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martes, 21 de noviembre de 2023

LA BELLEZA

Editorial. Ejemplar del KM.
Traducción: Jordi Ainaud i Escudero
Lunes, ocho de la mañana recién pasadas. Como llueve, cojo la bicicleta estática, me coloco los cascos y busco el programa de Mercedes Menchero que emitió en directo el domingo a las 23:00, pero que yo suelo oír algún otro día gracias a que permanecen almacenados. 

No he cogido aún velocidad cuando reconozco inmediatamente las palabras que escribe en el prefacio de su libro Roger Scruton, libro que había acabado de leer justamente la noche en que la directora y locutora del programa Música y pensamiento estaría emitiéndolo en directo. 

Seguí pedaleando con una especie de sonrisa cómplice y bobalicona. 

No hallo mejor presentación para este hermoso texto que reproducir las palabras con las que el propio autor nos lo presenta en ese mencionado 


Prefacio

La belleza puede ser consoladora, turbadora, sagrada, profana; puede ser estimulante, atractiva, interesante, escalofriante. Puede afectarnos de un sinfín de formas distintas; sin embargo, nunca nos deja indiferentes: la belleza exige el reconocimiento; nos interpela directamente como la voz de un amigo íntimo. Si hay personas indiferentes a la belleza, sin duda es porque no la perciben. 

No obstante, juzgar la belleza es una cuestión de gusto, y puede que el gusto carezca de base racional. Si es así, ¿cómo explicar el lugar de honor que ocupa la belleza en nuestras vidas y por qué nos lamentamos de la desaparición progresiva de la belleza de nuestro mundo, suponiendo que realmente se produzca? ¿Y es cierto, como mantienen tantos escritores y artistas, desde Baudelaire y Nietzsche, que la belleza y el bien son independientes, de modo que una cosa puede ser bella precisamente en cuanto que inmoral? 

Además, puesto que la discrepancia es algo propio de los gustos, ¿cómo puede utilizarse el criterio del gusto de una persona para emitir un juicio sobre el gusto de otra? Por ejemplo, ¿cómo podemos afirmar que un tipo de música es superior o inferior a otro cuando los juicios comparativos no son más que un reflejo del gusto de quienes los formulan? 

Este relativismo habitual ha llevado a algunas personas a desdeñar los juicios de belleza como algo puramente "subjetivo", con el argumento de que no pueden criticarse los gustos porque criticar un gusto no es más que dar expresión a otro; por lo tanto, no cabe aprender ni enseñar nada a lo que se pueda llamar "crítica". Esta actitud ha puesto en tela de juicio muchas de las disciplinas tradicionales de las humanidades. Los estudios de arte, música, literatura y arquitectura, libres de la disciplina del juicio estético, parecen carecer del firme arraigo en la tradición y en la técnica que permitían a nuestros predecesores considerarlos parte esencial de los planes de estudio. De aquí la actual "crisis de las humanidades": ¿tiene algún sentido estudiar nuestro acervo cultural y artístico si el juicio de su belleza carece de base racional? O, suponiendo que lo estudiemos, ¿no deberíamos mostrarnos escépticos y cuestionar su pretendida autoridad objetiva y deconstruir su pretendida trascendencia? 

Que el premio Turner, creado para conmemorar al más ilustre pintor inglés de todos los tiempos, se conceda cada año a uno u otro montón de objetos efímeros más o menos gracioso, ¿no demuestra que no existen criterios, que la moda es lo único que dicta a quién hay que premiar y a quién no, y que es inútil buscar unos principios objetivos del gusto o un concepto colectivo de belleza? Muchas personas contestan afirmativamente a estas preguntas y, en consecuencia, renuncian a cualquier tentativa de criticar tanto el gusto como los motivos del jurado del premio Turner. 

En este libro planteo que este escepticismo sobre la belleza no está justificado. Argumento que la belleza es un valor real y universal, arraigado en nuestra naturaleza racional, y que el sentido de la belleza desempeña un papel indispensable en la configuración del mundo de los humanos. No adopto una perspectiva histórica sobre el tema, ni tampoco pretendo dar una explicación psicológica y aún menos evolutiva del sentido de la belleza. Mi punto de vista es filosófico, y las fuentes principales de las que beben mis argumentos son las obras de filósofos. El propósito de este libro es desarrollar un argumento que pretende plantear una pregunta filosófica y animar al lector a contestarla (el subrayado es mío).


Como el tema me estaba resultando tan extraordinariamente apasionante, durante la lectura del libro consulté algunos textos y en internet me encontré con un para de cositas que pueden ser de alguna utilidad para otras personas que se hallen en clubes de lectura, seminarios o lo que sea en que se encuentren metidas y debatiendo en torno a las ideas que Scruton expone. Son estas: Una guía de lectura y un extenso y documentado artículo de Paula de Juana sobre lo bello y lo sagrado (con Scruton de fondo). Por supuesto, también adjunto el programa de Menchero, porque es una de las mejores maneras que conozco de invitar a la lectura del libro.



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lunes, 20 de noviembre de 2023

¿EXISTE LA REALIDAD EXTERIOR?

Editorial
El asunto puede parecer banal; sin embargo, todavía hoy quedan muchos ecos y ramificaciones de lo que normalmente se conoce en la historia de las ideas como "el velo de la percepción", cuya discusión cobró tal vez la máxima altura con la afirmación de Berkeley esse est percipi. Pero hoy no voy a poner mi atención ni mi esfuerzo en la cuestión de cómo percibimos, o en si era Berkeley o Descartes o Locke o Kant o quien sea, quien más acertadamente nos aproximó al tema. Simplemente lo menciono porque la relectura de la obrita de Turandot, o el congreso de los blanqueadores me la ha recordado gracias a este divertido e ingenioso 
pasaje:


MAESTRO: Si Fu, nombradnos las preguntas principales de la filosofía.

SI FU: ¿Existen las cosas fuera de nosotros, para sí, también sin nosotros, o existen las cosas en nosotros, para nosotros y no existen sin nosotros?

MAESTRO: ¿Cuál es la opinión correcta?

SI FU: No se ha tomado ninguna decisión.

MAESTRO: ¿Por qué opinión se inclina últimamente la mayoría de nuestros filósofos?

SI FU: Las cosas existen fuera de nosotros, para sí, también sin nosotros.

MAESTRO: ¿Por qué permanece la pregunta irresuelta?

SI FU: El congreso que debía decidir tuvo lugar, como viene ocurriendo desde hace doscientos años, en el convento de Mi Sang, el cual está a orillas del río Amarillo. La pregunta era: ¿existe realmente el río Amarillo, o existe sólo en nuestras cabezas? Pero durante el congreso, se derritió la nieve de las montañas, y el río Amarillo se desbordó por encima de sus orillas y arrastró el convento de Mi Sang con todos los participantes en el congreso. Y así, no pudo aportarse la prueba de que las cosas existen fuera de nosotros, para sí y también sin nosotros.


(Traducción, Miguel Sáenz).

No es que con este diálogo quede demostrada la existencia de una realidad independiente de nuestras representaciones, pero es, repito, muy ingenioso. Y provocar una sonrisa de vez en cuando ayuda a mitigar la, en ocasiones, pesada carga de los días.

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jueves, 2 de noviembre de 2023

CAMUS EN LA "Hª DE LA FILOSOFÍA" DE COPLESTON

Ejemplar de la biblioteca de Aiete K.E.
Aunque seguramente la de Copleston es la historia de la filosofía que más me gusta por su claridad expositiva, yo no la tengo y siempre que la he consultado ha sido acudiendo a unas u otras bibliotecas. Como todas, tiene sus carencias y limitaciones, y ningún manual puede suplir la lectura directa de los autores; pero allá donde llega y explica, a mí me parece que lo hace muy bien. Tomo como ejemplo la presentación de Camus, a quien dedica solo tres páginas, porque, como él aclara, no es un filósofo profesional —a Sartre le dedica 45—. Me salto el párrafo inicial en el que expone brevemente su obra.

Es muy conocida la afirmación de Albert Camus de que: "no hay más que un problema verdaderamente importante: el suicidio. Juzgar que la vida vale o no vale la pena de ser vivida es responder a la cuestión fundamental de la filosofía". Ante esta declaración, quizá parezca propia de un excéntrico su opinión de la filosofía. Pero lo que Camus da por supuesto es que el hombre anda buscándoles al mundo, a la vida humana y a la historia un sentido en el que fundamentar sus ideales y valores. El hombre necesita asegurarse de si la realidad es un proceso teleológico inteligible que comprende un orden moral objetivo. Es decir, el hombre desea seguridad metafísica de que su vida forma parte de un proceso inteligible dirigido hacia una meta ideal, y de que al esforzarse por lograr sus ideales personales cuenta con el respaldo o con el apoyo del universo o de la realidad en todo su conjunto. Los grandes dirigentes religiosos y los creadores de sistemas metafísicos y de concepciones del mundo han procurado satisfacer esta necesidad. Pero sus interpretaciones del mundo no resisten la crítica: El mundo acaba revelándosele al hombre clarividente como falto en absoluto de finalidad o de sentido. El mundo no es racional. De ahí el sentimiento del absurdo (le sentiment de l'absurd). Hablando con rigor, el mundo no es en sí absurdo: simplemente es. "El absurdo surge de esta confrontación entre la llamada de auxilio del hombre y el irracional silencio del mundo. [...] Lo irracional, la nostalgia humana y el absurdo que resulta de su confrontación, he aquí los tres personajes del drama [...]". El sentimiento del absurdo puede originarse de diversos modos: por ejemplo, al percibir la indiferencia de la naturaleza respecto a los valores e ideales del hombre, al reconocer que el final es la muerte, o al percatarse de pronto de lo indeciblemente tediosa que es la rutina del vivir. Hay quienes, reflexionando, llegan a darse cuenta del absurdo, pero entonces adoptan una actitud de escapismo. Así Karl Jaspers salta de la zozobrante "tabla de náufrago" de la ansiedad humana al Trascendente, y Leo Chestov da un salto parecido hacia un Dios que está más allá de la razón. En cambio, el hombre que, como Nietzsche, es capaz de mirar de frente al absurdo de la humana existencia ve desaparecer el sentido del mundo. De ahí el problema del suicidio. Pues "ver disipado el sentido de esta vida, ver que nuestra razón de existir desaparece, es insoportable. No se puede vivir si la vida no tiene sentido".

Sin embargo, Camus no recomienda el suicidio. En su opinión, suicidarse significa someterse al absurdo, capitular. El orgullo y la grandeza del ser humano no se muestran sometiéndose, ni tampoco mediante ese escapismo en que incurren los filósofos existenciales (les philosophes existentiels, como Jaspers), sino viviendo en la conciencia del absurdo y, no obstante, rebelándose contra él a base de comprometerse consigo mismo a vivir con la mayor plenitud e intensidad posible. Porque no hay patrones absolutos conforme a los cuales podamos dictaminar cómo ha de vivir cada hombre. Todo está permitido, según dice Ivan Karamazoff. Aunque de ello no se sigue que el absurdo "recomiende el crimen. Esto sería pueril [...] Si todas las experiencias son indiferentes, la del deber es tan legítima como cualquier otra. Se puede ser virtuoso por capricho". El hombre del absurdo (l'homme absurd) puede adoptar varias formas. Una es la de Don Juan, que goza al máximo, mientras es capaz de gozarlas, cierto tipo de experiencias, aunque sabiendo que ninguna de ellas tiene significación última. Otra es la del que, reconociendo el sinsentido de la historia y la absoluta futilidad de la acción humana, se dedica empero, en su situación histórica, a una causa social o política. Otra forma es la del artista creador, que sabe de sobra que tanto él como sus creaciones están condenadas a la extinción y que, no obstante, consagra su vida a la producción artística. Y en La peste plantea Camus la cuestión de si es posible ser un santo ateo. El hombre del absurdo vive sin Dios. Pero de ello no se sigue, ni mucho menos, que no pueda dedicarse, autosacrificándose, al bienestar de sus semejantes. Y si lo hace así, sin ninguna esperanza de recompensa y consciente de que, a fin de cuentas, da lo mismo cómo actúe, demuestra la grandeza del hombre precisamente en este combinar el reconocimiento de lo fútil de sus acciones con el vivir sacrificándose y amando. Es posible ser un santo sin ilusión, sin autoengañarse.

En lo de que el mundo y la historia humana carecen de sentido (esto es, de una meta y una finalidad dadas con independencia del hombre) Camus está sustancialmente de acuerdo con Sartre, aunque éste no insista tanto como aquél en el tema del “absurdo”. Pero Sartre no es la fuente de la suposición de Camus. Desde luego que, tratándose de un escritor tan original como Camus, no es concebible que se limitara a tomar en préstamo sus ideas de un predecesor. Pero es evidente que Nietzsche le influyó mucho. Camus estaba convencido de que Nietzsche había previsto certeramente el advenimiento y el auge del nihilismo; y, como el filósofo alemán, también él consideraba que el hombre es el único ser capaz de superar el nihilismo. Mas no por eso cabe calificar con propiedad a Camus de nietzscheano, pues a él le preocupó incesante y progresivamente la injusticia y la opresión en la sociedad humana de un modo que no le importó a Nietzsche. En efecto, aunque Camus no dejó nunca de creer "que este mundo carece de sentido último", insistió cada vez más en la revuelta contra la injusticia, la opresión y la crueldad antes que en la rebeldía contra la condición humana en cuanto tal. Y llegó a convencerse de que el sentimiento del absurdo, tomado de por sí, puede ser utilizado para justificar cualquier cosa, incluso el asesinato. "Si no se cree en nada, si nada tiene sentido, si no podemos afirmar ningún valor, cualquier cosa puede permitirse y nada es importante. [...] Se es libre para encender hornos crematorios o para dedicar la vida a cuidar leprosos". De hecho, la revuelta presupone la afirmación de unos valores. Claro que son creación del hombre. Pero esto no quita que, si me rebelo contra lo opresión o la injusticia, afirmo los valores de la libertad y la justicia. En otras palabras, con Camus el absurdo cósmico tiende, por así decirlo, a retirarse hacia el fondo, y pasa al primer plano un idealismo moral que no propugna la formación de una élite, de una aristocracia de hombres superiores a expensas del rebaño, sino que insiste en que ha de haber para todos libertad y justicia, una libertad y una justicia auténticas y no esclavitud u opresión que se enmascaren con tan prestigiosos nombres.

Camus no fue un admirador de la sociedad burguesa. Pero llegó a comprender muy bien que la rebeldía contra el orden establecido puede degenerar en imposición de esclavitud. "El terrible evento del siglo XX fue el abandono de los valores de la libertad por el movimiento revolucionario, la gradual retirada del socialismo basado en la libertad ante los ataques de un socialismo cesarista y militarista." El hombre no puede representar el papel de espectador de todo el conjunto de la historia, y ninguna empresa histórica puede ser más que un riesgo o una aventura a la que quepa atribuir algún grado de justificación racional. Por consiguiente no es legítimo aducir ninguna empresa histórica para justificar "el exceso de una posición tiránica y absolutista". Así, no se justifica el matar y oprimir en nombre del movimiento de la historia o de un paraíso terrenal que haya de alcanzarse en un impreciso futuro. Si el nihilismo absoluto puede servir para justificar cualquier cosa, también sirve para ello el racionalismo absoluto, en el que Dios es sustituido por la historia. Tocante a sus consecuencias, "en nada difieren las dos actitudes. Desde el momento en que se las acepta, la tierra se transforma en un desierto". Dejémonos de absolutos y volvamos a la moderación y a las limitaciones. "La libertad absoluta es el derecho del más fuerte a imponer su dominio", con lo cual se prolonga la injusticia. "La justicia absoluta se logra suprimiendo toda contradicción: así pues, destruye la libertad". Es en nombre de los seres humanos vivientes y no en el de la historia ni en el de una edad futura en el que se nos llama a rebelarnos contra la opresión y la injusticia actuales, dondequiera se hallen. "La auténtica generosidad de cara al futuro consiste en dar todo al presente"
 (pp 371-3).

(Los libros que se citan en el texto son: El mito de Sísifo, Calígula, Cartas a un amigo alemán y El hombre rebelde).

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jueves, 12 de octubre de 2023

ADELA CORTINA EN EL "PASSION FOR KNOWLEDGE"


Estas afirmaciones forman parte de lo que podríamos entender como la introducción al meollo de la conferencia que ofreció Adela Cortina el sábado, 7 de octubre, en el Festival Internacional de la Ciencia celebrado la semana:

  • Necesitamos el esfuerzo conjunto de todos los saberes (2' 50'').
  • Se ha establecido esa separación entre hechos y valores como si la ciencia no tuviera nada que ver con los valores (4' 15'').
  • No hay ni un solo conocimiento que sea neutral (4'40'').
  • El límite de la ciencia es el límite de la experiencia posible (5' 16'').
  • No solamente hay racionalidad en la ciencia (está hablando de las humanidades), sino que hay otro tipo de racionalidad, que es la racionalidad que tiene interés en la comprensión mutua, el interés en construir un nosotros (6' 45''). 
Creo que son suficientemente esclarecedoras para entender hacia dónde iba encaminada la ponencia y espero que resulten tan interesantes com para que os animéis a verla en toda su extensión. Las cuestiones que plantea la filósofa sobre hacia dónde vamos, hacia dónde queremos ir y quién decide sobre el camino que queremos tomar son absolutamente relevantes. A partir de ahí toma como elemento central de su reflexión la ética de la inteligencia artificial. Y no adelanto más, pero, por favor, llegad hasta la formulación kantiana del famoso imperativo categórico, la que se conoce como fórmula de la humanidad.

PS: La organización ha subido todas las ponencias (sin traducción, en idioma original) y están disponibles aquí.
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jueves, 20 de julio de 2023

MARCO AURELIO, MEDITACIONES

Traducción: Bach Pellicer.
Introducción: García Gual.
Texto
El tiempo de la vida humana, un punto; su sustancia, fluyente; su sensación, turbia; la composición del conjunto del cuerpo, fácilmente corruptible; su alma, una peonza; su fortuna, algo difícil de conjeturar; su fama, indescifrable. En pocas palabras: todo lo que pertenece al cuerpo, un río; sueño y vapor, lo que es propio del alma; la vida, guerra y estancia en tierra extraña; la fama póstuma, olvido. ¿Qué, pues, puede darnos compañía? Única y exclusivamente la filosofía. Y ésta consiste en preservar el guía (daímon, genio, divinidad) interior, exento de ultrajes y de daño, dueño de placeres y penas, sin hacer nada al azar, sin valerse de la mentira ni de la hipocresía, al margen de lo que otro haga o deje de hacer; más aún, aceptando lo que acontece y se le asigna, como procediendo de aquel lugar de donde él mismo ha venido. Y sobre todo, aguardando la muerte con pensamiento favorable, en la convicción de que ésta no es otra cosa que disolución de elementos de que está compuesto cada ser vivo. Y si para los mismos elementos nada temible hay en el hecho de que cada uno se transforme de continuo en otro, ¿por qué recelar de la transformación y disolución de todas las cosas? Pues esto es conforme a la naturaleza, y nada es malo si es conforme a la naturaleza (pp 68-69).

Tal vez si yo fuera estoico sería seguidor de las enseñanzas de Zenón de Citio y no de Marco Aurelio, pero reconozco que rumiar durante las tardes de verano los pensamientos del emperador filósofo me relaja e incluso me hace bien, a pesar de que no participe de su concepción ética ni crea en el destino. Pero me gusta mucho ir releyendo los subrayados, realizar acotaciones al margen como si pudiera entablar conversación con él y, especialmente, ir anotando todas aquellas frases que me gustan por su significado, trascendencia y expresividad. ¡Somos hijos de los clásicos, aunque no siempre seamos capaces de reconocerlo!

Marco Aurelio fue el penúltimo emperador de la dinastía de los Antoninos, tal vez el mejor período de la historia del imperio romano, si exceptuamos el que correspondió al mandato de su sucesor, Cómodo, un tipo caprichoso e inestable del que seguro que os acordáis gracias a la película Gladiator. 

Marco Aurelio no escribió sus Meditaciones en latín, sino en griego; y lo que más me gusta de ellas es que recogen de manera asistemática, como si fueran un diario, sus reflexiones en torno a la vida, la muerte, el mundo, el comportamiento ante las distintas situaciones de la vida; es decir, son muy fáciles de leer y resultan muy estimulantes para cualquier persona, independientemente de que se esté en la órbita del estoicismo o no. Leer a Marco Aurelio es como estar hablando serenamente con una persona próxima o amiga. Absolutamente asequible.

Os dejo alguna cita más para que debatáis con él, pero, sobre todo, para incitaros a su lectura:

Recuerda que cada uno vive exclusivamente el presente, el instante fugaz. Lo restante, o se ha vivido o es incierto (pp 77-78).

¿Contra quien te enojas? ¿Contra la ruindad de los hombres? Reconsidera este juicio: los seres racionales han nacido el uno para el otro, la tolerancia es parte de la justicia, sus errores son involuntarios (p 84).

Breve es la vida. El único fruto de la vida terrena es una piadosa disposición y actos útiles a la comunidad (p 122).

Mi ciudad y mi patria, en tanto que Antonino, es Roma, pero en tanto que hombre, el mundo (p 127).

Cuanto acontece a cada uno, importa al conjunto (p 127. ¿Fue quizás esta frase la que inspiró a John Donne la Meditación XVII, la de "ningún ser humano es una isla"?).

Ἔνδον σκάπτε, ἔνδον ἡ πηγὴ τοῦ ἀγαθοῦ καὶ ἀεὶ ἀναβλύεινδυναμένη, ἐὰν ἀεὶ σκάπτῃς (Esta la dejo en su idioma original, por la belleza de la grafía y como juego).

Muchas veces comete injusticia el que nada hace, no sólo el que hace algo (p 166).

Y así, decenas y decenas de inspiradoras frases que os harán disfrutar de estas Meditaciones.

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sábado, 1 de julio de 2023

EL CAPITAL EN LA ERA DEL ANTROPOCENO

Editorial
Por si alguien no lo sabe: desde hace algunos años parte de la comunidad científica ha propuesto cambiar el nombre de Holoceno (época geológica actual) por el de Antropoceno, o añadirlo a la sucesión (según las inclinaciones), pues consideran que lo más destacado de la época actual es el impacto de la especie humana sobre el medio natural. En el artículo de Wikipedia que está enlazado podéis leer un resumen de la discusión en torno al término.

Sin duda la elección del término tiene un carácter ideológico, como lo tiene el autor del libro, Kohei Saito, quien no engaña a nadie y deja bien clara cuál es su filiación en el debate político-social: 

Para saber hacia dónde nos debemos dirigir, es necesario explorar las causas primigenias del cambio climático. Y la causa fundamental no es otra cosa que el capitalismo. La razón es que el aumento de la emisión de dióxido de carbono comenzó en la Revolución Industrial; es decir, cuando el capitalismo inició en serio su andadura.  Poco después, un pensador reflexionó honda y acertadamente sobre el capital. Exacto, Karl Marx

Este libro analizará la relación entre el capital, la sociedad y la naturaleza, haciendo referencia, en distintos momentos, a El capital de Marx (p 12).

Esas pocas líneas del propio Saito en la introducción dejan bien claro cuál es el tema del libro. En realidad, no sería necesario ningún otro comentario, salvo indicar —más que nada por la pesada carga académica que la exégesis marxista ha ido dejeando a lo largo del siglo XX— que el libro se lee de corrido sin ninguna dificultad, muy lejos del lenguaje abstruso tan querido por la filosofía marxista. 

Pero sí hay algo más que comentar. Y no es un algo cualquiera, sino fundamental. Algo que nadie hasta ahora había percibido en los textos últimos de Marx, y que gracias a este coeditor de MEGA (Marx-Engels-Gesamtausgabe) vamos a poder saber: Marx era ecologista y decrecentista. Tal cual. Solo es necesario leer con atención la Crítica del Programa de Gotha y la esencial Carta a Zasúlich.

Y no, no estoy utilizando la ironía. Lo dice él: Es cierto que Marx no dejó plasmada en ningún sitio la imagen del comunismo decrecentista (...) esta es una imagen de Marx que nadie había advertido antes (...) La "Carta a Zasúlich", escrita en el ocaso de su vida, es el testamento indispensable de Marx para que nosotros sobrevivamos al Antropoceno (pp 170-1; el subrayado es mío. De la Carta se infiere el pensamiento ecologista).

No hay nada como pertenecer a un equipo para verlo todo desde ese prisma. Y si no ganamos el partido es porque el árbitro pita en contra nuestra. Desde luego, el libro tiene todos los ingredientes para convertirse en un superventas. En Japón ya lo es.

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lunes, 12 de junio de 2023

NATURALEZA, Ralph Waldo Emerson

Ejemplar de la Biblioteca Central
De este hermoso libro publicado por Nórdica me interesa sobre todo esa admiración por la belleza natural, la pasión por defender la naturaleza como uno de los bienes más altos de cuantos los seres humanos podemos disfrutar, no esa doctrina de la que participaba el trascendentalismo de Bronson, BrownsonFuller, Alcott —Mujercitas—, Thoreau —Walden— y Emerson, deudora del idealismo romántico alemán que daba en subrayar la unidad espiritual del mundo. De hecho, en mi opinión, lo más interesante del trascendentalismo de Nueva Inglaterra fue el movimiento social que originó y las posiciones progresistas con respecto a la abolición de la esclavitud y la emancipación de la mujer. 

De la Introducción:

La nuestra es una época retrospectiva. Erige los sepulcros de los padres. Escribe biografías, historias y críticas. Las generaciones precedentes miraban a Dios y a la naturaleza cara a cara, nosotros lo hacemos con sus ojos. ¿Por qué no podemos disfrutar nosotros de una relación original con el universo? ¿Por qué no tener una poesía y una filosofía fruto del entendimiento y no de la tradición, y una religión que nos haya sido revelada en lugar de la historia de la suya? Amparados durante un tiempo por el seno de la naturaleza, cuyos aluviones de vida nos rodean y nos atraviesan, y que con las fuerzas que nos confieren nos invitan a una acción proporcional, ¿por qué hemos de andar a tientas entre los resecos huesos del pasado, o empujar a la generación actual a una mascarada de ropajes descoloridos? El sol también brilla hoy. Tenemos más lana y lino en los campos. Tenemos nuevas tierras, nuevos hombres, nuevas ideas. Exijamos nuestras propias obras, leyes y devociones (p. 17).

Naturaleza, en su sentido habitual, se refiere a las esencias no modificadas por el hombre: el espacio, el aire, el río, la hoja del árbol. Arte se aplica a una combinación de su voluntad y de esas mismas cosas, como una casa, un canal, una estatua, una pintura. Pero sus operaciones consideradas en conjunto son tan insignificantes —un poco de desmenuzar, hornear, remendar y lavar— que en una impresión tan grandiosa como la que el mundo produce en la mente humana estas no modifican el resultado (p. 19).

Parte importante de la edición son las hermosas acuarelas de Eugenia Ábalos, que intensifican la belleza del libro.

La traducción es de Andrés Catalán.

Incluye una docena de poemas

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jueves, 8 de junio de 2023

EL MEJOR DE LOS MUNDOS POSIBLES, Leibniz

Librería con algún ejemplar.
Traducción: Patricio Azcárate.
En otro tiempo no me hubiera molestado en dedicarle a Leibniz y su argumento acerca del mejor de los mundos posibles ni una línea. Creo que los muchos años transcurridos desde que me regalaron este ejemplar (cuando lo hicieron, la edición ya era más que una rareza, es de ¡1946!), la mayor capacidad para aceptar lecturas alejadas de mis intereses y opiniones, y el hecho de que el libro haya sobrevivido sin deshacerse literalmente entre mis manos, me hacen mirar estos dos parágrafos de la primera parte casi con ternura. 

Por cierto, aunque Leibniz fue un prolífico escritor que cultivó todos los saberes —¿es necesario recordar su descubrimiento del cálculo infinitesimal y la polémica sobre la cuestión de quién fue primero, si él o Newton?—, solamente publicó en vida esta Teodicea, lo demás fue apareciendo con posterioridad a su muerte, y la mayor parte durante el siglo XX. 

Hala, leed con atención:

§ 7. Dios es la primera razón de las cosas, porque las que son limitadas, como todo lo que vemos y experimentamos, son contingentes, y nada hay en ellas que haga necesaria su existencia; siendo muy claro que el tiempo, el espacio y la materia, homogéneos y uniformes en sí mismos e indiferentes a todo, podían muy bien recibir cualesquiera otros movimientos y figuras y en un orden distinto. Por consiguiente, es preciso buscar la razón de la existencia del mundo, que es el conjunto todo de las cosas contingentes y es necesario buscarla en la sustancia que tenga en sí misma la razón de su propia existencia y que sea por lo mismo necesaria y eterna. Es preciso también que esta causa sea inteligente; porque siendo contingente este mundo que existe, y siendo igualmente posibles una infinidad de otros mundos, y aspirantes también a la existencia, por decirlo así, lo mismo que aquél, es imprescindible que la causa del mundo haya tenido en cuenta o consideración todos estos mundos posibles al determinar uno. Y esta consideración o relación de una sustancia existente respecto a las simples posibilidades, no puede ser otra cosa que el entendimiento en que se dan las ideas de todas ellas, y el determinar la existencia de una, no significa otra cosa que el acto de la voluntad que escoge; y el poder de esta sustancia es el que hace que esa voluntad sea eficaz. El poder se encamina al ser, la sabiduría o el entendimiento a lo verdadero, y la voluntad al bien. Y esta causa inteligente debe ser infinita en todos conceptos, y absolutamente perfecta en poder, en sabiduría y en bondad, puesto que alcanza a todo lo que es posible. Y como todo se liga, no da lugar a admitir más que una. Su entendimiento es él origen de las esencias, y su voluntad es el origen de las existencias. He aquí en pocas palabras la prueba de un Dios único con sus perfecciones, y por su medio el origen de las cosas. 

§ 8. Ahora bien: esta suprema sabiduría, unida a una bondad no menos infinita que ella, no ha podido menos de escoger lo mejor; porque como un mal menor es una especie de bien, lo mismo que un menor bien es una especie de mal si sirve de obstáculo a un bien mayor, habría algo que corregir en las acciones de Dios, si hubiera medio de hacer cosa mejor. Y así como en matemáticas cuando no hay máximo ni mínimo, nada distinto, todo se hace de una manera igual, o cuando esto no puede hacerse, no se hace nada absolutamente, lo mismo puede decirse, respecto de la perfecta sabiduría que no es menos precisa que las matemáticas, que si no hubiera habido lo mejor (optimum) entre todos los mundos posibles, Dios no hubiera producido ninguno. Llamo mundo a toda la serie y colección de todas las cosas existentes, para que no se diga que podrían existir muchos mundos en diferentes tiempos y en diferentes lugares; porque sería preciso contarlos todos a la vez como un mundo, o si se quiere, como un universo. Y aun cuando se llenaran todos los tiempos y todos los lugares, siempre resultaría que se les habría podido llenar de una infinidad de maneras, y que hay una infinidad de mundos posibles, de los cuales es imprescindible que Dios haya escogido el mejor, puesto que nada hace que no sea conforme a la suprema razón.

A quien haya sufrido un poquito con la lectura de estas líneas le recomiendo vivamente el capítulo que B. Russell dedica al filósofo alemán en la Historia de la filosofía occidental, página 580 de este pdf.

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lunes, 5 de junio de 2023

LOA A LA TIERRA, Byung-Chul Han

Ejemplar del KM
Traducción: Alberto Ciria
De Byung-Chul Han, filósofo creyente, anticapitalista, nacido en Seúl y residente en Berlín desde hace bastantes años, he leído un par de libros. Esta Loa a la Tierra, la tenía apuntada hace tiempo para leerla y este fin de semana he podido dar buena cuenta de ella.

Comparto con Han la atracción por la naturaleza, la inclinación a refugiarme en el silencio y la fascinación por esos seres extraordinariamente delicados y profundamente bellos a los que llamamos flores. De esta Loa me gustan especialmente las reflexiones que acompañan a las descripciones de cada una de las plantas que cuidó durante tres años en su jardín ¿arrendado?, los textos generalmente poéticos que las acompañan —Hölderlin es el más citado—, y ese paseo por el tiempo, ineludible en un libro que tiene necesariamente la sucesión de estaciones como columna vertebral. También me gustan mucho las magníficas ilustraciones de Isabella Gresser.

En su obra Amor y conocimiento —tengo que leerlo—, Max Scheler señala que, "de un forma extraña y misteriosa", san Agustín atribuye a las plantas la necesidad "de que los hombres las contemplen, como si gracias a un conocimiento de su ser al que el amor guía ellas experimentaran algo análogo a la rendención. El conocimiento no es una ganancia, o al menos no es mi ganancia, ni es mi redención, sino la redención de lo distinto. El conocimiento es amor. La mirada amorosa, el conocimiento al que el amor guía redime a la flor de su carencia ontológica. el jardían es, por tanto, un lugar de redención (p 27). 

Este párrafo, en cambio, es un buen ejemplo de lo que en el texto me gusta y de lo que no comparto con el autor. El conocimiento, efectivamente, puede implicar amor; pero no siempre, ni mucho menos. Lo mismo que el conocimiento puede ser en muchas ocasiones una ganancia y estar esta ganancia en las antípodas de lo que podemos entender como ganancia en un sentido capitalista. Comparto, ya lo he dicho, la atracción por la naturaleza, pero no el resto de características románticas que recorren todo el texto. El famoso verso de Keats puede ser hermosísimo —La belleza es verdad y la verdad, belleza, pero no verdadero. Hay verdades que pueden helar el corazón, lo mismo que hay bellezas absolutamente falsas. La metafísica idealista no creo que ayude ni a entender el mundo ni a entendernos a nosotros mismos ni entre nosotros. 

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jueves, 30 de marzo de 2023

HUMANO, MÁS HUMANO, Josep Mª Esquirol

Ejemplar del KM
Josep Maria Esquirol

Humano, más humano. Una antropología de la herida infinita

Acantilado


El cuidado pide repetición. Mientras que cierto intelectualismo busca sólo la novedad, el corazón quiere, sobre todo, repetir. Y lo herido es el corazón. 

Filosofía sin lujo. Sólo con los víveres imprescindibles. Pocos, porque el lujo nunca es buena cosa. Y a buen seguro, la paciencia del pensamiento no se aviene con él. El pensar sólo necesita calidez en el campo base. Pero nada de opulencia ni de despilfarro. Filosofía sin lujo, porque las sobredosis discursivas son siempre inconvenientes, ridículas o peligrosas. Tener un poco de confianza, a veces, es mejor que tener, superficial o dogmáticamente, mucha.

La filosofía debe ser intrínsecamente pobre. La lujosa es demasiado obesa o demasiado fría o demasiado pretenciosa o demasiado aparentemente cínica.

Una filosofía sin lujo sabe, básicamente, dos cosas. Primera: que poco es mucho. Segunda: que debe estar al servicio del actuar y del orientarse. Que la reflexión sobre la vida debe intensificar la vida. Y que la reflexión sobre el mal debe contribuir a combatirlo. Que la buena teoría debe ser, en sí misma, gesto y acción.

Estos son algunos párrafos sacados del primer capítulo del libro. Podéis leer estas citas contextualizadas porque el primer capítulo lo ha hecho público la editorial. 

No conocía al autor. La lectura de este Humano, más humano lo ha convertido en uno de mis pensadores vivos imprescindibles. Desde él salté a La penúltima bondad. Otro magnífico hallazgo. Ahora estoy con La resistencia íntima. Me estoy convirtiendo en un esquiroldependiente y en un entusiasta de su "filosofía de la proximidad".

Para quienes llevan mal lo del negro sobre blanco por la razón que sea, esta entrevista en el programa Aprendemos juntos puede ofrecer un buen acercamiento a su obra y su pensamiento.


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sábado, 4 de febrero de 2023

BERKELEY

Editorial
Berkeley pertenece a esa clase de filósofos que dan mala fama a la fiolosofía. Cuando se lee por primera vez su obra se piensa que es absurda. Y es verdad, lo es. La filosofía de Berkeley niega la existencia de la materia. Según él, no existe el mundo real (Berkeley en 90 minutos. Paul Strathern). 

Me encanta este párrafo porque recoge muy bien la perplejidad que se puede sentir después de una primera y rápida lectura de la obra de Berkeley. También porque aparece enunciado sin miramientos el núcleo central de su pensamiento: el inmaterialismo. Y todo eso sabiendo que es uno de los tres principales representantes del empirismo inglés.

En su Ensayo de una teoría de la visión (1707) Berkeley llega a la conclusión  de que no existe un espacio objetivo en sí. Aprendemos mediante la experiencia a interpretar las correspondencias entre la información (sensaciones) que nos da la vista y el tacto. Berkeley, además, no comprende lo que es una idea abstracta, la niega. Si digo "libro" lo que hago es producir una imagen concreta sonora. Existen muchos libros, cada cual con sus características concretas, pero no la idea abstracta libro. Por tanto, toda idea abstracta es ilegítima. La realidad de los objetos es la de ser percibidos —esse est percipi: ser es ser percibido—. De ahí surge la clásica pregunta sobre si existe o no el objeto que no veo. ¿Si dejo de verlo, deja de existir?

Todas estas ideas las desarrollaba de manera más sistemática y abstracta (que Berkeley me perdone) en el Tratado sobre sobre los principios del conocimiento humano (1710). Desde luego, mi libro seguía existiendo aunque yo no lo volviera a ver durante muchos años. ¿Cómo? Bueno, mejor que la respuesta del filósofo irlandés os dejo la de Ronald Knox que, además, la ofreció en verso:


Había un joven que decía: "A Dios
debe de parecerle muy extraño
si ve que este árbol
continúa existiendo
cuando no hay nadie en el patio".

RESPUESTA

Querido joven:
Su asombro es singular.
Yo estoy siempre en el patio,
y por eso es por lo que el árbol
continúa existiendo,
puesto que es observado por
Su afectísimo,

                   Dios

 Para Berkeley la apariencia es lo que constituye la realidad. Existe lo que vemos y tocamos. Él rechaza todas las abstracciones de físicos y matemáticos. Y rechaza el tiempo abstracto, homogéneo y mensurable. Seguramente la inmensa mayoría de los románticos estarían de acuerdo con él, así como más de un físico. ¿Es necesario recordar la afirmación de John Wheeler cuando escribió ningún fenómeno es un fenómeno real hasta que es un fenómeno observado (las cursivas son suyas)?

Los Tres diálogos entre Hilas y Filonús están aquí porque fue uno de los primeros libros de filosofía que leí y, sobre todo, porque es la forma más sencilla de acceder al pensamiento del obispo empirista. Mientras que las dos obras citadas anteriormente pueden resultar más difíciles y aburridas para esa abstracción a la que voy a llamar lector medio no acostumbrado, los Diálogos, escritos bajo el modelo de los de Platón, resultan mucho más entretenidos y asequibles. Para perder el miedo a leer filosofía.

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lunes, 16 de enero de 2023

BYRON, RUSSELL Y LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA

Desde el verano pasado ando releyendo algunos textos de y sobre Byron, recopilando otros, cotejando traducciones y poniendo en orden la carpeta sobre el más satánico, rebelde y emblemático romántico inglés. Como la tarde de ayer estuve entretenido en esa tarea, volví a encontrarme con el capítulo que Bertrand Russell dedica a su compatriota en la ya clásica Historia de la filosofía occidental. En ella se explica por qué el autor del Don Juan figura en una historia del pensamiento y la diferente estima que se le tiene en el continente y en las islas británicas. La cita es un poco larga, pero merece la pena (los subrayados son míos):

El siglo XIX, en comparación con el presente, aparece racional, progresivo y satisfecho; sin embargo, las cualidades opuestas de nuestro tiempo las poseyeron muchos de los hombres más notables durante la época del optimismo liberal. Cuando consideramos los hombres, no como artistas o descubridores, ni como simpáticos o antipáticos para nuestro gusto, sino como fuerzas, como causas de cambios en la estructura social, en los juicios de valor o en la actitud intelectual, encontramos que el curso de los acontecimientos en los tiempos recientes ha exigido mucho reajuste en nuestras apreciaciones, haciendo que muchos hombres sean menos importantes de lo que habían parecido y otros mucho más. Entre aquellos cuya importancia es mayor de lo que parecía, Byron merece un alto lugar. En el continente, tal opinión no parecerá sorprendente, pero en el mundo de habla inglesa puede considerarse extraña. Fue en el continente donde Byron tuvo influencia y no es en Inglaterra donde ha de buscarse su progenie espiritual. Para muchos de nosotros, sus versos parecen con frecuencia pobres y su sentimiento a menudo chillón, mas en el extranjero, su manera de sentir y su actitud ante la vida se transmitieron y desarrollaron hasta tener tal difusión que fueron factores de los grandes acontecimientos. 

El rebelde aristócrata, cuyo modelo fue Byron en su tiempo, es un tipo muy diferente del cabecilla de una sublevación campesina o proletaria. Los que tienen hambre no necesitan una filosofía complicada para estimular o excusar el descontento, y todo lo de esta especie les parece simplemente un entretenimiento del rico perezoso. Ellos quieren lo que otros tienen, no un bien metafísico e intangible. Aunque pueden predicar el amor cristiano, como los rebeldes comunistas medievales, sus verdaderas razones para hacerlo son muy simples: la falta de este amor en el rico y poderoso causa los sufrimientos del pobre, y la presencia de este amor entre los compañeros de rebelión se considera esencial para el éxito. Pero la experiencia de la lucha lleva a desesperar del poder del amor, quedando el odio puro como fuerza impulsora. Un rebelde de este tipo, si, como Marx, inventa una filosofía, inventa una solamente destinada a demostrar la victoria final de su partido, no una filosofía interesada por los valores. Sus valores siguen siendo primitivos: lo bueno es tener bastante que comer, lo demás son palabras. Ningún hombre hambriento es probable que hable de otro modo.

El rebelde aristócrata, como tiene bastante que comer, tiene que tener otras causas de descontento. No incluyo entre los rebeldes los simples cabecillas de las facciones que se hallan temporalmente fuera del Poder; sólo incluyo a los hombres cuya filosofía requiere algún cambio mayor que su propio éxito personal. Puede ser que el afán de poder sea la fuente subterránea de su descontento, pero en su pensamiento consciente hay una crítica del Gobierno del mundo que, cuando es bastante profunda, adopta la forma de una autoafirmación cósmica de tipo titánico o, en los que conservan alguna superstición, de satanismo. Ambos se han de encontrar en Byron. Ambos, debido en gran parte a hombres en quienes influyó, se hicieron frecuentes en grandes sectores de la sociedad que difícilmente podía considerarse aristocrática. La filosofía aristocrática de la rebelión, creciendo, desarrollándose y cambiando al aproximarse a la madurez, ha inspirado una larga serie de movimientos revolucionarios, desde los carbonarios, después de la caída de Napoleón, hasta el golpe de Hitler en 1933; y en cada etapa ha inspirado una correspondiente manera de pensar y de sentir entre los intelectuales y artistas.

Aprovecho la entrada para dejar la conferencia que impartió Dámaso López García en la Fundación Juan March el 19 de noviembre de 2009, y lamentar profundamente que ocupe toda la hora para hablar de la persona y del personaje Byron, pero ni una sola mención sobre las cualidades literarias de la obra del poeta inglés, cosa que sí hizo T.S. Eliot en el ensayo que cita tan sesgadamente el profesor López García. Se puede leer en La aventura sin fin. No os llevará más de media hora.

Y una bibliografía mínima de obras de Byron en castellano:

  • Diarios. Alamut. 2008.
  • Poemas escogidos. Visor. 2007.
  • Débil es la carne: correspondencia veneciana (1816-1819). Tusquets. 1999.
  • Mazeppa. Visor. 1998.
  • Don Juan. Tomos I y II. Cátedra. 1994.
  • Poemas satánicos. Manfred y Caín. Akal, 2021.
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lunes, 9 de enero de 2023

HEGEL POETA

Librerías que tienen ejemplares.
ELEUSIS

         
 A Hölderlin (agosto 1796)

En torno a mí, dentro de mí la calma habita —los atareados
con su incansable ansia duermen, proporcionándome la libertad
y el ocio—, gracias a ti, liberadora mía,
¡oh noche! Con tu blanco cendal de neblina
cubre la luna la frontera incierta
de las lomas lejanas; amablemente me llama
la clara franja de aquél lago;
se aleja el recuerdo del tumulto monótono del día,
como si hubiera años de distancia entre él y el ahora.
Y tu imagen, querido, se presenta a mí; tu imagen
y el placer de los días que han huido, aunque pronto los borra
la dulce espera de volver a vernos…
Se me presenta la escena del abrazo
anhelado, fogoso; más tarde las preguntas, el interrogatorio
más profundo, recíproco,
tras cuanto en actitud, en expresión y carácter
el tiempo haya cambiado en el amigo… placer de la certeza
hallar más firme, más madura aún la lealtad de la vieja alianza,
alianza sin sellos ni promesas
de vivir solamente por la libre verdad y nunca, nunca,
en paz con el precepto que opiniones y afectos reglamenta.
Ahora con la inerte realidad pacta el deseo
que atravesando montes y ríos fácilmente hacia ti me llevó,
pero pronto un suspiro lanza su desacuerdo
y con él huye el sueño de dulces fantasías.

Mi vista hacia la eterna bóveda celestial se alza,
hacia vosotros, ¡astros radiantes de la noche!,
y el olvido de todo, deseos y esperanzas,
de vuestra eternidad fluye y desciende.

(El sentir se diluye en la contemplación;
lo que llamaba mío ya no existe;
hundo mi yo en lo inconmensurable,
soy en ello, todo soy, soy sólo ello.
Regresa el pensamiento, al que extraña
y asusta el infinito, y en su asombro no capta
esta visión en su profundidad.
La fantasía acerca a los sentidos lo eterno
y lo enlaza con formas)…
¡bienvenidos seáis,
oh elevados espíritus, altas sombras,
fuentes de perfección resplandecientes!
No me asusta… Yo siento que es mi patria también
el éter, el fervor, el brillo que os baña.
¡Que salten y abran ahora mismo las puertas de tu santuario,
oh Ceres que reinaste en Eleusis!
Borracho de entusiasmo captaría yo ahora
visiones de tu entorno,
comprendería tus revelaciones,
sabría interpretar de tus imágenes el sentido elevado,
oiría los himnos del banquete divino,
sus altos juicios y consejos…

Pero tu estruendo ha enmudecido, ¡oh Diosa!
Los dioses han huido de altares consagrados
y se han vuelto al Olimpo;
¡huyó del profano sepulcro de los hombres
de la inocencia el genio, que aquí les encantaba!…
Tus sabios sacerdotes callaron; de tus sagrados ritos
no llegó hasta nosotros tono alguno… En vano busca
el investigador, más por curiosidad que por amor,
a la sabiduría (tal hay en los que buscan y a Ti te menosprecian)…

¡Por dominarlas cavan en busca de palabras
que conserven la huella de tu excelso sentido!
¡En vano! Sólo atrapan polvo, polvo y ceniza
en las que no retorna nunca jamás tu vida.
¡Aunque lo inanimado y el moho las contentan
a los eternos muertos!…, ¡los muy sobrios!…, en balde…,
no hay señal de tus fiestas ni huella de tu imagen.
Era para tu hijo tan abundante en altas enseñanzas tu culto,
tan sagrada la hondura del sentimiento inexpresable,
que no creyó dignos de ellos secos signos.
Pues casi no era el pensamiento, aunque sí el alma,
que sin tiempo ni espacio, absorta en el pensar de lo infinito
se olvidó de sí misma y se despierta ahora de nuevo a la conciencia.
Pero quien de ello quiera hablar a otros,
aún con lengua de ángel, sentirá en las palabras su miseria.
Y le horroriza tanto haberlas empleado en empequeñecerlo
al pensar lo sagrado, que el habla le parece pecado
y en vivo se clausura así mismo la boca.
Lo que así el consagrado se prohibió a sí mismo, una ley sabia
prohibió a los más pobres espíritus hacer saber
cuanto vieran, oyeran o sintieran en la noche sagrada:
para que a los mejores su estrépito abusivo
no molestara en su recogimiento ni en su hueco negocio de palabras
les llevara a enojarse con lo sagrado mismo, y para que éste
no fuera así arrojado entre inmundicias, para que nunca
se confiara a la memoria, ni tampoco
fuera juguete ni mercancía del sofista
vendida igual que un óbolo,
ni manto del farsante redicho, ni tampoco
férula del muchacho piadoso, y tan vacío
quedara al fin que solamente en un eco extrañas lenguas
siguieran conservando raíces de su vida.
Porque tus hijos, Diosa, no exhibieron
por calles y por plazas tu honor, sino que avaros
en el santuario de su pecho lo guardaban.
Por eso no vivías tú en su boca.
Te honraban con su vida. Aún vives en sus hechos.
¡También en esta noche te he escuchado, divinidad sagrada,
a ti, que me revelas a menudo la vida de tus hijos;
a ti, que yo presiento que a menudo eres el alma de sus hechos!
Eres el alto pensamiento, la fe sincera,
que una Deidad, aunque todo se hunda, nunca se desmorona.


G. W. F. Hegel, Escritos de Juventud, Fondo de Cultura Económica, 1978, pp 213-5.

Tal vez resulte sorprendente la escritura poética en Hegel. Acaso, también el contenido de este poema. Como ya de por sí me resulta extraordinariamente larga la entrada, no voy a agregar yo ningún comentario, pero ofrezco dos itinerarios —vía enlaces— para quienes deseen rebuscar en el sentido de las palabras de uno de los miembros de la Iglesia invisible

-La ponencia de Valerio Rocco Lozano, Contra la nostalgia. Hegel huyendo de Hölderlin.

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