A punto de cumplir los noventa, con la sensación de que el recorrido ha sido breve, casi instantáneo, sintiendo que estoy vivo, disfrutando de la vida con fecha más o menos oculta de caducidad, pensé que convenía atar cabos antes de perder la memoria, iniciando este diario prontuario o breviario de mi etapa final, donde se reflejan mi pensamiento y mis ideas, mis dolores y gozos, con las sorpresas y sucedidos del día a día.
Cástor Olcoz justifica de esa manera la entrega de este diario que es, sobre todo, una invitación a disfrutar de la vida en todas sus formas desde la altura y la perspectiva que ofrecen noventa años. Y lo hace utilizando la herramienta más natural de la que disponemos los seres humanos: la palabra. La palabra que cuenta, la palabra que recrea, la palabra que alumbra, la palabra que indica el camino. La palabra.
7 de agosto
No tenemos palabras para describir el silencio que envuelve la belleza del campo o la soledad de las flores. Junto al jardín de la plaza de Zaragoza he permanecido esta mañana mudo, más que callado, dejándome envolver por el gorjeo de los pájaros, la sombra de las palmeras, y la bendita propina de los surtidores del estanque.
Con otras palabras, con más palabras, con mejores palabras que las mías, hoy, jueves día 9, a las 19:30 horas, él mismo y Javier Mina presentarán esta invitación a la vida en la librería Lagun.