Editorial. Traducción: Pedro Larrea. |
"El espacio puede tener un horizonte y el tiempo un final, pero la aventura del aprendizaje es interminable". Timothy Ferris. La aventura del Universo.
lunes, 29 de mayo de 2023
UNA DEFENSA DE LA POESÍA, P. B. Shelley
viernes, 14 de julio de 2023
DEFENSA DE LA POESÍA, Philip Sidney
Descatalogado. Recurrid a bibliotecas. |
De la Defensa de Sidney hay que resaltar la consideración de que la poesía es poesía independientemente de que esté escrita en verso o en prosa. Eso es algo que sabemos desde hace más de un siglo, pero defenderlo en 1595 era un atrevimiento absoluto. Otro valor importante de este ensayo es la alta consideración que da a la poesía, pues la sitúa al mismo nivel de importancia para la sociedad que el de la historia o la filosofía —y recordemos aquí que el término filosofía abarcaba lo que hoy conocemos como filosofía, pero también los conocimientos relativos a las ciencias naturales—. Sidney, en realidad, lo que está haciendo es considerar la poesía como un instrumento verdaderamente relevante para educar desde el punto de vista ético y político a la sociedad.
A mí me gusta mucho este párrafo, que ya era actual entonces, lo sigue siendo ahora y lo fue hace dos mil años:
Vayamos ahora, por tanto, a las acusaciones más importantes dirigidas contra los infelices poetas. Por lo que sé hasta ahora, son las siguientes: en primer lugar se les objeta que, habiendo otros muchos conocimientos fructíferos, el hombre debería emplear su tiempo en ellos antes que en la poesía; en segundo lugar, que es la madre de las mentiras; en tercer lugar, que es la nodriza de la corrupción, que nos infecta con múltiples deseos pestilentes, atrayendo a la mente con su canto de sirena el cuento de fantasías pecaminosas de la serpiente (p 159).
Hoy la poesía carece de la importancia que tuvo en otro tiempo y ha sido relegada a una cuestión de especialistas y marginal. Eso hace que lo de la nodriza de la corrupción se haya ido atribuyendo, según el momento histórico-social a la novela, al cine, al rock en sus infinitas variante, al TikTok o a cualquier otra tendencia/actividad que surja. Cosas de las modas, la neofobia y achacar el mal al instrumento y no a quien lo utiliza de forma estúpida o dañina.
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martes, 26 de junio de 2018
DEFENSA DE LA POESÍA, de Philip Sidney
En la Inglaterra del siglo XVI la literatura no era precisamente la actividad mejor considerada. En realidad, en muchos lugares y durante mucho tiempo la creación literaria ha sido considerada una actividad sospechosa que poco bueno podía ofrecer a la humanidad. Pero dejemos el contexto y oigamos lo que Sidney nos cuenta:
Solo el poeta, desdeñoso de las ataduras de una sujeción tal, elevado con el vigor de su propia invención, hace surgir realmente otra naturaleza (...). La naturaleza nunca cubrió la tierra con un tapiz tan rico como lo han hecho una gran variedad de poetas, ni con ríos tan placenteros, árboles tan fructíferos, flores tan fragantes, ni con ninguna otra cosa que haga de esta bien amada tierra un lugar más amable. Su mundo es de bronce, solo los poetas dan origen a un mundo de oro (p 121).
Pues son ellos ciertamente los que en realidad crean con el fin de imitar, e imitan tanto para deleitar como para enseñar, y deleitan para persuadir a los hombres a tomar esa bondad, de la que sin deleite, huirían como si de un extraño se tratase, y enseñan para darles a conocer la bondad a la que se incita (p 126).
No son el rimar y el versificar los que hacen al poeta (...), sino que es esa invención de imágenes notables de las virtudes, los vicios y demás cosas, junto con esa enseñanza deleitosa, lo que debe ser el verdadero distintivo que permita reconocer a un poeta (p 127).
Todas las virtudes, vicios y pasiones se ponen ante la vista en sus propios estados naturales, de tal suerte que no nos parece que estemos oyendo hablar de ellas, sino viendo con toda claridad a través de ellas (p 135).
Philip Sidney (1554-1586) fue una figura destacada del Renacimiento inglés, que tiene muchos elementos en común con Garcilaso de la Vega (¿1501?-1536). Ambos fueron soldados, cortesanos y gente de letras que murieron pronto debido a las heridas de una batalla. La Defensa de la poesía, además de ser texto obligatorio en los estudios de literatura inglesa, ha tenido una gran influencia en la crítica literaria de aquel país, el ejemplo más evidente es el de Shelley y su otra Defensa de la poesía.
martes, 21 de abril de 2020
CORONAVIRUS Y PAZ, por Juan Gutiérrez
lunes, 14 de noviembre de 2016
PAUL ÉLUARD
Pregunto a un par de amigos, en plan encuesta, qué es lo que recuerdan de él y me dicen que era un poeta al que Dalí le robó la chica. Ni tan siquiera son capaces de recordar su poema más famoso: Libertad. Pero si busco dentro de la crítica literaria bibliografía sobre el poeta, todo se reduce a este viejo libro que adquirí hace mucho tiempo, publicado en 1973, y con esa encuadernación tan impropia.
No voy a realizar una defensa a ultranza ni de la poesía francesa ni de Paul Éluard. Al fin y al cabo, el único crítico medianamente razonable es el tiempo, pero sí quiero traer algunas palabras del poeta que, en mi opinión, nos indican muy bien con qué tipo de persona estamos tratando cuando nos metemos en la lectura de su poesía.
Éluard comenzó siendo dadaísta, luego surrealista y más adelante, a partir de la Segunda Guerra Mundial, desde que se afilió al partido comunista, poeta de la resistencia y de aproximación a la poesía social, aunque yo nunca me atrevería a incluirlo en este movimiento.
La verdad es que si tuviera que elegir una sola expresión para hablar del escritor francés, yo diría que era, por encima de todo, una buena persona. Al menos, la información con la que contamos de su actividad en los distintos grupos por los que pasó, sus textos y sus poemas, así nos lo indican.
De este poeta bueno y esperanzado quiero hoy dejar estas palabras:
Hay una palabra que me exalta, una palabra que nunca he podido oír sin experimentar un gran escalofrío, una gran esperanza, la más grande, la de vencer a las potencias de la ruina y de la muerte que oprimen a los hombres, esa palabra es: fraternidad.
lunes, 5 de noviembre de 2018
¿REALMENTE SOMOS CADA VEZ MÁS UNIFORMES?
Herder |
La pantalla digital no permite ningún asombro.
El arte se caracteriza por su carácter enigmático.
El arte tiene su hogar en lo inhóspito.
La poesía da testimonio de la presencia de lo ajeno que se custodia en ella.
Hoy ya no vivimos poéticamente en la tierra.
La red digital habitada por el ego ha perdido por completo todo lo ajeno, todo lo inhóspito.
El orden digital no es poético. Dentro de él nos movemos en el espacio numérico de lo igual.
La hipercomunicación actual reprime los espacios libres de silencio y de soledad (...). Reprime el lenguaje, del que forma parte esencial el silencio.
Todas las citas están extraídas de un solo capítulo: El lenguaje de lo distinto (pp 95-104).
Alguien puede decir que las frases están descontextualizadas, pero creedme si os digo que el contexto son ellas mismas. De hecho, la primera frase del libro es otra de esas afirmaciones absolutas: Los tiempos en los que existía el otro se han ido. Vivimos en un mundo globalizado que ha destruido lo diferente, lo distinto y con ello, al otro. La "hipercomunicación" es la responsable de esta situación y las redes sociales sus vehículos. El otro deja de existir porque todos pasamos a ser iguales.
Sin entrar en detalles sobre la globalización, yo no me atrevería a decir que todo en ella sea negativo. La posibilidad que ofrece la mundialización de la defensa de los derechos humanos ya nos ha dejado unos cuantos ejemplos muy positivos en los que llevamos de siglo. Eso sin tener en cuenta los beneficios indiscutibles del acceso al conocimiento o la posibilidad de compartir información fehaciente entre investigadores de manera inmediata. En este sentido, resulta curioso que las quejas sobre el fenómeno de la digitalización vengan siempre del lado humanístico y no del científico.
Las redes sociales no son nada más que un instrumento que amplifican y sobredimensionan las opiniones de la calle. Lo que ocurre es que antes de la existencia de internet nuestras opiniones se quedaban entre un reducido grupo de personas allegadas; hoy, en cambio, pueden llegar a una multitud, aunque casi nunca llegan. En cualquier caso, se crean círculos que repiten lo que antes se decía en una conversación a cuatro y hoy puede ser a cuatro mil. La conversación de antes no era más inteligente y perspicaz que la de ahora. Cada cual, como ha ocurrido siempre, se mueve dentro del grupo cuyas opiniones comparte. Y es ahí donde se produce la reafirmación de lo mismo, de lo igual.
[Inciso: no todo lo que se manifiesta en las redes sociales es desechable, ni falto de interés, ni malintencionado. Existen personas, grupos y entidades más que interesantes que dignifican lo que en ellas se comunica. Ocurre que lo que se magnifica y se extiende es aquello que contiene una carga más llamativa, amarillista y accesible al consumo inmediato de opinión. Las obras de Kant están en la red, pero nunca van a ser ni lo más visitado, ni lo más discutido].
Sigo. De ahí al salto en torno a lo poético, a lo creativo, a lo reflexivo, como manifestaciones de lo sublime, para luego afirmar que ya no vivimos poéticamente, que carecemos de silencio y que caminamos inexorablemente hacia la autodestrucción. Es decir, para afirmar, como venimos afirmando cada vez que ha aparecido un elemento tecnológico significativamente importante, que estamos al borde del precipicio y que ya nada es lo que era. Eso es miedo y resistencia al inevitable cambio, que es la formulación natural del discurrir del tiempo.
¿Alguien cree sinceramente que los coetáneos de Homero, de Virgilio, de Shakespeare o de Goethe estaban mejor dotados para el arte, el pensamiento y la poesía que la sociedad actual? ¿Alguien cree que la acumulación de información —mucha de ella inservible y engañosa, es cierto— me impide a mí o a cualquier otra persona dejar de consultarla? ¿Alguien cree que una sociedad donde una inmensa mayoría sabe leer y escribir está peor informada que otra constituida mayoritariamente por analfabetos? ¿Alguien cree que quienes piensan, escriben, crean... lo hacen sumidos en el ruido? ¿Alguien puede creer que la sociedad actual es más uniforme y menos mestiza que la de hace mil años?
Puestos a creer, yo creo que no existe ninguna persona, tenga o no tenga estudios universitarios, que no busque en algún momento la belleza y la verdad, el lado más noble de la vida y que se sumerja de vez en cuando en el silencio, ya sea con el simple gesto de cerrar los ojos o saboreando al margen de las prisas un café, un vaso de agua o una puesta de sol. Y eso a pesar de todas las falsas noticias, la abrumadora repetición de bulos expandidos vía whatsapp, las matraca publicitaria para hacernos desear los mismos productos, y todos los demás ruidos y resortes de poderes económicos y políticos.
Peor que el ruido es el miedo al ruido.
Podéis leer los dos primeros capítulos en este enlace de la editorial.
jueves, 22 de febrero de 2018
BLANCA VARELA, 1
Tras más de cinco décadas de producción poética Blanca Varela se afirma como una de las voces más personales y sólidas de la lírica latinoamericana de la segunda mitad del siglo XX. Desde la publicación de su primer libro Ese puerto existe (1959), prologado por Octavio Paz y editado en México, hasta El falso teclado (2001), Blanca Varela ha forjado una poética anclada en la desnudez verbal y sustentada en una ardua lucha con la palabra.
Blanca Varela (1926-2009) pertenece por edad a la Generación del 50 peruana, esa en la que podemos encontrar entre otros a J. E. Eielson, J. Sologuren y S. Salazar Bondy. Correlativa, por tanto, a la española de los Gil de Biedma, Goytisolo, Valente, González, Brines...
Su poesía no es precisamente celebratoria ni luminosa, antes bien, el dolor, la soledad, el deterioro del cuerpo, el paso del tiempo, estos temas tantas veces señalados por la crítica, están tratados en un tono existencialista y sin concesiones al lado más bondadoso de la vida. El concepto predomina sobre el objeto sensible, y la reflexión sobre la impresión. Octavio Paz y el París de los años 50 tuvieron gran influencia en su obra.
Allí entabla relación con los surrealistas, con de Beauvoir, Sartre, Michaux, Giacometti, Léger y, por supuesto, con Octavio Paz, quien dejó plasmado el ambiente del grupo en el prólogo que redactó para el primer libro de la poeta, Ese puerto existe: No creíamos en el arte. Pero creíamos en la eficacia de la palabra, en el poder del signo. El poema o el cuadro eran exorcismos, conjuros contra el desierto, conjuros contra el ruido, la nada, el bostezo, el claxon, la bomba. Escribir era defenderse, defender la vida. La poesía era un acto de legítima defensa (...) En aquellos días todos cantamos. Y entre esos cantos, el canto solitario de una muchacha peruana: Blanca Varela. El más secreto y tímido, el más natural.
Tal vez uno de los poemas más representativos de su forma de hacer y de plasmar su punto punto de vista sea "Conversaciones con Simone Weil". Conviene recordar que la pensadora francesa era de origen judío laico, aunque pronto se adhirió a la tradición espiritual cristiana tamizada por el humanismo griego. Weil, por tanto, estaba convencida de la capacidad humana para explicar y decir el mundo; Varela, en cambio, participa del escepticismo de la época.
—los niños, el océano, la vida silvestre, Bach.
—el hombre es un extraño animal.
En la mayor parte del mundo
la mitad de los niños se van a la cama hambrientos.
¿Renuncia el ángel a sus plumas, al iris,
a la gravedad y la gracia?
¿Se acabó para nosotros la esperanza de ser mejores ahora?
La vida es de otros.
Ilusiones y yerros
La palabra fatigada.
Ya ni te atreves a comerte un durazno.
Para algo cerré la puerta,
di la espalda
y entre la rabia y el sueño olvide muchas cosas.
La mitad de los niños se van a la cama hambrientos.
—los niños, el océano, la vida silvestre, Bach.
—el hombre es un extraño animal.
Los sabios, en quien depositamos nuestra confianza, nos traicionan.
—los niños se van a la cama hambrientos
—los viejos se van a la muerte hambrientos.
El verbo no alimenta. Las cifras no sacian.
Me acuerdo ¿Me acuerdo?
Me acuerdo mal, reconozco a tientas. Me equivoco.
Viene una niña de lejos. Doy la espalda.
Me olvido de la razón y el tiempo.
Y todo debe ser mentira
porque no estoy en el sitio de mi alma.
No me quejo de la buena manera.
La poesía me harta.
Cierro la puerta
Orino tristemente sobre el mezquino fuego de la gracia.
—los niños se van a la cama hambrientos.
—los viejos se van a la muerte hambrientos.
El verbo no alimenta.
Las cifras no sacian.
—el hombre es un extraño animal.
viernes, 28 de abril de 2023
SHELLEY CONTRA LA PENA DE MUERTE
Editorial |
Está suficientemente claro que la venganza, la represalia, la purga y la expiación son reglas y motivaciones que causan tal cantidad de miseria en la vida en la vida cotidiana de una sociedad que están muy lejos de merecer un lugar en cualquier sistema medianamente inteligente de vida política. Es evidente que incluso aunque el espíritu de la legislación haya pretendido fundar las instituciones sobre argumentos filosóficos, hasta el momento, en los casos denominados como criminales, no ha hecho sino consolar al espíritu ofreciéndole una gratificación parcial, haciendo un pacto entre su mejor parte —no infringir ningún mal a un ser sensible sin que por ello se desprenda un trato beneficioso, al menos para el involucrado— y la peor: que debe ser sometido a tortura para placer de aquellos a los que haya injuriado, o se crea que ha injuriado.
(El texto completo son una siete páginas. Traducción: Julio Monteverde).
Tal vez sorprenda a gente poco advertida que Percy Bysshe Shelley, además de ser uno de los tres grandes poetas de la segunda generación romántica inglesa, era un auténtico polemista que no renunciaba a escribir sobre cualquier tema que le preocupara y del que sintiera la necesidad de expresar su opinión. El volumen que hace unos años publicó Pepitas de calabaza puede servir para hacernos una idea de la variedad de temas a los que dedicó su pluma: el ateísmo, los derechos humanos, la dieta natural, la política, el matrimonio, la defensa de la poesía o este Ensayo sobre la pena de muerte del que he copiado los dos párrafos iniciales. El texto completo (en inglés) lo podéis leer en wikisource.
Del texto me interesa destacar su claro posicionamiento a favor de la abolición de un castigo a todas luces inhumano y vengativo, y el hecho de ser uno de los primeros manifiestos en su contra. Es cierto que algunos de los argumentos que emplea pueden resultarnos hoy un tanto sorprendentes, pero eso no debería ser motivo para alejarnos de su lectura; antes al contrario, un estímulo para reforzar los argumentos que busquen el ejercicio de la justicia, nunca la revancha.
Fuente: wikimedia |
Y una vez puesto a la tarea de dar noticia sobre Shelley, no está demás recordar que ese ambiente ensoñador, romántico y conmovido que produce la obra de Louis Edouard Fournier, El funeral de Shelley, está bastante lejos de ofrecernos el ambiente de lo que realmente ocurrió en aquel fatídico día en el que encontraron el cuerpo sin vida del poeta en la playa y después lo incineraron.
El artículo de Miquel Molina Génova para La Vanguardia ilustra bien lo que ocurrió y no lo que Byron nos dejó escrito en su carta a Thomas Moore (20-VIII-1822): We have been burning the bodies of Shelley and Williams on the sea-shore, to render them fit for removal and regular interment. You can have no idea what an extraordinary effect such a funeral pile has, on a desolate shore, with mountains in the background and the sea before, and the singular appearance the salt and frankincense gave to the flame.All of Shelley was consumed, except his heart, which would not take the flame, and is now preserved in spirits of wine.
(Más o menos: "Hemos estado quemando los cuerpos de Shelley y Williams en la orilla del mar para hacerlos aptos para su traslado y entierro. No puedes hacerte una idea del efecto extraordinario que tiene una pila funeraria en una costa desolada, con las montañas al fondo, el mar al frente y la singular apariencia que la sal y el incienso daban a la llama. Todo Shelley fue consumido, excepto su corazón, que no aceptaba la llama, y ahora se conserva en alcohol").
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