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viernes, 15 de noviembre de 2019

ERRI DE LUCA EN LA BIBLIOTECA CBA

Editorial
La poesía de Erri de Luca es hija del compromiso del autor con su tiempo y su ideología. Es una poesía directa, sin retórica, despojada de adornos, asequible a todo el mundo y tenemos la suerte de que está reunida en un solo volumen fácilmente encontrable en cualquier librería. Eso sí, hay muy poca presencia de ella en internet y, cuando aparece, lo hace en número muy escaso, dos o tres poemas. Así pues, acudid a las bibliotecas o encargadla en las librerías. En la sesión de diciembre leeremos directamente del libro.


RÍOS DE GUERRA



Iban los viejos a las fuentes

y las mujeres con cubos a lo largo del río

mientras el aire silbaba de proyectiles y esquirlas,

la banda musical de los asedios, junto a las sirenas.

Danubio, Sava, Drina, Neretva, Miljacka, Bosna

son los últimos ríos añadidos a las guerras del siglo veinte,

los ejércitos mordían sus orillas, derribaban sus puentes,

luces de ciudad, Chaplin, las luces de aquellas ciudades

estaban todas apagadas.

Alrededor, Europa prosperaba ilesa.

Otras madres arrodilladas acudían a las orillas,

después de que el Volga detuviera en Stalingrado al sexto ejército de Von Paulus

y lo hiciera retroceder y lo persiguiera hasta el último puente sobre el Esprea,

ahogando Berlín.

Las aguas de Europa todavía reflejan incendios.

El deshielo del Vístula iluminado por el hambre del gueto:

no fue bastante para el siglo veinte.

El agua en Europa vuelve a costar su equivalente en sangre.


                              

                                  De Obra sobre el agua, 2002.





CON LA AYUDA DE HÖLDERLIN


El mes de mayo del noventa y nueve

los belgradenses se hacían los astrónomos

y escrutaban el cielo.

El suelo explotaba, temblaban las piedras

más aún que los viejos, los perros o los niños.

Las bombas de grafito habían cortado la electricidad,

en la oscuridad la fraternidad aumentaba.

«Donde existe el peligro, crece

también aquello que puede salvarnos.»

(Wo aber Gefahr ist, wächst / das Rettende auch.)

El poeta no estaba en Belgrado aquel mes de mayo,

estaba muerto desde hacía siglo y medio,

pero sus páginas sí, se encontraban en mis bolsillos

como arma antiaérea, como salvoconducto.

En la guerra las palabras de los poetas protegen la vida

junto a las plegarias de una madre.

En una guerra los huérfanos y quienes no tienen un libro

están al descubierto.


                    De Sólo ida. Líneas que regresan con demasiada frecuencia, 2005.



lunes, 8 de octubre de 2012

GEORG TRAKL, 2





Trakl es el poeta escéptico, trágico, nihilista y genial que el círculo austriaco de comienzos del siglo XX nos ha dejado para siempre. De él dijo WittgensteinNo lo entiendo, pero sé que es genial.


Georg Trakl asimila la poesía de Hölderlin y de Rimbaud, hace suya buena parte de la filosofía de Nietzsche, y se adentra en el expresionismo. Fruto de todo ello, más su peculiar manera de estar en la vida y la experiencia de la Primera Guerra Mundial, será esa poesía tan desgarrada y singular.



CERCANÍA DE LA MUERTE

Oh la tarde que va a las lúgubres aldeas de la infancia.
El estanque bajo los sauces
se llena con los apestados suspiros de la melancolía.

Oh el bosque que baja en silencio los ojos castaños,
cuando de las manos óseas del solitario
declina la púrpura de sus días de arrobo.

Oh la cercanía de la muerte. Oremos.
Esta noche se deslazan sobre tibios cojines
amarillentos de incienso los lánguidos miembros de los amantes.

Traducción de J. L. Reina Palazón

sábado, 9 de julio de 2022

LA BELLEZA Y LA FELICIDAD ("A thing of beauty is a joy for ever")

Solemos asociar, y en muchos casos es así, la poesía de la época romántica con el amor pasional e intempestivo, la ruptura con las normas sociales, el coqueteo con lo fúnebre, el suicidio y la muerte, en una palabra con lo exaltado. 

Nadie pondrá en duda ahora que Keats (1795-1821) es precisamente uno de los más altos valores de la poesía romántica, por hallazgos poéticos, por intensidad expresiva y hasta por biografía. 

Escribió el largo poema Endimión cuando tan solo contaba con 22 años. Su comienzo me resulta fascinante por su belleza, pero también porque resulta increíble que alguien tan joven pueda escribir esa poesía celebrativa, de exaltación de la vida, más propia de espíritus menos románticos y mucho más maduros. 

(Libro I, primeros versos).

Alegrías eternas son las cosas bellas:
nunca conecerán la muerte
con su encanto elevado y serán para nosotros
tranquilas enramadas y formas de dormir
con los más dulces sueños
entre suaves latidos de un dulce bienestar.
Por eso guirnaldas florecidas
todas la mañanas
nos unen a la tierra,
a pesar del desánimo, de la inhumana escasez
de nobles criaturas, de los días sombríos,
de los insalubres y tenebrosos caminos
que tenemos que recorrer: sí, a pesar de esas sombras,
retiran el negro velo de nuestro negro espíritu
figuras hermosas como el sol y la luna,
y los viejos árboles y nuevos que dan benditas sombras
a las simples ovejas; y los narcisos
de todo el mundo verde del que son habitantes;
y los claros arroyos que frescos matorrales
contra el calor tórrido para ellos mismos
alzan; y los helechos en la fronda del bosque
donde las rosas almizcleñas esparcen su esplendor;
y los grandiosos destinos
que hemos imaginado para los soberanos muertos;
y las hermosas leyendas que nos han relatado
o que hemos leído: inteminables fuentes
de inmortales bebidas que nos regala
el cielo.
Y no sentimos todas esas esencias
sólo por una hora; no: así como a los árboles
que susurran alrededor de un templo los queremos
tanto como al mismo tempo, así también la luna,
la apasionada poesía, las glorias infinitas
nos persiguen hasta convertirse en prometedoras luces
dentro de nuestra alma, y se nos pegan tanto
que, brille el sol o se nuble el cielo,
siempre estarán con nosotros, o, si no, moriremos.

Traducción: Ángel Rupérez.

Me permito partir de Hölderlin y realizar una afirmación tal vez más cauta, pero no menos intensa: la belleza, en su perdurabilidad, nos permite el goce de la existencia. 
***

Путин, немедленно останови войну!

jueves, 13 de julio de 2017

LA SOLEDAD DE UN CUERPO ACOSTUMBRADO A LA HERIDA

Hay quien opina que la poesía debe expresar solo el dolor, la pérdida. Conozco incluso algunas personas que solamente leen poesía si saben que van a estar sumergidas en el llanto. La poesía, ciertamente, es un género singular que tiene el don de los afectos y se hace minoritaria cuando trastea con las notas de la racionalidad, por más leña que eche al fuego carnal de las palabras. Eso explica que en el imaginario colectivo popular romanticismo y poesía sean términos equivalentes. 

La edad también tiene algo que ver. No es extraño que comencemos a leer poesía de la mano de Bécquer, de Keats, de Hölderlin o de Leopardi. Lo raro sería que nuestras primeras lecturas fueran Horacio, Li Bai, Mallarmé o Eliot. Por eso mismo, tampoco es rara la hipérbole La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida en una persona tan joven. Lo extraño, tal vez, es la belleza del alejandrino. 

No voy a descubrir nada de las bondades de la escritura de Elvira Sastre, porque a pesar de su juventud es una poeta con cinco títulos publicados, que además cuenta con el apadrinaje de pesos pesados de la poesía española como Benjamín Prado y García Montero, y un hermosísimo prólogo sin hipérboles de Joan Margarit.

Sí diré que este es un poemario que gustará mucho a quienes anden abismados en los confines de la pérdida, a quienes gusten de la palabra limpia y a quienes aspiren a la ternura del desamor. 

EL DESIERTO DE MI ISLA

Soy una isla.

Todos quieren llegar,
traerse un libro,
algo de comida
y un amor.

Imaginan los árboles,
piensan en el mar que no se vacía,
son capaces de tumbarse sobre
mi arena
y dejarse ser por completo
porque es terriblemente sencillo:
en mí no existen los espejos,
cuido con esmero la contracción del paisaje,
acaricio el pasado y los errores ajenos,
marco el camino y no el tesoro
y me mantengo siempre estática,
sin hacer ruido, sin causar peligro,
esperando el golpe con las palmas abiertas.

Es fácil querer llegar.
Querer quedarse es igual de fácil
que ahogarse en una gota
de agua.

Es así: todos quieren llegar
y, sin embargo,
todos quieren irse
en el momento en el que llegan.

Quizá sea por el olor a polvo que me cubre,
por el viento que va dejando partes de mí
en cada trozo de tierra que piso
y me devuelve incompleta a la orilla,
por el cansancio de mis ojos
que siempre están en otra parte
o, quizá, porque nadie quiere vivir
en un lugar deshabitado.

Nadie quiere estar en una isla desierta
cuando se hace de noche.

Podéis escucharla recitando sus poemas en su canal de YouTube.

lunes, 5 de junio de 2023

LOA A LA TIERRA, Byung-Chul Han

Ejemplar del KM
Traducción: Alberto Ciria
De Byung-Chul Han, filósofo creyente, anticapitalista, nacido en Seúl y residente en Berlín desde hace bastantes años, he leído un par de libros. Esta Loa a la Tierra, la tenía apuntada hace tiempo para leerla y este fin de semana he podido dar buena cuenta de ella.

Comparto con Han la atracción por la naturaleza, la inclinación a refugiarme en el silencio y la fascinación por esos seres extraordinariamente delicados y profundamente bellos a los que llamamos flores. De esta Loa me gustan especialmente las reflexiones que acompañan a las descripciones de cada una de las plantas que cuidó durante tres años en su jardín ¿arrendado?, los textos generalmente poéticos que las acompañan —Hölderlin es el más citado—, y ese paseo por el tiempo, ineludible en un libro que tiene necesariamente la sucesión de estaciones como columna vertebral. También me gustan mucho las magníficas ilustraciones de Isabella Gresser.

En su obra Amor y conocimiento —tengo que leerlo—, Max Scheler señala que, "de un forma extraña y misteriosa", san Agustín atribuye a las plantas la necesidad "de que los hombres las contemplen, como si gracias a un conocimiento de su ser al que el amor guía ellas experimentaran algo análogo a la rendención. El conocimiento no es una ganancia, o al menos no es mi ganancia, ni es mi redención, sino la redención de lo distinto. El conocimiento es amor. La mirada amorosa, el conocimiento al que el amor guía redime a la flor de su carencia ontológica. el jardían es, por tanto, un lugar de redención (p 27). 

Este párrafo, en cambio, es un buen ejemplo de lo que en el texto me gusta y de lo que no comparto con el autor. El conocimiento, efectivamente, puede implicar amor; pero no siempre, ni mucho menos. Lo mismo que el conocimiento puede ser en muchas ocasiones una ganancia y estar esta ganancia en las antípodas de lo que podemos entender como ganancia en un sentido capitalista. Comparto, ya lo he dicho, la atracción por la naturaleza, pero no el resto de características románticas que recorren todo el texto. El famoso verso de Keats puede ser hermosísimo —La belleza es verdad y la verdad, belleza, pero no verdadero. Hay verdades que pueden helar el corazón, lo mismo que hay bellezas absolutamente falsas. La metafísica idealista no creo que ayude ni a entender el mundo ni a entendernos a nosotros mismos ni entre nosotros. 

***



martes, 21 de abril de 2020

CORONAVIRUS Y PAZ, por Juan Gutiérrez


He recibido esta reflexión sobre la situación que actualmente estamos viviendo de Juan Gutiérrez. Tal vez su extensión no la haga muy apropiada para un blog, pero el autor y la propia situación merecen el esfuerzo. Aquí la tenéis:

El coronavirus como salvador
(Ensayo improvisado de filosofía andante por cuatro vericuetos)

Hace 217 años un poeta filósofo alemán, FriedrichHölderlin, publicó un poema “Patmos” en el que había una frase que ha pasado a la posteridad “Wo aber Gefahr ist, wächst das Rettende auch” que en español significa: “Donde hay peligro crece también lo salvador”. Desde hace tiempo me ha fascinado esa sentencia y me pregunto si tiene algo de profético —esperanzador en referencia a peligros del futuro—, pero año tras año voy dejando esa pregunta quieta, dormida, sin tratar de responderla.

Primer vericueto
Sin embargo, desde hace un par de semanas, ya en tiempo de la pandemia en que el coronavirus nos ha metido a cada uno en su agujero (que demasiados ni lo tienen) y aislado físicamente a unos de otros, —agujero privilegiado el mío, grande, bien equipado, con terraza, cerca de la mar abierta— , y pareciendo en los primeros días que el tiempo que antes nos faltaba para cumplir con nuestros compromisos nos iba a sobrar al cancelarse o alargarse los plazos de su ejecución, he puesto esa pregunta  en marcha hacia una respuesta confiando en que para recorrer esa distancia iba a contar ahora con un tiempo liberado, desocupado, calmado.  

Pero nada más iniciar este recorrido voy notando que la pregunta no camina en línea recta por ese  espacio vacío, sino dando tumbos por un espacio superpoblado por otras inquietudes antes quietas, pero puestas de súbito en movimiento por el mismo confinamiento y por un raudal de noticias y de pensamientos que me vierte incesantemente por sus muchos canales —móvil, tele, radio, portátil, etc— el  mundo exterior. Así la pregunta se mueve zarandeada en el remolino de una maraña de ansias activadas, noticias y pensamientos sin acercarse a la respuesta.

Es como la carrera de la Reina Roja y Alicia,
La Reina Roja continuaba gritándole: “¡Deprisa, más deprisa!”, y Alicia sentía que no podía más, aunque le faltase aliento para decírselo.
Lo más curioso era que los árboles y las demás cosas que las rodeaban permanecían totalmente inamovibles: por más que corrieran, no conseguían adelantar nada. “¿No será que todo se mueve con nosotras?”, se preguntó muy intrigada la pobre Alicia.
[…]
Alicia miró con gran sorpresa a su alrededor
¡Pero si yo diría que hemos estado bajo este árbol todo el rato! ¡Todo está igual que estaba!
Claro que sí -dijo la Reina-. Pues ¿qué te creías?
Bueno, en mi país —dijo Alicia, todavía un poco jadeante—, si una corre un rato, tan deprisa como lo hemos hecho nosotras, generalmente acaba llegando a un lugar distinto.
¡Un país bien lento! —dijo la Reina—. Aquí, como ves, se ha de correr a toda marcha simplemente para seguir en el mismo sitio. Y si quieres llegar a otra parte, por lo menos has de correr el doble de rápido.
Repito tratando de ser más preciso: en el instante en que pongo en marcha mi pregunta noto que se están también poniendo en marcha y me empujan o atraen demasiadas otras cosas:
    un chorro de noticias y pensamientos sobre la pandemia que, repitiéndose sin cesar, generan confusión al desmentirse entre sí (parece que no se aclaran sus mismos emisores, gobernantes, expertos  o influencers). Más incluso que las fake news tontorronas que también circulan;
    el maremágnum de pronósticos acerca de la transformación que la pandemia va a generar en el mundo y en nosotros;
    un agitarse y revivir de vínculos de amistad entrañables, que habían quedado quietos y dormidos pero que despierta el clima del mismo confinamiento y a los que se suman vínculos que ya eran activos y que, aunque sin contacto físico, se siguen manteniendo con nuevo brillo.

Así mi pregunta corretea de un lado para otro al encuentro de esa avalancha buscando piezas del rompecabezas que forma la respuesta. Y me encuentro zarandeado, mareado, con vértigo y sin haberme movido hacia adelante. Siento que el rompecabezas me está rompiendo la cabeza.

Segundo vericueto
Me paro, me echo a dormir, me doy un paseo —más o menos legal— y, ya más aquietado, me propongo
      adueñarme de mi tiempo regulando las vías de entrada del chorro de inquietudes, noticias, planteamientos y pronósticos por medio de un grifo y de un filtro que corten el paso a lo que detectan como inútil;
      en vez de forzar a la pregunta a que se mueva en línea recta, dejar que avance  dando tumbos o en zigzag y tratar de entender por qué se mueve así;
      reflexionar sobre el tipo de respuesta que espero.

Esa reflexión me hace evidente que:
      La respuesta que busco la va a traer el mero paso del tiempo, que llegada la  hora no pronosticará si la realidad aún futura deja entrever una silueta que confirme o desmienta la sentencia de Hölderlin, sino que constatará si esa sentencia se ha cumplido o no en una realidad para entonces ya presente.
      No soy el único que pone en marcha esa pregunta, somos una multitud los que estamos tratando de entender cómo va a ser el futuro como consecuencia de la pandemia.

Entonces decido:
      No competir con esa multitud de adivinadores del futuro ni pretender ponerme a su cabeza, sino colaborar con ellos en una búsqueda conjunta de la respuesta.
      Que mi contribución a esa búsqueda conjunta consista en cocinar una pieza propia, artesanal, que incorporar al rompecabezas que forma la respuesta.
      Que sus ingredientes sean o de mi propia despensa, o compartidos con amigos, o adquiridos de cualquier otro. Todo un sancocho.

Aquí otra vez me paro  —normal, que esto es un ensayo de filosofía andante por vericuetos— y me pregunto: ¿A dónde iba y dónde estoy?

Me he echado a andar buscando alcanzar una respuesta a mi pregunta inicial y entretanto me encuentro con el yo disuelto en un nosotros y con que la meta no es la respuesta como rompecabezas ya completo, sino el haber cocinado una de sus piezas.
Y sí que avanzo pero no en línea recta.

Ahora se trata de volver a meter ese “yo” en el “nosotros” en que se ha disuelto.

Tercer vericueto
El principal ingrediente propio mío, aunque tengo entretanto la suerte de compartirlo en un grupo cada vez mayor, es la puesta en juego de las Hebras de Paz Viva (HPV), que hoy la inmensa mayoría no tiene en cuenta, dejándolo de lado porque las memorias colectivas, siendo selectivas, nos lo esconden. Así, al caer en esa trampa de la memoria, se escamotea un ingrediente fundamental de lo salvador.

Ese ingrediente, —nuestra pulsión como seres humanos por verter nuestras vidas en otras vidas, para crearlas, protegerlas, alimentarlas, enriquecerlas etc—, no lo concibo como  algo presente o ausente según los tiempos —como una luna llena o nueva—   sino como un sol constante a lo largo de la historia humana e incluso, por lo que parece, anterior al también darse entre seres vivos que han precedido a nuestra especie.

Cualquier diagnóstico o pronóstico que ignore las HPV va a declarar a la especie humana como por sí misma incapaz, carente de recursos propios, para sobrevivir a una crisis. La esperanza en “lo salvador” se reduce pues a esperanza en algo no humano. Y cuanto más se sitúe este agente salvador fuera de lo humano, más se encogen el ser humano y su dignidad.

Las HPV con presencia a lo largo de toda la historia son un ingrediente necesario de “lo salvador”, pero insuficiente. Para que “lo salvador” salve tienen que combinarse esas HPV con otro ingrediente variable históricamente para que así entren en juego “el peligro” haciéndose presente y “lo salvador” creciendo.  

No sé cómo definir a este ingrediente variable, pero creo que podemos buscarlo entre lo que Hegel llamaba “espíritu del tiempo”, Rousseau “voluntad general” y “contrato social”, y ponerle provisionalmente un nombre más actual como “consenso”, tomando así como modelo el consenso de la transición democrática española. Sin embargo, voy a alargar algo ese nombre llamándolo “consenso en su conjunto” porque no son uno, sino varios los temas que el consenso consensúa.

Este consenso en su conjunto se plasma en dos planos imbricados uno con otro: el plano institucional en forma de leyes y el plano en que vivimos, nos entendemos y encontramos los seres humanos, —que quizá sea el plano en que se genera la cultura—.

(De paso: ¿tiene algo que ver la distinción entre esos dos planos con la que hizo Max Weber entre “poder” y “legitimación”?) 

No concibo ese “consenso en su conjunto” como algo permanente, aquietado y distendido, aunque así se presente en el plano institucional —como en la constitución española de 1978, desde entonces en lo esencial blindada—. 

Sin embargo, en el plano en que viven los ciudadanos ese “consenso en su conjunto” se revela como algo en evolución lleno de movimiento y tensión internos, que en ese plano institucional pueden consolidarlo o resquebrajarlo hasta romperlo pese a su fuerte anclaje jurídico.
 
En ese plano en que vivimos y nos relacionamos los seres humanos entran en juego junto con otros factores las dos pulsiones contrapuestas —para ejercer violencia o emitir HPV— contribuyendo a su evolución, fortaleciendo o resquebrajando  el consenso en su plano institucional.

El mejor ejemplo de esa evolución de un consenso es el avance del feminismo —ligado al reconocimiento de los cuidados, que en gran medida son HPV—  como una ola de fondo que se va transformando, creciendo y acelerándose desde principios del siglo XX hasta hoy en que ya es rampante. Otro ejemplo es la decadencia del monopolio de poder de la iglesia católica, respaldada por el franquismo, de ordenar los comportamientos de la gente.

Tres otros ingredientes propios que puedo aportar son mi gusto por la ecología, la filosofía y mi empeño por la paz.

En relación con la ecología tengo que agradecer al amigo Rudolf Bahro, filósofo ecologista alemán muerto en 1997, muy olvidado en España, pero famoso e influyente en los años 80, que en 1987 publicó su libro Lógica de la salvación, donde plantea la lógica de la salvación del peligro de la autoaniquilación inevitable de la especie humana (pág. 35): “Es cierto que las contradicciones sociales han sido y son aceleradores y amplificadores, pero de algo generado por una disposición de nuestra misma condición humana, que la hace única y gloriosa: De todas todas la clave de la situación es que el ser humano normal, en su versión excesiva de hombre occidental normal, destruye la vida en vez de ponerse a su servicio. Y, por mucho que podamos poner en duda que lo salvador crezca desde el peligro, quien no ve ese peligro y su causa, quien considera que la crisis ecológica no es más que el molesto efecto colateral de un desarrollo glorioso, no puede despertar para ponerse a buscar la respuesta sea la que sea”.

Cuarto vericueto
De acuerdo con Bahro —y creo que también con Greta Thunberg, con el movimiento de Viernes por el Clima, con Ghandi (que afirmó que los recursos del mundo bastan para satisfacer las necesidades humanas pero no la codicia humana) y con las profecías de muchos pueblos aborígenes— interpreto la frase en que Hölderlin relaciona “el peligro” con “lo salvador” por así decir a contrapié, porque planteo que el peligro es la aniquilación de la humanidad por el abuso que hace esa misma humanidad de la naturaleza y, sólo partiendo de ahí, me pregunto si la pandemia del Covid-19 puede ser, además de parte evidente de ese peligro, puesto que amenaza con diezmar a toda la humanidad y desvencijar su tinglado económico, lo salvador que crece. 

Afirmo así que el peligro a tope es nuestra relación hostil como seres humanos, con la naturaleza que ensuciamos y destruimos acelerando así nuestra propia extinción. Hoy nuestra especie está ya en la cuenta atrás, con el punto final de su desaparición a la vista, ya a pocos pasos del punto sin retorno.

La verdad es que este pronóstico fruto de un cálculo intelectual nos deja bastante fríos, consigue sólo movernos a regañadientes arrastrando los pies y tachándolo de apocalíptico. Le falta la dimensión emocional que aportan la sensación de inmediatez y la evidencia de que no hay escape individual a esa extinción de la especie.

Es un peligro muy peligroso —valga la redundancia— porque no aparece como inminente ni del todo inexorable:
   el fin de la especie humana se hará evidente dentro de 30 o 40 años, ya muy pasado el punto sin retorno, cuando sea demasiado tarde para poner remedio;
  afecta a los pobres —que cuentan poco— mucho antes, como media generación, que a los potentados —que cuentan mucho—;
  parece más lejano que las muertes individuales de nuestra generación;
  genera la esperanza falsa de esperar una repetición del mito del Arca de Noé, según el cual el dios bíblico aniquila la especie humana inundándola con el diluvio, pero salva a una familia.

Esa perspectiva a corto plazo y complaciente —que resuena en el “¡Cuán largo me lo fiáis!” de Don JuanTenorio o en el “Después de nosotros el Diluvio” de la Pompadour
   permite que se pongan de nuevo en juego soluciones falsas a la crisis, de acuerdo con la lógica determinante de proteger a los seres humanos sólo en la medida en que se aseguran los intereses de los inversores, que más bien la agravan, como ya ha ocurrido en la crisis económica del 2008, cuando las mismas recetas capitalistas que generaron la crisis se aplicaron para remediarla;
    va a costarnos unos cuantos años el ensayo de remedios hasta que desechemos los inútiles o incluso contraproducentes y escojamos los eficaces ;
    la aceleración de nuestra economía nos tiene en jaque y quita el tiempo para buscar y encontrar un remedio.
   se entiende la lucha por la supervivencia de la humanidad como una guerra en la que poner en juego las mismas estrategias que se aplican para conquistar y someter a la naturaleza, que son estrategias de guerra pero inútiles y contraproducentes para proteger al género humano.

Sin embargo, hoy se ha adelantado a este peligro de aniquilación, que nos amenaza como especie, pero aún no nos parece inmediato, la primera gran ola de la oleada con que la naturaleza responde al abuso a que la sometemos, la pandemia del Covid-19, que nos saca de este sopor, sobresalta, pone alerta y hace que estemos a escala mundial trastocando el comportamiento de cada quisque al tomar medidas urgentes de protección ante la epidemia desatada, que está ya matando a miles y cada vez a mayor velocidad, que —sin amenazar con la extinción a nuestra especie—, amenaza con diezmarla en general, con lo que cada uno de los nosotros podemos ser los décimos de esa diezma.
 
Esas medidas de protección están a su vez desencadenando una crisis económica, pero “desencadenar” significa ahora romper las cadenas que atan los procesos económicos a la lógica de anteponer el incremento de los bienes y recursos privados a la salvación de vidas con su dignidad.

La crisis del coronavirus ya ha roto esas cadenas y en ese tremendo revuelo se están moviendo ingentes capitales para, fuera de las lógicas capitalistas, atender a las necesidades y urgencias humanas, siendo la más imperiosa y urgente la de sobrevivir con dignidad. 

Mientras esa lógica capitalista se desbarata, está creciendo —como los pequeños mamíferos tras la extinción de los dinosaurios— una lógica variopinta de atención y protección a los seres humanos y a su dignidad, que recoge y antepone planteamientos antes pospuestos —una renta básica universal, una atención médica bien equipada y sin exclusiones—, junto con otros no planificados, sino surgidos espontáneamente  por el mismo sobresalto, como el aplaudir desde los balcones en señal de agradecimiento a los servicios sanitarios y de limpieza, el surgimiento de redes de apoyo a personas vulnerables con lo que, desbaratada la ley de hierro del capital, se entrevé el nuevo orden de un “jardín de las delicias” —Hieronymus Bosch—.  En ese sentido,  el coronavirus es la mejor y más oportuna de las vacunas.

En ese jardín de las delicias florece un sinnúmero de flores, pero no me detengo
para mostrárorlas porque también vosotros estáis en ese jardín y podéis mostrar mejor que yo y trasmitir el color y la fragancia de las que os brotan más cercanas. Allí, además, crecen y se fortalecen árboles, líderes de las HPV, como el papa Francisco, que ha crecido en esta Semana Santa guardando todos sus rituales con sermones en iglesias vacías o semivacías en los que insistentemente desbordaba los límites que la doctrina católica tradicional impone a los seres humanos.

La pandemia es además muy oportuna,
   porque su llegada, coincidiendo con el impetuoso avance del feminismo, evidencia que las estrategias machistas de defensa militar son contraproducentes e invita a desplegar un sistema de protección ya no centrado en el balance entre el ataque destructor contra el enemigo y huida de ese enemigo, sino en la atención y la generación de amistad.

         A esa nueva estrategia  responde bien el coronavirus, porque parece que lo que     mata no es su contagio, sino la producción excesiva de anticuerpos por parte de los contagiados. El objetivo ya no es aniquilar al virus enemigo, sino aprender a convivir con él. La lucha ya no consiste en aniquilar al virus enemigo o ser aniquilado por él, sino que es una pugna por transformar ese virus enemigo en un amigo con el que convivir (parece que durante millones de años ha convivido el coronavirus con murciélagos y pangolines).

   La cuarentena, el aislamiento físico como medida tradicional de protección ante las plagas, era hasta principios de este siglo algo muy duro y paralizante, pero el desarrollo de lo digital en los últimos años lo hace mucho más llevadero y permite —por ejemplo con el teletrabajo— soslayar muchos bloqueos.

En este rio revuelto por haberse roto las leyes capitalistas que lo ordenaban, no sólo navegan tejedores de Hebras de Paz Viva, también lo surcan tiburones y especuladores decididos a medrar sin dignidad a costa del resto, de la inmensa mayoría. Pero esas sombras ya no pueden mostrarse como luminosas; les ha llegado la hora en que revelarse como sombrías. El capitalismo, sin ser la solución, ha podido hasta hace bien poco presentarse como solución moralmente neutra, pero ahora ya no puede, porque se revela como criminal.

Algunos de esos tiburones pretenden, e incluso consiguen, ser grandes líderes, como Trump, Boris Johnson o Bolsonaro. Sin embargo, son líderes de corto recorrido porque chocan contra sí mismos: una semana, tras ordenar que se anteponga la codicia de los potentados a las necesidades humanas, Trump se ve forzado a ordenar que ingentes masas de dinero se desmarquen de esa lógica del capital para atender a las necesidades humanas. Es el loco al que se refería Machbethan idiot full of sound and fury, signifying nothing”

Ante otras amenazas globales se han planteado fórmulas que trataban de proteger a un sector de la humanidad separándolo del resto —como los intentos de proteger durante la guerra fría los EE.UU, separándolos de Europa y del bloque socialista por medio de una campana protectora formada por misiles defensivos; guerra fría que al volverse caliente iba a destruir los misiles ofensivos enemigos manteniendo así a los de dentro a salvo de la hecatombe que aniquilaría a los de fuera—. Pero desde el momento en que ha aparecido esta pandemia es evidente que soluciones de este tipo no sirven para nada: el coronavirus,  aunque comparado con la gripe española —que  hace 100 años mató a más de 50 millones— mata relativamente poco —del 3 al 10% de los afectados—, amenaza uno por uno tanto a los ricos como a los pobres y más se trasmite de ricos a pobres que al revés.

El muro que está construyendo Trump para proteger los Estados Unidos separándolos de México es ante esta pandemia algo ridículo, porque el coronavirus se lo salta como si tal cosa.

Tras los 4 vericuetos
Días antes de su asesinato Martin Luther King pronunció la frase “He alcanzado la cumbre” (I have reached the mountain top).
Yo no.
Nosotros aún no.
Nos queda la poesía.

lunes, 30 de enero de 2023

SUBIR AL ORIGEN. Antología comentada de poesía occidental no hispánica (1800-1941)

Editorial
El profesor de la universidad de Oviedo, José María Castrillón, ha publicado hasta ahora los siguientes títulos de creación:
-La sonrisa de un delfín (Heracles y Nosotros, 1991), 
-Animal de compañía (Nómadas, 1998), 
-Aún por recorrer (Magua, 2004), 
-La vieja munición (Idea, 2005), 
-el círculo y la piedra (Trea, 2006), 
-gramos (Trea, 2010).

Todos ellos son poemarios. Este último, en cambio, es una antología que tiene un fuerte carácter didáctico (o si lo preferís, divulgativo), pues al mismo tiempo que ofrece una selección de textos de la época de la que se ocupa, realiza una introducción de carácter general sobre las características más sobresalientes de ese período histórico, así como otra individual para que ayudar a colocar los textos personales dentro del paorama de la época o de la tendencia en la que se inscriben y a la que aportan nuevos elementos estilísticos y poéticos. Sabido es que toda expresión creativa de alguna relevancia tiene su origen en una tradición sobre la que se construye y a la que, a su vez, modifica. 

Además del recorrido que hace —Wordsworth, Novalis, Leopardi, Keats, Baudelaire, Verlaine, Rimbaud, Whitman, Dickinson, Mallarmé, Rilke, Yeats, Cavafis, Apollinaire, Pessoa, Eliot, Saint-John Perse, Stevens, Eluard, Montale, Benn, Ajmátova— y que no tiene ninguna intención de convertirlo en canónico, ofrece otro itinerario posible para recorrer lo que fue la poesía occidental no hispánica durante ese crucial siglo y medio. En este caso sin selección de textos, pero sí con comentarios precisos y relevantes que ayudan a quien se quiera iniciar en la otra lectura de esa misma tradición occidental y tener así una panorámica más completa —Hölderlin, Heine, Coleridge, Byron, Shelley, Blake, Nerval, Hopkins, Laforgue, Poe, Pound, W. C. Williams, Moore, Frost, Crane, Valéry, Ungaretti, Trakl, Mayakovski, Breton, Tzara, Tsvetáieva—.

Y por si todo esto resultara poco, cada poeta antologado se cierra con un apartado que Castrillón titula como Homenaje en la poesía hispánica. Aquí se recoge un brevísimo comentario sobre la incidencia que ha tenido en la poesía escrita en castellano más un poema que algún poeta ha escrito a manera de homenaje o que ha surgido por la influencia que el poeta antologado ha ejercido en el autor de escritura hispana.

Una antología especialmente recomendable para quienes deseen tener una visión panorámica inicial acerca de la poesía que se practicaba durante ese período.

PS: No transcribo ningún texto porque en este mismo blog podéis encontrar muchos poemas de la casi totalidad de los autores recogidos o citados en la antología.

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lunes, 9 de enero de 2023

HEGEL POETA

Librerías que tienen ejemplares.
ELEUSIS

         
 A Hölderlin (agosto 1796)

En torno a mí, dentro de mí la calma habita —los atareados
con su incansable ansia duermen, proporcionándome la libertad
y el ocio—, gracias a ti, liberadora mía,
¡oh noche! Con tu blanco cendal de neblina
cubre la luna la frontera incierta
de las lomas lejanas; amablemente me llama
la clara franja de aquél lago;
se aleja el recuerdo del tumulto monótono del día,
como si hubiera años de distancia entre él y el ahora.
Y tu imagen, querido, se presenta a mí; tu imagen
y el placer de los días que han huido, aunque pronto los borra
la dulce espera de volver a vernos…
Se me presenta la escena del abrazo
anhelado, fogoso; más tarde las preguntas, el interrogatorio
más profundo, recíproco,
tras cuanto en actitud, en expresión y carácter
el tiempo haya cambiado en el amigo… placer de la certeza
hallar más firme, más madura aún la lealtad de la vieja alianza,
alianza sin sellos ni promesas
de vivir solamente por la libre verdad y nunca, nunca,
en paz con el precepto que opiniones y afectos reglamenta.
Ahora con la inerte realidad pacta el deseo
que atravesando montes y ríos fácilmente hacia ti me llevó,
pero pronto un suspiro lanza su desacuerdo
y con él huye el sueño de dulces fantasías.

Mi vista hacia la eterna bóveda celestial se alza,
hacia vosotros, ¡astros radiantes de la noche!,
y el olvido de todo, deseos y esperanzas,
de vuestra eternidad fluye y desciende.

(El sentir se diluye en la contemplación;
lo que llamaba mío ya no existe;
hundo mi yo en lo inconmensurable,
soy en ello, todo soy, soy sólo ello.
Regresa el pensamiento, al que extraña
y asusta el infinito, y en su asombro no capta
esta visión en su profundidad.
La fantasía acerca a los sentidos lo eterno
y lo enlaza con formas)…
¡bienvenidos seáis,
oh elevados espíritus, altas sombras,
fuentes de perfección resplandecientes!
No me asusta… Yo siento que es mi patria también
el éter, el fervor, el brillo que os baña.
¡Que salten y abran ahora mismo las puertas de tu santuario,
oh Ceres que reinaste en Eleusis!
Borracho de entusiasmo captaría yo ahora
visiones de tu entorno,
comprendería tus revelaciones,
sabría interpretar de tus imágenes el sentido elevado,
oiría los himnos del banquete divino,
sus altos juicios y consejos…

Pero tu estruendo ha enmudecido, ¡oh Diosa!
Los dioses han huido de altares consagrados
y se han vuelto al Olimpo;
¡huyó del profano sepulcro de los hombres
de la inocencia el genio, que aquí les encantaba!…
Tus sabios sacerdotes callaron; de tus sagrados ritos
no llegó hasta nosotros tono alguno… En vano busca
el investigador, más por curiosidad que por amor,
a la sabiduría (tal hay en los que buscan y a Ti te menosprecian)…

¡Por dominarlas cavan en busca de palabras
que conserven la huella de tu excelso sentido!
¡En vano! Sólo atrapan polvo, polvo y ceniza
en las que no retorna nunca jamás tu vida.
¡Aunque lo inanimado y el moho las contentan
a los eternos muertos!…, ¡los muy sobrios!…, en balde…,
no hay señal de tus fiestas ni huella de tu imagen.
Era para tu hijo tan abundante en altas enseñanzas tu culto,
tan sagrada la hondura del sentimiento inexpresable,
que no creyó dignos de ellos secos signos.
Pues casi no era el pensamiento, aunque sí el alma,
que sin tiempo ni espacio, absorta en el pensar de lo infinito
se olvidó de sí misma y se despierta ahora de nuevo a la conciencia.
Pero quien de ello quiera hablar a otros,
aún con lengua de ángel, sentirá en las palabras su miseria.
Y le horroriza tanto haberlas empleado en empequeñecerlo
al pensar lo sagrado, que el habla le parece pecado
y en vivo se clausura así mismo la boca.
Lo que así el consagrado se prohibió a sí mismo, una ley sabia
prohibió a los más pobres espíritus hacer saber
cuanto vieran, oyeran o sintieran en la noche sagrada:
para que a los mejores su estrépito abusivo
no molestara en su recogimiento ni en su hueco negocio de palabras
les llevara a enojarse con lo sagrado mismo, y para que éste
no fuera así arrojado entre inmundicias, para que nunca
se confiara a la memoria, ni tampoco
fuera juguete ni mercancía del sofista
vendida igual que un óbolo,
ni manto del farsante redicho, ni tampoco
férula del muchacho piadoso, y tan vacío
quedara al fin que solamente en un eco extrañas lenguas
siguieran conservando raíces de su vida.
Porque tus hijos, Diosa, no exhibieron
por calles y por plazas tu honor, sino que avaros
en el santuario de su pecho lo guardaban.
Por eso no vivías tú en su boca.
Te honraban con su vida. Aún vives en sus hechos.
¡También en esta noche te he escuchado, divinidad sagrada,
a ti, que me revelas a menudo la vida de tus hijos;
a ti, que yo presiento que a menudo eres el alma de sus hechos!
Eres el alto pensamiento, la fe sincera,
que una Deidad, aunque todo se hunda, nunca se desmorona.


G. W. F. Hegel, Escritos de Juventud, Fondo de Cultura Económica, 1978, pp 213-5.

Tal vez resulte sorprendente la escritura poética en Hegel. Acaso, también el contenido de este poema. Como ya de por sí me resulta extraordinariamente larga la entrada, no voy a agregar yo ningún comentario, pero ofrezco dos itinerarios —vía enlaces— para quienes deseen rebuscar en el sentido de las palabras de uno de los miembros de la Iglesia invisible

-La ponencia de Valerio Rocco Lozano, Contra la nostalgia. Hegel huyendo de Hölderlin.

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miércoles, 21 de marzo de 2018

POESÍA, CIENCIA Y TRASCENDENCIA

Anteayer comenzó la Semana de la Poesía de San Sebastián. Lo hizo con una lectura de poemas y posterior intervención del público. Los poetas invitados fueron Miguel D'Ors y José Mateos, ambos defensores de la idea de trascendencia, aunque yo diría que con notables diferencias acerca de qué es o pueda ser la trascendencia.
Miguel D'Ors, Antonio Casado y José Mateos. Poesía y trascendencia.
Continuó ayer con un recital a cargo de J. R. Makuso y Jon Makuso, padre e hijo, en el Ernest Lluch y un coloquio entre Carlos López, Gustavo A. Schwartz y el público que llenaba la librería Kaxilda. Como no tengo el don de la ubicuidad, opté por el coloquio. 
Carlos López y Gustavo A. Schwartz. Ciencia y poesía contemporánea.
Este difícil terreno que surge de la confluencia de los tres términos da para mucho más que una nota en un blog. Es más, cualquiera de ellos por separado ofrece posibilidades de desarrollo que darían —y han dado— para muchos libros. Tan solo tres ejemplos a bote pronto: Poética de poetas: Teoría, crítica y poesíaLa ciencia, su método y su filosofía; y Los límites del sentido

No tengo ninguna duda de que cada poeta tiene su propia poética en función de su formación, sus gustos, su personalidad y sus experiencias. Eso es un hecho. Tampoco tengo ninguna duda de que independientemente de la escuela, tendencia o estilo a la que se adscriba, la calidad de cuanto escribe depende solamente de su capacidad de expresión y no de la escuela a la que pertenezce, y no va a ser el autor quien pueda juzgarla. Eso es otro hecho.

Otro hecho más: las convicciones y creencias de quien escribe se notan, pero no determinan tampoco la calidad de un texto. Yo no comparto ni las creencias ni la posición filosófica de Juan de la Cruz, pero disfruto enormemente con su poesía y la reconozco como una de las más excelsas de la poesía escrita en castellano. Tampoco comparto la poética de los románticos, pero me emociona la obra de Keats, de Hölderlin o de Bécquer.

Lo que me resulta difícil de comprender es que todavía hoy algunas escrituras se hagan desde posiciones intelectuales que corresponden a siglos pasados y se nieguen a reconocer como temas poéticos aquellos que no se relacionan directamente con la subjetividad y las emociones. Tan inspiradora pueda resultar una caricia como la pérdida de un electrón por parte de un átomo. Lo que en última instancia nos conmueva el poema no está determinado por el objeto del que parte, sino por el punto de vista y por la capacidad del poeta para transmitir verdad, belleza y emoción.

Uno es el conocimiento y múltiples las disciplinas desde las que podemos construirlo. Así mismo, una es la poesía y diversas las maneras en que se manifiesta, pero sea cual sea la forma en que se exprese, resulta necesario que participe del esfuerzo colectivo por construir significado —que es como decir el mundo y su percepción—, de lo contrario quedará reducida a resto fósil o refugio de colectivos minoritarios y ajenos a la vida.

domingo, 8 de enero de 2023

HUMOR GALLEGO

Captura de pantalla del dicconario en línea de la Real Academia Galega

No he podido resistirme. A veces uno se encuentra verdaderos rasgos de humor en las entretelas del lado más académico del conocimiento. Y nada más académico que una academia de la lengua, en este caso la Academia Galega.

Andaba yo enredado con el famoso Fragmento de Hiperión, primera versión de lo que luego será el Hiperión definitivo. Fue publicado en la revista que Schiller dirigía, Thalía, en 1794. El caso es que en un trabajo del profesor Manuel Barrios Casares sobre el texto de Hölderlin aparece la palabra alemana weltanschauung. Me pongo a trastear en Google y me aparece en pantalla todo el cachondeo gallego a consecuencia de la admisión en el diccionario de su Academia de la palabra alemana. 

Al principio, no daba crédito a lo que leía. Luego supuse que era una de esas bromas típicas del Día de los Inocentes. También las instituciones serias tienen, o pueden tener, su cuota de humor, y pueden gastar bromas al personal. Pero no, la fecha nada tenía que ver con el 28 de diciembre. Weltanschauung está recogida en el diccionario como palabra gallega.

Uno nunca tiene la certeza absoluta de qué es lo que lleva a una Academia a recoger un vocablo u otro, pero sospecho que la comunidad gallega de hablantes no utiliza el vocablo introducido por Dilthey cuando quiere decir cosmovisión. Al menos la Wikipedia galega no lo hace y parece que se entiende bien lo que quiere decir:

O termo "cosmovisión" é unha adaptación do alemán Weltanschauung (Welt, "mundo", e anschauen, "observar"), unha expresión introducida polo filósofo Wilhelm Dilthey na súa obra Einleitung in die Geisteswissenschaften ("Introdución ás Ciencias da Cultura", 1914).

A súa infancia, o núcleo fundamental da súa escritura, viviuna nunha área caracterizada pola ruralidade e a cosmovisión mapuche, como narra no seu libro Recado confidencial a los chilenos.

A afirmación intransixente e autoritaria da propia cosmovisión é o fundamentalismo.

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