Quot homines, tot sententiae.
Reconozco que vivo un poco al margen de los medios de comunicación en general y de la televisión en particular; pero creo que suelo enterarme, grosso modo, de lo que pasa por el mundo y de las polémicas más destacadas, aunque a veces me arrepienta de haberlo hecho. Ayer, por ejemplo, las amistades me pusieron al día sobre el último anuncio de la casa comercial Campofrío, Deliciosa calma, y de la petición iniciada en Change.org para que retiren el anuncio.
Me pongo delante del ordenador para recabar más información, tecleo en el buscador deliciosa calma y compruebo que no hay medio de comunicación que no tenga una alusión, un comentario o un artículo relativo al anuncio. No digo que haya tanta literatura como sobre las próximas elecciones, pero, sin duda, la empresa y los publicistas tienen que estar contentos con la campaña. Y ese, no otro, es el objetivo de una campaña publicitaria: hacer mucho ruido y que el producto se conozca.
Dejando a un lado el objeto del anuncio —que posiblemente no haya consumido nunca, ni lo vaya a consumir—, lo que más me ha sorprendido han sido las reacciones. Y es que, como decía Cicerón, hay tantas opiniones como personas. Claro que el problema no son las opiniones, si no hasta dónde queramos llegar con ellas, que no es lo mismo expresarlas como propias, querer difundirlas y crear adeptos, o querer que se impongan por encima de todas las demás. Son grados muy diferentes.
Que haya alguien que se haya ofendido con una puesta en escena suavemente feminista para vender un objeto hasta el extremo de iniciar una campaña para que retiren el anuncio, parece, cuando menos, que necesita mucha atención y mucha escucha profesional —la persona, no el anuncio—. Pobrecillo.
Que haya algunas feministas que se rasguen las vestiduras ante lo que consideran insoportable desfachatez de una casa comercial aprovechando una ideología y un discurso para vender más productos me parece más justificable, pero me da la impresión de que hay temas mayores y más importantes de los que ocuparse. Yo mismo me estoy preguntando ahora mismo qué es lo que hago escribiendo estas líneas.
Perdonadme que este domingo no tenga nada más interesante que ofreceros.