En ocasiones resulta ciertamente difícil entender lo que algunos intelectuales quieren decir en sus textos. Un lenguaje excesivamente técnico, una profusión de vocablos nuevos, una sintaxis retorcida o una intención claramente hermética pueden oscurecer el texto hasta límites insospechados. Seguramente, el mayor porcentaje de textos ininteligibles se produce entre los filósofos; pero no es despreciable el número de textos deliberadamente oscuros que existen en otros campos del saber.
Resulta curioso comprobar cómo estos autores alcanzan rápidamente una aureola de pensadores profundos, de estar dotados de una inteligencia especial y de poseer un vasta cultura. Resulta curioso ver cómo se va creando una red de
expertos en la obra de, de textos y más textos que aclaran, o pretenden aclarar, lo que esos autores quiseron o no quisieron decir. Y a medida que avanzan estudios, comentarios y tesis doctorales, va surgiendo el grupo de iniciados que se ocupan de guardar la verdad y el mensaje de los santos padres del saber. A veces se cuela alguna santa madre, pero sucede en muy pocas ocasiones.
De esta ceremonia del saber quedan excluidos aquellos que osan manifestar su desconocimiento o, simplemente, afirman no entender lo que el grupo de iniciados y sus maestros quieren afirmar. Incluso pueden quedar ante el resto de los mortales como personas poco cultas o poco inteligentes. ¿Es necesario recordar, por ejemplo, la palabrería seudocientífica de
Lacan y sus acólitos y los mares de tinta que han generado?
Sin embargo, no quiero referirme a estos casos extremos en los que la falta de honestidad intelectual es flagrante. Me refiero a los casos de oscuridad honesta, a los intelectuales en los que la dificultad del texto que escriben no está buscada para ocultar la falta de contenido. Así, un
Heidegger en Filosofía o un
Eliot en poesía.
Si el fin de la inteligencia es hacer más claro el mundo, si la tarea de un intelectual es hacer comprensible lo difícil, si el saber tiene como misión iluminar e iluminarnos, ¿por qué algunos autores escriben de tal manera que necesitamos varios manuales para poder abrirnos camino en su pensamiento? ¿Qué lleva a un escritor a escribir de tal forma que sólo unos pocos iniciados puedan entenderlo? Más aún, si cuando se escribe, se escribe para que alguien lo lea, ¿por qué se evita que el receptor del mensaje pueda entenderlo?
Hace muchos años, cuando era estudiante en el instituo, tuve una profesora que de vez en cuando nos decía: "Lo difícil es expresar una idea compleja con claridad, sólo los grandes son capaces de hacerlo". Cada vez aprecio más lo que mi profesora nos decía por lo que la frase expresa... y por el profundo valor democrático que supone. Facilitar el acceso a la cultura empieza por hacerla clara y sencilla.