martes, 21 de abril de 2020

CORONAVIRUS Y PAZ, por Juan Gutiérrez


He recibido esta reflexión sobre la situación que actualmente estamos viviendo de Juan Gutiérrez. Tal vez su extensión no la haga muy apropiada para un blog, pero el autor y la propia situación merecen el esfuerzo. Aquí la tenéis:

El coronavirus como salvador
(Ensayo improvisado de filosofía andante por cuatro vericuetos)

Hace 217 años un poeta filósofo alemán, FriedrichHölderlin, publicó un poema “Patmos” en el que había una frase que ha pasado a la posteridad “Wo aber Gefahr ist, wächst das Rettende auch” que en español significa: “Donde hay peligro crece también lo salvador”. Desde hace tiempo me ha fascinado esa sentencia y me pregunto si tiene algo de profético —esperanzador en referencia a peligros del futuro—, pero año tras año voy dejando esa pregunta quieta, dormida, sin tratar de responderla.

Primer vericueto
Sin embargo, desde hace un par de semanas, ya en tiempo de la pandemia en que el coronavirus nos ha metido a cada uno en su agujero (que demasiados ni lo tienen) y aislado físicamente a unos de otros, —agujero privilegiado el mío, grande, bien equipado, con terraza, cerca de la mar abierta— , y pareciendo en los primeros días que el tiempo que antes nos faltaba para cumplir con nuestros compromisos nos iba a sobrar al cancelarse o alargarse los plazos de su ejecución, he puesto esa pregunta  en marcha hacia una respuesta confiando en que para recorrer esa distancia iba a contar ahora con un tiempo liberado, desocupado, calmado.  

Pero nada más iniciar este recorrido voy notando que la pregunta no camina en línea recta por ese  espacio vacío, sino dando tumbos por un espacio superpoblado por otras inquietudes antes quietas, pero puestas de súbito en movimiento por el mismo confinamiento y por un raudal de noticias y de pensamientos que me vierte incesantemente por sus muchos canales —móvil, tele, radio, portátil, etc— el  mundo exterior. Así la pregunta se mueve zarandeada en el remolino de una maraña de ansias activadas, noticias y pensamientos sin acercarse a la respuesta.

Es como la carrera de la Reina Roja y Alicia,
La Reina Roja continuaba gritándole: “¡Deprisa, más deprisa!”, y Alicia sentía que no podía más, aunque le faltase aliento para decírselo.
Lo más curioso era que los árboles y las demás cosas que las rodeaban permanecían totalmente inamovibles: por más que corrieran, no conseguían adelantar nada. “¿No será que todo se mueve con nosotras?”, se preguntó muy intrigada la pobre Alicia.
[…]
Alicia miró con gran sorpresa a su alrededor
¡Pero si yo diría que hemos estado bajo este árbol todo el rato! ¡Todo está igual que estaba!
Claro que sí -dijo la Reina-. Pues ¿qué te creías?
Bueno, en mi país —dijo Alicia, todavía un poco jadeante—, si una corre un rato, tan deprisa como lo hemos hecho nosotras, generalmente acaba llegando a un lugar distinto.
¡Un país bien lento! —dijo la Reina—. Aquí, como ves, se ha de correr a toda marcha simplemente para seguir en el mismo sitio. Y si quieres llegar a otra parte, por lo menos has de correr el doble de rápido.
Repito tratando de ser más preciso: en el instante en que pongo en marcha mi pregunta noto que se están también poniendo en marcha y me empujan o atraen demasiadas otras cosas:
    un chorro de noticias y pensamientos sobre la pandemia que, repitiéndose sin cesar, generan confusión al desmentirse entre sí (parece que no se aclaran sus mismos emisores, gobernantes, expertos  o influencers). Más incluso que las fake news tontorronas que también circulan;
    el maremágnum de pronósticos acerca de la transformación que la pandemia va a generar en el mundo y en nosotros;
    un agitarse y revivir de vínculos de amistad entrañables, que habían quedado quietos y dormidos pero que despierta el clima del mismo confinamiento y a los que se suman vínculos que ya eran activos y que, aunque sin contacto físico, se siguen manteniendo con nuevo brillo.

Así mi pregunta corretea de un lado para otro al encuentro de esa avalancha buscando piezas del rompecabezas que forma la respuesta. Y me encuentro zarandeado, mareado, con vértigo y sin haberme movido hacia adelante. Siento que el rompecabezas me está rompiendo la cabeza.

Segundo vericueto
Me paro, me echo a dormir, me doy un paseo —más o menos legal— y, ya más aquietado, me propongo
      adueñarme de mi tiempo regulando las vías de entrada del chorro de inquietudes, noticias, planteamientos y pronósticos por medio de un grifo y de un filtro que corten el paso a lo que detectan como inútil;
      en vez de forzar a la pregunta a que se mueva en línea recta, dejar que avance  dando tumbos o en zigzag y tratar de entender por qué se mueve así;
      reflexionar sobre el tipo de respuesta que espero.

Esa reflexión me hace evidente que:
      La respuesta que busco la va a traer el mero paso del tiempo, que llegada la  hora no pronosticará si la realidad aún futura deja entrever una silueta que confirme o desmienta la sentencia de Hölderlin, sino que constatará si esa sentencia se ha cumplido o no en una realidad para entonces ya presente.
      No soy el único que pone en marcha esa pregunta, somos una multitud los que estamos tratando de entender cómo va a ser el futuro como consecuencia de la pandemia.

Entonces decido:
      No competir con esa multitud de adivinadores del futuro ni pretender ponerme a su cabeza, sino colaborar con ellos en una búsqueda conjunta de la respuesta.
      Que mi contribución a esa búsqueda conjunta consista en cocinar una pieza propia, artesanal, que incorporar al rompecabezas que forma la respuesta.
      Que sus ingredientes sean o de mi propia despensa, o compartidos con amigos, o adquiridos de cualquier otro. Todo un sancocho.

Aquí otra vez me paro  —normal, que esto es un ensayo de filosofía andante por vericuetos— y me pregunto: ¿A dónde iba y dónde estoy?

Me he echado a andar buscando alcanzar una respuesta a mi pregunta inicial y entretanto me encuentro con el yo disuelto en un nosotros y con que la meta no es la respuesta como rompecabezas ya completo, sino el haber cocinado una de sus piezas.
Y sí que avanzo pero no en línea recta.

Ahora se trata de volver a meter ese “yo” en el “nosotros” en que se ha disuelto.

Tercer vericueto
El principal ingrediente propio mío, aunque tengo entretanto la suerte de compartirlo en un grupo cada vez mayor, es la puesta en juego de las Hebras de Paz Viva (HPV), que hoy la inmensa mayoría no tiene en cuenta, dejándolo de lado porque las memorias colectivas, siendo selectivas, nos lo esconden. Así, al caer en esa trampa de la memoria, se escamotea un ingrediente fundamental de lo salvador.

Ese ingrediente, —nuestra pulsión como seres humanos por verter nuestras vidas en otras vidas, para crearlas, protegerlas, alimentarlas, enriquecerlas etc—, no lo concibo como  algo presente o ausente según los tiempos —como una luna llena o nueva—   sino como un sol constante a lo largo de la historia humana e incluso, por lo que parece, anterior al también darse entre seres vivos que han precedido a nuestra especie.

Cualquier diagnóstico o pronóstico que ignore las HPV va a declarar a la especie humana como por sí misma incapaz, carente de recursos propios, para sobrevivir a una crisis. La esperanza en “lo salvador” se reduce pues a esperanza en algo no humano. Y cuanto más se sitúe este agente salvador fuera de lo humano, más se encogen el ser humano y su dignidad.

Las HPV con presencia a lo largo de toda la historia son un ingrediente necesario de “lo salvador”, pero insuficiente. Para que “lo salvador” salve tienen que combinarse esas HPV con otro ingrediente variable históricamente para que así entren en juego “el peligro” haciéndose presente y “lo salvador” creciendo.  

No sé cómo definir a este ingrediente variable, pero creo que podemos buscarlo entre lo que Hegel llamaba “espíritu del tiempo”, Rousseau “voluntad general” y “contrato social”, y ponerle provisionalmente un nombre más actual como “consenso”, tomando así como modelo el consenso de la transición democrática española. Sin embargo, voy a alargar algo ese nombre llamándolo “consenso en su conjunto” porque no son uno, sino varios los temas que el consenso consensúa.

Este consenso en su conjunto se plasma en dos planos imbricados uno con otro: el plano institucional en forma de leyes y el plano en que vivimos, nos entendemos y encontramos los seres humanos, —que quizá sea el plano en que se genera la cultura—.

(De paso: ¿tiene algo que ver la distinción entre esos dos planos con la que hizo Max Weber entre “poder” y “legitimación”?) 

No concibo ese “consenso en su conjunto” como algo permanente, aquietado y distendido, aunque así se presente en el plano institucional —como en la constitución española de 1978, desde entonces en lo esencial blindada—. 

Sin embargo, en el plano en que viven los ciudadanos ese “consenso en su conjunto” se revela como algo en evolución lleno de movimiento y tensión internos, que en ese plano institucional pueden consolidarlo o resquebrajarlo hasta romperlo pese a su fuerte anclaje jurídico.
 
En ese plano en que vivimos y nos relacionamos los seres humanos entran en juego junto con otros factores las dos pulsiones contrapuestas —para ejercer violencia o emitir HPV— contribuyendo a su evolución, fortaleciendo o resquebrajando  el consenso en su plano institucional.

El mejor ejemplo de esa evolución de un consenso es el avance del feminismo —ligado al reconocimiento de los cuidados, que en gran medida son HPV—  como una ola de fondo que se va transformando, creciendo y acelerándose desde principios del siglo XX hasta hoy en que ya es rampante. Otro ejemplo es la decadencia del monopolio de poder de la iglesia católica, respaldada por el franquismo, de ordenar los comportamientos de la gente.

Tres otros ingredientes propios que puedo aportar son mi gusto por la ecología, la filosofía y mi empeño por la paz.

En relación con la ecología tengo que agradecer al amigo Rudolf Bahro, filósofo ecologista alemán muerto en 1997, muy olvidado en España, pero famoso e influyente en los años 80, que en 1987 publicó su libro Lógica de la salvación, donde plantea la lógica de la salvación del peligro de la autoaniquilación inevitable de la especie humana (pág. 35): “Es cierto que las contradicciones sociales han sido y son aceleradores y amplificadores, pero de algo generado por una disposición de nuestra misma condición humana, que la hace única y gloriosa: De todas todas la clave de la situación es que el ser humano normal, en su versión excesiva de hombre occidental normal, destruye la vida en vez de ponerse a su servicio. Y, por mucho que podamos poner en duda que lo salvador crezca desde el peligro, quien no ve ese peligro y su causa, quien considera que la crisis ecológica no es más que el molesto efecto colateral de un desarrollo glorioso, no puede despertar para ponerse a buscar la respuesta sea la que sea”.

Cuarto vericueto
De acuerdo con Bahro —y creo que también con Greta Thunberg, con el movimiento de Viernes por el Clima, con Ghandi (que afirmó que los recursos del mundo bastan para satisfacer las necesidades humanas pero no la codicia humana) y con las profecías de muchos pueblos aborígenes— interpreto la frase en que Hölderlin relaciona “el peligro” con “lo salvador” por así decir a contrapié, porque planteo que el peligro es la aniquilación de la humanidad por el abuso que hace esa misma humanidad de la naturaleza y, sólo partiendo de ahí, me pregunto si la pandemia del Covid-19 puede ser, además de parte evidente de ese peligro, puesto que amenaza con diezmar a toda la humanidad y desvencijar su tinglado económico, lo salvador que crece. 

Afirmo así que el peligro a tope es nuestra relación hostil como seres humanos, con la naturaleza que ensuciamos y destruimos acelerando así nuestra propia extinción. Hoy nuestra especie está ya en la cuenta atrás, con el punto final de su desaparición a la vista, ya a pocos pasos del punto sin retorno.

La verdad es que este pronóstico fruto de un cálculo intelectual nos deja bastante fríos, consigue sólo movernos a regañadientes arrastrando los pies y tachándolo de apocalíptico. Le falta la dimensión emocional que aportan la sensación de inmediatez y la evidencia de que no hay escape individual a esa extinción de la especie.

Es un peligro muy peligroso —valga la redundancia— porque no aparece como inminente ni del todo inexorable:
   el fin de la especie humana se hará evidente dentro de 30 o 40 años, ya muy pasado el punto sin retorno, cuando sea demasiado tarde para poner remedio;
  afecta a los pobres —que cuentan poco— mucho antes, como media generación, que a los potentados —que cuentan mucho—;
  parece más lejano que las muertes individuales de nuestra generación;
  genera la esperanza falsa de esperar una repetición del mito del Arca de Noé, según el cual el dios bíblico aniquila la especie humana inundándola con el diluvio, pero salva a una familia.

Esa perspectiva a corto plazo y complaciente —que resuena en el “¡Cuán largo me lo fiáis!” de Don JuanTenorio o en el “Después de nosotros el Diluvio” de la Pompadour
   permite que se pongan de nuevo en juego soluciones falsas a la crisis, de acuerdo con la lógica determinante de proteger a los seres humanos sólo en la medida en que se aseguran los intereses de los inversores, que más bien la agravan, como ya ha ocurrido en la crisis económica del 2008, cuando las mismas recetas capitalistas que generaron la crisis se aplicaron para remediarla;
    va a costarnos unos cuantos años el ensayo de remedios hasta que desechemos los inútiles o incluso contraproducentes y escojamos los eficaces ;
    la aceleración de nuestra economía nos tiene en jaque y quita el tiempo para buscar y encontrar un remedio.
   se entiende la lucha por la supervivencia de la humanidad como una guerra en la que poner en juego las mismas estrategias que se aplican para conquistar y someter a la naturaleza, que son estrategias de guerra pero inútiles y contraproducentes para proteger al género humano.

Sin embargo, hoy se ha adelantado a este peligro de aniquilación, que nos amenaza como especie, pero aún no nos parece inmediato, la primera gran ola de la oleada con que la naturaleza responde al abuso a que la sometemos, la pandemia del Covid-19, que nos saca de este sopor, sobresalta, pone alerta y hace que estemos a escala mundial trastocando el comportamiento de cada quisque al tomar medidas urgentes de protección ante la epidemia desatada, que está ya matando a miles y cada vez a mayor velocidad, que —sin amenazar con la extinción a nuestra especie—, amenaza con diezmarla en general, con lo que cada uno de los nosotros podemos ser los décimos de esa diezma.
 
Esas medidas de protección están a su vez desencadenando una crisis económica, pero “desencadenar” significa ahora romper las cadenas que atan los procesos económicos a la lógica de anteponer el incremento de los bienes y recursos privados a la salvación de vidas con su dignidad.

La crisis del coronavirus ya ha roto esas cadenas y en ese tremendo revuelo se están moviendo ingentes capitales para, fuera de las lógicas capitalistas, atender a las necesidades y urgencias humanas, siendo la más imperiosa y urgente la de sobrevivir con dignidad. 

Mientras esa lógica capitalista se desbarata, está creciendo —como los pequeños mamíferos tras la extinción de los dinosaurios— una lógica variopinta de atención y protección a los seres humanos y a su dignidad, que recoge y antepone planteamientos antes pospuestos —una renta básica universal, una atención médica bien equipada y sin exclusiones—, junto con otros no planificados, sino surgidos espontáneamente  por el mismo sobresalto, como el aplaudir desde los balcones en señal de agradecimiento a los servicios sanitarios y de limpieza, el surgimiento de redes de apoyo a personas vulnerables con lo que, desbaratada la ley de hierro del capital, se entrevé el nuevo orden de un “jardín de las delicias” —Hieronymus Bosch—.  En ese sentido,  el coronavirus es la mejor y más oportuna de las vacunas.

En ese jardín de las delicias florece un sinnúmero de flores, pero no me detengo
para mostrárorlas porque también vosotros estáis en ese jardín y podéis mostrar mejor que yo y trasmitir el color y la fragancia de las que os brotan más cercanas. Allí, además, crecen y se fortalecen árboles, líderes de las HPV, como el papa Francisco, que ha crecido en esta Semana Santa guardando todos sus rituales con sermones en iglesias vacías o semivacías en los que insistentemente desbordaba los límites que la doctrina católica tradicional impone a los seres humanos.

La pandemia es además muy oportuna,
   porque su llegada, coincidiendo con el impetuoso avance del feminismo, evidencia que las estrategias machistas de defensa militar son contraproducentes e invita a desplegar un sistema de protección ya no centrado en el balance entre el ataque destructor contra el enemigo y huida de ese enemigo, sino en la atención y la generación de amistad.

         A esa nueva estrategia  responde bien el coronavirus, porque parece que lo que     mata no es su contagio, sino la producción excesiva de anticuerpos por parte de los contagiados. El objetivo ya no es aniquilar al virus enemigo, sino aprender a convivir con él. La lucha ya no consiste en aniquilar al virus enemigo o ser aniquilado por él, sino que es una pugna por transformar ese virus enemigo en un amigo con el que convivir (parece que durante millones de años ha convivido el coronavirus con murciélagos y pangolines).

   La cuarentena, el aislamiento físico como medida tradicional de protección ante las plagas, era hasta principios de este siglo algo muy duro y paralizante, pero el desarrollo de lo digital en los últimos años lo hace mucho más llevadero y permite —por ejemplo con el teletrabajo— soslayar muchos bloqueos.

En este rio revuelto por haberse roto las leyes capitalistas que lo ordenaban, no sólo navegan tejedores de Hebras de Paz Viva, también lo surcan tiburones y especuladores decididos a medrar sin dignidad a costa del resto, de la inmensa mayoría. Pero esas sombras ya no pueden mostrarse como luminosas; les ha llegado la hora en que revelarse como sombrías. El capitalismo, sin ser la solución, ha podido hasta hace bien poco presentarse como solución moralmente neutra, pero ahora ya no puede, porque se revela como criminal.

Algunos de esos tiburones pretenden, e incluso consiguen, ser grandes líderes, como Trump, Boris Johnson o Bolsonaro. Sin embargo, son líderes de corto recorrido porque chocan contra sí mismos: una semana, tras ordenar que se anteponga la codicia de los potentados a las necesidades humanas, Trump se ve forzado a ordenar que ingentes masas de dinero se desmarquen de esa lógica del capital para atender a las necesidades humanas. Es el loco al que se refería Machbethan idiot full of sound and fury, signifying nothing”

Ante otras amenazas globales se han planteado fórmulas que trataban de proteger a un sector de la humanidad separándolo del resto —como los intentos de proteger durante la guerra fría los EE.UU, separándolos de Europa y del bloque socialista por medio de una campana protectora formada por misiles defensivos; guerra fría que al volverse caliente iba a destruir los misiles ofensivos enemigos manteniendo así a los de dentro a salvo de la hecatombe que aniquilaría a los de fuera—. Pero desde el momento en que ha aparecido esta pandemia es evidente que soluciones de este tipo no sirven para nada: el coronavirus,  aunque comparado con la gripe española —que  hace 100 años mató a más de 50 millones— mata relativamente poco —del 3 al 10% de los afectados—, amenaza uno por uno tanto a los ricos como a los pobres y más se trasmite de ricos a pobres que al revés.

El muro que está construyendo Trump para proteger los Estados Unidos separándolos de México es ante esta pandemia algo ridículo, porque el coronavirus se lo salta como si tal cosa.

Tras los 4 vericuetos
Días antes de su asesinato Martin Luther King pronunció la frase “He alcanzado la cumbre” (I have reached the mountain top).
Yo no.
Nosotros aún no.
Nos queda la poesía.

RESISTENCIA CREATIVA PARA UNA CUARENTENA ENTRETENIDA, 20. DKEtxean





No sé si cuando visitáis este blog soléis deteneros un momento a mirar las agendas que aparecen en la columna de la derecha, la de Donostia Kultura y la de Kulturklik. Si tenéis esa costumbre, esta nota os sobra. 

Para quienes no han advertido la existencia de las agendas culturales agregadas al blog debo decir que ayer aparecía la propuesta cultural Koadernoa, una propuesta que por medio de donostiakultura.eus nos ofrecerá textos breves e inéditos así como ilustraciones creadas ex profeso para esta situación de confinamiento que estamos viviendo. Irán apareciendo trabajos diariamente, de lunes a viernes, y se puede ver completa en DK Etxean: Koadernoa.

El primer texto es un hermoso poema —Elurraren zehatza— de Arkaitz Cano en torno a la nieve.

lunes, 20 de abril de 2020

ABAO. RESISTENCIA CREATIVA PARA UNA CUARENTENA ENTRETENIDA, 19

Fuente: http://www.abao.org/es/inicio.html
Más iniciativas del mundo de la cultura. En este caso es ABAO (Asociación Bilbaina de Amigos de la Ópera). Bajo la etiqueta #AbaoEnCasa, la asociación va haciendo públicos cada semana títulos de su catálogo para disfrute de amantes de la ópera:

Chaikovski: Eugene Onegin.
Verdi: Rigoletto
Dvorak: Rusalka.
Puccini: La Bohème. 


...Y las que salgan.

OTELO (EL UNIVERSO SHAKESPEARE, 20)


YAGO: ¿Pues no has de remediarlo? La voluntad es el hortelano de la vida, y puede criar en ella ortigas y cardos, o hisopos y tomillo; una sola yerba o muchas; enriquecer la tierra o empobrecerla; tenerla de barbecho o abonarla. Para eso es la prudencia, el seso y el libre albedrío. Si en la balanza de la humana naturaleza, el platillo de la razón no contrapesara al de los sentidos, nos llevaría el apetito a cometer mil aberraciones. Pero por dicha tenemos la luz de la mente que doma esa sensualidad, de la cual me parece que no es más que una rama lo que llamáis amor (act I, esc 3).

Las grandes obras de Shakespeare son tan conocidas que hasta quien no haya leído o visto Otelo sabe que la enfermiza emoción que se pone en evidencia en esta obra es la de los celos. Y seguramente también sepa que Otelo es el personaje cegado por ellos y que Yago es el malo malísimo encargado de poner todo patas arriba a su alrededor. 

La astucia y la inteligencia de Yago domina toda la obra. De hecho, cualquier persona que lea la cita de arriba, sin tener más información, puede pensar que se trata de un personaje sabio y mesurado, uno de esos que ponen equilibrio en todas cuantas acciones participa. Nada más lejos de la realidad. Yago utilizará toda las capacidades de su inteligencia para destruir la pareja formada por Desdémona y Otelo. Y no encontrará mejor manera que sembrar el veneno de los celos.

El infame personaje, en un corto espacio de tiempo, conseguirá construir una situación caótica, manipulando con extrema pericia cuantos hilos tiene a su alcance y cuantos personajes están a su alrededor. Pero si Shakespeare nos ofrece toda la potencia del mal del que es capaz una persona a través de Yago, también nos ofrece toda la estupidez de quien se deja arrastrar por una emoción tan posesiva y dañina como es la de los celos. 

Yago es el detonante, la mente perversa que pone en marcha los peores sentimientos, pero no es el único responsable. Otelo no está exento de ella, de responsabilidad. La ceguera absoluta en la que se deja envolver, y de la que no saldrá hasta el mismo final de la obra, es el ejemplo a evitar, es la terrible enseñanza que Shakespeare nos deja.

En este Estudio 1 del 72 trabajaban Alfredo Alcón, Maribel Martín, Fernando Guillén, Manuel Galiana, Manuel Dicenta, Jesús Tordesillas, Charo Soriano y Sancho Gracia. Pero como siempre defiendo, leedla primero, la excelencia de las palabras del inglés es algo que está por encima de cualquier interpretación, es un regalo de la literatura universal. Y Otelo es, en mi opinión, la más sobria, la más ajustada, la que posee unos diálogos más estrechamente unidos al desarrollo del argumento.



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Y no te olvides de mandar mensajes de ánimo a los enfermos que se mantienen aislados en los hospitales.

domingo, 19 de abril de 2020

QUERIDO CORONAVIRUS:

Fuente; Instituto de Salud Global

He perdido la esperanza. Estoy desolado.

Yo creía que con tu llegada nos íbamos a hacer más lectores, más atentos, más responsables. No sé, como cuando de pequeño me pillaba unas anginas y estaba diez días en la cama entre inyección va y fiebre viene, y entonces hablaba más bajito, y molestaba menos, y leía mucho más. Bueno, tebeos, que tampoco voy a mentir.

Pero no. Has llegado, has recluido a la mitad de la población mundial en sus casas y ¿para qué? ¿Para que aprovechemos el tiempo extra que nos das leyendo lo que no habíamos tenido tiempo de leer? ¿Para poner en marcha aquella idea tan buena que nunca habíamos comenzado a desarrollar? ¿Para acordarnos más de la familia y hablar más con ella? ¿Para sacar a relucir nuestra creatividad tanto tiempo relegada? ¿Para qué? 

No, querido, no has hecho nada de eso. Además de cargarte muchas decenas de miles de personas, lo que está muy mal, se mire como se mire, has empujado a una enorme masa de gente a realizar más ruido que nunca. Un ruido enorme, gigantesco, insoportable. Y es que en lugar de impulsar a la gente a la cultura y a la reflexión, la has llevado a una hiperactividad ruidosa y digital.

Desde que estás con nosotros, no dejo de recibir chistes de dudosa gracia, consejos que ni he pedido ni tienen nada que ver con mi vida, vídeos sensibleros y de mal gusto, vídeos alentando a la revolución y también de mal gusto, vídeos falsos, vídeos infectos y nauseabundos, noticias que nunca se han producido, mentiras de todos los colores y hasta ruidos que vienen de los balcones vecinos porque su equipo juega o porque no juega o porque algún día va a jugar. 

En fin, que no te aguanto más. No te soporto. Quiero que te vayas de una vez. Antes de que tú llegaras, parece mentira, el ruido invadía menos mi espacio vital y no tenía que emplear tanto tiempo vaciando las conversaciones de mi guasap—¿por qué las llamaremos así si no se produce ninguna comunicación?—.

Querido coronavirus, piérdete de una maldita vez.

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PS (para personas): Si por casualidad lees esto y eres alguna de las que tienen mi número de teléfono, no insistas enviándome cosas que ni he pedido ni sabes si me interesan o no. Respeta mi silencio. Gracias.

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DECAMERÓN. RESISTENCIA CREATIVA PARA UNA CUARENTENA ENTRETENIDA, 18

Librerías varias.
Sinceramente, no creo que haya libro que aúne oportunidad y diversión mejor que este para sobrevivir al confinamiento. Y si alguien piensa que esta cuarentena en la que vivimos es de nuestra exclusividad, solamente tiene que abrir el libro de Boccaccio para darse cuenta de que no es así.   

De 1347 a 1353 —una vez más—, la peste diezmó la población europea. Boccaccio comenzó a escribir el Decamerón en 1348, cuando la enfermedad golpeaba Florencia. Escribe una historia con siete mujeres y tres hombres que huyen de la ciudad para confinarse en una finca a salvo del contagio. Para entretener a los demás, cada uno de los personajes debe contar cada día una historia. Cada jornada tiene un tema sobre el que deben tratar las narraciones, excepto el primero. Lo sabemos, lo sabían, contar historias siempre ha sido una de las mejores maneras de entretenernos.


Tenéis el Decamerón en El libro Total.
No voy a hablar de los muchos méritos literarios de la obra, creadora, como han señalado tantos especialistas, de la prosa moderna y primera "novela" del continente, antes de haber entrado en la modernidad. De los tres grandes de la literatura italiana —Dante, Petrarca, Boccaccio— él es el que mejor se lee en la actualidad, el que no ha perdido ni una pizca de su atractivo.

La ocasión es ideal para perderos entre sus páginas, porque además de encontrar historias amables, inteligentes y muy divertidas, puede que os hagáis un favor si es que vivís en pareja. Y todo eso sin abandonar un cierto toque crítico e irónico cuando es necesario, como la famosísima historia del judío indeciso entre seguir siéndolo o pasarse al cristianismo (novela segunda).

Por supuesto, y esto es otro mérito más del libro, la Iglesia católica lo incluyó en el Índice de libros prohibidos cuando el Concilio de Trento lo creó en 1564. Esto motivó que fuera uno de los libros más leídos por los clérigos católicos.

Insisto, no os lo perdáis. Es oportuno, es divertido y se puede leer poquito a poco, pues está compuesto por cien cuentos (diez noches, diez cuentos cada noche) que podéis dejar y volver a coger cuando queráis. Como estímulo para que os animéis, Pasolini nos dejó una especie de resumen cuando en 1971 filmó su Decamerón particular. Pero no es nada más que un aperitivo.


sábado, 18 de abril de 2020

BEETHOVEN, 250º ANIVERSARIO, 1. LAS SINFONÍAS

Fuente: BTHVN.
No creo que pueda aportar nada nuevo a estas alturas ni sobre Beethoven ni sobre el aniversario, pero él es mi músico favorito, al que le debo muchas, muchísimas horas de placer y no podía faltar en este blog un pequeño homenaje. Seguirán más.

La página oficial del aniversario es BTHVN2020 —con las consonantes del apellido nos remiten a un rasgo que quieren destacar del músico; así B de Bürger (ciudadano), T de Tonkünstler (compositor), H de Humanist (humanista), V de Visionär (visionario) y N de Natur (naturaleza)—.

Y alguna curiosidad que nos da idea de la grandeza del músico: 

  • ¿Sabías que los discos compactos (CDs) duran 74 minutos porque esa es la duración de la Novena?
  • Más de cinco millones de usuarios reproducen mensualmente alguna pieza suya en Spotify. 
  • Unas 700 calles en todo el mundo llevan su nombre. 
  • Un asteroide del cinturón de asteroides lleva su nombre.
  • Roll over Beethoven, de Chuck Berry, hizo el primer guiño al músico alemán en 1956. Después de Berry vinieron otras muchas versiones.

Y ahora las nueve sinfonías. Todas están dirigidas por Barenboim y todas han sido grabadas en el Royal Albert Hall durante algún Proms

Escoged, escuchad y que el día os envuelva con sus alas más hermosas.


















viernes, 17 de abril de 2020

HOMERO AL FONDO

Vuelvo a sacar este poema 
ahora que "los dioses castigan los campos con su nieve".
Cerraba el poemario que publiqué en 2008 y los recogía a todos.
Son lo que tenemos.
Amparo y apoyo en las dificultades.
Aferraos bien. 

Cubierta de Irene Rodríguez

HOMERO AL FONDO 


Aquí os tengo, 
como si ahora pudiera hablar con todos a la vez, 
como si fuera cierto 
que esto es una casa 
en la que todos los inviernos 
calienta el fuego, 
mientras fuera los dioses 
castigan los campos con su nieve. 
A vosotros voy 
y de vosotros vengo. 
Ya sé que hemos vivido duros momentos, 
que los planes no han salido siempre tal como 
pensábamos, 
que a veces un malentendido ha provocado fuertes 
discusiones. 
Todo esto forma parte de la vida, 
viene con nosotros cuando nosotros 
llegamos a ella. 
Sin embargo, no quiero medir la fiesta 
por el número de silencios, 
sino por la profundidad de los hallazgos 
y soy feliz anotando resplandores, 
me siento agradecido por aquel gesto, 
aquella caricia, 
aquel momento 
que, a pesar del tiempo y la distancia, 
aún alumbra las sombras de la noche 
y hace que los miedos se diluyan. 
Sólo quiero dejar aquí constancia 
de que unos pocos detalles 
me han hecho la vida más hermosa, 
cuando he sido capaz de interpretarlos. 

Ya sé que cuando escribo estas palabras 
u otras cualesquiera, 
de alguna forma estoy escribiendo 
en contra de la muerte, 
pero no quiero ni pretendo vivir en la memoria, 
tan sólo deseo agradeceros el camino compartido 
y que la fiesta dure muchos años.

***
Y no te olvides de mandar mensajes de ánimo a los enfermos que se mantienen aislados en los hospitales.

LOS DOS HIDALGOS DE VERONA (EL UNIVERSO SHAKESPEARE, 19)

Los dos hidalgos de Verona no es una de las comedias más populares Shakespeare, pero sí es una de las más ligeras y divertidas, y tiene la ventaja de contar con un personaje desternillante, bueno dos, él y su perro. Lo que viene muy bien para una reclusión tan larga y sostenida como la que estamos padeciendo. Oidle hablar:

LANZA: ¡He aquí lo que son las cosas! Cuando un criado se porta con su amo como un perro, todo va mal. Éste es un animal a quien ha criado desde su más tierna infancia y a quien salvé de un naufragio con tres o cuatro hermanos y hermanas ciegos. Lo he instruido tan cuidadosamente como quien hubiera de decir: "Así se educa a un perro". Mi amo me había mandado ir a ofrecer como regalo a doña Silvia, pero en cuanto entré en el comedor, emprendió carrera en derechura a la despensa y se apoderó de una pierna de capón. ¡Oh! ¡Es terrible que un perro no sepa portarse bien en sociedad! Para mí un perro debiera proponerse ser un verdadero perro, un perro en todo y por todo. Gracias a que he tenido el ingenio de decir que había sido yo el culpable, que si no, tan seguro como estoy aquí que acabo en la horca. Vais a juzgar. Imaginaos que debajo de la mesa del duque se mezcla en la compañía de tres o cuatro perros bien nacidos. No hacía dos minutos que estaba allí, cuando —advertí esto— el olfato de todos los convidados notó su presencia. "¡Fuera ese perro!" —dice uno—. "¿Qué perro es ése?" —dice otro—. "¡Echadle!" —añade un tercero— . "¡Que lo ahorquen!" —exclama el duque—. Yo, cuya nariz hacía mucho tiempo que estaba enterada, reconocí a mi Crab. Fui al encuentro del que ya blandía el látigo y le dije: "Amigo, vais a zurrar a ese perro, ¿no es eso?..." "¡Vive Dios! ¡Pues claro!" —me contestó—. "Eso será una injusticia —repliqué—, pues he sido yo quien ha cometido la falta". Con lo que, sin más ceremonia, me echaron a la calle a puntapiés. ¿Qué amos harían otro tanto por sus criados? ¡Palabra de honor! Infinitas veces he pisado la cárcel por robar mi perro pasteles. En una ocasión me pusieron en la picota por haber matado él unas ocas. Y ahora... ¡Sinvergüenza, has olvidado ya todo eso! ¡Granuja! ¡Recuerdo la partida que me has jugado al despedirme de doña Silvia! ¿No te había encomendado tener fijos en mí los ojos y hacer cuanto yo hiciera? ¿Cuándo me has visto a mí levantar la pierna y ensuciar las faldas de una dama? ¿Cuándo me has visto cometer semejante falta de educación? ¡Dilo! (act IV, esc 4).

En esta comedia vais a encontrar algunas de los recursos típicos que luego aparecerán en otras obras —digo luego porque esta es una de las primeras obras de Shakespeare—: una mujer que recurre al disfraz de hombre; la distinción de personajes de distintas clases (clase alta, clase baja; amos y criados); el bosque como escenario, con el simbolismo que supone... En fin, esas cosillas marca de la casa.

Más necesario me parece advertir que estamos situados en un momento histórico en el que las relaciones de amistad eran consideradas en algunos aspectos más nobles y merecedoras de elogio que las relaciones entre amantes. Esto explica el final, que pueden resultar sorprendente para algunas personas en la actualidad. 

No he encontrado una representación digna en castellano, pero sí esta otra en inglés que, si domináis el idioma, estoy seguro de que os va a gustar.



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Y no te olvides de mandar mensajes de ánimo a los enfermos que se mantienen aislados en los hospitales.

jueves, 16 de abril de 2020

EL POEMA MÁS HERMOSO DE LA LITERATURA ANTIGUA

Horacio, Fuente: Wikipedia.
Cuenta Gilbert Highet en su magistral La tradición clásica (1954), que A. E. Housmann, gran latinista y rígido profesor, tuvo un rapto de espontaneidad y afecto con la clase y se le escapó esta confesión: Este —dijo apresuradamente, casi como un hombre que traiciona un secreto— es para mí el poema más hermoso de la literatura antigua. Era mayo y la primavera estaba en todo su esplendor. No sabemos por qué —Highet no lo sabe o no quiere contarlo— Housmann, después de la confidencia, tuvo que salir de clase, emocionado, sin poder contener las lágrimas. 

El poema al que se refería, y que los alumnos tenían delante, era esta famosísima oda de Horacio (IV, 7). Una llamada más al carpe diem de su creador. Acaso en aquel mismo momento Housmann fuese plenamente consciente de la advertencia del poeta latino y, lleno de melancólica pesadumbre, tuvo que abandonar la clase:


Se han ido las nieves, vuelve ya el césped a las llanuras y a los árboles sus cabelleras de hojas; cambia la tierra de aspecto y, decreciendo los ríos, dejan secas sus riberas; una de las Gracias, con las Ninfas y sus dos hermanas, se atreve a dirigir desnuda las danzas. No esperes la inmortalidad: tal es el aviso del año y de la hora que arrebata al nutricio día.

Los fríos se templan al soplo de los Zéfiros, a la primavera la arrolla el verano, que habrá de sucumbir, a su vez, tan pronto como el pomífero otoño haya derramado sus frutos, y viene corriendo más tarde de nuevo el invierno inactivo. Aunque las rápidas lunas reparan sus menguas en el cielo, nosotros, cuando descendemos allí donde moran el padre Eneas, donde el rico Tulo y Anco, somos polvo y sombra.

¿Quién sabe si los dioses de arriba añadirán el día de mañana a la suma de hoy? Todo lo que hayas concedido a tu propio capricho en calidad de amigo, escapará a las manos avarientas de tu heredero.

Tan pronto como hayas muerto y haya Minos pronunciado sobre ti su veredicto sonoro, no te devolverá a la vida, Torcuato, ni linaje ni elocuencia ni piedad; pues tampoco Diana puede librar al casto Hipólito de las tinieblas infernales, ni tiene fuerza Teseo para romper las cadenas del Leteo que sujetan a su amigo Pirítoo.

La traducción es de Vicente Cristóbal.

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miércoles, 15 de abril de 2020

NOCHE DE REYES (EL UNIVERSO SHAKESPEARE, 18)


Toda la obra de Shakespeare es un inmenso juego de espejos, una creación intelectual para ayudarnos a desenmascarar la realidad. ¿O es al revés?. Las palabras engañan y el arte puede ayudarnos a reconocer cuanto nos rodea. Touchstone, el bufón de Como gustéis, se adelantaba trescientos años a Pessoa y nos recordana que la poesía más verdadera es la más engañosa

Engañoso puede resultar todo en esta obra, desde las parejas y las relaciones que se establecen entre ellas hasta la rivalidad —medio en broma medio en serio— que podemos intuir con el dramaturgo contemporáneo Ben Jonson, pasando por la epifanía —¿qué aparición?— del Día de Reyes, siempre ausente, o la falta de razón de Malvolio, castigado sin piedad por su peligroso puritanismo. 

¿Es Orsino un amante verdadero o un amante del amor? ¿Cómo debemos entender la pasividad de la encantadora Viola? ¿Por qué se encuentra siempre al borde de la violencia esta comedia? ¿Es el amor una pasión arbitraria o un sentimiento determinado y dirigido? ¿Está realmente loco Feste, o es quizá el único cuerdo? 

Pero no os preocupéis, dejaos engañar por las bellísimas palabras del inglés para que ese tren llamado corazón distraiga, una vez más, a la razón. Se abre el telón:

Si es del amor la música sustento,
seguid tocando, hartadme de armonía,
que hastiado el dulce anhelo enferme y muera.
La estrofa repetid: murió tan dulce;
hirió mi oído como blanda brisa
que sopla sobre un campo de violetas,
robando y dando olor. Cesad; no cantes:
no suena ya tan dulce como ántes.
¡Tirano amor, cuán vivo y fresco eres!
Pues aunque todo cabe en tu ancho seno,
como en el mar, en él nunca entra nada,
por esforzado y válido que sea,
que en precio y en valor no pierda al punto:
tan lleno está el amor de fantasía,
que él solo de fantástico se precia.

(act I, esc 1)

Os dejo en compañía de Morfeo Teatro (pero que eso no os impida leer la obra): 

martes, 14 de abril de 2020

NO TE RINDAS — NO OS RINDÁIS

Dedicado a todas las personas que se encuentran hospitalizadas y a quienes cuidan de ellas para que puedan volver a estar donde deben, con nosotros.



Lectura del poema anónimo "No te rindas" al que he quitado una estrofa y le he cambiado la primera persona del singular por la primera del plural, el "yo" por el "nosotros". Supongo que a quien lo haya escrito no le va a parecer mal este pequeño cambio de persona para que el poema cobre una dimensión más colectiva. Gracias.

RE-READ RECOMIENDA

Editorial



Es este un libro recomendable para los tiempos tan extraños que vivimos en los que estamos muy necesitadas de pensamiento claro. Marina Garcés publicó hace un par de años este librito que contiene joyas en forma de pensamiento. Es pequeño, pero rebosa de reflexiones sobre este tiempo de presente eterno y de amenazante apocalipsis. Un extracto del texto os puede dar una idea de lo que os podéis encontrar en sus páginas.


"Lo que ha cambiado es la relación con el presente: de ser aquello que tenía que durar para siempre se ha convertido en lo que no puede aguantar más. En lo que es literalmente insostenible. Vivimos, así, precipitándonos en el tiempo de la inminencia, en el que todo puede cambiar radicalmente o todo puede acabarse definitivamente. Es difícil saber si esta inminencia contiene una revelación o una catástrofe. La fascinación por el apocalipsis domina la escena política, estética y científica. Es una nueva ideología dominante que hay que aislar y analizar, antes de que, como un virus, se adueñe de lo más íntimo de nuestras mentes".





lunes, 13 de abril de 2020

LA FIERECILLA DOMADA (EL UNIVERSO SHAKESPEARE, 17)


La primera vez que leí La fierecilla domada tenía dieciséis años y no me gustó. Hoy, con muchos más años a la espalda, sigue sin gustarme, pero al menos se me ha pasado ese extraño sentimiento de culpabilidad. Admito sin problemas que no todo shakespeare tiene la misma calidad ni el mismo empuje humano. Y no es que me descoloque ese prólogo que a nada conduce y de cuyos personajes no sabemos nada más una vez adentrados en el primer acto. Es que la disparatada e injustificable historia que el primerizo Shakespeare nos cuenta no se sostiene en casi ninguno de sus cimientos.

Enunciada la mayor, reconozco que hay escenas y parlamentos sueltos que no solamente harían reír al público de su época, bien distinta a la nuestra, sino también al público actual. El surrealismo estrambótico de lo que podríamos reconocer como el rapto de Catalina (act III, final esc 2) no deja de tener su gracia, dentro del disparate que supone recurrir a las armas en casa amiga. Veamos: vuelve el séquito de familiares y amigos de celebrar la boda y Petrucho (el casado) dice sentir no poder quedarse a la celebración. Todo el mundo manifiesta su estrañeza y le ruega que se quede como mínimo al banquete, pero el novio sigue en sus trece:

PETRUCHO: Irán a comer, Kate, si tú se lo mandas. Obedeced a la novia los que habéis formado su séquito; id a la fiesta, levantad buena algazara, divertíos señoreando; bebed abundantemente por su virginidad, sed alegres, hasta la locura... o id a que os ahorquen. En cuanto a mí, hermosa Kate, debes venir conmigo... No, no me mires altanera, no patalees, no mires azorada, no te encolerices... Quiero ser dueño de lo que me pertenece. Catalina es mi bien, mis muebles; es mi casa, mi ajuar casero, mi campo, mi granero, mi caballo, mi buey, mi asno, mi todo. Y aquí está: que se atreva alguien a tocarla. Haré sentir mi fuerza al más orgulloso que se atraviese en mi camino a Padua. Grumio, echa mano a la espada, estamos sitiados de ladrones. Salva a tu ama, si eres hombre. No temas, mi querida moza, nadie te tocará, Kate; yo te escudaré contra un millón de enemigos.

Pero que esta obra no me guste a mí, no quiere decir que pueda gustar a otras personas. Yo, por si acaso, aquí dejo el montaje que hicieron para Estudio 1 en 1979 bajo la dirección de Francisco Abad.


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