Dadme un punto de apoyo
y moveré el mundo,
dicen que dijo Arquímedes.
Esta es, seguramente,
la primera hipérbole científica,
la primera formulación poética
de un principio mecánico.
Así se inició la relación
entre dos culturas
tan poco dadas al cortejo mutuo.
Al inefable Arquímedes
le segó la vida
la barbarie militar.
Después vinieron más palancas
y más hombres buenos,
más enunciados poéticos
y más declaraciones matemáticas,
pero detrás estaba el mundo
y su incesante producción de
generales
con espadas en la mano.