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Pero lo cierto es que el siglo XIX es el siglo del estallido de la novela en toda Europa y si preguntáramos en la calle por esos nombres, seguro que solamente les iban a sonar los dos últimos, Stevenson —La isla del tesoro, El extraño caso del Dr Jekyll y Mr Hyde— y Wilde —El retrato de Dorian Gray, La importancia de llamarse Ernesto, El príncipe feliz—. Al que habría que añadir otro nombre todavía con mayor proyección internacional, Charles Dickens, a quien debemos atribuir el dudoso gusto de inventar el afectado sentimentalismo navideño.
Para contextualizar la poesía que se practicó durante la época del largo reinado de la reina Victoria (1837-1901) conviene señalar algunas características que Pujals recoge en su Historia de la literatura inglesa:
- Interés por las mejoras sociales y un fuerte sentido humanitario.
- Cierta satisfacción derivada del incremento de la riqueza propiciada por el desarrollo industrial y científico.
- Sentido muy acusado del deber, lo que favorece la aceptación de la autoridad y una insuficiente práctica del humor.
- Falta de innovación y experimentación poética, a cambio de búsqueda de la perfección.