñiños antre o millo,
¡adiós para sempre adiós!

¡Adiós, gloria! ¡Adiós, contento!
¡Deixo a casa onde nacín,
deixo a aldea que conoso,
por un mundo que non vin!

Deixo amigos por extraños,
deixo a veiga polo mar;
deixo, en fin, canto ben quero…
¡quén pudera non deixar!
... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 

Adiós, adiós, que me vou,
herbiñas do camposanto,
donde meu pai se enterrou,
herbiñas que biquei tanto,
terriña que nos criou.


Xa se oien lonxe, moi lonxe,
as campanas do pomar;
para min, ¡ai!, coitadiño,
nunca máis han de tocar.


¡Adiós tamén, queridiña…
Adiós por sempre quizáis!…
Dígoche este adiós chorando
desde a beiriña do mar.

Non me olvides, queridiña,
si morro de soidás…
tantas légoas mar adentro…
¡Miña casiña!, ¡meu lar!


(Aquí tenéis una traducción)

La poesía española del siglo XIX tendría muy poca importancia si no fuera por las dos grandes figuras que la coronan y la mejoran: Bécquer y Rosalía. Ambas figuras, a pesar de sus muchas diferencias, comparten tiempo (solo un año separa sus nacimientos), tendencia romántica, interés por la creación popular y, como consecuencia, el esfuerzo por simplificar el lenguaje poético para conseguir que exprese lo más íntimo y personal.

La poesía de nuestra gallega universal es muy fácil de encontrar, tanto en papel como en línea. Para quien desee la lectura en pantalla, la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes o la Fundación Rosalía tienen un buen catálogo de sus obras. Quien quiera leerlas solamente tiene que pulsar sobre el icono del libro que aparece sobre las letras html.

De la Fundación Juan March recojo el audio de la conferencia que impartió Ana Rodríguez Fischer en 2013:


Del Instituto Cervantes recojo este ciclo que bajo el título de Rosalía de Castro, tradición y modernidad, ofreció la conferencia de García Montero, Penélope sin Ulises. La herencia de Rosalía (minuto 22' 40'', en los actos protocolarios las presentaciones son siempre excesivas) y el recital de Amancio Prada (1h 16' 35''):

 
Al día siguiente, Arcadio López-Casanova impartió la conferencia Presencia de Rosalía en la poesía gallega contemporánea (10' 56''):


Después vino la mesa redonda Rosalía de Castro: su vida y su literatura en la que participaron Luis Alberto de Cuenca (10' 25''), Marina Mayoral (39' 03'') y Carlos G. Reigosa (1h 09' 05''), todos ellos presentados por Ángel Basanta.


Para quienes se atrevan un poco más, resultará de gran ayuda y mucho interés el Estudio literario de la obra de Rosalía de Castro, de Marina Mayoral, que la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes mantiene accesible para todo el mundo, tanto en castellano como en Galego.





Y para los que quieran profundizar todavía más en su poesía, La poesía de Rosalía de Castro, de la misma autora.
 
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miércoles, 13 de noviembre de 2024

UN LIBRO, UN POEMA (Rosalía de Castro)

#unlibrounpoema
Editorial


La dedicación de este espacio al poema XXXII de los Cantares gallegos viene motivada por una traducción sorprendente con la que me he encontrado de manera casual. Digo casual porque, generalmente, cuando tengo una versión bilingüe, no suelo leer la original. Y, casualmente, vi el nada con que termina el tercer verso de la estrofa número 30 del poema XXXII. Me sorprendió no verlo en la versión traducida, ya que nada es lo mismo en gallego que en castellano: 

E tamén vexo enloitada
d’ Arretén á casa nobre,
dond’ a miña nai foi nada,
cal viudiña abandonada
que cai triste ó pé dun robre.

Cantares gallegos (versión original).

Este es el poema traducido de la edición que yo tengo, que es la de la imagen de la derecha: 



Cómo llovía, suaviño,
cómo, suaviño, llovía;
cómo lovía, suaviño,
día y noche por Laíño,
por Lestrove, noche y día.

Inquieto, el sol alumbraba
la triste, blanca nube.
La tapaba y destapaba,
su blanca pluma rizaba.
Pasa, torna, vuelve, sube...

Más lejos, diseminada
por los aires fugitivos,
oscura ya despintada,
por el cielo desatada,
cae brillando en rayos vivos.

Misteriosa regadera
de fina lluvia, ha mojado
el suelo, curva y ligera.
Mojando va la ribera,
flor por flor, prado por prado.

Semejante a leve gasa
que sutil el viento mueve,
en flotante ondas pasa
sobre cuanto el sol abrasa,
ardiente, y refresca, y llueve.

¡Lluvia de finos cristales
por las vegas de Campaña...!,
y, secos, los herbazales
de Laíño... Y, a raudales,
la Ponte de sol se baña.

Hacia Caldas, todo oscuro.
El cielo, azul, en Adina,
transparente, limpio, puro.
De Arretén al monte duro
la nube va peregrina.

Triste va, la tierra toca,
ya con pies de blanca nieve,
ya con fina y fresca boca;
triste va, que el cielo invoca,
y a besar tierra se atreve.

triste va cuando se abate,
vaporosa, sola y muda.
Ya mansa, sus alas bate
como un corazón que late
herido en la pena ruda.

Así imaginó la triste
sombra de mi madre, errando 
en la esfera donde existe;
que a ir al cielo se resiste,
por los que quiso aguardando.

Veo Souto, en  parda sombra
envolviendo su ramaje,
—por bueno, del Rey se nombra—,
donde fiero, el viento asombra
ruge, estalla de coraje.

Y el palacio serio y grave,
¡cuánto en pura luz se baña!
Igual que pesada nave
que volver al mar no sabe
encalló en la fresca braña.

Valga está en la orilla hermosa
de aquel camino de plata,
casta virgen candorosa,
sentada en suelo de rosa,
mas vestida de escarlata.

San Luis veo, brillando
bañado por tintas puras,
ya sol y sombras mostrando,
en reposo contemplando
montes, aguas y verduras.

Allá Padrón, sobre el río,
hada blanca, ramo verde,
fruto en flor del huerto mío,
bajo un manto de rocío,
lejos, lo miro y se pierde.

¡Y, entre el maíz, la figura
de una hinchada y blanca vela
corre, como estrella pura!
Dice el viento, con ternura,
"¡Ay, paloma, vuela, vuela!"

Le arrulla en la blanda ría
un remanso murmurante
que en la arboleda nacía,
bajo un toldo de alegría,
al calor de un sol amante.

Sol de italia, sol de amores,
¿cómo podrás alumbrar
más rosas, y aún más verdores,
color y cielo mejores
entre la espuma del mar!

Sol de Italia, no suspiro 
por sentir tu ardiente rayo,
que otro sol templado miro;
dulcemente aquí respiro
en perenne, eterno mayo.

En mi tierra tal encanto
se respira... Pobre o triste,
rico o harto de quebranto,
¡se encariña de ella tanto
el que con su luz se viste!

Los que de ella son nacidos,
los que son de lla mimados
si están lejos doloridos
están, y de amor heridos
al ser de ella amamantados.

Del hijo la madre tira,
sorda, triste, plañidera,
gime, llora y aún suspira,
y no cesa hasta que mira
que viene, por vez postrera.

¡Ay!, madre, ¡cuánto te quiero!
¡Madre, ay, de la madre mía!
Tu suelo de amor prefiero
a cuanto, grande o severo, 
en la tierra encontraría.

¿Cómo no, si ahora estoy viendo,
entre la plata y las rosas,
cuanto la vida, queriendo,
fue ante mis ojos volviendo
ya memorias cariñosas?

Bosques, casas, sepulturas,
campanarios y campanas,
con vago son de dulzuras
que despierta, ¡ay!, ternuras,
que jamás podrán ser vanas.

Aquéllas mismas tocaron
cuando los míos nacieron,
aquéllas mismas lloraron,
aquéllas mismas doblaron
cuando los míos murieron.

Aquellas, sí, que animadas
me llamaban mansamente
en las mañanas doradas,
con las cantigas amadas
de mi madre, juntamente.

Aún veo dónde jugaba
con las niñas que quería,
el ejido donde holgaba,
los rosales que cuidaba,
la fuente donde bebía.

Y la calle solitaria
que en paz baña un sol sereno,
sin temer mano contraria,
igual siempre, nunca varia,
vega llana en campo ameno.

Y también veo, enlutada,
de Arretén la casa noble,
donde mi madre adorada
nació— viuda abandonada
que cae triste al pie del roble.

Allí está, sombra perdida,
voz sin son, cuerpo sin alma,
amazona malherida
que al sentir perder la vida
se adormece en sorda calma.

Casa grande la llamaban
en tiempo más venturoso,
pues los pobres que imploraban,
hartos ya, se calentaban
a su fuego cariñoso.

Casa grande, cuando un santo,
venerable caballero
cpn tranquilo, noble encanto,
bajo el pliegue de su manto
cobijaba al pordiosero.

Cuando el canto en la capilla
de la Gran casa sonaba
con fervor y fe sencilla,
rico fruto de semilla
que el varón santo sembraba.

Ahora todo, silencioso,
causa allí miedo y pavura,
y un espíritu quejoso
mora allí, donde el reposo
anidó con la tristura.

Risas, cantos, armonía,
blandas músicas, contento,
fiestas, danzas, alegría,
se trocó en la triste, fría
sorda voz del fuerte viento.

Sólo ahora hierbas crecen
en su patio descuidado,
y zarzales que florecen
y, en su tiempo, fruto ofrecen
a los niños, sazonado.

Y entre aquel silencio mudo
que a turbar nadie se llega,
entre aquel ¡ya fui!, tan rudo,
se ve, entero, un noble escudo
que va a decir no soy se niega.

Claros timbres muestra ufano, 
con soberbio casco airoso...
Más detrás de un soy tan vano
se ve al pobre orgullo humano
humillado y polvoroso.

Tras la calada visera,
que haya ojos heridores
que nos miran se dijera,
que dicen: todo es quimera
en un mundo de dolores.

¡Casa grande, triste casa
que de aquí, tan sola, miro,
parda, oscura, triste masa!
¡Casa grande, pasa, pasa...!
¡Ya no eres más que un suspiro!

Mis abuelos,¡ay!, murieron,
los demás te abandonaron.
tus lustros ya perecieron,
y los que más te quisieron
también de ti se apartaron.

Mes tras mes, piedra tras piedra,
te has de ir desmoronando,
ceñida en cintas de hiedra,
mientras que otra, fuerte, medra,
que así va el mundo rodando.

...................................
...................................
...................................

¡Más que luz, qué colorido
por el cielo se dilata!
Luce el sol descolorido
y el arcoiris, ya nacido,
en su cinta se desata.

Cómo llovía, suaviño,
cómo, suaviño, llovía;
cómo lovía, suaviño,
día y noche por Laíño,
por Lestrove, noche y día.

Para quien no sepa nada de la biografía de Rosalía de Castro conviene recordar que era hija natural de una cura y de María Teresa de la Cruz Castro y Abadía, hija de una familia hidalga, pero de escasos recursos económicos. La hija no fue reconocida ni por el padre ni por la madre. Quedó inscrita como nacida de padres desconocidos y se ocupó de ella en una primera instancia la que hizo de madrina en el bautizo, que era una sirvienta de la madre. La época era la que era y la zona rural gallega, una zona profundamente tradicional. No era precisamente París.

Será Rosalía la que tome conciencia de su ser mujer y escritora, y la que se dé cuenta del estado en que se hallaba la población de su tierra, sumida en la superstición, la irracionalidad de las creencias y las discriminaciones de todo tipo, especialmente la de la mujer. 

No pongo en duda que pudiera adorar a su madre, porque según escriben estudiosos de su biografía mantuvieron una estrecha relación y la hija enseguida supo quién era su madre. Lo que me resulta de todo punto asombroso es por qué se ha traducido dond’ a miña nai foi nada por donde mi madre adorada nació y no por el exacto donde mi madre fue nada que mantiene las ocho sílabas, el ritmo y hasta la rima original y, seguramente, es una descripción objetiva de la situación que pudo vivir en su propia casa Mª Teresa de la Cruz, madre soltera. Incomprensible.

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lunes, 14 de octubre de 2024

IX DÍA DE LAS ESCRITORAS 2024

 
El Día de las Escritoras se celebra, como siempre, el lunes más cercano al 15 de octubre, aniversario del fallecimiento de Teresa de Jesús (1515-1582). Con esta celebración, se pretende reivindicar el legado literario de mujeres que han escrito a lo largo de la historia y que tantas veces han sido silenciadas y olvidadas.

El acto se centra en la lectura continuada de una veintena de textos de escritoras, seleccionados por la comisaria, Ana Iris Simón, que tratan sobre la temática elegida este año: La mujer y el mundo rural.

En esta IX edición, leeremos clásicos de mujeres que miraron a nuestros pueblos y campos como Teresa de Jesús, Rosalía de Castro o Emilia Pardo Bazán; textos de escritoras que visibilizaron las duras condiciones del mundo rural como la Concha Espina de El metal de los muertos. También, se leerán textos de mujeres que, tristemente, no trascendieron tanto, como María de la O Lejárraga o Caterina Albert (Del texto de presentación que ha publicado la BNE).

Y esta será mi participación en el acto que ha organizado la biblioteca y espacio cultural CBA:


 El acto dará comienzo esta tarde a las 19:00.

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viernes, 3 de mayo de 2024

EMILY DICKINSON


Esta no es la mejor forma de ver una película. La traigo hasta aquí como último recurso para quien no la haya visto y no disponga de otro medio, cualquiera siempre mejor que este. También la coloco aquí para que estimule las ganas de adentrarse en la biografía y en la obra de la gran poeta estadounidense. 

Lo que viene a continuación es un simple listado no exhaustivo —referido al siglo XIX— para recordar que tal vez lograríamos hacer más por la igualdad si no nos dejáramos llevar por la pasión de nuestras propias opiniones o, tal vez, por el desconocimiento. 

Algunas viajeras: Ida Pfeiffer (Viena 1797 – 1858, Lisa Barbier Cristian, Alexandrine Tinné, Marianne North, Caroline Hartog Morgensthein, Isabella Bird, Elizabeth Jane Cochran, Annie Cohen Kopchovsky, Florence von Sass...


Algunas científicas: Mary Somerville, Ada Lovelace,Mary Anning ,Sophie Germain, BlancaClotilde Catalán de Ocón y Gayolá, Marie-Anne Pierrette Paulze, Elizabeth Fullhame, Agnes Pockels, Maria Mitchell, Sofia Kovalévskaya, Jeanne Villepreux-Power, Ellen Swallow Richards, Eunice Newton Foote, Annie Jump Cannon, Sarah Frances Whiting...


Algunas filósofas: Harriet Taylor Mill (1807-1858), Elizabeth Cady Stanton (1815-1902), Susan B. Anthony (1820-1906), Harriet Tubman (1820-1913), Helen Taylor (1831-1907), Eleonor Marx (1844-1883), Laura Marx (1845-1911)...


Algunas escritoras: Mercedes Laura Aguiar, Mariana Angélica de Andrade, Anna Nakwaska, Dorila Antommarchi, Elmira Antommarchi, Hortensia Antommarchi, Sarah Austin (traductora), Julia Catherine Beckwith, Maria Elisa Belpaire, Adèle Daminois, Antonia Esteller, Anna Maria Hussey, Hanna K. Korany, Olena Kisilevska, Leonor Canalejas y Fustegueras, Elizabeth Moutzan-Martinegou , Ashiq Pari, Sofie Podlipská, Gabriela Preissová, Antónia Pusich, Charlotte Richardson, Amélia dos Santos Costa Cardia, Edith Simcox, Marko Vovchok, Mary Shelley, Cecilia Böhl de Faber, George Sand, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Jane Austen, Charlotte, Emily y Anne Brontë, Rosalía de Castro, Emilia Pardo Bazán, George Eliot, Louisa May Alcott...

Músicas, pintoras, actrices, cantantes...

Parece que es más difícil reconocer que no sabemos exactamente por qué Emily Dickinson decidió no salir de su habitación que realizar suposiciones que alimenten y justifiquen nuestra forma pensar. Esto viene a cuento de la Conferencia de Laura Freixas, que como conferencia genérica y reivindicativa de las ideas feministas está bien, pero en la que prácticamente nada se dice de los valores literarios de la poesía que escribió, que es por lo que la conocemos. 

Si queremos reivindicar la obra de la poeta americana, que, por cierto, está dentro de eso que se conoce como canon de la literatura universal desde hace muchísimo tiempo, parece más apropiado señalar y explicar cuáles son las virtudes y excelencias que hacen de su obra lo que es, una magnífica obra literaria, que no extenderse en anécdotas biográficas sobre las costumbres, usos y prejuicios tradicionales y machistas de la sociedad del siglo XIX.

Más entradas en este mismo blog sobre E. Dickinson.

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jueves, 16 de marzo de 2023

CELEBRACIÓN DE LA POESÍA CON ALGUNOS POEMAS ADMIRABLES




QUIENES PONEN LOS VERSOS:

La paz y la guerra:
Blas de Otero
La vida:
El amor:
La muerte:
Deseos:


Lo demás lo pondremos David (con el permiso de Brouwer, Gangi, Llobet, Tárrega y compañía) y yo. Intentaremos que las palabras suenen lo mejor posible, se sientan cómodas y podamos disfrutar de ellas tal y como se merecen, porque la poesía deleita y enseña a cuantos con ella comunican (Cervantes en La gitanilla).

Entrada libre hasta completar aforo.

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viernes, 18 de marzo de 2022

CELEBRACIÓN DE LA POESÍA, 21 DE MARZO


Estas son las estrellas —por riguroso orden alfabético— que van a figurar en el breve, intenso, emocional y variado recital de poesía que estamos preparando para ti: 

Más una sorpresa final que no podemos desvelar porque así nos lo ha pedido, pero ahí estará, dispuesta a participar y reclamar la ayuda de todas cuantas voces acudan. No te lo puedes perder.

LUNES

21 DE MARZO

19:00

LIBRERÍA LAGUN

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Путин, немедленно останови войну!

sábado, 15 de enero de 2022

CAROLINA CORONADO

15 de enero de 1911, Carolina Coronado muere en Lisboa. Es la segunda vez que muere y la última, porque la poeta ya había muerto en 1844. Famoso es el pasaje de catalepsia que la tuvo como muerta durante varios días. Incluso hubo publicación de necrológicas en los periódicos madrileños. Por suerte, se recuperó y quienes ya habían expresado sus condolencias y divulgado su desaparición, tuvieron que retractarse. 

Otra anécdota: era tía de Ramón Gómez de la Serna; bueno, más exactamente fue tía de la madre del escritor, Josefa Puig Coronado.

La poeta había llamado la atención de Espronceda con su brillante poesía, y este la apadrinará junto con otro consagrado de la época romántica, Hartzenbusch. Ambos reconocieron inmediatamente el talento literario de la extremeña.

Carolina Coronado y Gertrudis Gómez de Avellaneda serán las dos escritoras más interesantes del romanticismo español, salvando, claro está el nombre de Rosalía de Castro, figura destacada por encima de todas y ya metida en los quehaceres del posromanticismo.

Es evidente que la poesía es una lectura minoritaria y que la de Coronado es difícil de encontrar en una librería. Castalia publicó hace ya unas décadas este magnífico ejemplar con un estudio introductorio de la profesora Noël Valis, pero ya no se encuentra si no es en bibliotecas o librerías de viejo. Afortunadamente, Torremozas sacó una antología con su obra poética hace aproximadamente un año. Esa sí está disponible. Y si la urgencia por leerla os acucia y no tenéis cerca ni biblioteca ni librería, siempre está la amplia y bien nutrida página web poesias.es, donde encontraréis casi todos sus poemas.


LOS CANTOS DE SAFO

I

Como el aura suavísima resbala
de placer en placer fácil mi vida:
entre el amor y gloria dividida,
¿cuál es la dicha que a mi dicha iguala?

Al lado de Faón, su amor cantando;
con la luz de sus ojos fascinada;
dicha inmensa es de Safo bienhadada
perder sus horas en deliquio blando.

Dicha inmensa es de Safo venturosa
que su amante en el aire que respira
beba el acento de la tierna lira,
que tan sólo por él suena amorosa.

¡Cómo a mis ojos inefable llanto
gota por gota el corazón destila,
si un instante su faz dulce y tranquila
brilla gozosa al escuchar mi canto!...

¡Si de su boca en lisonjero arrullo
la voz desciende a celebrar mi lira,
y hálito vago que su labio expira
mis sienes cerca entre el falaz murmullo!

Siento, Faón, tu delicado aliento
bullir entorno de la frente mía,
y en deliciosos tonos de armonía
herirme el corazón tus voces siento.

El corazón sus golpes precipita
al eco de tu voz apasionada:
a un suspiro, a un acento, a una mirada
como el seno de tórtola se agita.

No temo entonces que por bella alguna
perjuro olvides tu feliz cantora,
ni atractiva beldad venga en mal hora
a destrozar mi plácida fortuna.

¿Y quién la flor de la ventura mía
osará marchitar con mano aleve?
¿Quién a usurpar tu corazón se atreve
y a reinar donde Safo reinó un día?

¡Ah! no soy bella: su preciosa mano
en mi rostro los Dioses no imprimieron;
más al alma benignos concedieron
de los genios el numen soberano.

Y cítara en mis manos peregrina
las hermanas de Febo colocaron,
y de entusiasmo el corazón llenaron
de amor ardiente e inspiración divina.

Goza de triunfos la beldad un día,
que el porvenir destruye rigoroso;
cuando el genio entre aplausos victorioso
de la inmortalidad al templo guía.

Lecho de tierra y silencioso olvido
sólo del mundo la hermosura alcanza:
el estrecho sepulcro a do se lanza,
los rayos borrará de haber nacido.

Cual sueño pasará, si el genio alzando
la poderosa voz no la eterniza,
su cantar que a los siglos se desliza
vida preciosa a sus cenizas dando.

Yo también cantaré: también mis voces,
tierna Faón, tu nombre repitiendo,
con tu amor y mi amor sobreviviendo,
al porvenir sin fin irán veloces.

Yo a esa Grecia opulenta, sabia y justa
arrancaré un aplauso duradero,
una corona como el grande Homero
a mis sienes tal vez ceñiré augusta.

Y mírala ¡oh Faón! y tu sonrisa
premie el esfuerzo de tu Safo amada,
más plácida a su ser que en la alborada
place a las flores la naciente brisa.

II

Musas divinas, dioses del talento,
¿Qué me vale ceñir vuestra aureola?
Bella rival con su belleza sola
alcanzó mi afrentoso vencimiento.

Lanzadla de ante mí, lanzadla, cielos;
que al verla, el odio que me inspira crece,
mi vista con su vista se oscurece,
y hierve el corazón de envidia y celos.

Lanzadla lejos de él; no más admiren
sus ojos a la bella enamorados:
ni los míos en tanto ensangrentados
por sorprenderlos incesantes giren.

Alma Venus, escucha tú mi ruego,
y protege el amor que has encendido;
en el pecho cruel del fementido
brote una chispa del extinto fuego.

Dame atractivos, dame esa ilusoria
forma y hechizos con tu luz tocados,
¡y quítenme los Dioses irritados
mi cítara, mis cantos y mi gloria!

III

De Venus al oráculo las preces
de los augures fieles demandaron,
y el fin de mis desdichas por tres veces
y el triunfo de mi amor adivinaron.

Mas ¡ay! mintieron. —Tú roca insensible
desoyes mi pasión. —¡¡Ni una esperanza!!
¿no temes, di, que tu perjurio horrible
provoque de los Dioses la venganza?

¡Qué! ¿No temes que Venus indignada
a mis clamores presurosa acuda?
¿No temes que su cólera sagrada
sobre tu frente criminal sacuda?

Amante Diosa que el amor preside,
tú la invocaste de tu fe testigo
mi injuriada pasión venganza pide,
su hollada majestad pide castigo.

IV

Tu juventud corría silenciosa,
entre la oscura turba confundido,
cuando uniendo a tu nombre su renombre
Safo su gloria dividió contigo.

La cantora de Grecia descendiendo
de su altura, hasta ti, quiso amorosa
cantar tu vida y alumbrar tu frente
con la radiante luz de su aureola.

Y a tu lado, Faón, si la voz mía
se elevaba a cantar nuestros delirios,
miel divina en mis labios derramaban
solícitas las hijas del Olimpo.—

¿Dónde la bella que fingiendo amores
tu conquistado corazón me arranca?...
Ayer mi seno de placer latía,
y hoy de despecho y de dolor se abrasa...


Y este es el poema suyo que más me gusta, donde se identifican la poeta y la luna. La naturaleza, como dice Rico en su comentario, no es ya el misterio que representaba para la concepción romántica de la misma, sino comprensión.

LA LUNA EN UNA AUSENCIA

Y tú, ¿quién eres de la noche errante
aparición que pasas silenciosa,
cruzando los espacios ondulante
tras los vapores de la nube acuosa?

Negra la tierra, triste el firmamento,
ciegos mis ojos sin tu luz estaban,
y suspirando entre el oscuro viento
tenebrosos espíritus vagaban.

Yo te aguardaba, y cuando vi tus rojos
perfiles asomar con lenta calma,
como tu rayo descendió a mis ojos,
tierna alegría descendió a mi alma.

¿Y a mis ruegos acudes perezosa
cuando amoroso el corazón te ansía...?
Ven a mí, suave luz, nocturna, hermosa
hija del cielo, ven: ¡por qué tardía!

jueves, 17 de junio de 2021

BUSCADME EN EL TERRITORIO ROSALÍA

Editorial
Durante unos días estaré perdido disfrutando de la tierra de Rosalía de Castro y me llevo su poesía como compañera de andanzas y descubrimientos. Espero que, como dice el tercer poema de la colección En las orillas del Sar, los días sean apacibles y fructíferos en hallazgos y placeres.




                             III

          Era apacible el día
          y templado el ambiente
          y llovía, llovía,
          callada y mansamente;
          y mientras silenciosa
          lloraba yo y gemía,
          mi niño, tierna rosa,
          durmiendo se moría.
Al huir de este mundo, ¡qué sosiego en su frente!
Al verle yo alejarse, ¡qué borrasca la mía!

Tierra sobre el cadáver insepulto
antes que empiece a corromperse…, ¡tierra!
Ya el hoyo se ha cubierto, sosegaos,
bien pronto en los terrones removidos
verde y pujante crecerá la hierba.

¿Qué andáis buscando en torno de las tumbas,
torvo el mirar, nublado el pensamiento?
¡No os ocupéis de lo que al polvo vuelve!
Jamás el que descansa en el sepulcro
ha de tornar a amaros ni a ofenderos.

        ¡Jamás! ¿Es verdad que todo
        para siempre acabó ya?
No, no puede acabar lo que es eterno,
ni puede tener fin la inmensidad.

Tú te fuiste por siempre; mas mi alma
te espera aún con amorosa afán,
y vendrás o iré yo, bien de mi vida,
allí donde nos hemos de encontrar.

Algo ha quedado tuyo en mis entrañas
que no morirá jamás,
y que Dios, por que es justo y porque es bueno,
a desunir ya nunca volverá.

En el cielo, en la tierra, en lo insondable
yo te hallaré y me hallarás.
No, no puede acabar lo que es eterno,
ni puede tener fin la inmensidad.

Mas… es verdad, ha partido,
para nunca más tornar.
Nada hay eterno para el hombre, huésped
de un día en este mundo terrenal,
en donde nace, vive y al fin muere,
cual todo nace, vive y muere acá.

Una luciérnaga entre el musgo brilla
y un astro en las alturas centellea,
abismo arriba, y en el fondo abismo;
¿qué es al fin lo que acaba y lo que queda?
En vano el pensamiento
indaga y busca lo insondable, ¡oh, ciencia!
Siempre al llegar al término ignoramos
qué es al fin lo que acaba y lo que queda.

Arrodillada ante la tosca imagen,
mi espíritu, abismado en lo infinito,
impía acaso, interrogando al cielo
y al infierno a la vez, tiemblo y vacilo.
¿Qué somos? ¿Qué es la muerte? La campana
con sus ecos responde a mis gemidos
desde la altura, y sin esfuerzo el llano
baña ardiente mi rostro enflaquecido.
¡Qué horrible sufrimiento! ¡Tú tan sólo
lo puedes ver y comprender, Dios mío!

¿Es verdad que lo ves? Señor, entonces,
piadoso y compasivo
vuelve a mis ojos la celeste venda
de la fe bienhechora que he perdido,
y no consientas, no, que cruce errante,
huérfano y sin arrimo
acá abajo los yermos de la vida,
más allá las llanadas del vacío.

Sigue tocando a muerto, y siempre mudo
e impasible el divino
rostro del Redentor, deja que envuelto
en sombras quede el humillado espíritu.
Silencio siempre; únicamente el órgano
con sus acentos místicos
resuena allá de la desierta nave
bajo el arco sombrío.

Todo acabó quizás, menos mi pena,
puñal de doble filo;
todo menos la duda que nos lanza
de un abismo de horror en otro abismo.

Desierto el mundo, despoblado el cielo,
enferma el alma y en el polvo hundido
el sacro altar en donde
se exhalaron fervientes mis suspiros,
en mil pedazos roto
mi Dios, cayó al abismo,
y al buscarle anhelante, sólo encuentro
la soledad inmensa del vacío.

De improviso los ángeles
desde sus altos nichos
de mármol me miraron tristemente
y una voz dulce resonó en mi oido:
«Pobre alma, espera y llora
a los pies del Altísimo:
mas no olvides que al cielo
nunca ha llegado el insolente grito
de un corazón que de la vil materia
y del barro de Adán formó sus ídolos.

 

Y si preferís la voz y la suave melodía de Amancio Prada, aquí tenéis uno de los poemas más famosos y que mejor representa el espíritu rosalía:

martes, 13 de octubre de 2020

DÍA DE LAS ESCRITORAS 2020

 

Vuelve a convocarse un año más —y van cinco— el Día de las Escritoras, día que la BNE puso en marcha en 2016 apoyada por la Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias y por la Asociación Clásicas y Modernas. La convocatoria parece que va cuajando y ya son muchas otras bibliotecas e instituciones quienes realizan alguna actividad. Preguntad, pues, allá donde viváis, que seguramente podréis encontrar alguna lectura, recital, teatro o cualquier otra actividad cultural en torno a la obra de las escritoras.

El vídeo de la BNE recoge la celebración del año pasado. Si queréis ahorraros las presentaciones y explicaciones varias, id directamente al minuto 27:50, que es donde Ana Belén comienza la lectura del texto de Teresa de Ávila, autora que da origen al día, pues se celebra siempre el jueves más cercano al 15 de octubre, fecha que se admite como la de su defunción, y que la Iglesia Católica celebra como onomástica de la primera doctora de la misma.

Este año se leerán fragmentos de obras de: Teresa de Jesús, Rosalía de Castro, Dulce María Loynaz, Blanca Varela, Errose Bustintza (Mañariko), Elena Fortún, Sor Juana Inés de la Cruz, Ana María Matute, Josefina Carabias, Pura Vázquez, Luisa Carnés, Gloria Fuertes, Mercè Rodoreda, Idea Vilariño, Circe Maia, Emilia Pardo Bazán, Victorina Durán, Ida Vitale, Carmen Baroja y Nessi y Concha Méndez.