Pocas cosas provocan más fanatismo que la desinformación y pocas situaciones nos acercan más a lo irracional que los ritos. Si nuestra sociedad estuviera formada por seres racionales, es decir, sólo racionales, no tendríamos un calendario marcado con las fiestas que tenemos ni estaríamos discutiendo cada año sobre la "invasión" de
halloween. Pero somos animales.
Toda fiesta cristiana nace para superponerse a otra pagana y hacerla olvidar. De hecho, son las religiones monoteístas —y monotemáticas—las únicas que se empeñan en declararse exclusivas poseedoras de la divinidad, las únicas que exigen un contrato de fidelidad a sus socios. Las religiones anteriores no eran tan absorbentes ni se molestaban con los cambios de cromos que hicieran sus acólitos. Pero vamos con halloween, o si lo preferís, con Todos los Santos.
Toda religión se ocupa de sus muertos. Es más, la religión nace con los muertos, esto es, cuando la humanidad empieza a ocuparse de sus muertos y, en lugar de abandonarlos para que otros animales den buena cuenta de sus proteínas, comienza a entretenerse con ellos (que si la cabeza hacia el este, que si mejor en posición fetal, que si el collar le va mejor que el puñal,...). Esto ocurrió allá por el Paleolítico y la costumbre ha prevalecido hasta hoy.
Más cerca de nosotros que del Paleolítico estaban los celtas, los romanos y sus calendarios. Los celtas iniciaban el año el 1 de noviembre con la festividad de Samhain. La noche que precedía al día 1 (31 de octubre, su nochevieja) hacían grandes fuegos, se reunían en asamblea, comían y bebían hasta saciarse (igual que ahora), iban a las tumbas de sus antepasados con flores (seguimos igual) y se ponían en contacto con ellos (les rezaban), incluso podían abrir las tumbas (esto ya no) para que la comunicación (comunión de los santos) fuera más directa, pues creían que estando a su lado durante todo el día, podrían descender hasta su mundo. Mientras tanto, seguían bebiendo y cantando.
Los romanos, más generosos con sus muertos, les dedicaban varias fiestas a lo largo del año: compitalia, parentalia, caristias, rosalia, lemuria. Por si estas fueran pocas, el día del cumpleaños del santo difunto se iban de pic-nic a la sepultura y allí se quedaban zampando y bebiendo; vamos, lo de siempre: el vivo al bollo y el muerto al hoyo...
La cuestión es que entre ritos celtas y romanos, la costumbre de celebrar a los muertos familiares estaba muy arraigada en Europa y todo era muy pagano y muy poco Santa Madre Iglesia. Así es como para festejar a los antepasados que hubieran muerto en gracia de Dios, santos al fin y al cabo, y para acabar con tanto gesto pagano, la Iglesia de Oriente, primero, y la de Occidente después, buscan un día para estas necesidades rituales que pueda ir desplazando los ritos anteriores. En Occidente será el célebre Alcuino de York quien proponga —y estamos en el siglo VIII, o sea, ayer mismo— la misma fecha para intentar que la festividad de Samhain pase poco a poco al olvido.
Será el trabajo de los monjes cluniacenses, que desde un principio la hacen suya, el que logre que la festividad sustitutoria logre imponerse en el occidente europeo. Aún así, no será declarada como fiesta obligatoria, es decir, de guardar, hasta el año 1475, cuando el Papa Sixto IV tome esa decisión.
Pero, mira por donde, los ritos y las fiestas son lo que son y los irlandeses, que son muy católicos, pero también muy celtas, introducen en EEUU la costumbre de la calabaza gigante, y que si te cuento una historia de muertos, y que qué risa y qué miedo... y el círculo termina cerrándose otra vez en Europa.
Que ustedes lo celebren como quieran, si es que quieren celebrarlo. Yo intentaré leer algo... de miedo, claro.