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jueves, 31 de marzo de 2022

MI PASO FUGAZ Y FELIZ POR MADRID

Gracias, David.
Carlos H. Wernicke en el C.C. San Francisco La Prensa

Fui el fin de semana pasado a Madrid en visita relámpago y sin más pretensión que estar con quienes quiero. Sin embargo, las pocas horas de estancia en la ciudad se llenaron de gratas y felices sorpresas: un estupendo concierto de guitarra sobre obras de Bach a cargo de Carlos H. Wernicke en el Centro Cultural San Francisco La Prensa; un intento de visita a la tumba de Francisca Sánchez (la pareja sentimental de Rubén Darío durante los últimos 15 años de la vida del poeta) que me dejó el primer acercamiento a la ermita de Santa Mª la Antigua, el templo mudéjar más antiguo de la Comunidad de Madrid; y una actividad en un centro escolar que me llenó de emoción.


Como bien sabéis, el pasado lunes 21 de marzo, fue el Día Mundial de la Poesía. Con ese motivo en el Centro Bartolomé Cossío, que es un centro escolar de infantil y primaria, hicieron un llamamiento a la comunidad educativa para que mandara poemas. Con todos ellos, una vez convenientemente plastificados, cubrieron las vallas del recinto escolar.

Fuente: blog de la AMPA del centro.

Si ya me parece digno de mención el hecho de que un centro escolar decida festejar la poesía, me resulta sumamente atractivo cómo llevaron a cabo la propuesta. Quiero destacar dos aspectos: la llamada a toda la comunidad para que quien así lo deseara pudiera colaborar en el evento, cada cual desde sus gustos e inclinaciones estéticas; y el hecho de que se consumara colocando a la vista de todo el barrio, no solo de la comunidad escolar, aquello que cada cual había aportado. Todo eso está mandando señales de colaboración, de construcción inclusiva, de valores democráticos en la comunidad que lleva a cabo esa acción. Más allá de la celebración del día y el tema en cuestión, creo que lo importante es cómo han llevado a cabo toda la actividad. 

Ah, y si pasáis por la Plaza de España, recién remodelada, no dejéis de montaros en los nuevos columpios. ¡Una auténtica descarga de infancia recuperada! No sé cómo no se le había ocurrido a nadie colocar juegos que se pudieran compartir por la infancia y la gente de todas las demás edades. Yo he sobrepasado hace tiempo los 60 y disfruté como un crío de 6.

Diana cazadora en la Gran Vía.

Calle Fuencarral.

***


Путин, немедленно останови войну!

domingo, 6 de febrero de 2022

CONCIERTO PARA TROMPETA, TELEMANN

 

Telemann, si se me permite la comparación, fue a la música lo que Lope fue al teatro, un compositor de una fecundidad extraordinaria. Más de 3.500 obras musicales dan fe de esa fecundidad. Pero es que, además, fue escritor (novela y poesía), flautista, teórico musical, maestro de capilla... 

Mientras estuvo dirigiendo la Ópera de Hamburgo (1722-1788), escribió dos sonatas cada semana, una Pasión nueva cada Semana Santa y dirigió la sociedad musical, al tiempo, claro, que participaba en las actividades operísticas. Las autoridades de la ciudad se opusieron al principio a que acumulara tal cantidad de actividades. Sin embargo, cuando el músico pidió que le permitieran abandonar la ciudad, y después de que se dieran cuenta de su tremenda valía, abandonaron todas las objeciones e incluso le subieron el sueldo para no perderlo.

Este Concierto para trompeta tuvo lugar en tuvo lugar en el Auditorio de la Escuela Superior de Música Reina Sofía, el 21 de enero del pasado año. Actuó como solista Marlon Renato Mora López a la trompeta. Estuvo acompañado por Jacobo Christensen Fabuel (violín), Zabdiel Hernández Sánchez (violín), João Victor Fransozo (viola), Alejandro Gómez Pareja (violonchelo), Andrés Felipe Arroyo Figueroa (contrabajo) y Luis Arias (clave).

lunes, 6 de septiembre de 2021

52ª SEMANA DE MÚSICA ANTIGUA DE ESTELLA

 


Llego un poquito tarde, pero todavía hay mucho programa del que disfrutar:

ARTEFACTUM

06/09/2021 | 12:00h.
Barrio de La Merced
Estella-Lizarra

SMADE social

MARÍA CRISTINA KIEHR & ARIEL ABRAMOVICH

06/09/2021 | 19:00h.
Iglesia de San Miguel
Estella-Lizarra

'Imaginario: De un libro de música de vihuela'

#GENERACIÓNSMADE - MUESTRA 1

07/09/2021 | 11:30h.
Casa de Cultura Fray Diego
Estella-Lizarra

Muestra 1

OPERA OMNIA

07/09/2021 | 19:00h.
Iglesia de San Miguel
Estella-Lizarra

'SARAO'

#GENERACIÓNSMADE - MUESTRA 2

08/09/2021 | 11:30h.
Casa de Cultura Fray Diego
Estella-Lizarra

Muestra 2

JOSÉ HERNÁNDEZ PASTOR

08/09/2021 | 21:00h.
Iglesia de Santa María de Eunate
Muruzábal

'En alas del espíritu'

JAVIER ARMENTIA. JOAQUÍN SEVILLA. EDURNE AIZPÚN

08/09/2021 | 22:00h.
Iglesia de Santa María de Eunate
Muruzábal

Visionado de estrellas

JOSÉ HERNÁNDEZ PASTOR

09/09/2021 | 12:00h.
Centro Residencial Luz
Estella-Lizarra

'En alas del espíritu'. SMADE social.

#GENERACIÓNSMADE - CONCIERTO FINAL

09/09/2021 | 19:00h.
Iglesia de San Miguel
Estella-Lizarra

Concierto final

ENRIKE SOLINÍS

10/09/2021 | 17:00h.
Iglesia de Santa Clara
Estella-Lizarra

'Ars Lachrimae'

CONDUCTUS ENSEMBLE

10/09/2021 | 19:00h.
Iglesia de San Miguel
Estella-Lizarra

J.S. Bach: 'Missas Brevis' I

LA REGALADA

11/09/2021 | 17:00h.
Iglesia de San Miguel
Estella-Lizarra

'Al son de los clarines y timbales'

ORQUESTA SINFÓNICA DE NAVARRA

11/09/2021 | 19:00h.
Jardines centro cultural Los Lla

domingo, 4 de abril de 2021

BACH, SIEMPRE BACH

 Y de Montaigne a Bach

Cuando estudiaba el bachillerato superior, yo ya había abandonado las creencias religiosas; sin embargo, no me importaba nada que llegara la Semana Santa y las emisoras se pusieran de luto bajo el franquismo, recogieran bártulos y solo emitieran música clásica. Aquellos cuatro días yo me transformaba en el más asiduo oyente de radio. Disfrutaba escuchando. Y lo que más se programaba, podéis suponerlo, era Bach. El inmenso Bach.

La pasión según San Mateo es una de las obras cumbre de la música. Y por increíble que parezca estuvimos a punto de perderla. Menos mal que un siglo después de que Bach la compusiera, llegó un jovencísimo Mendelssohn y la rescató del olvido. De hecho, durante aquella época se tenía en mayor aprecio a los hijos compositores que al padre de la saga Bach.

Todo el oratorio, con sus casi tres horas de duración, es una maravilla. Y da igual la fe que se profese o la que no se tenga, todo él es tan sublime que no es necesario participar de ninguna creencia para emocionarse ante su inmensa belleza.  

Os dejo el coro inicial Kommt, ihr Töchter (Venid, hijas) y el aria Erbarme dich, mein Gott (Ten piedad, mi Dios).




viernes, 2 de abril de 2021

LA LAVANDERA DE LOIOLA

Febrero 2021.

La lavandera
que se instaló en 2018 en el barrio de Loiola es obra de Dora Salazar, quien tiene, que yo sepa, otras dos obras de características similares en la ciudad: Reconstrucción y Clara Campoamor. De las tres, la única que tiene vida propia, y que la autora me perdone, es la primera, porque la gente del barrio se empeña en dotarla de vitalidad. En tan breve espacio de tiempo han sabido convertirla en un símbolo del lugar y darle la gracia, el humor y la expresividad que para sí quisieran otras muchas esculturas que duermen el sueño del olvido por la ciudad.

Así, la escultura urbana más vivaz y vitalista de Donosti —gracias a la entrega y el entusiasmo del vecindario—, durante los carnavales del pasado febrero, que coincidieron en fecha con el día de los enamorados, se puso elegante y se llenó de corazones para reivindicar el amor y la fiesta al mismo tiempo. Pero no se corta un pelo ni se le caen los anillos y va y se encapucha, cirio en mano, ahora que ha llegado la Semana Santa.


 El barrio, que es uno de los barrios suburbiales de la ciudad, bien merece un paseo hasta él, aunque solamente sea para disfrutar de esta lavandera transformista y divertida —por cierto, tienen además, un conjunto de arte urbano muy interesante—. Y sus gentes, que son quienes dan vida a su lavandera, el mejor de los elogios por este despliegue de ingenio y buen humor que nos recuerda los acontecimientos y días más señalados del calendario.

Celebrando san Isidro, patrón de baserritaras.


Y saliendo de entre los árboles de Júpiter
preparada para las fiestas del barrio.



sábado, 30 de enero de 2021

SANTA RITA, un delicioso cuento de Kate Apeatu

—¿Qué os apetece hacer hoy, niños? —preguntó tras haberse presentado.

A Rita la habían contratado ese curso para ser la tutora de quinto de primaria del colegio Nuestra Señora de los Milagros. Plantada en medio de la clase con su eléctrica melena de rizos dorados, su cuerpo menudo y unos expresivos ojos color azul cielo, invitaba a sus nuevos alumnos a preguntar, a participar.

A los alumnos de quinto de primaria ningún profesor les había formulado esa pregunta antes. Los pilló por sorpresa. Así que se quedaron pasmados, sin saber muy bien qué responder.

—Si no se os ocurre nada mejor, ¿qué os parece si salimos al patio e intentamos trepar a ese enorme roble que he visto junto al campo de fútbol? Y después…, como todavía hace calor y el suelo está seco…, podríamos hacer una exhibición de volteretas y acrobacias sobre la hierba.

Los niños se miraron los unos a los otros como si hubieran visto un extraterrestre cabalgando sobre un unicornio. No podían creer que una profesora les estuviera proponiendo un plan tan absolutamente extraordinario. Pero, en seguida, se sacudieron la sorpresa de encima, encendieron sus sonrisas y se pusieron en marcha para disfrutar de la primera de muchas mañanas alucinantes con su nueva maestra.

A la mañana siguiente, Rita volvió a sorprenderlos:

—No soy muy amiga de los libros de texto. Son, en su mayor parte, aburridos, por no decir insufribles. Y uno de mis lemas es “¿Leer? Siempre por placer, por la mañana o al atardecer”. O sea que, a partir de ahora, podéis dejar los tochos de Lengua, Matemáticas, Historia y demás asignaturas en casa, porque no los vamos a utilizar. Vuestras pobres espaldas lo agradecerán.

—¿Y cómo vamos a aprender si dejamos los libros en casa? ¿Se sabe usted todos los temas de memoria? —preguntó Pablo, uno de los alumnos más disciplinados de la clase.

—Pablo, ¿verdad? Tutéame, por favor. Y no, no tengo todo el temario almacenado en la memoria, pero no te preocupes. Vamos a aprender muchísimas cosas, especialmente sobre temas que os puedan interesar. Para empezar, hoy os he traído un artículo súper emocionante sobre la última expedición en busca del monstruo del Lago Ness. Estoy segura de que al final del día descubrirás que tu conocimiento se ha enriquecido sustancialmente ¡Y sin necesidad de aburrirte soberanamente!

Rita ilustró muchos de los puntos del artículo con diapositivas, vídeos cortos, canciones e incluso fotos. Y así, ese día, los niños se trasladaron mentalmente a Escocia. Caminaron por sus frondosos valles y colinas, llamaron a las puertas de sus imponentes y misteriosos castillos y se asomaron con vértigo y curiosidad a sus escarpados acantilados. Rita les contó apasionantes leyendas sobre hadas, fantasmas, islas mágicas e incluso una pareja de caníbales. También aprendieron sobre gastronomía escocesa y sobre algunos de los hitos más importantes de su historia.

El tercer día de clase, Marina, quien era la más reflexiva e inquisitiva del grupo, no pudo contener más su curiosidad y disparó:

—Rita, eres tan diferente a los demás profesores… Nunca había conocido a un profesor ¡qué digo! a un adulto tan divertido, amable y alegre como tú. Y me intriga mucho. Sé que es una pregunta muy rara y quizás no tengas la respuesta, pero ¿por qué?, ¿cómo eres así de estupenda?

—Verás, Marina, la cuestión es que, a diferencia de muchos adultos, nunca he olvidado a la niña que fui. Vive dentro de mí, en una estrecha colaboración con la mujer en quien me he convertido. Y de pequeña, como alumna, me aburría como una ostra en el colegio. Siempre hacíamos las mismas actividades, de la misma manera. Todo consistía en aprender parrafadas de memoria, repetirlas como loritos y hacer muchos, muchísimos deberes. Apenas nos quedaba tiempo para jugar. Los días se me hacían larguísimos, interminables. Mientras los profesores soltaban sus chapas, se me ocurrían un montón de cosas divertidas que podríamos hacer y sobre las que podríamos aprender en clase, pero yo solo era una niña y no tenía ni voz ni voto. Por eso, cuando terminé el instituto, decidí estudiar magisterio en la universidad para convertirme en maestra. Para poder hacer como profesora lo que no pude hacer como alumna.

Durante los siguientes meses, Rita y sus alumnos leyeron un sinfín de textos de lo más variado, que a los niños siempre les resultaban tremendamente interesantes y entretenidos. En más de una ocasión, incluso acabaron llorando de la risa.

Uno de los más divertidos fue "Román, cuestión de bellotas". Trataba sobre un cerdo de raza ibérica que se había convertido en el primer cerdo futbolista de la historia. También les encantó "El atlas de las maravillas escondidas", gracias al cual supieron de la existencia de las prodigiosas Cataratas de Chocolate Caliente, ubicadas en la más remota espesura de la selva amazónica. El Atlas también contenía información sobre la indómita montaña Dwumbuzu, donde las diferentes especies animales que la habitaban habían formado una alianza para impedir que los humanos la colonizaran y saquearan sus riquezas ¿Y cómo olvidar a los Siempreverde? Una milenaria y misteriosa tribu de América del Sur que había construido un poblado invisible en las copas de los árboles.

Leyeron de todo: cuentos, relatos, leyendas y canciones. A veces, Rita les traía algún cuento curioso, siempre de una cultura diferente, porque sostenía que era necesario abrir la mente y el corazón al resto del mundo. Otras veces, elegía un tema y entre todos inventaban una historia. Cuando los notaba un poco cansados o desanimados, sacaba la artillería pesada: el karaoke.

En las lecciones de ciencias, realizaron un buen número de experimentos de toda índole, desde cultivar varios tipos de hongos y bacterias a intentar diseñar y montar un robot humanoide. Intentaron armar un pequeño cohete y fabricar chicle. No con todos sus proyectos obtenían el resultado esperado, pero nunca faltaban la diversión y el aprendizaje.

Siempre que se lo permitían, sacaba a sus alumnos al patio o a la calle y, en un par de meses, habían hecho más salidas y excursiones que en todos los cursos anteriores juntos. Fueron al Palacio de Nieve y a la Cascada de los Valientes. Visitaron el Museo de los Juguetes Antiguos y Modernos, la fábrica de helados del pueblo vecino y la escuela para futuros magos y artistas. Disfrutaron de una deliciosa caminata por el Parque de las Ardillas Voladoras y salieron de acampada no en una, sino en dos ocasiones.

Sin embargo, lo que más gustaba a toda la clase, con diferencia, era una asignatura que Rita bautizó como “Bienestar”. Según ella, esta asignatura era la más importante de todas, la única que era indispensable aprobar. Durante las lecciones de Bienestar se dedicaban a charlar sobre sus inquietudes, sus sueños y preocupaciones. Si alguien se sentía triste, enojado, inquieto, avergonzado…, tenía la oportunidad de compartirlo con el grupo. Si se había producido alguna riña entre compañeros, o alguno de los alumnos había tenido un conflicto en casa, entre todos intentaban buscar una solución. Rita les enseñó a ponerse en el lugar del otro, a escuchar con atención y sin prejuicios y a prestar atención a los sentimientos propios y ajenos. Siempre salían de esa clase con una gran sensación de calma y confianza.

Algunas tardes lluviosas, Rita llevaba un par de bolsas repletas de chucherías, se saltaba olímpicamente el horario y se dedicaban a ver películas o a contar chistes y anécdotas.

Los alumnos de Rita saboreaban hasta el último segundo que pasaban en la escuela. El momento más amargo de la semana llegaba el viernes a las cinco de la tarde, cuando sonaba el timbre que anunciaba el final de la jornada escolar. Nunca un fin de semana se les había hecho tan largo.

Desafortunadamente, no todos apreciaban la labor de Rita del mismo modo en que lo hacían sus alumnos. El resto de los profesores del colegio criticaban sus métodos e ideas. Aseguraban que los alumnos no podían estar aprendiendo gran cosa sin libros de texto ni deberes. Y decían que los juegos, salidas y demás pamplinas distraían a los alumnos de lo verdaderamente importante y alteraban el orden del centro. Con estas y otras quejas, acudían periódicamente al despacho de la directora.

A la presión del profesorado, se sumaban la desconfianza y el descontento de los padres más estrictos, quienes estaban convencidos de que el hecho de que sus hijos se lo pasaran tan bien en el colegio no podía ser una buena señal. Simplemente, no podían concebir que la educación y la diversión fueran de la mano.

De este modo, pocos días antes de las vacaciones de Semana Santa, la directora llamó a Rita a su despacho para comunicarle la decisión que se había visto forzada a tomar: ese sería su primer y último curso en Nuestra Señora de los Milagros. El curso siguiente no la volverían a contratar. No podían poner en riesgo ni la reputación del centro ni el porvenir académico de los alumnos.

Aunque estaba profundamente apenada por la noticia, Rita no permitió que la tristeza y la decepción la hundieran. A la vista del cambio que se avecinaba, debía aprovechar el tiempo que le quedaba en la escuela. Aún dedicó más entusiasmo, mimo y amor a preparar e impartir sus clases.

En la última evaluación del curso, todos los alumnos de quinto y sexto de primaria de todas las escuelas del estado debían completar la prueba ENECP. Esta consistía en unos exámenes de ciencias, matemáticas y lectura, y tenía como objetivo medir el rendimiento de los alumnos para evaluar la calidad educativa de los diferentes centros.

Aunque no habían realizado ni un solo examen a lo largo del curso, los alumnos de quinto de primaria no perdieron los nervios al enfrentarse a la prueba. Su querida maestra había estado practicando con ellos unas efectivas técnicas de meditación y relajación al inicio de todas las clases de Bienestar.

Al cabo de un par de semanas, llegó al colegio un sobre certificado. La directora casi se cae de culo al leer la información que contenía. Eran los resultados de la prueba ENECP ¡Los alumnos de Rita habían alcanzado unas puntuaciones muy superiores a las de los alumnos de sexto! Pero ahí no acababa la cosa ¡Habían logrado una de las mejores puntuaciones de todo el estado! Sin creer lo que estaban viendo sus ojos, se puso en contacto con la agencia encargada de evaluar y emitir los resultados para advertirles de que debía de haberse producido algún tipo de error en el proceso de corrección. No había habido ningún error. Los datos eran correctos, le aseguraron.

Tras varios días de intensa reflexión, la directora convocó a Rita a su despacho de nuevo. Esta vez, Rita no salió del mismo apesadumbrada, sino con una agradable sensación de calor que palpitaba en su pecho: la directora le había informado sobre la excelente ejecución de sus alumnos en la prueba ENECP; se había disculpado sinceramente por haber puesto en duda su valía como profesora; y le había pedido, rogado, que siguiera impartiendo clases en el colegio; es más, quería que fuera la nueva coordinadora de primaria y que enseñara al resto de profesores “el método Rita”.

Sin poder contener su alegría, Rita fue hasta su clase dando saltitos y haciendo piruetas por los pasillos para compartir con sus camaradas (sus alumnos, por supuesto) las maravillosas noticias.

En pocos años, Nuestra Señora de los Milagros se convirtió en un centro de referencia para las escuelas de primaria de todo el país. Y las ideas y sueños de una niña que no se conformó con aburrirse aprendiendo cambiaron la visión y las prácticas en educación para siempre.

lunes, 25 de mayo de 2020

DÉJAME QUE TE MUESTRE

Déjame que te cuente, déjame que te diga la gloria...

Pluma de Santa Teresa.

del ensueño. 

Falso jazmín

Déjame que te cuente, ahora que aún perdura el recuerdo. 

Déjame que te hable con todas sus formas y colores

Calabaza.

porque hasta las más humildes y sencillas anticipan, sí, la magia y el encanto.

Zarzamora.

Pero nada hay que se parezca al embriagador aroma de unos jazmines en el muro 

Jazmín.

y la cautivadora voz de la pradera



Disfrutad de la última semana de este mes florido y generoso.

martes, 21 de abril de 2020

CORONAVIRUS Y PAZ, por Juan Gutiérrez


He recibido esta reflexión sobre la situación que actualmente estamos viviendo de Juan Gutiérrez. Tal vez su extensión no la haga muy apropiada para un blog, pero el autor y la propia situación merecen el esfuerzo. Aquí la tenéis:

El coronavirus como salvador
(Ensayo improvisado de filosofía andante por cuatro vericuetos)

Hace 217 años un poeta filósofo alemán, FriedrichHölderlin, publicó un poema “Patmos” en el que había una frase que ha pasado a la posteridad “Wo aber Gefahr ist, wächst das Rettende auch” que en español significa: “Donde hay peligro crece también lo salvador”. Desde hace tiempo me ha fascinado esa sentencia y me pregunto si tiene algo de profético —esperanzador en referencia a peligros del futuro—, pero año tras año voy dejando esa pregunta quieta, dormida, sin tratar de responderla.

Primer vericueto
Sin embargo, desde hace un par de semanas, ya en tiempo de la pandemia en que el coronavirus nos ha metido a cada uno en su agujero (que demasiados ni lo tienen) y aislado físicamente a unos de otros, —agujero privilegiado el mío, grande, bien equipado, con terraza, cerca de la mar abierta— , y pareciendo en los primeros días que el tiempo que antes nos faltaba para cumplir con nuestros compromisos nos iba a sobrar al cancelarse o alargarse los plazos de su ejecución, he puesto esa pregunta  en marcha hacia una respuesta confiando en que para recorrer esa distancia iba a contar ahora con un tiempo liberado, desocupado, calmado.  

Pero nada más iniciar este recorrido voy notando que la pregunta no camina en línea recta por ese  espacio vacío, sino dando tumbos por un espacio superpoblado por otras inquietudes antes quietas, pero puestas de súbito en movimiento por el mismo confinamiento y por un raudal de noticias y de pensamientos que me vierte incesantemente por sus muchos canales —móvil, tele, radio, portátil, etc— el  mundo exterior. Así la pregunta se mueve zarandeada en el remolino de una maraña de ansias activadas, noticias y pensamientos sin acercarse a la respuesta.

Es como la carrera de la Reina Roja y Alicia,
La Reina Roja continuaba gritándole: “¡Deprisa, más deprisa!”, y Alicia sentía que no podía más, aunque le faltase aliento para decírselo.
Lo más curioso era que los árboles y las demás cosas que las rodeaban permanecían totalmente inamovibles: por más que corrieran, no conseguían adelantar nada. “¿No será que todo se mueve con nosotras?”, se preguntó muy intrigada la pobre Alicia.
[…]
Alicia miró con gran sorpresa a su alrededor
¡Pero si yo diría que hemos estado bajo este árbol todo el rato! ¡Todo está igual que estaba!
Claro que sí -dijo la Reina-. Pues ¿qué te creías?
Bueno, en mi país —dijo Alicia, todavía un poco jadeante—, si una corre un rato, tan deprisa como lo hemos hecho nosotras, generalmente acaba llegando a un lugar distinto.
¡Un país bien lento! —dijo la Reina—. Aquí, como ves, se ha de correr a toda marcha simplemente para seguir en el mismo sitio. Y si quieres llegar a otra parte, por lo menos has de correr el doble de rápido.
Repito tratando de ser más preciso: en el instante en que pongo en marcha mi pregunta noto que se están también poniendo en marcha y me empujan o atraen demasiadas otras cosas:
    un chorro de noticias y pensamientos sobre la pandemia que, repitiéndose sin cesar, generan confusión al desmentirse entre sí (parece que no se aclaran sus mismos emisores, gobernantes, expertos  o influencers). Más incluso que las fake news tontorronas que también circulan;
    el maremágnum de pronósticos acerca de la transformación que la pandemia va a generar en el mundo y en nosotros;
    un agitarse y revivir de vínculos de amistad entrañables, que habían quedado quietos y dormidos pero que despierta el clima del mismo confinamiento y a los que se suman vínculos que ya eran activos y que, aunque sin contacto físico, se siguen manteniendo con nuevo brillo.

Así mi pregunta corretea de un lado para otro al encuentro de esa avalancha buscando piezas del rompecabezas que forma la respuesta. Y me encuentro zarandeado, mareado, con vértigo y sin haberme movido hacia adelante. Siento que el rompecabezas me está rompiendo la cabeza.

Segundo vericueto
Me paro, me echo a dormir, me doy un paseo —más o menos legal— y, ya más aquietado, me propongo
      adueñarme de mi tiempo regulando las vías de entrada del chorro de inquietudes, noticias, planteamientos y pronósticos por medio de un grifo y de un filtro que corten el paso a lo que detectan como inútil;
      en vez de forzar a la pregunta a que se mueva en línea recta, dejar que avance  dando tumbos o en zigzag y tratar de entender por qué se mueve así;
      reflexionar sobre el tipo de respuesta que espero.

Esa reflexión me hace evidente que:
      La respuesta que busco la va a traer el mero paso del tiempo, que llegada la  hora no pronosticará si la realidad aún futura deja entrever una silueta que confirme o desmienta la sentencia de Hölderlin, sino que constatará si esa sentencia se ha cumplido o no en una realidad para entonces ya presente.
      No soy el único que pone en marcha esa pregunta, somos una multitud los que estamos tratando de entender cómo va a ser el futuro como consecuencia de la pandemia.

Entonces decido:
      No competir con esa multitud de adivinadores del futuro ni pretender ponerme a su cabeza, sino colaborar con ellos en una búsqueda conjunta de la respuesta.
      Que mi contribución a esa búsqueda conjunta consista en cocinar una pieza propia, artesanal, que incorporar al rompecabezas que forma la respuesta.
      Que sus ingredientes sean o de mi propia despensa, o compartidos con amigos, o adquiridos de cualquier otro. Todo un sancocho.

Aquí otra vez me paro  —normal, que esto es un ensayo de filosofía andante por vericuetos— y me pregunto: ¿A dónde iba y dónde estoy?

Me he echado a andar buscando alcanzar una respuesta a mi pregunta inicial y entretanto me encuentro con el yo disuelto en un nosotros y con que la meta no es la respuesta como rompecabezas ya completo, sino el haber cocinado una de sus piezas.
Y sí que avanzo pero no en línea recta.

Ahora se trata de volver a meter ese “yo” en el “nosotros” en que se ha disuelto.

Tercer vericueto
El principal ingrediente propio mío, aunque tengo entretanto la suerte de compartirlo en un grupo cada vez mayor, es la puesta en juego de las Hebras de Paz Viva (HPV), que hoy la inmensa mayoría no tiene en cuenta, dejándolo de lado porque las memorias colectivas, siendo selectivas, nos lo esconden. Así, al caer en esa trampa de la memoria, se escamotea un ingrediente fundamental de lo salvador.

Ese ingrediente, —nuestra pulsión como seres humanos por verter nuestras vidas en otras vidas, para crearlas, protegerlas, alimentarlas, enriquecerlas etc—, no lo concibo como  algo presente o ausente según los tiempos —como una luna llena o nueva—   sino como un sol constante a lo largo de la historia humana e incluso, por lo que parece, anterior al también darse entre seres vivos que han precedido a nuestra especie.

Cualquier diagnóstico o pronóstico que ignore las HPV va a declarar a la especie humana como por sí misma incapaz, carente de recursos propios, para sobrevivir a una crisis. La esperanza en “lo salvador” se reduce pues a esperanza en algo no humano. Y cuanto más se sitúe este agente salvador fuera de lo humano, más se encogen el ser humano y su dignidad.

Las HPV con presencia a lo largo de toda la historia son un ingrediente necesario de “lo salvador”, pero insuficiente. Para que “lo salvador” salve tienen que combinarse esas HPV con otro ingrediente variable históricamente para que así entren en juego “el peligro” haciéndose presente y “lo salvador” creciendo.  

No sé cómo definir a este ingrediente variable, pero creo que podemos buscarlo entre lo que Hegel llamaba “espíritu del tiempo”, Rousseau “voluntad general” y “contrato social”, y ponerle provisionalmente un nombre más actual como “consenso”, tomando así como modelo el consenso de la transición democrática española. Sin embargo, voy a alargar algo ese nombre llamándolo “consenso en su conjunto” porque no son uno, sino varios los temas que el consenso consensúa.

Este consenso en su conjunto se plasma en dos planos imbricados uno con otro: el plano institucional en forma de leyes y el plano en que vivimos, nos entendemos y encontramos los seres humanos, —que quizá sea el plano en que se genera la cultura—.

(De paso: ¿tiene algo que ver la distinción entre esos dos planos con la que hizo Max Weber entre “poder” y “legitimación”?) 

No concibo ese “consenso en su conjunto” como algo permanente, aquietado y distendido, aunque así se presente en el plano institucional —como en la constitución española de 1978, desde entonces en lo esencial blindada—. 

Sin embargo, en el plano en que viven los ciudadanos ese “consenso en su conjunto” se revela como algo en evolución lleno de movimiento y tensión internos, que en ese plano institucional pueden consolidarlo o resquebrajarlo hasta romperlo pese a su fuerte anclaje jurídico.
 
En ese plano en que vivimos y nos relacionamos los seres humanos entran en juego junto con otros factores las dos pulsiones contrapuestas —para ejercer violencia o emitir HPV— contribuyendo a su evolución, fortaleciendo o resquebrajando  el consenso en su plano institucional.

El mejor ejemplo de esa evolución de un consenso es el avance del feminismo —ligado al reconocimiento de los cuidados, que en gran medida son HPV—  como una ola de fondo que se va transformando, creciendo y acelerándose desde principios del siglo XX hasta hoy en que ya es rampante. Otro ejemplo es la decadencia del monopolio de poder de la iglesia católica, respaldada por el franquismo, de ordenar los comportamientos de la gente.

Tres otros ingredientes propios que puedo aportar son mi gusto por la ecología, la filosofía y mi empeño por la paz.

En relación con la ecología tengo que agradecer al amigo Rudolf Bahro, filósofo ecologista alemán muerto en 1997, muy olvidado en España, pero famoso e influyente en los años 80, que en 1987 publicó su libro Lógica de la salvación, donde plantea la lógica de la salvación del peligro de la autoaniquilación inevitable de la especie humana (pág. 35): “Es cierto que las contradicciones sociales han sido y son aceleradores y amplificadores, pero de algo generado por una disposición de nuestra misma condición humana, que la hace única y gloriosa: De todas todas la clave de la situación es que el ser humano normal, en su versión excesiva de hombre occidental normal, destruye la vida en vez de ponerse a su servicio. Y, por mucho que podamos poner en duda que lo salvador crezca desde el peligro, quien no ve ese peligro y su causa, quien considera que la crisis ecológica no es más que el molesto efecto colateral de un desarrollo glorioso, no puede despertar para ponerse a buscar la respuesta sea la que sea”.

Cuarto vericueto
De acuerdo con Bahro —y creo que también con Greta Thunberg, con el movimiento de Viernes por el Clima, con Ghandi (que afirmó que los recursos del mundo bastan para satisfacer las necesidades humanas pero no la codicia humana) y con las profecías de muchos pueblos aborígenes— interpreto la frase en que Hölderlin relaciona “el peligro” con “lo salvador” por así decir a contrapié, porque planteo que el peligro es la aniquilación de la humanidad por el abuso que hace esa misma humanidad de la naturaleza y, sólo partiendo de ahí, me pregunto si la pandemia del Covid-19 puede ser, además de parte evidente de ese peligro, puesto que amenaza con diezmar a toda la humanidad y desvencijar su tinglado económico, lo salvador que crece. 

Afirmo así que el peligro a tope es nuestra relación hostil como seres humanos, con la naturaleza que ensuciamos y destruimos acelerando así nuestra propia extinción. Hoy nuestra especie está ya en la cuenta atrás, con el punto final de su desaparición a la vista, ya a pocos pasos del punto sin retorno.

La verdad es que este pronóstico fruto de un cálculo intelectual nos deja bastante fríos, consigue sólo movernos a regañadientes arrastrando los pies y tachándolo de apocalíptico. Le falta la dimensión emocional que aportan la sensación de inmediatez y la evidencia de que no hay escape individual a esa extinción de la especie.

Es un peligro muy peligroso —valga la redundancia— porque no aparece como inminente ni del todo inexorable:
   el fin de la especie humana se hará evidente dentro de 30 o 40 años, ya muy pasado el punto sin retorno, cuando sea demasiado tarde para poner remedio;
  afecta a los pobres —que cuentan poco— mucho antes, como media generación, que a los potentados —que cuentan mucho—;
  parece más lejano que las muertes individuales de nuestra generación;
  genera la esperanza falsa de esperar una repetición del mito del Arca de Noé, según el cual el dios bíblico aniquila la especie humana inundándola con el diluvio, pero salva a una familia.

Esa perspectiva a corto plazo y complaciente —que resuena en el “¡Cuán largo me lo fiáis!” de Don JuanTenorio o en el “Después de nosotros el Diluvio” de la Pompadour
   permite que se pongan de nuevo en juego soluciones falsas a la crisis, de acuerdo con la lógica determinante de proteger a los seres humanos sólo en la medida en que se aseguran los intereses de los inversores, que más bien la agravan, como ya ha ocurrido en la crisis económica del 2008, cuando las mismas recetas capitalistas que generaron la crisis se aplicaron para remediarla;
    va a costarnos unos cuantos años el ensayo de remedios hasta que desechemos los inútiles o incluso contraproducentes y escojamos los eficaces ;
    la aceleración de nuestra economía nos tiene en jaque y quita el tiempo para buscar y encontrar un remedio.
   se entiende la lucha por la supervivencia de la humanidad como una guerra en la que poner en juego las mismas estrategias que se aplican para conquistar y someter a la naturaleza, que son estrategias de guerra pero inútiles y contraproducentes para proteger al género humano.

Sin embargo, hoy se ha adelantado a este peligro de aniquilación, que nos amenaza como especie, pero aún no nos parece inmediato, la primera gran ola de la oleada con que la naturaleza responde al abuso a que la sometemos, la pandemia del Covid-19, que nos saca de este sopor, sobresalta, pone alerta y hace que estemos a escala mundial trastocando el comportamiento de cada quisque al tomar medidas urgentes de protección ante la epidemia desatada, que está ya matando a miles y cada vez a mayor velocidad, que —sin amenazar con la extinción a nuestra especie—, amenaza con diezmarla en general, con lo que cada uno de los nosotros podemos ser los décimos de esa diezma.
 
Esas medidas de protección están a su vez desencadenando una crisis económica, pero “desencadenar” significa ahora romper las cadenas que atan los procesos económicos a la lógica de anteponer el incremento de los bienes y recursos privados a la salvación de vidas con su dignidad.

La crisis del coronavirus ya ha roto esas cadenas y en ese tremendo revuelo se están moviendo ingentes capitales para, fuera de las lógicas capitalistas, atender a las necesidades y urgencias humanas, siendo la más imperiosa y urgente la de sobrevivir con dignidad. 

Mientras esa lógica capitalista se desbarata, está creciendo —como los pequeños mamíferos tras la extinción de los dinosaurios— una lógica variopinta de atención y protección a los seres humanos y a su dignidad, que recoge y antepone planteamientos antes pospuestos —una renta básica universal, una atención médica bien equipada y sin exclusiones—, junto con otros no planificados, sino surgidos espontáneamente  por el mismo sobresalto, como el aplaudir desde los balcones en señal de agradecimiento a los servicios sanitarios y de limpieza, el surgimiento de redes de apoyo a personas vulnerables con lo que, desbaratada la ley de hierro del capital, se entrevé el nuevo orden de un “jardín de las delicias” —Hieronymus Bosch—.  En ese sentido,  el coronavirus es la mejor y más oportuna de las vacunas.

En ese jardín de las delicias florece un sinnúmero de flores, pero no me detengo
para mostrárorlas porque también vosotros estáis en ese jardín y podéis mostrar mejor que yo y trasmitir el color y la fragancia de las que os brotan más cercanas. Allí, además, crecen y se fortalecen árboles, líderes de las HPV, como el papa Francisco, que ha crecido en esta Semana Santa guardando todos sus rituales con sermones en iglesias vacías o semivacías en los que insistentemente desbordaba los límites que la doctrina católica tradicional impone a los seres humanos.

La pandemia es además muy oportuna,
   porque su llegada, coincidiendo con el impetuoso avance del feminismo, evidencia que las estrategias machistas de defensa militar son contraproducentes e invita a desplegar un sistema de protección ya no centrado en el balance entre el ataque destructor contra el enemigo y huida de ese enemigo, sino en la atención y la generación de amistad.

         A esa nueva estrategia  responde bien el coronavirus, porque parece que lo que     mata no es su contagio, sino la producción excesiva de anticuerpos por parte de los contagiados. El objetivo ya no es aniquilar al virus enemigo, sino aprender a convivir con él. La lucha ya no consiste en aniquilar al virus enemigo o ser aniquilado por él, sino que es una pugna por transformar ese virus enemigo en un amigo con el que convivir (parece que durante millones de años ha convivido el coronavirus con murciélagos y pangolines).

   La cuarentena, el aislamiento físico como medida tradicional de protección ante las plagas, era hasta principios de este siglo algo muy duro y paralizante, pero el desarrollo de lo digital en los últimos años lo hace mucho más llevadero y permite —por ejemplo con el teletrabajo— soslayar muchos bloqueos.

En este rio revuelto por haberse roto las leyes capitalistas que lo ordenaban, no sólo navegan tejedores de Hebras de Paz Viva, también lo surcan tiburones y especuladores decididos a medrar sin dignidad a costa del resto, de la inmensa mayoría. Pero esas sombras ya no pueden mostrarse como luminosas; les ha llegado la hora en que revelarse como sombrías. El capitalismo, sin ser la solución, ha podido hasta hace bien poco presentarse como solución moralmente neutra, pero ahora ya no puede, porque se revela como criminal.

Algunos de esos tiburones pretenden, e incluso consiguen, ser grandes líderes, como Trump, Boris Johnson o Bolsonaro. Sin embargo, son líderes de corto recorrido porque chocan contra sí mismos: una semana, tras ordenar que se anteponga la codicia de los potentados a las necesidades humanas, Trump se ve forzado a ordenar que ingentes masas de dinero se desmarquen de esa lógica del capital para atender a las necesidades humanas. Es el loco al que se refería Machbethan idiot full of sound and fury, signifying nothing”

Ante otras amenazas globales se han planteado fórmulas que trataban de proteger a un sector de la humanidad separándolo del resto —como los intentos de proteger durante la guerra fría los EE.UU, separándolos de Europa y del bloque socialista por medio de una campana protectora formada por misiles defensivos; guerra fría que al volverse caliente iba a destruir los misiles ofensivos enemigos manteniendo así a los de dentro a salvo de la hecatombe que aniquilaría a los de fuera—. Pero desde el momento en que ha aparecido esta pandemia es evidente que soluciones de este tipo no sirven para nada: el coronavirus,  aunque comparado con la gripe española —que  hace 100 años mató a más de 50 millones— mata relativamente poco —del 3 al 10% de los afectados—, amenaza uno por uno tanto a los ricos como a los pobres y más se trasmite de ricos a pobres que al revés.

El muro que está construyendo Trump para proteger los Estados Unidos separándolos de México es ante esta pandemia algo ridículo, porque el coronavirus se lo salta como si tal cosa.

Tras los 4 vericuetos
Días antes de su asesinato Martin Luther King pronunció la frase “He alcanzado la cumbre” (I have reached the mountain top).
Yo no.
Nosotros aún no.
Nos queda la poesía.