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viernes, 9 de abril de 2021

EL HAIKU, algunos libros para orientarse

Creo que para introducirse y comprender el mundo del haiku, además de las antologías y los manuales de literatura japonesa, esta obra de Vicente Haya puede ser el mejor modo para hacerlo. Se trata de un libro que podemos utilizar para iniciarnos en la escritura de haikus, pero también es una obra extraordinariamente clara para entender desde el principio por qué una composición de tres versos y 17 sílabas puede ser considerada un haiku o no. Y es que, como dice el autor entre las condiciones para delimitar qué es y qué no es un haiku, un haiku no es un poema breve (p 35). 

Haya organiza su texto en cinco partes. En la primera se dedica a exponer por medio de cuarenta capítulos muy breves, claros y precisos cuáles son las condiciones que debe cumplir eso que llamamos haiku. En la segunda dedica quince apartados para explicar el tono y la temática. En la tercera deja perfectamente claro la relación del haiku con lo sagrado. En la cuarta desvela los secretos para construir un buen haiku. En la quinta y última nos hace saber que el camino del haiku es un camino donde el "yo" debe extinguirse.
Como antologías, que hay muchas y muy buenas, me permito el atrevimiento de recomendar la que realizó José María Bermejo para Hiperión hace poco más de diez años. Contiene una importante selección de haikus y no falta ninguno de esos que se consideran modélicos; tiene una breve, pero sustancial introducción; y no le falta una bibliografía más que suficiente para moverse con solvencia en este terreno.

Si alguien prefiere no dar muchas vueltas realizando búsquedas de títulos, la editorial Satori, que se dedica de manera exclusiva a la cultura japonesa, dispone de la colección Maestros del haiku, donde puede encontrar antologías de Issa, BashōTaigiBusonRyūnosukeShikiSōseki, en edición bilingüe y donde cada haiku siempre va acompañado de un breve comentario. Las traducciones corren a cargo del especialista Fernando Rodríguez-Izquierdo. Por cierto, de una más básica, pero tal vez suficiente para una primera aproximación, dejé un pequeño comentario en esta entrada.

Para finalizar, quiero dejar constancia aquí de la traducción de la poesía completa que Beñat Arginzoniz realizó para la editorial El Gallo de Oro.

miércoles, 19 de julio de 2017

UNA ESPLÉNDIDA INTRODUCCIÓN AL MUNDO DEL HAIKU

Una flor caída
que regresa a la rama, me digo.
Pero no; una mariposa.
                       
                                Arakida Moritake                    

El haiku es una forma singular de expresión poética que tiene una larguísima tradición en la literatura japonesa, pero que puede resultar chocante a un lector occidental no acostumbrado. Por eso, Juan F. Trillo, traductor y antólogo, con muy buen criterio y con extraordinaria prudencia nos advierte de que el contexto es fundamental a la hora de apreciar una obra de arte, y se toma el trabajo de contextualizar breve pero eficazmente cada uno de los 50 haikus que nos ofrece. 

No es solo esa la única virtud de esta antología esencial del haiku. Los cincuenta poemas escogidos son verdaderamente ineludibles para alguien que desee realizar una primera aproximación a este tipo de literatura. Las nueve páginas en las que realiza una introducción a la historia del haiku y sus características son, igualmente, nueve páginas espléndidas. Incluso me atrevería a decir que el consejo que da sobre leer un solo haiku al día es tan razonable y ponderado como el resto del texto.


Hierba de verano,
lo que resta
de la gloria del guerrero.

                               Matsuo Basho



***
Por desgracia, esta joyita no está disponible a través de una librería, sea esta física o virtual. Se trata de un proyecto del autor al que auguro y deseo larga vida, pero que, de momento, solo se puede conseguir a través de este correo: haiku.haibun@outlook.com

miércoles, 8 de abril de 2020

HIROSHIMA (impresiones de un turista accidental, 5)

Para Moisés Gil Santiso
sin cuya ayuda esta entrada nunca hubiera existido.

Cúpula de la Bomba Atómica.
Hay días que comienzan especialmente bien y la alegría inicial se hace duradera y se mantiene mucho tiempo, como mínimo hasta hoy que la hago pública. 

Supongo que a quienes vamos a visitar Hiroshima nos mueve, más o menos, la misma inclinación: rendir homenaje a la ciudad que sufrió la inexpresable devastación de la bomba atómica y dejar constancia, de una manera u otra, del deseo de que no vuelva a ocurrir. Tal vez después de sumergirnos en el Parque Conmemorativo de la Paz y colocar alguna grulla entre otros cientos de miles de grullas, vayamos al Castillo o visitemos el Museo de Bellas Artes, o paseemos por el Jardín Shukkein, o nos comamos una estupenda okonomiyaki. En cualquier caso, hagamos lo que hagamos, seguro que lo que nos mueve es el recuerdo y el homenaje a las víctimas. 

En este sentido, las oficinas de turismo de la ciudad disponen de unos estupendos mapas en muchos idiomas con un recorrido de 62 puntos en los que se detalla qué nos vamos a encontrar en cada uno de ellos. Práctico y sugerente, me dejé guiar por él y al llegar al número 52 me encontré con este haiku:

Monumento al poema Haiku "Oración por la paz".

Ni Google, ni la aplicación para traducir textos japoneses ofrecían ningún resultado. Nada de nada. El rastreo por internet aquel mismo día me dejó tan ignorante como estaba. Una vez en casa, me puse en contacto con varias instituciones para intentar conseguir la traducción y la autoría. De cuantos correos mandé, solo recibí respuesta de Casa Asia. Me ofrecieron la posiblidad de dirigirme al Secretario del Consul General del Consulado Japonés de Barcelona. Después de un largo mes de búsqueda, cuando ya había perdido la esperanza de encontrar respuestas, la mañana del lunes se iluminó:

Buenos días,

El haiku que nos envía reza:

悲しみの  
Kanashimi no           Tristeza – de                       Hacia la triste
夏雲むけ  
natsugumo muke     nube de verano – hacia        nube de verano,
鳩放つ    
hato hanatsu           paloma – soltar                   suelto una paloma.
康弘        
Yasuhiro                  Paz-amplio                         Yasuhiro

Yo solté una gran sonrisa de alegría hacia el día que se me alumbraba.

Para que se entienda la respuesta debo aclarar que la primera columna recoge el haiku y la firma; la segunda, cómo suena; la tercera, las equivalencias de los idiomas; la cuarta, la traducción. 

Pero la respuesta era mucho más generosa todavía: "Nube de verano" es el "kigo" o palabra estacional obligatoria. Entiendo que tiene el doble sentido de las nubes reales por un lado y la nube de hongo de la bomba atómica por otro. El autor libera en esa triste dirección la paloma de la paz. La ambivalencia de las palabras estacionales es un recurso clásico del haiku y otras formas de poesía nipona.

Y continuaba: Los autores de haiku usualmente no firmaban con su nombre real, sino nombres artísticos, a menudo de naturaleza humilde y simbólica. "Yasuhiro" se escribe con caracteres que significan paz y amplio, extenso o grande (hiro, sin ser exactamente el mismo hiro de Hiroshima, se lee igual y significa lo mismo).  El firmante "Yasuhiro", sin embargo, no es una persona anónima, sino el exprimer ministro Yasuhiro Nakasone, que gobernó en los 80 y falleció hace unos meses a los 101 años de edad. Si no me equivoco, el monumento se inauguró en octubre de 1987 (año 62 de la era Showa).

Pulsa aquí para ver con detalle el plano (número 52).
El viaje nunca acaba con el regreso. Esta entrada es una evidencia de que se prolonga más allá. Las derivaciones y los frutos continúan apareciendo. Cavafis pedía viajes largos para que las experiencias fueran abundantes. Yo me conformo con que espoleen mi curiosidad, con que me planteen preguntas. Buscar las respuestas también forma parte del viaje, tal vez su aspecto más grato, o el que yo más aprecio. Conseguirlas o no ya es otra cosa. En este caso, la desinteresada colaboración de Moisés Gil ha permitido hallar una de ellas.

Y, por cierto, ¿sois conscientes de que esta traducción es una auténtica primicia que solamente podéis leer gracias a su generosidad?

***
Y no te olvides de mandar mensajes de ánimo a los enfermos que se mantienen aislados en los hospitales.

sábado, 20 de julio de 2019

UN VIEJO ESTANQUE

Dibujo de Basho por Hokusai. Fuente: Wikipedia.
                                             Un viejo estanque:
                                             salta una rana ¡zas!
                                             chapaleteo.

                                 Traducción de Octavio Paz. Versiones y diversiones.

Según dicen, Basho escribió este haiku en 1686 y poco tiempo después ya era famoso. Las traducciones son numerosas y, aunque cambian las palabras, el orden y la puntuación, la situación es la misma. 

No creo que a Basho le preocupara mucho cómo se presentara su haiku en otras lenguas. De hecho, no creo que le importaran demasiado las palabras en la suya propia, sino la percepción, ser capaz de plasmar una intuición a través de un instante.

Estamos en Japón, y si la cultura, la sociedad, la naturaleza tienen algo que ver con la forma de entender la realidad, su filosofía, yo diría que este haiku, como otros muchos, está impregnado todo él de Kenshō, esa intuición primigenia que es capaz de captar la naturaleza de las cosas según el budismo zen.

Dice el filósofo Nishida que es el artista, no el erudito, quien accede a la naturaleza auténtica de la realidad. Así, lo que el poema realiza es la transmisión a quien lee de la acción de la rana introduciéndose en el estanque. Ya está, no hay que buscar más. Percepción. Instante. Esencia.

Hay quien va un poco más allá, o más acá, y sin salirse de la percepción intuitiva, nos advierte de que no es el instante del chapoteo, no el momento del ruido en el agua, sino que lo evocado es la ruptura, la perturbación de la quietud y el silencio. 

En esencia, estamos hablando de lo mismo. Ya nos situemos en el momento del ruido, ya en el anterior a él, a lo que Basho quiere llevarnos es a un estado de conciencia que es muy ajeno al pensamiento occidental.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

JUAN KRUZ IGERABIDE

La entrevista que aquí aparece se realizó por correo electrónico en el mes de octubre.

Juan Kruz Igerabide estuvo en todo momento amabilísimo e incluso aportó la fotografía que encabeza el texto. Espero que sus respuestas puedan aportar más luz sobre su obra.

He aquí las respuestas y las preguntas:



-Empecemos por el principio. ¿Cómo llegaste a la poesía?

Aterricé en ella de una manera bastante accidentada; fue una especie de aterrizaje forzoso. Mis primeros contactos con ella tuvieron lugar a través de intermediarios (el que más contribuyó fue la música, a lo largo de toda la etapa juvenil; seguía de cerca las creaciones de Ez dok Hamahiru, de Paco Ibañez, De Atahualpa Yupanqui...), pero no logramos constituir una pareja de hecho.
Tras la hecatombe ideológica que cierta gente sufrimos después de la muerte de Franco, sentí que me precipitaba en barrena. Y fue cuando apareció de nuevo ella, pura y deslumbrante incluso en el lodazal. Desde entonces, formamos pareja de lecho.

-Eres posiblemente el poeta vasco más importante en la poesía infantil y juvenil ¿Qué te impulsa a escribir poesía para estas edades?

Le doy poca importancia a la importancia. He visto tanta tontería en el ranking de poetas y escritores, que creo que es urgente desrankingizar (algo así como desratizar) la literatura.
Escribo poesía infantil y juvenil porque es lo mismo que escribir poesía para adultos, con pantalón corto y una piruleta en la boca quizás. Yo estoy haciendo lo mismo en todos los ámbitos: un complicado aforismo encuentra una respuesta en la respiración de un niño asmático que profiere un haiku a la lluvia.
Hoy mismo, un niño vecino que aún toma teta de su madre, repetía un poema "titia bete-bete" (teta llena llenita), y me ha dejado flipado.
Oteiza y los ojos de Asiertxo.

-Hay, si no me equivoco, una constante simbolista en tu obra que se va adelgazando a medida que pasa el tiempo para dejar paso a una mayor presencia de lo cotidiano. ¿Es esta una apreciación correcta? Y, si es así, ¿qué te lleva a dar mayor espacio a la cotidianeidad?

Partí de un concepto muy cerebral del símbolo, quizá excesivamente misterioso. Ahora concibo el símbolo como cada acto de vida convertido en anhelo de duración. Podemos montar andamiajes abstractos complicadísimos en nuestro afán de duración, pero la reverberación de una triste vocal proferida desde las entrañas rebota en los confines del universo y regresa convertida en un soplo de brisa de mar, en el balanceo de una hoja de roble, en la duda de una gota al desprenderse.
El simbolismo me sigue atrayendo (tanto en su vertiente antropológica y tradicional, como en su vertiente poética transgresora), pero lo quiero hecho carne y habitando entre nosotros.

-¿Consideras tu obra y tu estilo dentro de alguna corriente o generación poética?

Me gustaría tal vez, pero no puedo. Me sobrepasa. Tengo buenos amigos poetas, y otros que no quiero como amigos pero sí como poetas. Pero, de corrientes.. ríos de alcohol, a lo sumo. Y como soy abstemio...
Me hubiera gustado crear una corriente sáfico-horaciana con retoques de Catulo, efusiones románticas (Coleridge, Novalis, Hölderlin, y mucho Rilke), deprecaciones simbolistas (Baudelaire, Rimbaud), locuras surrealistas y ultraístas, y el ritmo fluvial y trigal de Mandelstam o Claudio Rodríguez. Pero no ha podido ser, aunque conozco a mucha gente que quiere lo mismo, pero en otro orden. En poesía, el orden de factores sí que altera el producto.

-En algunos poemas hay un diálogo con otros poetas -Lizardi, Aresti, Mirande...- ¿Cuáles son los autores que más te han influido o que más te han estimulado?

Con respecto a la literatura vasca, en mis comienzos tuve mucho contacto con Juan Mari Lekuona, un poeta de verso muy fino y preciso. A Aresti lo llevaba conmigo desde la época juvenil. Pero luego descubrí a otro Aresti, que hablaba desde Aresti, y no desde lo que mi ideología quería escuchar de Aresti. A Mirande lo conocí al mismo tiempo que a Rimbaud y a Baudelaire; no me impactó tanto desde su poética (llegó un poco tarde como poeta maldito), pero sí desde lo que suponía su peculiar "constructo" en el seno de la literatura vasca.
Lizardi ha estado siempre ahí. Había algo en él que no me convencía al principio, y tampoco me convence ahora. Pero su fuerza lírica sigue creciendo sin parar ante mí. Es curioso; en rigor, podría considerársele incluso un poeta torpe; cuando se le traduce, se le cae a uno de las manos. Y sin embargo, sigue aguantando, y algunos de sus versos en euskera quedan grabados hasta el tuétano. Tiene una fuerza lírica descomunal, chapuceada por una ideología castrante. Siempre irá conmigo, aunque a veces me dé calambre.

-Podemos apreciar una constante tanto en los poemas infantiles como en los textos para adultos: la búsqueda de la palabra precisa. ¿Es esta búsqueda la que te ha llevado al haiku y al aforismo?

Estoy más en el río de palabras que en la palabra misma. Busco la línea precisa que adelgace el sentimiento hasta hacerlo prácticamente transparente. Esa es la apuesta. El haiku es un buen género para dicha práctica; es como la pintura zen, pocos trazos y mucha respiración; el vacío que llena.
Con respecto al aforismo, siempre me ha interesado la gente que interpreta la vida de una manera personal y "respondiendo al instante". Una filosofía demasiado sistemática como la que se enseña en las universidades siempre se va quedando atrás en el tiempo, porque carga con demasiado aparato para poder adecuarlo al presente con ligereza y rapidez. Por eso me gusta el aforismo; al fin y al cabo, no decimos cosas muy distintas a las que pudo decir Séneca; pero, al ser fruto del momento, parecen nuevas, frescas como un recién nacido.

-En tu obra podemos ver una gran riqueza estrófica, rítmica y métrica. ¿Qué impulso, razón o sentimiento te lleva a practicar esta polifonía, si me permites denominarla así?

Me atrae sobremanera la polifonía; sin embargo, en la raíz, aprecio sobre todo la monodia. El resultado es polifónico, pero en los instantes concretos estoy cantando monodias.
Por otra parte, el verso libre me ha enseñado que primero está la fuente y luego el recipiente. Mi generación llegó a despreciar los metros clásicos y los de los bertsolaris, porque te obligaban a crear un hermoso recipiente y luego comenzabas a buscar la fuente; pero el recipiente se rompe en la búsqueda, o queda a medio llenar, o vacío del todo.
La poesía infantil me ha devuelto al recipiente. Una vez encontrada la fuente, podemos construir un recipiente adecuado y beber más a gusto. El ritmo, el metro, la estrofa... deben responder a una necesidad del mensaje. Rimar, por ejemplo, luna con cuna puede resultar muy significativo y alcanzar un gran poder de sugerencia. Otro ejemplo podría ser la utilización del soneto para desarrollar una visión que va más allá del concepto pero que se mantiene dentro de unos límites muy precisos, que te obliga a algo así como a condensar una novela en catorce líneas.

-Que no podemos vivir sin la naturaleza es algo evidente, pero en tus textos parece algo mucho más evidente que en la obra de otros poetas contemporáneos. ¿Estás de acuerdo con esta afirmación?

Hay muchos poetas contemporáneos, de todas clases. Colinas, por ejemplo, abarca la naturaleza de cien poetas juntos.
En ese sentido, me sitúo en la línea de Lizardi, Antonio Machado, la tradición japonesa y china y un lago elenco que llega hasta Horacio. Pero, al mismo tiempo, huyo de lo pastoril como de la peste. Para mí, la naturaleza es cruda, y a la vez puro éxtasis que convive con el ruido de la lavadora.

-Siempre aportas una mirada crítica y diferente sobre el mundo en que vivimos, especialmente en los aforismos. ¿Hasta qué punto es precisamente ésta una función del escritor, es decir, hacernos reflexionar sobre nuestro ser y nuestro entorno?

En sentido estricto, no intento hacer reflexionar a nadie. Es como si todo el mundo hubiese reflexionado antes que yo, y yo intentara entablar un diálogo socrático con ellos, no desde la razón sino desde la paradoja. Socrático, en el sentido de que no me trago las mentiras que me cuentan; sin embargo, les aviso que lo mío también es otra mentira más, un escalón más de la escalera que quisiéramos que nos condujese a la verdad. Por eso es paradójica.

-Me parece ver como una marca de tu estilo la reflexión sobre las preocupaciones éticas y existenciales, siempre presentadas con una gran elegancia y sutileza, incluso en los poemas infantiles ¿De dónde surge esta preocupación?

La estética como pura decoración no me interesa; provoca un asombro vano. Me interesan las personas de carne y hueso y sus sufrimientos y alegrías. Los niños son un reflejo nítido de nuestras almas; me atrae lo que van dibujando con sus actitudes y sus palabras. Los mayores tenemos varias capas de pintura y hay que raspar un poco; aunque duela, merece la pena ver el niño que va asomando.
Hoy, una mujer me ha contestado de mala manera en una ventanilla. La he observado a prudente distancia. Sus rasgos eran bellos, pero era como si se hubiera puesto una máscara de hierro. He hurgado en sus ademanes y he descubierto un gran dolor bajo el casco. Me la he imaginado con su amante, y el casco de hierro entre ambos. Mediante un poema, podría arrancarle el caso, y ver lo que asoma: quizá una cara ensangrentada, quizá una tez fulgurante.

miércoles, 2 de octubre de 2019

MAESTROS DEL HAIKU, SATORI

La editorial Satori, de Bilbao, dedicada por completo a la divulgación de la cultura japonesa, inició hace poco más de tres años una colección dedicada a la poesía tradicional japonesa, más concretamente, y con ese nombre, a los Maestros del haiku

Todos los títulos son una auténtica delicia para quienes gustan de esta poesía y para quienes aprecian el trabajo editorial bien hecho. Todos son bilingues (página par con la escritura japonesa y transcripción fonética; página impar con la traducción, breve comentario y aquellas notas que son imprescindibles para la buena comprensión del texto). Todos ellos, asimismo, traducidos desde el original japonés.

Pero mejor lo apreciaréis con una imagen, que, en este caso, sí vale más que las palabras:


Ampliad la imagen para leer con comodidad.
Un regalo para amantes de la poesía oriental.

lunes, 17 de abril de 2023

1as. JORNADAS DE POESÍA, AFORISMOS Y HAIKU

El sitio

 Como el cartel lo dice todo, yo solo voy a añadir un ejemplo, clásico, de cada género por si eso sirviera para animar al personal a que se apunte.

Se dice que estos versos los dejó escritos fray Luis en la pared de su celda:

Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado.
Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,
y con pobre mesa y casa
en el campo deleitoso
con sólo Dios se compasa
y a solas su vida pasa,
ni envidiado ni envidioso.

Volver a los clásicos es siempre un acierto. Este consejo de Cicerón deberíamos tenerlo siempre en cuenta:

Breve es la vida, pero lo bastante larga para vivir bien y honestamente.

No voy a poner el hiperfamoso haiku de la rana, de Matsuo Bashō. Este otro, menos conocido, es también fantástico:


Hierba de verano,
lo que resta
de la gloria del guerrero.

***


sábado, 19 de agosto de 2023

SAN SEBASTIÁN Y SUS FUEGOS

Para Irene, que hace esto posible.


 Supongo que la fascinación por los fuegos artificiales tiene algo que ver con la atracción por la sorpresa, con las emociones más primitivas, con algún estadio de regresión infantil cuando nos dejábamos arrastrar por cualquier novedad y todo nos parecía nuevo y distinto, con todo eso que se recoge en la expresión de admiración y sorpresa por antonomasia: ¡Ooooh!

A mí lo que más me atrae es intentar capturar con cierta limpieza la escritura que dejan durante un brevísimo instante en la pizarra de la noche. Conseguir apresar uno de esos instantes en que aparece un haiku luminoso, un soneto de color o un poderoso romance. Cuestión harto difícil cuando no se domina el arte de la fotografía. Pero me abandono al azar y, en ocasiones, me aparecen en la pantalla pequeños regalos con los que disimular mi impericia. 

A veces, incluso, me ofrecen una pequeña antología de la métrica con la que dejar constancia de la luz y sus proezas.

Pareado

Silva eneasílaba

Estrofa sáfica con nota al pie

Composición en verso libre

Boceto para haiku

Bordón

Pie anfíbraco

Poema dadaísta

Ovillejo

Glosa

Soneto con cola o estrambote

Romance heroico

Luego la ciudad vuelve al silencio y se deja envolver por las sombras de la noche. El próximo año volverá la luz a escribir con formas y colores nuevas metáforas.



***


sábado, 30 de julio de 2022

UN HAIKU, EL SIRIMIRI Y MI MEMORIA


 Hoy la ciudad ha amanecido apaciblemente mojada y fresca. Una llovizna benefactora ha limpiado tanto el aire que nos envuelve como el suelo que pisamos. Un auténtico regalo.


Editorial
Mientras paseaba bajo el sirimiri, he recordado el haiku que aparece impreso sobre la fotografía de un tamariz en flor. Bueno, lo de recordar es puro eufemismo. Sabía que había leído uno sobre la lluvia menuda y creía que era de
 Bashō. Lo he buscado al volver a casa y he descubierto que ni decía exactamente lo que yo creía ni tampoco era del autor a quien yo se lo atribuía. Es evidente que no tengo una memoria prodigiosa, pero me consuelo pensado que, al menos, me he acordado de buscarlo al llegar a casa.

El poema de Yosa Buson aparece recogido en el libro Matsuo Bashō. Sendas de Oku, traducción de lo que fue un diario de viaje y una de las mejores colecciones de poemas de Matsuo Bashō. Los trabajos introductorios corrieron a cargo de Octavio Paz y la traducción de la obra Senda de Oku la realizaron el hispanista Eikichi Hayashiya y el mismo Paz. El libro, por suerte, podéis leerlo en internet. Está recogido en numerosos sitios. Dejo el enlace a este issue porque mantine el formato libro con su portada.

Este otro, que podría acompañar a la fotografía de la Concha, sí es de Bashō:

Es primavera: 

la colina sin nombre 

entre la niebla.  

***


Путин, немедленно останови войну!

miércoles, 28 de abril de 2021

HAIKUS EN IMAGEN


En el libro Haikus japoneses de vuelo mágico, José Manuel Martín Portales escribe un hermoso comentario sobre este haiku. A él remito. Yo solamente he colocado la foto, capturada hace años al borde de una pequeña cascada en el norte de Burgos.


Esta otra imagen la tomé en el santuario Heian, de Kioto. Ni la imagen ni el haiku necesitan ninguna explicación para una persona de aquella cultura, pues reconoce perfectamente lo que está viendo.

En los santuarios sintoístas y en los templos budistas de Japón, cuando alguien realiza una pequeña ofrenda, toma al azar una predicción escrita en un papelito (omikuji). Si lo que se expresa en el papel no es un buen augurio, sino todo lo contrario, la costumbre es dejarlo atado en la ramita de un árbol para que la predicción no se "vaya" con quien la obtuvo. 

Feliz miércoles.

jueves, 7 de enero de 2021

HAIKUS CLÁSICOS. La mejor poesía japonesa

Librerías que aún lo tienen
A nadie le importó

que la belleza de las flores se marchitase.

Y yo me vi envejeciendo en el mundo

mientras caía la lluvia.

Ono no Komachi
 

Efectivamente, el poema de Komachi no es un haiku. Y no, no es que mienta el título del libro o que Tom Lowenstein quiera engañarnos. Lo que ocurre es que este bellísimo libro tiene un trabajo introductorio en el que su autor, Lowenstein, hace un recorrido por los antecedentes del haiku y eso implica citar a Takechi no Kurohito, Ono no Komachi, Murasaki Shikibu o Kakinomoto no Hitomaro.

Por lo demás, esta antología de bolsillo guarda un maravilloso equilibrio entre la belleza de las fotografías (blanco y negro) que acompañan a los textos, la delicada y cuidadísima edición, los textos de los cuatro poetas clásicos de quienes se recogen los haikus (Basho, Buson, Issa y Shiki) y el interludio estacional, que sirve de excusa para ofrecernos haikus de otros poetas destacados y recordarnos la absoluta importancia que el ritmo de la naturaleza y la sucesión de las estaciones tiene en la producción poética japonesa. 

Un placer para los sentidos.





Fotografías: John Cleare.

lunes, 9 de diciembre de 2019

NOSKI! RECOMIENDA









Tras “Lapidario,antología del aforismo mexicano (1869-2014)” (FOEM, México, 2014), Hiram Barrios (Ciudad de México, 1983) publica ahora “Aforistas mexicanos actuales. Antología consultada”. Si en la primera entrega hacía un trabajo titánico de investigación de la historia del aforismo en México desde mediados del siglo XIX hasta la actualidad, en “Aforistas mexicanos actuales”, Barrios reúne a doce aforistas mexicanos contemporáneos, con los que ofrece una fotografía rigurosa de la situación del género en el presente (si género podemos llamar a algo tan escurridizo e indefinible como el aforismo); doce aforistas con conciencia de serlo, de tono y formas plurales, que lo practican sabiendo que pisan un espacio cada vez menos acotado, y que, en muchos casos, supone exclusividad creadora, es decir, que el escritor se dedica sólo al aforismo (aspecto éste sí característico de la aforística moderna y que da al aforismo un marchamo de igualdad con el resto de géneros; de igualdad y no de madurez, quede claro, pues que el aforismo viene de lejos, igual que la poesía). Hiram Barrios, él mismo aforista, se ha dado a investigar el texto breve, el texto fragmentario, llegando a la conclusión de que frente a la novela totalizadora (como la filosofía sistemática totalizadora) que representó el boom latinoamericano, se está dando ahora un auge contrario en forma de  fragmentarismo y de textos breves, donde el aforismo convive con el microrrelato, el haiku, el microteatro, y otras formas de encarar, textualmente, una realidad en constante cambio y, de por sí, fragmentada. Este fenómeno de fragmentarización, con sus características particulares, se está dando también en España, donde en las últimas décadas han ido apareciendo cada vez más cultivadores del género aforístico para que, finalmente, salga de la oscuridad en la que estaba confinado y sean cada vez más editoriales las que se animen a introducir una colección de aforismo en su catálogo. Quiero anotar aquí de pasada que, curiosamente o no (mis meninges creen saber la causa del fenómeno) la mayor parte de aforistas son también poetas; no sucede con los novelistas, donde la nómina de aforistas es residual o prácticamente inexistente.

Es importante anotar que, además del libro o por causa del libro, se ha
establecido un puente de colaboración (estimo que permanente y sólido) entre México y España, reflejando que el lenguaje común y la literatura (cuando es mayúscula y sirve para algo más que entretener) ayuda a trascender las arbitrarias fronteras nacionales; por un lado, el mencionado compilador, Hiram Barrios, y por otro, el editor, José Luis Trullo, que lleva con buen tino y rumbo la editorial española Libros al Albur, dedicada fundamentalmente al aforismo. Esta conexión entre dos nodos de promoción aforística de primer nivel, permite, y va a permitir en el futuro, más concreciones en forma de proyectos culturales como el libro que aquí nos ocupa. (Anoto también de pasada que Trullo, puso en marcha en marzo de este mismo año y en Sevilla, a través de Apeadero de Aforistas —plataforma que se encarga de la difusión del aforismo a través de diferentes proyectos e iniciativas—, en el contexto de una Semana del Aforismo, la primera Jornada Nacional de Aforistas, evento sin parangón, hasta donde yo sé, con nada que se haya hecho en España ni en el mundo universo. Jornada que tendrá, además, carácter itinerante, siendo que en el 2020 se hará en Granada y en 2021 en, quién sabe, acaso en el País Vasco, donde en los últimos tiempos ha surgido una suerte de escuela de aforistas vascos).

Tiene aquí el lector una de las consecuencias de esa relación y ese puente de comunicación cultural: un mapa (siempre movible) de doce aforistas mexicanos (doce también forman la antología de aforistas vascos que acaba de publicar la Editorial Renacimiento, en edición de Aitor Francos, de título “Marcas en la piedra”, y que dejaré para otra reseña).
  
El aforismo está ganando terreno y recuperando su condición precursora. Esta antología es una magnífica ocasión para acercarse no sólo al aforismo mexicano, sino al género mismo del aforismo para que, el que no lo conozca, pueda tener un primer y estimulante contacto. 


Juan Manuel Uría


sábado, 7 de mayo de 2022

JUAN F. TRILLO NOS HABLA DE "Con la barba sobre el hombro"

Editorial

Juan F. Trillo, doctor en Estudios Literarios por la U.C.M. y en Lingüística por la U.A.M, ha publicado Tom Wolfe, cronista de la Norteamérica sin Dios (PUV, 2016) y La flor del Cerezo. Haikus clásicos elegidos y comentados (La Taza vacía, 2020). Ahora nos habla de su último trabajo, una interesantísima novela que tiene como personaje central a Bernal Díaz del Castillo y que lleva por título un antiguo refrán cuyo significado dejo al albur de vuestra curiosidad.

Has practicado el haiku y tienes publicada una estimable antología comentada sobre el mismo. ¿Qué te ha llevado a dar el salto a la novela histórica?

Lo cierto es que ha sido algo casual. Estaba buscando referencias sobre el uso del español de los siglos XV y XVI y me topé con Historia Verdadera de la Conquista de Nueva España de manera inesperada. Cuando lo leí, me sorprendieron tanto las peripecias que Bernal Díaz relataba, que me dije que era una pena que fuesen relativamente desconocidas entre el gran público y eso me llevó a contarlas en un lenguaje actual, que le resultase más familiar al lector de hoy en día y que le permitiese disfrutar de esta historia.

—Si algo exige de manera concienzuda este género es la búsqueda de información. Flaubert, para escribir Salambó llegó incluso a viajar a Cartago para conocer in situ los escenarios reales de las guerras púnicas. ¿Cuáles han sido tus fuentes y con qué problemas te has encontrado en tu investigación?

Me temo que mis metas han sido mucho menos ambiciosas. Como explico al inicio, Con la barba sobre el hombro, no es “un libro de historia”, es “un libro que cuenta una historia”, la misma que cuenta Bernal Díaz en su crónica, pero adaptada a una narrativa que le resultará más accesible al lector, tal vez no demasiado habituado al lenguaje arcaico que utiliza el autor de Historia Verdadera. Por otro lado, existen ya excelentes estudios históricos, tanto sobre Bernal Díaz, como sobre Hernán Cortés que me han sido de gran ayuda a la hora de contrastar y poner en contexto los hechos relatados. Es un periodo sobre el que existe una extensa documentación, disponible en la Real Academia de Historia y en el Instituto Cervantes, documentación digitalizada y de libre acceso, en su mayor parte, y de la que he hecho uso a menudo.

Borges decía algo así como que por mucho que nos ocupemos del pasado la narración que hacemos de él en realidad está atendiendo más al presente que a los acontecimientos históricos. ¿Con la barba sobre el hombro alude también a la actualidad?

En este sentido, resulta a la vez fascinante y un poco deprimente comprobar lo poco que hemos evolucionado en cuestiones sociales y éticas, pues los vicios de entonces siguen muy presentes en la sociedad en que vivimos actualmente: la corrupción, la codicia, el deseo de aparentar… No queda sino concluir que son aspectos tan arraigados en nuestra cultura que es dificilísimo librarse de ellos. Leyéndolo uno reconoce personajes a los que podría poner el nombre de figuras de la actualidad.

—¿Qué es lo que te ha atraído del personaje Díaz del Castillo como para que le dediques una trilogía?

Las apasionantes aventuras que viven él y sus compañeros, que no tienen nada que envidiar a las que aparecen en las novelas históricas tan populares hoy en día. Solo que en este caso son, además, ciertas. En cuanto a la razón de dedicarle tres libros no es otra que lo extenso de la narración original. El protagonista es minucioso en el desarrollo de los acontecimientos, pues donde los libros de historia, a la hora de mencionar una batalla, por ejemplo, se centran en los datos mensurables (número de efectivos, resultado del conflicto, consecuencias inmediatas), Bernal cuenta el desarrollo de la misma con pelos y señales. Son estos pequeños detalles del día a día, que para el historiador pueden resultar poco relevantes, los que hacen atractiva la lectura para el gran público, pues muestran con claridad el carácter, la forma de pensar, e incluso los hábitos cotidianos de los protagonistas.

—¿Hasta qué punto es verdadera la Historia verdadera del conquistador castellano?

Esa es, como suele decirse, la pregunta del millón. En principio, los historiadores la dan por cierta en su mayor parte, hasta tal punto que a menudo la toman como referencia para sustentar esta o aquella reconstrucción de lo sucedido. Desde luego, su precisión en los detalles, nos remite al relato visual de un testigo ocular y la hace muy convincente, salvo en algunas pocas ocasiones, por ejemplo, cuando habla de las cifras de guerreros a los que se enfrentan los conquistadores españoles, algo que, en mi opinión, debe ser tomado como un recurso narrativo, para expresar la enorme superioridad numérica del enemigo. Por otro lado, está la cuestión de quién fue realmente este tal “Bernal Díaz del Castillo” y la de si fue él quien escribió la Historia Verdadera. El francés Christian Duverger, en su Crónica de la eternidad, argumenta, y lo hace muy bien, que quien se hacía llamar Bernal Díaz se apropió de una historia que escribió otra persona, alguien que, además, fingía ser casi iletrado, cuando en realidad disponía de una extensa cultura. Hay aquí varios misterios que yo dejo a los especialistas. Personalmente, no me interesa tanto la veracidad de lo narrado, como el aspecto literario, es decir, el relato que se cuenta y el modo en que está contado. Como he dicho antes, la historia y su estructura son, en sí mismas, excelentes, y espero haber aportado una forma de contarla lo suficientemente atractiva como para hacer que el lector se lo pase bien.

—Tal vez una de las mayores dificultades con que se encuentra el autor al escribir una novela histórica sea la de hallar el estilo adecuado para narrar los hechos que se quieren contar. ¿Cómo has resuelto este problema?

Esta es una pregunta muy interesante. Por un lado, debo decir que no me importa presentarla como “novela histórica” a pesar de que, en rigor, no lo es, pero dado que puede leerse como tal, creo que es una categorización que no le sienta mal. Por otra parte, he elegido el presente de indicativo para narrar la acción porque proporciona mayor inmediatez y porque establece una conveniente distancia con aquellos otros libros que son auténticos estudios históricos. Antes de empezar me plantee escribir una narración en primera persona, adoptando la voz de Bernal Díaz, pero esto me hubiese impedido introducir mis propias reflexiones y valoraciones de algunos acontecimientos, que me parecía interesante incluir. Digamos que el resultado ha sido una especie de compromiso entre distintos géneros que, espero, haya dado como resultado un texto con el que el lector disfrute.

—¿Cuál crees que es tu aportación con esta novela al conocimiento de la conquista de México?

La conquista de México es un tema sumamente sensible, que a menudo se aborda de manera emocional. Hay quien toma posiciones antes de examinar los hechos, hechos que, además, a menudo se han dado por sentado, pero que en ocasiones no resisten una revisión realizada con un mínimo de lógica. Por suerte, el “revisionismo histórico” de esta etapa es cada vez más abundante, por lo que poco a poco las cosas van entendiéndose como deben ser entendidas, esto es, en un contexto en el que abundan los matices grises, tanto por la parte española, como por la mexicana. Dicho esto, debo añadir que mi aportación al conocimiento de la conquista de México es realmente modesta y no va más allá de mover a la reflexión sobre algunas cuestiones que, a poco que nos paremos a pensar en ellas, caen por su propio peso.

—¿Crees que se leerá con igual disfrute a los dos lados del Atlántico?

Pues creo que sí, porque en ambas orillas es cada vez más abundante la autocrítica, pero una autocrítica razonada que toma en cuenta cuáles eran las reglas del juego en las que se movían los actores que intervinieron en este apasionante capítulo histórico. Eran años difíciles, en los que las relaciones entre los estados se regían exclusivamente por el poder de que disponía cada uno de estos actores. Si había algo valioso a su alcance, nadie se planteaba si era lícito —o mejor dicho, ético— tomarlo; la cuestión era: “¿Tengo la fuerza suficiente para cogerlo?”. Si la respuesta era “sí”, lo cogían, sin más. Y esto lo hacían todos.

—¿Podemos interpretar Con la barba sobre el hombro como un alegato contra la guerra?

Desde luego, sin ninguna duda. Aunque no fuese esa la intención del autor, es un mensaje que llega al lector de manera inequívoca y me hubiese gustado encontrar la oportunidad de citar a Benjamín Franklin cuando dijo que “no hay una guerra buena, ni una paz mala”. Curiosamente, Cortés aplicaba esta filosofía hasta las últimas consecuencias, pues era muy reticente a la hora de utilizar la violencia, a la que recurría solo cuando no le quedaba más remedio, si bien a él le movían motivos prácticos antes que éticos. Hobbes también insistió en esta idea y ojalá hubiese hoy en día más gente que se diera cuenta de lo sabia que es esta máxima.

—Da la impresión de que te has divertido mucho al redactar los títulos de cada capítulo; además, demuestras un gran talento para el dicho y la sentencia. ¿Me equivoco?

Bueno, lo cierto es que todo el texto da juego para ello. A veces, hay escenas que parecen casi de sainete y que permiten extraer conclusiones morales o simplemente prácticas, que en aquellos años solían transmitirse en forma de dichos o refranes. Recordemos que todo ello transcurre en una época en la que surge la literatura picaresca, lo que ya da una buena idea de en qué tipo de sociedad nos estamos moviendo. Así que, sí, personalmente disfruté redactando los títulos, solo espero que los lectores disfruten igualmente leyéndolos.



Y si queréis disfrutar de las palabras del autor en directo, el 24 de mayo, en la Librería Cámara (C/ Euskalduna, 6, Bilbao) a las 20:00, podréis hacerlo. Por supuesto, también firmará ejemplares.

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Путин, немедленно останови войну!