(El sábado era el día dedicado a Saturno): ἡμέρα Κρόνου, dies Saturnī, Saturday.
Leer en los mitos es adentrarse en los documentos inmateriales más lejanos de la historia de la humanidad.
Saturno —Cronos en la antigua Grecia— es el terrible titán que derrocó a su padre, Urano, y para que ningún descendiente suyo hiciera lo mismo que él hizo con su progenitor, devoraba a sus retoños. Robert Graves nos recuerda cómo en las zonas más profundas y atrasadas de Arcadia, durante las fiestas dedicadas a esta deidad, se estuvieron comiendo niños hasta casi la era cristiana. Y es que detrás de un mito siempre hay alguna antigua costumbre, algún dato que tiene que ver con hechos, formas o creencias del pasado remoto.
Curiosamente, la "dureza" del mito poco tiene que ver con la composición del sexto planeta del Sistema Solar, que es gaseosa, no rocosa, y posee una densidad tan baja que flotaría en el agua. Entre sus peculiaridades, sin duda, la más conocida es la de tener unos vistosísimos anillos, que hacen las delicias de todo aficionado a la observación nocturna.
Como está muy alejado del Sol, casi 1.500 millones de km, recibe menos energía de él que la que el propio planeta produce. Tiene una legión de satélites —de momento se sabe de la existencia de 61—. En su atmósfera nos puede llover amoníaco y arrastrarnos unas corrientes que en algunos momentos alcanzan los ¡1600 kilómetros por hora!
En 2009 el telescopio espacial Spitzer decubrió otro anillo alrededor de Saturno, mucho más grande que los que habitualmente vemos en las fotografías o con los telescopios habituales, mucho más difuso —de ahí que no hubiera sido descubierto antes—, y mucho más alejado.
Pero la particularidad tal vez más llamativa de este planeta extrordinario es la perfecta forma hexagonal descubierta en el polo norte del planeta hace casi 30 años y que todavía no ha sido suficientemente explicada.