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sábado, 21 de abril de 2012

LO BUENO, SI BREVE, DOS VECES BUENO

Se lee este clásico con la misma soltura y provecho con que se podía leer en el siglo XVII, cuando fue publicado por primera vez. Está compuesto por pequeñas reflexiones y comentarios en torno a un tema, que es el que encabeza el susodicho comentario. Generalmente, se habla del libro como de una recopilación de aforismos. Hoy lo traigo a este espacio para dejar constancia de la más conocida sentencia de Baltasar Gracián: lo bueno, si breve, dos veces bueno, pues si la frase es todo un acierto, el texto que la acompaña es tan de subrayar como la misma. Paso a copiarlo:

105. No cansar. Suele ser pesado el hombre de un solo asunto y el que habla de un solo tema. La brevedad agrada y es útil: gana por lo cortés lo que pierde por lo corto. Lo bueno, si breve, dos veces bueno; incluso lo malo, si poco, no tan malo. Más consiguen quintaesencias que fárragos. Es una verdad común que el hombre largo (no tanto en estatura como en discurso) raras veces es sabio. Hay hombres que más sirven de molestia que de adorno del universo. Son alhajas sin estimación que todos rechazan. El discreto debe evitar molestar y mucho menos a grandes personajes, que viven muy ocupados, y sería peor irritar a uno de ellos que el resto del mundo. Lo bien dicho enseguida se dice (pag. 61, Temas de Hoy, 1993).

Existen muchas ediciones de este clásico, casi todas ellas introducidas por buenos comentarios, pero si queréis leerla en pantalla, podéis hacerlo aquí ( Edición digital a partir de la edición de Huesca, Juan Nogués, 1647. Esto quiere decir que mantiene la grafía de la época).
***
PS: Gracias, Luis, por avisarme sobre el problema del enlace.

miércoles, 26 de marzo de 2014

DIARIO DE K

Diario de K. Ed. Renacimiento
La suerte de impartir clase en un aula que es una biblioteca, aunque sea una biblioteca pequeñita de centro público, es que puedes encontrarte con sorpresas de lo más agradables. Anteayer, por ejemplo, voy a sentarme delante del ordenador para imprimir los apuntes de filo a un alumno y me encuentro con este ejemplar, recién adquirido y aún sin fichar. No dudé ni un segundo: Paco, el libro de Karmelo me lo he llevado yo.
Lo de Karmelo es porque ambos le conocemos.

No me atrevería a decir que esté de moda el género aforístico, pero lo cierto es que se publican ahora con más frecuencia los libros que recogen aforismos. Sin duda, se trata de una forma de expresión atractiva tanto para quien escribe como para quien lee, y nos permite una lectura más informal, más juguetona y fresca del pensamiento del autor. Es como esa comida que gusta, pero que no pesa y, además, ya nos lo dijo el clásico, lo bueno, si breve, dos veces bueno —por cierto, una de las entradas más visitadas de este blog—.

Otra ventaja del aforismo es que reconocemos rápidamente la opinión del autor, y aquí a Karmelo C. Iribarren se le reconoce de inmediato. Es él en estado puro. Es él en su incisiva acidez y en su melancólica tristeza; es él en su expresión ajustada y en su mirada pesimista; es él en su paisaje urbano y en su irrevocable reivindicación del ejercicio de pensar. 

  • Sé subversivo: piensa.
  • Los lunes van al grano, te dicen lo que hay, sin tonterías.
  • Ya sé que parece mentira, pero aún quedan periódicos que se llaman La Verdad.
  • Un sabio optimista o no es tan sabio o es un impostor.
  • Si desayunas con Cioran el resto del día sólo puede ir a mejor.
  • Problema y solución: "El mundo sigue sin gustarme, pero la vida me parece irresistible".
  • No hay peor dolor que el que no puedes contar.
  • Lo rápido que se apagan algunas ideas brillantes.
  • El problema de los que quieren cambiar el mundo es que ellos ni se lo plantean. Cambiar, quiero decir.
Feliz lectura.

domingo, 16 de septiembre de 2018

CONCLUYÓ NAUKAS BILBAO 2018

De izquierda a derecha: Francis Mojica, Martínez Ron y Lluis Montoliu.

A la espera de que poco a poco se vayan subiendo los vídeos de las intervenciones en este macronaukas, ya os adelanto que, en mi opinión, los momentos más interesantes fueron la proyección del documental El secreto de la naturaleza —que ojalá pronto pueda verse en algún canal de televisión o en alguna sala de cine—, la entrevista que realizaron Enrique F. Borja, Francis Villatoro y Javier Peláez a la enorme Alicia Sintes, seguramente la persona que más sabe en este país de ondas gravitacionales, y, cómo no, la presencia de un posible nobel como es Francis Mojica, creador del acrónimo CRISPR, y que fue entrevistado por Martínez Ron y Lluis Montoliu.

Y una pequeña queja: no creo que sea beneficioso para un evento de estas características introducir ponencias que son irrelevantes desde el punto de vista de la divulgación y alguna que otra de dudoso humor. Es absolutamente encomiable el esfuerzo realizado por la organización para ofrecer dos días y medio de exposiciones, pero tal vez sea más adecuado ofrecer calidad y no cantidad. Alguien detrás de mí se preguntaba precisamente antes de la intervención de Mojica si el evento estaba dedicado al espectáculo o a la ciencia. Creo sinceramente que le sobraron algunas exposiciones y que conviene controlar un poco más la calidad. A veces es mejor hacer caso a Gracián: Lo bueno, si breve, dos veces bueno.

Por fortuna, el magnífico Carlos Briones, nos dejó el modelo de lo que debe ser una exposición de divulgación científica en los mejores diez minutos de todo el evento. Sencillamente formidable. 

jueves, 20 de agosto de 2020

MANERAS DE ESCRIBIR

Es evidente que no todo el mundo tiene el don de la palabra. Hay personas que se expresan con más facilidad que otras. Y no es necesario recurrir a la filosofía alemana para tropezar con lenguaje oscuro y oraciones kilométricas. Es cierto que, en general —y esa generalidad con el tiempo va perdiendo afortunadamente consistencia—, el ensayo anglosajón está mejor escrito que el nuestro. 

Supongo que no es necesario decir que tenemos excelentes redactores en todas las categorías y géneros de la escritura, algunos de ellos ya han sido alabados aquí por su buen hacer. Pero existen aún incondicionales del lenguaje farragoso, oscuro e ininteligible, y ayer tropecé con uno de ellos, ejemplo perfecto de lo que conviene no hacer. 

Lo curioso del caso es quien redactó lo que vais a leer a continuación tenía el modelo a imitar al alcance de su ojos, pero seguramente pensó que podía mejorar notablemente las dos líneas escasas de redacción alargando el texto, que cuantas más letras tenga más trabajado parece —o tal vez cobraba un tanto por cada palabra que escribía—.

Se trata de definir qué es una biblioteca universitaria. Redacta REBIUN (Red de bibliotecas universitarias españolas): 

La biblioteca es un centro de recursos para el aprendizaje, la docencia, la investigación y las actividades relacionadas con el funcionamiento y la gestión de la Universidad en su conjunto. La biblioteca tiene como misión facilitar el acceso  y la difusión de los recursos de información y colaborar en los procesos de creación del conocimiento, a fin de contribuir a la consecución de los objetivos de  la Universidad. Es competencia de la biblioteca seleccionar y gestionar los diferentes recursos de información, con independencia del concepto presupuestario, del procedimiento con el que hayan sido adquiridos o de su soporte material.

Quien lea esto puede pensar muchas cosas, desde que se debe acudir a la biblioteca para matricularse o pedir una beca de estudio para el próximo curso, hasta que las bibliotecas universitarias tienen permitido robar el material de consulta que ponen a disposición de estudiantes y docentes. Supongo que quien redactó el texto (¡y fue aprobado por los rectores!) ha pensado que cuantas más palabras escriba es mejor texto y más plausible hace el trabajo que se realiza en las bibliotecas. 

Pero decía que tenía un modelo claro y sencillo donde inspirarse. Así es como ALA (Asociación de Bibliotecas de EEUU) redacta su definición: 

Es una combinación orgánica de personal, colecciones e instalaciones, cuyo fin es ayudar a los usuarios a transformar la información  en conocimiento.

Ya lo dijo Gracián: Lo bueno, si breve, dos veces bueno.

jueves, 8 de octubre de 2020

HORACIO (Odas y Epodos para una tertulia)

 




La obra de Horacio, como corresponde a un clásico, es de muy fácil adquisición. Hay publicadas multitud de traducciones y los distintos sellos editoriales se encargan de que estén siempre disponibles. Además, todas las bibliotecas cuentan con ejemplares de alguna cuando no de varias traducciones. Y por si esto fuera poco, también está accesible a través de internet: Epodos, OdasNo hay, pues, excusa para no leerlo.

Las tres que he colocado son ediciones todas ellas muy bien cuidadas. Ofrecen una traducción realizada por un latinista de prestigio —José Luis Moralejo, Manuel Fernández-Galiano y Vicente Cristóbal—, cuentan con un aparato crítico francamente bueno e introducciones más que solventes, lo que siempre ayuda para entender mejor el texto y el contexto.

En cualquier caso, la obra de Horacio no se reduce a Odas y Epodos. También están las Sátiras y las Epístolas. Si dejo solamente las ediciones de las primeras es porque hoy son las más apreciadas y hay material más que suficiente para realizar una tertulia.

Como aperitivo, dejo aquí un epodo y una oda. Ya ofrecí un adelanto en la entrada precedente, la de Horacio, poeta epicúreo. Son las dos composiciones más famosas y las que han generado sendos tópicos literarios, conocidos, precisamente, con las palabras latinas que los identifican: beatus ille y carpe diem.

Dichoso aquél [beatus ille] que, lejos de ocupaciones, como la pri­mitiva raza de los mortales, labra los campos heredados de su padre con sus propios bueyes, libre de toda usu­ra,y no se despierta, como el soldado, al oír la sanguinaria trompeta de guerra, ni se asusta ante las iras del mar, manteniéndose lejos del foro y de los umbrales so­berbios de los ciudadanos poderosos.

Así pues, ora enlaza los altos álamos con el crecido sarmiento de las vides, ora contempla en un valle apar­tado sus rebaños errantes de mugientes vacas, y ampu­tando con la podadera las ramas estériles, injerta otras más fructíferas, o guarda las mieles exprimidas en ánforas limpias, o esquila las ovejas de inestables patas.

O bien, cuando Otoño ha levantado por los campos su cabeza engalanada de frutos maduros, ¡cómo goza re­colectando las peras injertadas y vendimiando la uva que compite con la púrpura, para ofrendarte a ti, Príapo, y a ti, padre Sílvano, protector de los linderos!

Agrádale tumbarse unas veces bajo añosa encina, otras sobre el tupido césped; corren entretanto las aguas por los arroyos profundos, los pájaros dejan oír sus quejas en los bosques y murmuran las fuentes con el ruido de sus linfas al manar, invitando con ello al blando sueño.

Y cuando la estación invernal de Júpiter tonante apres­ta lluvias y nieves, ya acosa por un sitio y por otro con sus muchas perras a los fieros jabalíes hacia las trampas que les cierran el paso, ya tiende con una vara lisa sus redes poco espesas, engaño para los tordos glotones, y captura con lazo la tímida liebre y la grulla viajera, tro­feos que le llenan de alegría.

¿Quién, entre tales deleites, no se olvida de las cuitas desdichadas que el amor conlleva?

Y sí, por otra parte, una mujer casta, cumpliendo con su oficio, atiende la casa y a los hijos queridos —como la sabina o la esposa, abrasada por el sol, del ágil ápu­lo—, enciende el fuego sagrado del hogar con leños se­cos un poco antes de que llegue su fatigado esposo y, encerrando la bien nutrida grey en la empalizada del redil, deja enjutas sus ubres repletas; si, sacando vino del año de la dulce tinaja, prepara manjares no compra­dos, no serán más de mi gusto las ostras del lago Lu­crinο,o el rodaballo o los escaros —sí tronando la tempestad en las olas orientales desvió algunos hacia este mar , ni el ave africana ni el francolín jónico caerán en mi estómago más placenteramente que la aceituna re­cogida de las ramas más cargadas de los olivos, o la hoja de la acedera, amante de los prados, o las malvas salu­tíferas para el cuerpo enfermo; o que la cordera sacri­ficada en las fiestas Terminales,o que el cabrito arran­cando al lobo.

Entre estos manjares, ¡qué gusto da contemplar las ove­jas que vuelven rápidas al aprisco después del pasto, con­templar los bueyes cansados arrastrando con su cuello lánguido el arado vuelto del revés, y los esclavos, enjam­bre de la fecunda casa, colocados en torno a los Lares relucientes!

Cuando el usurero Alfio hubo así discurseado, dispues­to a convertirse de inmediato en labrador, recogió en las Idus todo su dinero, decidido a renovar sus préstamos en las Calendas.

(Traducción de Vicente Cristóbal).





No investigues, pues no es lícito, Leucónoe, el fín que ni a mí
ni a ti los dioses destinen; a cálculos babilonios
no te entregues. ¡Vale más sufrir lo que haya de ser!
Te otorgue Júpiter varios inviernos o solo el de hoy,
que destroza al mar Tirreno contra las rocas, prudente
sé, filtra el vino y en nuestro breve vivir la esperanza
contén. Mientras hablo, el tiempo celoso habrá ya escapado:
goza del día [carpe diem] y no jures que otro igual vendrá después.

(Traducción de Manuel Fernández-Galiano).