viernes, 3 de mayo de 2024

EMILY DICKINSON


Esta no es la mejor forma de ver una película. La traigo hasta aquí como último recurso para quien no la haya visto y no disponga de otro medio, cualquiera siempre mejor que este. También la coloco aquí para que estimule las ganas de adentrarse en la biografía y en la obra de la gran poeta estadounidense. 

Lo que viene a continuación es un simple listado no exhaustivo —referido al siglo XIX— para recordar que tal vez lograríamos hacer más por la igualdad si no nos dejáramos llevar por la pasión de nuestras propias opiniones o, tal vez, por el desconocimiento. 

Algunas viajeras: Ida Pfeiffer (Viena 1797 – 1858, Lisa Barbier Cristian, Alexandrine Tinné, Marianne North, Caroline Hartog Morgensthein, Isabella Bird, Elizabeth Jane Cochran, Annie Cohen Kopchovsky, Florence von Sass...


Algunas científicas: Mary Somerville, Ada Lovelace,Mary Anning ,Sophie Germain, BlancaClotilde Catalán de Ocón y Gayolá, Marie-Anne Pierrette Paulze, Elizabeth Fullhame, Agnes Pockels, Maria Mitchell, Sofia Kovalévskaya, Jeanne Villepreux-Power, Ellen Swallow Richards, Eunice Newton Foote, Annie Jump Cannon, Sarah Frances Whiting...


Algunas filósofas: Harriet Taylor Mill (1807-1858), Elizabeth Cady Stanton (1815-1902), Susan B. Anthony (1820-1906), Harriet Tubman (1820-1913), Helen Taylor (1831-1907), Eleonor Marx (1844-1883), Laura Marx (1845-1911)...


Algunas escritoras: Mercedes Laura Aguiar, Mariana Angélica de Andrade, Anna Nakwaska, Dorila Antommarchi, Elmira Antommarchi, Hortensia Antommarchi, Sarah Austin (traductora), Julia Catherine Beckwith, Maria Elisa Belpaire, Adèle Daminois, Antonia Esteller, Anna Maria Hussey, Hanna K. Korany, Olena Kisilevska, Leonor Canalejas y Fustegueras, Elizabeth Moutzan-Martinegou , Ashiq Pari, Sofie Podlipská, Gabriela Preissová, Antónia Pusich, Charlotte Richardson, Amélia dos Santos Costa Cardia, Edith Simcox, Marko Vovchok, Mary Shelley, Cecilia Böhl de Faber, George Sand, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Jane Austen, Charlotte, Emily y Anne Brontë, Rosalía de Castro, Emilia Pardo Bazán, George Eliot, Louisa May Alcott...

Músicas, pintoras, actrices, cantantes...

Parece que es más difícil reconocer que no sabemos exactamente por qué Emily Dickinson decidió no salir de su habitación que realizar suposiciones que alimenten y justifiquen nuestra forma pensar. Esto viene a cuento de la Conferencia de Laura Freixas, que como conferencia genérica y reivindicativa de las ideas feministas está bien, pero en la que prácticamente nada se dice de los valores literarios de la poesía que escribió, que es por lo que la conocemos. 

Si queremos reivindicar la obra de la poeta americana, que, por cierto, está dentro de eso que se conoce como canon de la literatura universal desde hace muchísimo tiempo, parece más apropiado señalar y explicar cuáles son las virtudes y excelencias que hacen de su obra lo que es, una magnífica obra literaria, que no extenderse en anécdotas biográficas sobre las costumbres, usos y prejuicios tradicionales y machistas de la sociedad del siglo XIX.

Más entradas en este mismo blog sobre E. Dickinson.

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jueves, 2 de mayo de 2024

BARUCH ESPINOZA, Ética

Librerías
 Creo que el empujón definitivo para leer la Ética de Spinoza me vino dado por la insistencia de los románticos, especialmente Goethe, en su creencia descreída, además de disponer del tiempo suficiente como para leer de forma atenta y con lápiz en la mano, porque la Ética es muy exigente y reclama toda la atención, que es una manera de decir que no es fácil de leer. 

De toda ella, y perdonadme la redundancia, lo que más me ha interesado ha sido la parte ética, esto es, los libros III y IV, los que están dedicados al origen y naturaleza de los afectos y a la servidumbre humana y la fuerza de los afectos, es decir, todo cuanto tiene que ver con nuestro comportamiento en relación con nosotros mismos y con la sociedad en la que vivimos. 

Toda esa cosa de Dios como concepto que no necesita del concepto de otra cosa para formarse, y como absolutamente infinito que no contiene ninguna negación, y lo de que todo cuanto es es en Dios y sin Dios nada puede ser ni concebirse, pues está muy bien como desarrollo argumental para lo que vendrá después y, especialmente, para quienes creen, pero no participan del dogma de ninguna iglesia, para quienes necesitaban una teología sin la teología dogmática y constreñidora de las creencias del siglo XVII europeo, que eran muchas y todas muy tozudas.

Pero no pretendo inclinar a nadie a cambiar sus creencias, allá cada cuál con las suyas, forme parte o no de alguna comunidad religiosa. Y en cuanto a explicar su contenido, remito a una bibliografía que me parece muy solvente en función de la situación de partida de cada persona:

-Spinoza, capítulo de media hora correspondiente al programa de divulgación This is Philosophy. Conceptos bien explicados, muy dinámico. Vale para levantar las ganas de leer al holandés. Necesitáis daros de alta para acceder a RTVE play.

-Curso de Filosofía: Spinoza, doctrina ética. Audio muy bien hecho. 40 minutos en los que se explica con absoluta solvencia y rigor lo fundamental del libro. Como se trata de un curso, hay más capítulos dedicados a Spinoza y su pensamiento: Spinoza y sus tres grados de conocimiento.Metafísica.Baruch Spinoza, introducción a su vida y pensamiento.,Spinoza, el MalditoPolítica de Spinoza, el capitalismo holandés.Baruch Spinoza, Ética (selección leída de textos).. Muy completo.

-Historia de la filosofía IV, Baruch Spinoza. De Frederick Copleston. Un clásico que conviene tener siempre a mano. 

-Spinoza: Filosofía práctica. Deleuze. Muy bueno, pero no creo que esté al alcance de cualquier lector que no haya sido iniciado en la lectura de textos de filosofía.

-El milagro Spinoza. Frédéric Lenoir. Sin ninguna duda, el mejor libro para conocer el pensamiento y alcance de la obra espinosista. Divulgación de muy alta calidad apta para todos los públicos. Claro, riguroso y sencillo. La mejor opción para empezar. Incluso para engancharse definitivamente.

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miércoles, 1 de mayo de 2024

UN LIBRO, UN POEMA (José Asunción Silva)


Me temo que José Asunción Silva (1865-1896) es prácticamente desconocido en este lado del Atlántico que comparte su idioma. Es cierto que no tiene una gran obra, su temprano suicidio le privó de ella; sin embargo, tiene un puñado de poemas verdaderamente magistrales, y del que aparece bajo estas líneas, su poema más famoso, Eduardo Camacho Guizado ha escrito que constituye seguramente uno de los más plenos aciertos de la poesía en lengua española de todo el siglo XIX (Historia de la literatura hispanoamericana II, p 599). 

Desde luego, muchas son las innovaciones que introduce este poema en la literatura escrita en español y muchas son las bondades técnicas y constructivas que atesora. Procede de El libro de versos, su mejor y casi único libro de poemas. 

He copiado la grafía con que se reproduce el poema en la edición que corrió a cargo del profesor y académico Héctor H. Orjuela.



UNA NOCHE
(NOCTURNO III)

I


                Una noche,
Una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de música de älas,
                Una noche,
En que ardían en la sombra nupcial y húmeda, las luciérnagas fantásticas,
A mi lado, lentamente, contra mí ceñida, toda,
                Muda y pálida
Como si un presentimiento de amarguras infinitas,
Hasta el fondo más secreto de tus fibras te agitara,
Por la senda que atraviesa la llanura florecida
                Caminabas,
                Y la luna llena
Por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca,
                Y tu sombra,
                Fina y lánguida,
                Y mi sombra
        Por los rayos de la luna proyectada,
        Sobre las arenas tristes
        De la senda se juntaban
                Y eran una
                Y eran una
        Y eran una sola sombra larga!
        Y eran una sola sombra larga!
        Y eran una sola sombra larga!


II

                Esta noche
                Solo, el alma
Llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
Separado de ti misma, por la sombra, por el tiempo y la distancia,
                Por el infinito negro,
                Donde nuestra voz no alcanza,
                Solo y mudo
                Por la senda caminaba,
Y se oían los ladridos de los perros a la luna,
                A la luna pálida,
                Y el chillido
                De las ranas,
Sentí frío, era el frío que tenían en la alcoba
Tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,
                Entre las blancuras níveas
                De las mortü
orias sábanas!
Era el frío del sepulcro, era el frío de la muerte,
                Era el frío de la nada...

                Y mi sombra
                Por los rayos de la luna proyectada,
                Iba sola,
                Iba sola
                ¡Iba sola por la estepa solitaria!
                Y tu sombra esbelta y ágil
                Fina y lánguida,
Como en esa noche tibia de la muerta primavera,
Como en esa noche llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas,
                Se acercó y marchó con ella,
                Se acercó y marchó con ella,
Se acercó y marchó con ella... ¡Oh las sombras enlazadas!
¡Oh las sombras que se buscan y se juntan en las noches de negruras y de lágrimas...!



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martes, 30 de abril de 2024

EL CIELO NOCTURNO, MAYO 2024



Nada más oportuno que este regalo del día que he recibido esta misma mañana de
Paolo Arpón. Nada mejor para ilustrar la información correspondiente al cielo nocturno del mes de mayo que un microvídeo sobre el cielo circumpolar. 

Una nota para quienes vean por primera vez este tipo de vídeos: desde nuestro punto de vista, todas las estrellas que vemos en el cielo nocturno giran en torno a la estrella polar en el sentido contrario a las agujas del reloj. Las líneas rectas punteadas son trenes de satélites artificiales (starlinks). La línea vertical más corta es un estrella fugaz, concretamente una Eta-Acuárida.

Muchas gracias, Paolo.

Y ahora lo que vamos a poder observar en el cielo nocturno..., si nos es propicio... y si os gusta madrugar, porque va a ser necesario hacerlo para poder ver, y no todos, los planetas.

PLANETAS: Mercurio, con suerte y esfuerzo, con las primeras claridades del amanecer, podría verse sobre el horizonte. El mejor día para localizarlo será el 6, porque se sitúa por debajo del último día de la luna menguante —06:20, hora peninsular—.

Fuente:Stellarium Web
Venus transita este mes más próximo al sol incluso que Mercurio, lo que quiere decir que no va a ser posible verlo. Marte es el que va en segunda posición (después de Saturno) en el tránsito celeste, lo que significa que podremos verlo al amanecer; al comenzar el mes, empieza a levantarse sobre las 05:30 y va adelantado su salida, más o menos, un par de minutos. Esto quiere decir que a finales de mes empezará a asomar sobre el horizonte poco más de una hora antes. Júpiter, como Venus, camina por el cielo muy pegado al sol. Mejor esperamos a que termine de adelantarlo y distanciarse más para poder verlo. Saturno, como es el que lleva cierta delantera en su tránsito, es visible todos los días al amanecer levantado sobre el horizonte este sobre las 05:30 el día 1 y sobre las 03:20, el 31.

LUNA: 8 de mayo, luna nueva; 23, llena.

ESTRELLAS FUGACES: Las Eta-Acuáridas alcanzarán su apogeo entre el 6 y el 7 de mayo. 

SATÉLITES ARTIFICIALES: Para saber hacia dónde y cuándo mirar, consultad aquí.


Feliz observación y no olvidéis pedir a vuestros ayuntamientos que reduzcan la contaminación lumínica.
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NIETZSCHE DESCOMPLICADO, 9

#Nietzschedescomplicado (conversaciones con Jaime Aspiunza).



El segundo tratado de De la genealogía de la moral se ocupa de la procedencia –u origen múltiple– de la mala conciencia, de la culpa, que es también la de la responsabilidad.

Parte Nietzsche de la animalidad del ser humano, de los tiempos prehistóricos en que el animal humano poderoso, al igual que las rapaces fuertes se alimentan de corderitos, sometía a los débiles sin el menor asomo de remordimiento –estaba en su naturaleza–, y se pregunta cómo se ha podido pasar de esa animalidad brutal al humano actual, cargado de una mala conciencia –llamémosla– preventiva.

La moral nos ha inculcado la conciencia de que someter al otro, esclavizarlo, robarle lo suyo, violarlo, matarlo son cosas que no se deben hacer, por más que en las guerras sigan practicándose. La pregunta que Nietzsche se plantea es cómo ha logrado la naturaleza que ese animal violento deje –al menos en parte– de serlo y se atenga a esa serie de normas que sostienen nuestra civilización.

Más en concreto, se pregunta cómo ha llegado la naturaleza a criar un animal que pueda permitirse prometer.

El animal violento, esa banda de salteadores, de animales de rapiña –«la espléndida bestia rubia que merodea codiciosa de presas y de victoria»– viviría en el presente, dejándose llevar por los más primitivos instintos, con escasa memoria y, ciertamente, sin necesidad alguna de tener en cuenta al otro.

Para que llegue a ser responsable de sus actos y de las consecuencias de sus actos se ha tenido que dar una larga crianza, cuyo principal medio o instrumento –descubrirá Nietzsche– es la crueldad. Un cuerpo caracterizado fundamentalmente por la desmemoria –una desmemoria que es activa, no simple olvido– solo a través del dolor llega a recordar, a conservar grabadas en sí mismo las nuevas costumbres o normas que lo van civilizando: «se acaba por retener en la memoria cinco o seis “no quiero” que se prometen respetar a fin de disfrutar de las ventajas de vivir en sociedad, — ¡y efectivamente!, ¡gracias a una memoria de ese tipo se acaba llegando “a la razón”!».

Inciso: estas son las conclusiones a las que llega Nietzsche basándose en lecturas de antropología, historia del derecho, biología, psicología y demás. Para el mundo biempensante de su época (y de la nuestra) ese referir la razón a la sinrazón, la civilización a una historia de la crueldad es algo inasumible, insoportable, por lo que suele deshacerse del espanto que la idea le provoca tachando a Nietzsche de «irracionalista», que es una manera como más filosófica de llamarle –hoy en día– fascista. El exabrupto suele provenir esencialmente de gente que se considera de orden, como cristianos y marxistas, afortunados conocedores de la Verdad.

Nietzsche nos recuerda cómo hasta muy recientemente toda celebración que se precie de tal incluye elementos de crueldad: «Ver sufrir produce bienestar, hacer sufrir, más bienestar aún — es una tesis dura, pero es un axioma antiguo,  poderoso, humano, demasiado humano, que, dicho sea de paso, acaso suscribieran también ya los monos». 

Esta sería la primera tesis relativa a la procedencia de la culpa y la responsabilidad. Esta se logra grabando en el animal humano por medio del dolor la conciencia de culpa ante determinadas acciones posibles.

Hay una segunda tesis especialmente original. Y es que –aprovechando que en alemán el mismo término dice deuda y dice culpa, Schuld– la culpa y la responsabilidad en cuanto relación entre individuo y sociedad se modela según la anterior relación, de tipo económico, entre deudor y acreedor. Es en esta relación, naturalmente de las más antiguas, puesto que el intercambio ha existido siempre, donde se va fraguando la promesa de cumplimiento de las 
normas sociales:

«El deudor, para inspirar confianza ante la promesa de reembolso, para dar una garantía de que su promesa es seria y sagrada, para inculcarse a sí mismo, en su propia conciencia, que el reembolso es un deber y una obligación, a través de un contrato y para el caso de que no pagara su deuda, empeña a favor del acreedor algo que todavía “posee”, sobre lo que aún tiene poder, por ejemplo, su cuerpo o su mujer o su libertad o incluso su vida (o, según ciertos presupuestos religiosos, hasta la bienaventuranza, la salvación de su alma, y, en última instancia, aun la paz del sepulcro: esto sucedía en Egipto, donde ni siquiera en el sepulcro encontraba el cadáver del deudor reposo frente al acreedor)
».

Al acreedor se le concede una suerte de sentimiento de bienestar, el derivado de descargar su poder sin el menor escrúpulo sobre alguien impotente, «el regodeo de hacer violencia», participando así de un derecho de señores. Recordemos: «Ver sufrir produce bienestar, hacer sufrir, más bienestar aún».

Con la sociedad existe un contrato, implícito pero férreo, por el cual el individuo debe a la sociedad, a cambio de los bienes y comodidades que la vida en común le procura –hoy solemos olvidarnos de esto: la protección, el cuidado, la confianza frente a ciertos daños y hostilidades– una manera de ser y de actuar que no contravenga sus normas, sus costumbres. El castigo al transgresor es una manera de recordárselo, así como de recobrar la deuda en que este ha incurrido.

Nietzsche reconoce –«la forma es fluida, el “sentido” lo es aún más…»– la multiplicidad de sentidos que hoy en día posee el castigo, y la imposibilidad de 
decidir entre ellos. Lo que sí le resulta asaz discutible es que el castigo sea una
manera de despertar en el culpable el sentimiento de culpa: los remordimientos de verdad rara vez se dan entre delincuentes y presidiarios, confirma.

Con estos elementos –el axioma de la crueldad constituyente del ser humano, el inicio de la relación individuo-sociedad en la relación deudor-acreedor– lanza Nietzsche su hipótesis particular acerca del origen de la mala conciencia. Esta sería la grave enfermedad a que se ve conducido el ser humano por causa de la presión terrible que para él supone el verse «encerrado de manera definitiva en la esfera de poder de la sociedad y de la paz». De ser un semianimal felizmente adaptado a la selva, la guerra y la aventura, de golpe ve sus instintos devaluados, y deja de poder contar con sus pulsiones reguladoras, guías inconscientes pero infalibles, y se ve reducido «a pensar, deducir, calcular, combinar causas y efectos, ¡a su “conciencia”, de sus órganos el más pobre y el más dado al error!».

Así, «los instintos que no se descargan hacia fuera se vuelven hacia dentro», comienza de esa manera a crecer lo que se llamará «alma». Los instintos salvajes se vuelven contra el propio hombre. «La enemistad, la crueldad, el goce en la persecución, el asalto, el cambio, la destrucción — todo eso se vuelve contra el poseedor de tales instintos: tal es el origen de la “mala conciencia”.»

Se reprimen aquellos instintos que serían destructores de la vida social, y dicha represión conlleva la mala conciencia respecto de la parte del ser humano que está constituida por dichos instintos. A través de la creación de la mala conciencia es como aprende aquel animal humano a mantener interiorizados tales instintos destructivos, permitiéndose conservar la paz y la vida social. Eso sí, a cambio, la mala conciencia supone una enfermedad del instinto de libertad, coartación que el propio individuo, en cuanto ser social, se inflige a sí mismo.

Al final del tratado se plantea Nietzsche si será posible deshacerse de la mala conciencia, recuperar una nueva inocencia: «Durante demasiado tiempo ha contemplado el hombre con “malos ojos” sus inclinaciones naturales, de modo que éstas han acabado por hermanarse en él con la “mala conciencia”. En sí sería posible hacer un intento en sentido contrario — pero ¿quién es lo bastante fuerte para ello? — a saber, el intento de hermanar con la mala conciencia las inclinaciones no naturales, todo ese aspirar al más allá, y a todo lo que es contrario a los sentidos, los instintos, la naturaleza, lo animal, en una palabra, los ideales habidos hasta ahora, todos ellos hostiles a la vida, denigratorios del mundo.»

«Para lograr [este] fin harían falta espíritus distintos».

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lunes, 29 de abril de 2024

BRUEGHEL EL VIEJO (Ícaro desaparece en el agua y nadie le hace caso)

Paisaje con la caída de Ícaro. Pieter Brueghel el Viejo. Fuente: Wikipedia.


—Pero, dime,
¿dónde está el atrevido,
el hijo de Dédalo,
el del orgullo alto?

Tan solo veo al campesino con su arado, 
al pastor y sus ovejas,
al pescador que lanza el anzuelo,
el hermoso mar,
la serena luz de poniente
y las dulces montañas,
las naves que surcan
la lentitud del agua
y las apacibles ciudades.

—Es todo cuanto importa.
Lo singular,
lo extraordinario,
lo verdaderamente reseñable:
la vida que acontece
y da lugar a nueva vida.




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domingo, 28 de abril de 2024

ABANDONO LAS REDES SOCIALES

La casa es todo sitio donde se siente la calidez de la mano del otro

No puedo decir que en las redes me haya sentido como en casa. Tampoco diré eso que pregona el Eclesiastés, vanidad de vanidades, todo es vanidad, pero si tuviera que cuantificar lo que he visto durante el tiempo que he sido usuario de ellas, diría que está infinitamente más cerca de la proclama bíblica que de la dulzura del hogar. Y también está mucho más de cerca de la sentencia de Deleuzea falta de saber, gastamos palabras (Spinoza: filosofía práctica, p 28)—. 

En fin, que salgo de las redes sociales porque cuanto hago público ya queda recogido en este espacio, que es una mezcla de revista cultural, diario de lecturas y hallazgos, y divulgador de la divulgación. No tengo más pretensión que la de poder colaborar desde este humilde blog en la propagación del conocimiento y, en la medida de mis posibilidades, ayudar a extender la lectura de la poesía, que es lo que conozco un poquito. 

Si alguien desea ponerse en contacto conmigo, lo puede hacer desde este mismo espacio. En la columna que hay a la derecha del cuerpo principal de las entradas figura mi dirección electrónica. 

Muchas gracias por vuestra atención y vuestra compañía.

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LES BARRICADES MYSTÉRIEUSES, F. Couperin

 

Traigo hoy dos interpretaciones muy distintas, ambas muy atractivas, de una de las composiciones más llamativas y misteriosas de François Couperin (1668- 1733). 

Lo de misteriosa lo digo porque no se sabe con seguridad qué es lo que quiso decir. Se han hecho varias hipótesis, pero como el compositor no dio nunca ninguna aclaración sobre el tema, se quedan en meras hipótesis.

Hay quien dice que el título alude a las características de la música misma, siendo las continuas suspensiones en estilo laúd una barricada a la armonía básica, generando un enigmático impasse. Otros consideran que el título evoca un objeto; por ejemplo, Scott Ross compara la pieza ¡con un tren! L
as misteriosas barricadas serían, según él, las que frenan el tren e intentan detenerlo. 

Otras propuestas que se han hecho para explicar lo de las barricadas: una obstrucción a la comunicación humana, una barrera entre pasado y presente o entre presente y futuro, un límite entre la vida y la muerte, un impedimento entre lo inmanente y lo trascendente... y, así, otras muchas más. Lo cierto es que no sabemos por qué Couperin tituló así esta pieza.

Sea lo que sea lo que el francés quisiera comunicar en su momento con el título, la música es suficientemente atractiva como para que hoy la podamos seguir degustando, ya sea al piano de Éva Szalai o en la marimba de Anne-Julie Caron.

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sábado, 27 de abril de 2024

FRANCISCO RICO (1942-2024)

 

Francisco Rico28 de abril de 1942-27 de abril de 2024

Ha fallecido Francisco Rico. Nos deja una obra llena de conocimiento para que sigamos aprendiendo y disfrutando:

Ediciones a su cuidado:

La novela picaresca española.
Agustín Moreto, El desdén, con el desdén.
Francesco Petrarca, Obras 1
Historia y crítica de la literatura española.
Mateo Alemán, Guzmán de Alfarache.
Lope de Vega, El caballero de Olmedo.
Lazarillo de Tormes.
Mil años de poesía española.
Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha.
Francesco Petrarca.
Mil años de poesía europea.
Carmina burana.

Y una conversación con José-Carlos Mainer en la Fundación March de hace diez años: 

Y una conferencia bajo el título de La realidad de la fantasía que recomiendo vivamente.

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GRANDEZA DE CAMUS


No conocía esta anécdota de Camus que encuentro en el libro de Riemen, Nobleza de espíritu, que es, por cierto, el libro que me ha llevado a sumergirme en la lectura de la Ética de Spinoza, además de ser una delicia para cualquier persona con nobleza de espíritu.

El libro recoge tres ensayos breves: El tiempo mesurado de Thomas Mann, El filósofo-rey y ¡Sé valiente! En el segundo de ellos es donde aparece la anécdota que voy a transcribir. Se trata de una conversación entre Malraux, Koestler, Sartre y Camus. 

El 29 de octubre de 1946, de noche ya, cuatro hombres se dirigen a una casa en las afueras de París, junto a Bois Boulogne. Se trata de una verdadera mansión, decorada con una imponente colección de cuadros y esculturas. André Malraux, el anfitrión, da la bienvenida a los cuatro invitados, a los que conoce muy bien. Además de adinerado y famoso, el escritor, político e intelectual de reconocido prestigio goza de mucho poder en la Francia de la posguerra, al tener en el general De Gaulle a un seguidor interesado y atento. Entre los invitados está relectual húngaro Arthur Koestler, que durante el conflicto bélico adquirió renombre con su novela El cero y el infinito (1940), una amarga denuncia de la falacia y la violencia del estalinismo. Ha venido acompañado de su amigo Manès Sperber, escritor y psicólogo judío-alemán. También asiste a la velada Jean-Paul Sartre, simpatizante de la URSS, antiamericano convencido y, por tanto, polo opuesto de Koestler. El cuarto invitado, el más joven de todos, es el escritor y periodista Albert Camus. 

El intercambio de ideas parte de una preocupación común: la situación política y sus consecuencias para la arruinada civilización europea. La guerra ha terminado. Estados Unidos ha resultado vencedor y se ha eri el potencia nuclear. La Rusia estalinista también ha salido victoriosa y le falta poco para hacerse con la bomba atómica. Los cuatro hombres están persuadidos de que los intelectuales han de tomar la iniciativa frente a ambas superpotencias. En adelante hay que proteger los derechos humanos en todas partes. En la propia Francia, la Ligue des Droits de |'Homme está demasiado vinculada al Partido Comunista Francés que, a su vez, se deja llevar por Moscú. Se plantea la pregunta de si no sería preferibles fundar una nueva organización para la defensa de los derechos humanos, más independiente y de trascendencia internacional. 

[... Intervienen Koestler, Malraux y Sartre exponiendo sus opiniones]

—¿No creen que todos somos responsables de la falta de valores? —pregunta Camus—. ¿Y que si todos nosotros, que procedemos del nietzscheísmo, del nihilismo o del materialismo histórico, confesáramos públicamente que nos hemos equivocado, que existen valores y que en lo sucesivo haremos lo que sea necesario para fundarlos e ilustrarlos, eso podría ser el comienzo de una esperanza?

Koestler mueve la cabeza en señal de aprobación; Malraux contempla su cigarrillo y piensa que semejante razonamiento no sirve a sus fines políticos, y Sartre decide no volver a pisar jamás aquella casa, al tiempo que se propone explicárselo todo de nuevo a Camus en otro momento. La conversación ha sido breve: todo está dicho. Es hora de marcharse. De vuelta a casa, Camus recoge la discusión en su cuaderno de notas.


Luego continúa Riemen con su reflexión: 

No podemos olvidar este diálogo —a pesar de su brevedad y del ambiente de crispación— porque profundiza en la esencia de la civilización, en cómo esta puede irse a pique, en la tarea de los intelectuales y en lo que significa su traición. 


Civilización. No puede haber civilización sin la conciencia de que el ser humano tiene una doble naturaleza. Posee una dimensión física y terrenal, pero se distingue de los animales por atesorar a la vez una vertiente espiritual: conoce el mundo de las ideas. Es una criatura que sabe de la verdad, la bondad y la belleza, que sabe de la esencia de la libertad y la justicia, del amor y la misericordia. El fundamento de cualquier civilización hay que buscarlo en la idea de que el ser humano no debe su dignidad y su verdadera identidad a lo que es —carne y hueso— sino a lo que debe ser: el portador de dichas cualidades vitales eternas. Estos valores encarnan lo mejor de nuestra existencia: la imagen de la dignidad humana. "La gravedad material hace precioso al otro, y la moral a la persona", sentencia Baltasar Gracián en su magistral Oráculo manual y arte de prudencia (1646). 

Estos valores son universales porque se aplican a todos los hombres, y son atemporales porque son de todos los tiempos. La cultura se define como el conocimiento y la organización de todas estas cualidades espirituales inmateriales, reunidas en el patrimonio cultural. Solo reviste calidad las obras atemporales, aquellas que nos siguen fascinando generación tras generación, puesto que son la únicas en expresar una realidad atemporal, una idea. Este requisito de atemporalidad hace que toda cultura, todos los valores espirituales, se tornen vulnerables. La cultura ha de ser desinteresada y no utilitaria. Ahí está el secreto de su significado atemporal. Trátese de una catedral, un poema, una imagen, un relato, un cuarteto para cuerda o una canción, ninguno de ellos puede tener función ni utilidad por naturaleza. Todas estas obras nos cuentan algo a nosotros, no viceversa.

[...]

Y más adelante cita a Goethe (que era spinozista en su concepción de la divinidad y la naturaleza, Deus sive Natura): "La civilización es un permanente ejercicio en el respeto. El respeto a lo divino, a la Tierra, al prójimo y, por ende, a nuestra propia dignidad"(pp 85-91).

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viernes, 26 de abril de 2024

EL FECUNDO RUMOR DE LAS MIRADAS


Vídeo realizado con casi todas las obras que protagonizan los poemas del libro El fecundo rumor de las miradas, recorrido poético por la historia mundial del arte. Sin ser absolutamente estricto, están colocadas en orden cronológico, que es el mismo orden que he utilizado en el poemario, excepto en el caso del poema dedicado a Chillida y que, una vez leído, se entenderá bien el porqué. 

El poemario nace del impulso espontáneo de mirar y del deseo de ver más allá de formas y apariencias. Es un tributo de admiración y una tentativa de comprensión. Surge de la mirada propia, pero es deudor de la mirada de otros muchos ojos.

Para quien tenga dificultades con las pantallas, aquí dejo algunos audios por riguroso orden de aparición en este enlace o en el apartado audios podéis encontrar muchos más—.







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jueves, 25 de abril de 2024

REGALOS DEL DÍA (Diario de un epicúreo agradecido), 13



Entre TACs, resonancias magnéticas, radiografías, análisis de diversas emanaciones corporales, idas y vueltas por los senderos de la ciencia médica y de la incompetencia administrativo-informática tengo todavía y a pesar de todo el ánimo suficiente como para prestar mi atención a la Ética demostrada según el orden geométrico, que no es un texto precisamente sencillo, pero que tenía ganas de haber leído hace mucho tiempo y es ahora cuando puedo hacerlo con cierta solvencia. Me ayudan en esto de la solvencia, por cierto, un par de magníficos cayados: El milagro Spinoza y Spinoza, filosofía práctica

Sumido en la lectura del primero de esos dos, el de F. Lenoir, me encuentro con esta cita de Bruno Giuliani, que trata de incidir en la noción de eternidad, el tercer género de conocimiento, según Spinoza. La cita: Decir que el espíritu se percibe como eterno es decir que se percibe en su esencia misma como existente fuera del tiempo y del espacio. Eso no quiere decir que vaya a durar de manera indefinida. Por el contrario, eso significa que no durará: el espíritu siente simplemente que es eterno en el sentido en que se percibe como existente de una manera intemporal (El milagro Spinoza, p 135). 

Efectivamente. No es necesario dedicarse a la meditación trascendental, ni tener experiencias místicas, ni tan siquiera leer a Spinoza o a sus exégetas. Lo mismo que en ocasiones tenemos la impresión de haber vivido un momento tal cual lo estamos viviendo, eso que nombramos como déjà vu, hay otros momentos puntuales en que recibimos la impresión de que nuestro estado anímico coincide con cuanto nos rodea, o tal vez sea que cuanto nos rodea tiende a crear un estado de ánimo en el que nos sentimos bien con todo cuanto está a nuestro alrededor y la manera en que lo percibimos. 

Esos raros y escasísimos momentos —al menos en mi caso— en que parece que todo se conecta, son para mí lo más parecido a lo que Giuliani dice sobre percibir el espíritu como fuera del tiempo y del espacio. Más aun, mientras leía esas palabras me vino el recuerdo del momento en que estaba realizando la fotografía (otoño, 2015) que he colocado sobre estos párrafos y de lo que en aquel momento sentí como un fogonazo de que todo estaba en orden, de que yo estaba en conexión con el medio, como si mi ser fluyera a través de la dorada luz que producían las primeras hojas caídas del otoño. 

Creo no haber tenido esa extraña sensación nada más que tres veces en mi vida. Sí tengo, en cambio, momentos mucho más corrientes, mucho menos intensos, bastante más humildes en sus pretensiones y, afortunadamente, más duraderos, como son todos eso momentos en que me encuentro ante un objeto, una escena, un párrafo, un paisaje, una conversación... o lo que quiera que sea, que me hace sentir profundamente a gusto. Son los regalos del día. Y, por suerte para mí, suelen ocurrir bastante a menudo. 

Que el día os sea favorable.

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