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martes, 17 de noviembre de 2020

LAS TRISTES

Editorial
Era el año 8 de nuestra era y Ovidio estaba felizmente olvidado del mundo y sus problemas en la isla de Capri —ya en aquella época era territorio vacacional—. Recibió la llamada del emperador Augusto. Le convocaba a una reunión. Podemos suponer que no le haría mucha gracia suspender repentinamente su retiro, pero era Augusto quien le llamaba y nadie podía negarse a una convocatoria así. Fue a Roma. Cuanto allí hablaron nadie lo sabe y nunca lo sabremos, porque fue una reunión a puerta cerrada. Conocemos la consecuencia: Ovidio fue enviado al exilio, al extremo oriental del imperio, a Tomis.

Mucho se ha especulado sobre el motivo del destierro. Lo cierto es que como dice uno de los investigadores que con mayor atención se ha dedicado al tema, John C. Thibault, ninguna afirmación sobre la causa del exilio es enteramente satisfactoria. O dicho con lenguaje científico, no hay ninguna evidencia sobre cuál fue exactamente la causa. Podemos suponer a partir de la lectura de Las Tristes (2.103-4; 3.1.51-2, y 3.5.45-52) que el motivo es doble: una composición poética  —seguramente Arte de amar— y una falta que el mismo poeta califica de leve. El caso es que no hay ningún documento que nos permita afirmar nada.

Lo que sí hay es un documento que nos habla de la profunda tristeza en la que quedó sumido Ovidio en un territorio cuya lengua no hablaba —aunque la aprendió con el tiempo—, y que se pasó todo el tiempo escribiendo cartas para conseguir su redención. Las Tristes son la mejor colección de versos para saber de su desolación e incluso de su propia vida, como es la elegía 4. 10: 

Yo soy el cantor de los tiernos amores; posteridad, oye mis palabras si quieres conocer al poeta que lees. Sulmona, abundante de frescos manantiales, es mi patria, que dista noventa millas de Roma. Allí vi la luz, y para que conozcas la época, fue el año en que perecieron los dos cónsules con una muerte igual. Si ello vale algo, heredé el orden ecuestre de mis insignes abuelos, y no debo a la fortuna el título de caballero. No fui el primogénito, sino nacido después de mi hermano mayor, que vino al mundo un año antes. La misma estrella presidió el natalicio de ambos, que festejábamos el mismo día con la ofrenda de dos tortas, y era éste uno de los cinco consagrados a las fiestas de la belicosa Minerva, el primero que se dedica a los combates sangrientos. Nuestra educación comenzó pronto, gracias al celo de mi padre, y asistimos a las lecciones de los maestros insignes de Roma. Mi hermano desde joven se inclinaba a la oratoria, como si hubiese nacido para las tempestuosas luchas del foro; y a mí desde niño me seducían los sagrados misterios, y la Musa en secreto me forzaba a rendirle culto. Muchas veces me dijo mi padre: «¿Por qué pierdes el tiempo en inútiles estudios? El mismo Homero no dejo ninguna riqueza.» Sus consejos me impresionaban, y abandonando todo el Helicón, intentaba coordinar palabras no sujetas a medida, espontáneamente acudían a formar pies cabales, y cuanto intentaba decir lo decía en verso. Entretanto los años resbalaban con pasos silenciosos, y mi hermano y yo tomamos la toga viril; echamos sobre nuestros hombros la púrpura laticlavia, y cada cual siguió su primera vocación. Ya mi hermano mayor había llegado a la edad de veinte años cuando murió, y comencé a carecer de una parte de mí mismo. Entré en el ejercicio de los cargos honoríficos que se conceden a la primera juventud, y fui nombrado triunviro. Me quedaba por conquistar el senado; mas esta carga era muy superior a mis fuerzas, y me contenté con la augusticlavia. De cuerpo poco vigoroso y natural menos apto para trabajos excesivos, y extraño a los impulsos de la turbulenta ambición, las hermanas Aonias, que siempre fueron de mí bien amadas, me convidaban a sus tranquilos ocios. Cultivé y frecuenté la amistad de los poetas de aquel tiempo, y creía ver otros tantos dioses en estos inspirados mortales. Muchas veces el viejo Macer me leyó sus poemas de las Aves y las Serpientes nocivas y las Hierbas saludables; muchas veces Propercio, unido a mí por íntimo afecto, me recitó sus fogosas elegías; Póntico, insigne por sus cantos heroicos, y Baso por sus yambos, se contaban como miembros queridos de mis reuniones, y el armonioso Horacio hechizaba mis oídos al acompañar con la lira de Ausonia sus elegantes odas. A Virgilio apenas le vi, y el avaro destino me arrebató pronto la amistad de Tibulo, que fue, Galo, tu sucesor, como de éste Propercio en la serie de los tiempos. Yo aparecí detrás, el cuarto, y lo mismo que veneré a los mayores, así los más jóvenes me veneraron a mí. No tardó mi Talía en darme a conocer; cuando leí al pueblo las poesías retozonas de mi juventud, sólo me había afeitado dos o tres veces. Exaltó mi numen una mujer celebrada en toda la ciudad, a la que dediqué mis Amores bajo el seudónimo de Corina. Compuse muchas obras, pero las que juzgué defectuosas, yo mismo las castigué entregándolas a las llamas; y antes de partir al destierro, quemé algunas que debían agradar, irritado contra mis estudios poéticos.

Mi tierno corazón, no invulnerable a las flechas de Cupido, se conmovía por la causa más leve, y a pesar de mi temperamento que se encendía con poco fuego, mi reputación no cayó envuelta en ninguna anécdota escandalosa. Casi niño todavía, díéronme una esposa ni digna ni conveniente, cuya unión se rompió en breve. Sucediole la segunda, de proceder irreprochable, pero que tampoco hubo de compartir mi lecho largo tiempo, y la última, que me acompañó basta la vejez, no se avergonzó de llamarse la esposa de un desterrado. Mi hija, dos veces fecunda en su primera juventud, aunque no de un solo esposo, me hizo otras tantas abuelo. Llegó por fin mi padre al término de su existencia, habiendo cumplido noventa años de edad, y lo lloré como él hubiese llorado mi pérdida; poco después pagué el último tributo a mi madre. ¡Felices ambos, sepultados a tiempo para no ver el día de mi condenación, y feliz yo también, porque no les hice testigos de mi infortunio ni les produje la consiguiente amargura! Si detrás de la muerte queda algo más que un vano nombre, y la leve sombra escapa a las llamas de la hoguera, y el rumor de mi falta llegó hasta vosotras, sombras de mis padres, y se juzgan mis delitos en el tribunal del infierno, quiero que sepáis la causa, y es imposible engañaros, que me ocasionó el destierro: fue por imprudente y no por criminal. Esto basta a los Manes: vuelvo a vosotros, espíritus curiosos de conocer los sucesos de mi vida. Transcurridos los años mejores, había llegado la vejez y sembrado de canas mi cabeza; desde mi nacimiento, ceñido en Pisa con la corona de olivo, el vencedor en la contienda de los carros había alcanzado diez veces el premio, cuando la cólera de un príncipe ofendido me obligó a residir en Tomos, ciudad sita a la izquierda del mar Euxino.

La causa de mi sentencia, harto conocida de todos, no necesita la confirmación de mi testimonio. ¿A qué referir la deslealtad de mis amigos, las acusaciones de los siervos y tantas amarguras más crueles que el mismo destierro? Pero mi ánimo se rebeló a sucumbir a tal prueba, y recogiendo sus fuerzas salió al fin victorioso; di al olvido la paz y los ocios de la pagada edad, tomé las armas extrañas a mis hábitos, cuando lo reclamaba la ocasión, y afronté tantos peligros por mar y tierra, como estrellas lucen en el polo que conocemos y el que se niega a nuestra vista, y después de largos rodeos arribé a las playas Sarmáticas vecinas de los Getas, hábiles en lanzar flechas. Aquí, aunque aturdido por el estruendo de las armas en torno mío resuenan, endulzo con la poesía mi triste situación; y aunque no haya un solo oído dispuesto a escucharme, abrevio y engaño con ella las horas eternas del día. Si vivo aún, y conllevo la dureza de mis trabajos, y no he llegado a aborrecer mi penosa existencia, es, Musa, gracias a ti, que me consuelas, que calmas mis inquietudes y alivias mis dolores. Tú eres mi guía y compañera; tú me libras de las riberas del Ister, y me conduces a la cumbre del Helicón; tú, caso raro, me diste en vida un nombre célebre que la fama no suele conceder más que a los muertos. La envidia, detractora de lo actual, no clavó su inicuo diente en ninguna de mis obras; habiendo producido nuestro siglo excelentes poetas, la murmuración no se enconó maligna contra mi ingenio, y si bien reconozco a muchos superiores, no se me reputa inferior a ellos, y soy muy leído en todo el orbe. Si es que encierran algo de verdad los presagios de los vates, no seré, ¡oh tierra!, tu despojo, desde el instante que muera; y ya deba al favor, ya a mis poemas este renombre, benévolo lector, recibe el testimonio legítimo de mi gratitud.

Texto tomado del sitio Imperium. Desconozco quién realizó la traducción.

***

La edición que ha realizado Antonio Ramírez de Verger para Cátedra es muy recomendable, no solo por la cantidad de notas que aporta al texto y por el trabajo introductorio que lo precede, sino porque, además, ha realizado el ímprobo esfuerzo de traducir en verso.

miércoles, 21 de octubre de 2020

POETAS DE GRECIA Y ROMA

Editorial
Ocurre muchas veces que no nos atrevemos a leer a los clásicos porque están ya muy lejos de nosotros, porque creemos que nos vamos a aburrir o porque pensamos que no vamos a entenderlos. Poetas de Grecia y Roma es una magnífica oportunidad para una primera aproximación, es un auténtico regalo para quien todavía no conozca esos textos esenciales que han fertilizado toda la poesía occidental.

Esteban Torre, escritor, investigador y catedrático emérito de la Universidad de Sevilla, se ha encargado de seleccionar y traducir 40 poemas, solo 40 poemas, de siete poetas griegos y siete latinos: Homero, Hesíodo, Safo, Píndaro, Sófocles, Teócrito, el pseudo-Anacreonte, Catulo, Virgilio, Horacio, Tibulo, Propercio, Ovidio y el pseudo-Ausonio. Una especie de antología mínima y esencial de esos textos que ninguna persona medianamente culta debería desconocer. 

Además, todos y cada uno de los autores vienen introducidos por una presentación muy eficaz; breve, pero intensa. De esas que despiertan las ganas de saber más. Se cierra el volumen con un glosario onomástico y mitológico que puede servir de ayuda ante cualquier dificultad que surja durante de la lectura.

Pero si eres de esas personas que conoces bien la poesía clásica greco-latina, esta antología también es un hermoso regalo por la traducción actual y elegante, por la selección verdaderamente acertada y porque es una edición muy cuidada, como si se tratara de cualquier otro libro de poesía actual. Una forma de tener a mano esos textos que solemos consultar muy a menudo, sin el envoltorio de la edición erudita.

Os dejo el último poema de la selección:


COLLIGE, VIRGO, ROSAS

                       De rosis nascentibus


Era la primavera

y, en el amanecer azafranado,

el día respiraba con dulzura

tras un frío punzante.


Una atrevida brisa 
se adelantaba al carro de la Aurora, 
queriendo anticipar 
el caluroso día. 

Vagaba yo por las cruzadas sendas 
de los regados huertos, 
deseoso de vida, 
en las horas primeras. 

Vi la escarcha cuajada, 
colgando de las hierbas que se inclinan, 
o reposando encima 
de las erguidas plantas, 
y las redondas gotas 
jugueteando en una abierta col.

Y vi las rosaledas, 
que disfrutaban del primor de Pesto, 
cubiertas de rocío, 
al renacer la estrella mañanera. 

Alguna blanca perla, 
sobre los escarchados matorrales, 
se desvanecería 
con los primeros rayos de la Aurora. 

No podría saberse 
si es la Aurora quien roba su rubor 
o se lo da a las rosas,
el día con su luz tiñe las flores.

Hay un solo rocío, 
sólo un color, una mañana sólo.
Para estrellas y flores, 
hay una dueña solamente: Venus. 

Quizá también es una su fragancia: 
si aquélla por el aire 
se derrama en los cielos, 
la otra se respira más cercana. 

Diosa común de estrellas y de flores, 
tú, la Reina de Pafos, 
dispones que sus ropas 
estén teñidas con los mismos tonos. 

Era el momento justo. 
Los nacientes capullos de las flores 
se estaban dividiendo 
en segmentos iguales. 

Una está cobijada 
por la cubierta de sus verdes hojas, 
en otra se perfilan 
tenues contornos de la roja púrpura. 

Ésta entreabre las altivas cumbres 
del capitel primero, 
liberando la punta 
de su cabeza grana. 

Aquella desplegaba ya sus velos 
unidos en lo alto, 
pensando en numerarlos 
como sus propias hojas. 

Y entonces, de repente, 
se abrió la gloria del radiante cáliz, 
luciendo claramente 
sus densos granos de azafrán oculto. 

Otra, que rutilaba 
con todo el fuego de su cabellera, 
abandonada por sus mustios pétalos, 
palidece al instante. 

Yo me maravillaba 
de la rapiña del huidizo tiempo, 
viendo que, cuando nacen, 
ya envejecen las rosas. 

He aquí que, mientras hablo, 
se derrumba la roja cabellera 
de la flor rutilante, 
y es la tierra quien brilla con su púrpura. 

Tantas figuras, tantos nacimientos, 
tantos cambios de forma 
en un día comienzan, 
y en ese día acaban. 


Siento, Naturaleza, 
que hayan de ser tan breves tus favores: 
enseñas tu regalo, 
para quitarlo ante los mismos ojos. 

La duración de un día tiene apenas 
la vida de las rosas: 
la juventud y la vejez se unen, 
en instantes fugaces. 

A la que vio nacer una mañana 
la Aurora reluciente, 
al caer de la tarde 
la contempla marchita.

Pero no importa: si en tan corto plazo 
debe morir la rosa, 
prolongará su vida 
con los nuevos retoños. 

Muchacha, coge rosas, 
fresca tu juventud, fresca la flor; 
y piensa que tus años 
son también fugitivos.

***
PS: El libro lo publicaron en 1998 el CSIC y la Universidad de Huelva bajo el título de  La poesía de Grecia y Roma. Ejemplos y modelos de la cultura literariaLo podéis descargar, la propia universidad lo ha colocado en el Repositorio Arias montano. Así podréis ver la importancia que tiene la disposición del verso. Aunque parezca una cuestión baladí, no es lo mismo leer un poema donde las palabras respiran y el verso se hace natural, que un poema en el que las palabras se amontonan y el significado difícilmente establece relaciones con el significante.

domingo, 10 de mayo de 2020

UN ÁRBOL, UN REY Y LA EPOPEYA MÁS ANTIGUA DE LA LITERATURA

Cedro del Líbano. Parque de Cristina enea.


Tal vez sea por el confinamiento o tal vez sea porque el otro día andaba uno de los pavos del parque glugluteando como un loco desde lo alto de una de las ramas de este magnífico cedro del Líbano, el caso es que desde que podemos salir a pasear estoy más atento a todas esas maravillas que tengo a unos cuantos pasos de casa y que habitualmente no me paraba mucho a contemplar. Vamos, que estoy algo así como haciendo turismo alrededor de mi domicilio y entre voceo y voceo del pavo —era macho y estamos en época de celo—, saqué el teléfono del bolsillo y tomé un par de imágenes. 

Los árboles son seres vivos extraordinarios por muchas razones. Si hablamos de tamaño, entre ellos están los mayores seres vivos que podemos encontrar en la Tierra. Este cedro es un estupendo ejemplar, aunque "solo" tiene 25 metros de altura y 5 de diámetro en su tronco. Pero lo que a mí se me hace más atractivo es que se trata de un tipo de árbol unido directamente con nuestra imaginación. El cedro del Líbano aparece en la primera epopeya escrita de la historia de la humanidad, La epopeya de Gilgamesh, que, por si no la habéis leído, debéis saber que no solamente influyó en Homero, sino también en la Biblia. 

En ella podemos leer la aventura de los dos amigos, Enkidu y Gilgamesh, en lucha con el monstruo Humbaba cuando llegan al bosque de cedros. Comienza así:

Allí se pararon admirando el bosque

contemplando los elevados cedros

contemplando la entrada al bosque


Por donde Humbaba había ido y venido

había una huella

El sendero lucía recto y muy recorrido


Vieron entonces la Montaña del Cedro

paradero del trono de diosas y dioses.

        
                                                                  

Pero si las aventuras de Gilgamesh, rey de Uruk, se os hacen demasiado lejanas y su lucha contra la muerte no es suficiente para mover vuestro afecto e interés por este árbol, acaso sintáis un poco más próximas las menciones que de él se hacen en el Levítico cuando Moisés ordena a los sacerdotes hebreos que usen la corteza del cedro del Líbano en el tratamiento de la lepra: Si la plaga de lepra ha desaparecido del leproso, mandará tomar para el que se ha de purificar dos avecillas vivas, madera de cedro, un hilo de púrpura e hisopo... (Levítico 14:3 y 4); o cuando Salomón ordena construir el Templo de Jerusalén: Construyó la casa "Bosque del Líbano", de cien codos de largo, cincuenta codos de ancho y treinta codos de alto, sobre tres filas de columnas de cedro y capiteles de cedro sobre las columnas (1 Reyes, 7:2).

Pero también podríamos mencionar que las naves fenicias que surcaron el Mediterráneo entero llevando su alfabeto por todos los pueblos costeros estaban hechas con la madera de este árbol. O que la actual bandera del país que les da nombre tiene su dibujo en el centro de la misma. Ya véis si hay motivos más que suficientes para detenerse delante de este magnífico árbol y dejarnos llevar durante un momento a través de la historia porque su adn está inscrito en nuestra vida. El turismo de proximidad siempre tiene algún regalo esperándonos.


viernes, 17 de abril de 2020

HOMERO AL FONDO

Vuelvo a sacar este poema 
ahora que "los dioses castigan los campos con su nieve".
Cerraba el poemario que publiqué en 2008 y los recogía a todos.
Son lo que tenemos.
Amparo y apoyo en las dificultades.
Aferraos bien. 

Cubierta de Irene Rodríguez

HOMERO AL FONDO 


Aquí os tengo, 
como si ahora pudiera hablar con todos a la vez, 
como si fuera cierto 
que esto es una casa 
en la que todos los inviernos 
calienta el fuego, 
mientras fuera los dioses 
castigan los campos con su nieve. 
A vosotros voy 
y de vosotros vengo. 
Ya sé que hemos vivido duros momentos, 
que los planes no han salido siempre tal como 
pensábamos, 
que a veces un malentendido ha provocado fuertes 
discusiones. 
Todo esto forma parte de la vida, 
viene con nosotros cuando nosotros 
llegamos a ella. 
Sin embargo, no quiero medir la fiesta 
por el número de silencios, 
sino por la profundidad de los hallazgos 
y soy feliz anotando resplandores, 
me siento agradecido por aquel gesto, 
aquella caricia, 
aquel momento 
que, a pesar del tiempo y la distancia, 
aún alumbra las sombras de la noche 
y hace que los miedos se diluyan. 
Sólo quiero dejar aquí constancia 
de que unos pocos detalles 
me han hecho la vida más hermosa, 
cuando he sido capaz de interpretarlos. 

Ya sé que cuando escribo estas palabras 
u otras cualesquiera, 
de alguna forma estoy escribiendo 
en contra de la muerte, 
pero no quiero ni pretendo vivir en la memoria, 
tan sólo deseo agradeceros el camino compartido 
y que la fiesta dure muchos años.

***
Y no te olvides de mandar mensajes de ánimo a los enfermos que se mantienen aislados en los hospitales.

martes, 31 de diciembre de 2019

HIMNOS HOMÉRICOS

Editorial
La colección de poemas que conocemos con el nombre de Himnos Homéricos no fueron escritos por Homero. El autor de la Ilíada era sinónimo de calidad ya en la más remota antigüedad y eso era suficiente como para que los poetas épicos de entonces se dedicaran a replicar el estilo y el metro. Pero, como nos recuerda Bowra en su Historia de la literatura griega, no se atrevían con asuntos tan graves como los que relatan la Ilíada o la Odisea. Tienen un carácter más desenfadado, humorístico incluso. Y son una colección magnífica para conocer la historia de los dioses griegos y sus aventuras; o dicho de otra manera, un excelente recurso para leer la iconografía artística de los siglos XVI al XVIII.

Por desgracia, de la mayoría solamente nos han llegado unos pocos fragmentos, pero podemos deleitarnos con los dedicados a Deméter, Hermes, Apolo y Afrodita, que se encuentran más o menos intactos. De los cuatro, el que más me sigue impresionando es el primero, el que nos cuenta la historia de la diosa de la agricultura y su hija Perséfone, raptada por Hades, el dios del inframundo. El mito sirve, entre otras cosas, para explicar cómo surgieron las estaciones.

Todos los Himnos tienen muchos elementos en común: cuentan una historia protagonizada por el dios al que se dedica, transcurren en un tiempo que no es el primigenio, suelen aparecer en relación con los seres humanos, están escritos en hexámetros dactílicos y servían de preludio a otros cantos de carácter épico que los rapsodas de aquella época iba a desarrollar en algún concurso. 

Ni que decir tiene que existen numerosas traducciones y ediciones.

Y una auténtica rareza: el que fuera catedrático de Antropología e Historia del Pensamiento en la Universidad Internacional de Cataluña, José Olives Puig, ofrece una explicación e incluso canta en griego el Himno a Ares.


Y después de haber leído los Himnos no tendríamos ningún problema para saber, por ejemplo, qué están contando estas imágenes: 


jueves, 19 de diciembre de 2019

HESÍODO

Librerías donde se puede encontrar
Si de Homero lo desconocemos todo, de Hesíodo algo sabemos, aunque no mucho. Sabemos que escribió lo que ha llegado hasta nosotros de los tres poemas que recoge este tomo. Sabemos que era hombre de campo y que tenía unas tierras heredadas de su padre en la localidad de Ascra, y que allí pasó buena parte de su vida como pastor y campesino. Sabemos que tenía un hermano llamado Perses que dilapidó rápidamente la herencia recibida y que luego pleiteó con él, con Hesíodo, para hacerse con una parte de la que correspondía a su hermano. Sabemos que los sinsabores y desengaños del pleito y su resolución fueron uno de los motivos, si no el motivo, para la redacción de Los trabajos y los días. Sabemos que poco después de su muerte, los tespios destruyeron la ciudad y que los que sobrevivieron se llevaron las cenizas del poeta, lo que nos habla del prestigio que había alcanzado en vida. Y sabemos que vivió después de Homero, pero no sabemos exactamente cuándo.

Seguramente a causa de la lectura de Los trabajos y los días, Alejandro Magno se refirió a él como el poeta de los campesinos, pero Hesíodo no es un poeta campesino, si bien es cierto que ejerció ambas actividades, la de escritor y la de agricultor. Más acertado es el juicio de Schlegel cuando nos dice en Sobre el estudio de la poesía griega que la poesía hesiódica, severa, a menudo árida y salvaje... no pretende ser nunca pura representación, gozar ni hacer gozar de sí misma; pero, preocupándose poco de la narración, se preocupa más de enseñar y de recopilar hechos.

En mi opinión, pero es solo una opinión, en la actualidad, el más atractivo de los tres títulos recogidos en el tomo es La Teogonía, donde se canta, como el título indica, la genealogía de los antiguos dioses griegos. Se inicia con el Caos y la Noche y llega hasta el momento en que fue escrita. Es decir, se trata del repertorio sistemático de mitología griega más antiguo. Y si en algún momento os perdéis entre tanto nombre, siempre podéis acudir al árbol genealógico, o a los apéndices que suelen ofrecer todas las ediciones.

Los trabajos y los días, además de contener consejos prácticos dirigidos a su hermano, recoger una alabanza del trabajo honesto y una exposición de las cinco edades de la humanidad, es un alegato contra la injusticia y la ociosidad. El autor viene a decirnos que si el espíritu de lucha que existe en el ser humano se utiliza para el trabajo, resulta fecundo; pero si toma el camino de la violencia, nos llevará a la perdición. Trabaja para ser justo y sé justo para que el trabajo sea provechoso.

El escudo de Heracles nos cuenta la expedición del héroe griego y de Yolao contra el hijo de Ares llamado Cicno, quien había desafiado a Heracles a un combate cuando este pasaba cerca de Itono (Tesalia). No deja de ser una descripción del escudo con el que Hércules acudió al combate contra Cicno, único momento en que el héroe griego utilizó el armamento completo, pues habitualmente solo llevaba la piel del león de Nemea para protegerse y la clava o porra de madera de olivo como arma.

Y ya sabéis, para empezar, cantemos invocando a las Musas Helicónides, que habitan en el grande sacro monte Helicón, y que, a menudo, danzan con sus ligeros pies alrededor del manantial de violáceas aguas del altar del todopoderoso hijo de Cronos (preludio de La Teogonía, en traducción de María Josefa Lecluyse y Enrique Palau).

jueves, 12 de diciembre de 2019

LA ODISEA

En el Tratado sobre lo sublime, el tratado de estética más importante de la antigüedad junto con la Poética de Aristóteles, se lee lo siguiente: El haber escrito la Ilíada en la plenitud de su genio es la razón, creo yo, de que lograra dar a este poema un tono dramático y combativo, mientras que en la Odisea predomina lo narrativo, rasgo precisamente típico de la vejez. Y, así, en la Odisea se puede comparar perfectamente a Homero con el sol poniente, que, sin poseer ya su fuerza, conserva sin embargo todo su esplendor

El siglo I no es el siglo XXI y hoy sentimos mucho más próximas las aventuras de Ulises que las de los héroes que lucharon en Troya. Sin duda, la influencia popular de esta obra en los últimos cien años a través del cine, el cómic, la televisión o la novela es muy superior a la de la Ilíada, hasta tal punto que mucha gente conoce pasajes de la misma sin haberla leído. Todo el mundo tiene alguna idea del sudario que teje y desteje Penélope, de la aventura con Polifemo o la de las sirenas.

Lo cierto es que las aventuras que sufre Ulises para llegar hasta su casa y encontrarse con su familia las sentimos mucho más cercanas que las de Aquiles. Pesan menos, están menos teñidas de tragedia y, fundamentalmente, no están sujetas a la fuerza sobrenatural del destino, sino que el agudo ingenio de su protagonista y la voluntad irreductible de Penélope y Telémaco ponen en el centro de la trama la posibilidad de ejercer la libertad, aunque sea con la ayuda de la diosa Atenea

Otro elemento sustancial que nos aproxima la Odisea a nuestra manera de sentir y de leer es el clima poético, la atmósfera en la que se desenvuelve. La Odisea nos muestra una relación abierta con el paisaje, con la naturaleza, con la belleza intrínseca del medio en que se desenvuelve. Y eso es totalmente moderno. El ser humano vive en un entorno que es capaz de apreciar.

Igualmente reseñable como elemento de proximidad es la técnica narrativa. Mientras que en la Ilíada el desarrollo es lineal, aquí se nos ofrecen tres lineas argumentales, la correspondiente a Telémaco y su viaje en busca de noticias, los avatares del sufrido Ulises por llegar a Ítaca y el resultado final en que desembocan ambas: la venganza. Toda una demostración del dominio de la técnica de lo que José Alsina denominó el principio de retardación.


***

Quienes sepan alemán o hayan leído el poema, disfrutarán con este clásico de 1911 dirigido por Francesco Bertolini, Adolfo Padovan y G. De Liguoro.




***
NOTA PARA LA TERTULIA: Como seguramente nadie va a leer todas las obras de Homero y de Hesíodo, sugiero que se lea una y que de ella se seleccione un párrafo, una página, un texto, el que más haya gustado, para ser leído en voz alta y contar al resto por qué es el que más ha gustado.

sábado, 23 de noviembre de 2019

LEER A HOMERO HOY (ILÍADA)

No voy a decir que leer en la actualidad la Ilíada sea cómodo ni sencillo. Tampoco creo que la edad ayude. No me imagino a una persona adulta leyéndola para entretenerse tres o cuatro tardes de invierno. Las tres situaciones típicas para que nos adentremos en esta fabulosa epopeya son la juventud —podemos con todo y nuestra curiosidad está intacta—, el estudio —nuestra profesión exige su lectura y análisis— o la escritura —vivimos de ella y leer a los clásicos forma parte de nuestro trabajo—.

Es evidente que la distancia que se abre entre los combatientes aqueos y troyanos y la sociedad actual es simplemente gigantesca. Homero no sabía nada de nuestra forma de vida y mucho menos de las comodidades de las que podemos disfrutar para leer sus versos. Ni tan siquiera componía para lectores, sino para gente que escuchaba. Sin embargo, conocía todo cuanto hay que saber sobre sentimientos. El miedo, la ira, la vergüenza, la cobardía o el amor son parte fundamental de la obra. 

Para quien no la conozca o para quien se niegue a entrar en la escabechina que los enfrentamientos entre héroes de un bando y de otro produce, yo me atrevo a recomendar como primera aproximación unas pocas escenas para ser leídas en voz alta:

  • El momento en que Héctor se despide de Andrómaca y de su hijo, canto VI, versos 441-465.
  • La súplica de Príamo ante Aquiles para conseguir el cuerpo de su hijo, canto XXIV, versos 484-506.
  • La respuesta de Andrómaca cuando traen el cuerpo de su esposo, canto XXIV, versos 725-745.
  • El canto fúnebre de Helena en honor del héroe troyano, canto XXIV, versos 762-765).
Cualquiera de esos textos son suficientes para causar una conmoción sentimental. Luego ya vendrá el tiempo de adentrarse en otras lecturas y disfrutar con otras averiguaciones, examinar el alto contenido ético, debatir sobre la importancia del destino en la época o profundizar en el manejo del ritmo por medio de la repetición de epítetos.

Y que la musa siga cantando la cólera de Aquiles, cólera funesta, que causó tantas calamidades a los aqueos, que precipitó en los infiernos las vigorosas almas de multitud de héroes, y que entregó sus cuerpos a la presa de los perros y de las aves todas (trad. de Vicente López Soto).

***

Podéis encontrar los pasajes que nombro en la traducción de Luis Segalá y Estalella que el Proyecto Gutenberg ha recogido en su página web. La traducción que realizó Emilio Crespo Güemes para Gredos también está convenientemente numerada.

***

sábado, 5 de octubre de 2019

CALENDARIO DE TERTULIAS 2020 EN LA BIBLIOTECA CBA

7 ENERO
Poesía griega arcaica: Homero y Hesíodo.
4 FEBRERO
3 MARZO
Poesía latina: Catulo.
7 ABRIL
Poesía latina: Virgilio.
5 MAYO
Poesía latina: Horacio.
2 JUNIO
Poesía latina: Propercio, Ovidio y Marcial.
6 OCTUBRE
3 NOVIEMBRE
1 DICIEMBRE


El próximo año nos vamos al origen de la poesía en todos los rincones del planeta. Bucearemos entre las raíces del sentido de la palabra poética. Intentaremos averiguar por qué el proceso de su escritura implica conciencia del tiempo y de sus límites. Procuraremos descubrir la razón de los dos sentidos que Robert Graves decía que tenía la poesía para quien la crea: La fusión inesperada, en la mente, de ideas en apariencia contradictoria, o bien como el intento, más o menos deliberado (...) de imponer una ilusión de experiencia real en las mentes ajenas (On English poetry). 

O acaso, como escribía Lu Ji tres siglos antes de nuestra era, fuera de la tradición occidental, en su "Prosopoema del arte de la escritura": 

El proceso. Así es el comienzo: se interioriza la visión, se adentran los sonidos. Se demora el pensamiento y todo se interroga.

El alma galopa hacia los ocho confines del espacio. El espíritu vaga errante por alturas infinitas.

Al acercarse, la emoción poco a poco se convierte en luz. Las cosas se reflejan e intercambian su claridad.

Y es que al beber la esencia de las palabras dichas y escritas, paladearás el muy dulce sabor de los Clásicos.


Sea como fuere, y a pesar de que estas sean unas simples tertulias, no me cabe duda de que la lectura de las obras sobre las que se ha construido la poesía de todos los tiempos nos podrá aportar una visión más amplia, un conocimiento mayor y más profundo; en definitiva, una mirada mejor y más plena sobre las palabras fundacionales de la tribu. De casi todas las tribus.


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Cual la generación de las hojas, así la de los hombres. Esparce el viento las hojas por el suelo, y la selva, reverdeciendo, produce otras al llegar la primavera: de igual suerte, una generación humana nace y otra perece (Canto VI, 145).

martes, 1 de octubre de 2019

IGNACIO LATIERRO, DECANO DE LAS LIBRERÍAS DONOSTIARRAS


Inicio con esta entrevista a Ignacio Latierro, de la librería Lagun, una serie dedicada a conocer y divulgar el pensamiento y la actividad de quienes mejor conocen el mundo del libro, esas personas siempre dispuestas a orientarnos, aconsejarnos y conseguirnos el libro que andamos buscando.


P: Más de medio siglo trabajando son muchos años, sea el que sea el trabajo. Supongo que semejante cúmulo de tiempo dedicado a mantener el negocio requiere vocación, ilusión y mucha entrega. ¿Cómo hace para mantenerse en la brecha?

R: Bueno, ahora mi dedicación librera es cada vez más escasa, pero me sigue ayudando a vivir. He tenido la suerte de trabajar en algo que me gustaba, algo así como mantener mi biblioteca… 


P: Nadie que sea de la ciudad o incluso del País Vasco ignora la historia de la librería y su resistencia ante el acoso y la barbarie de ETA y sus allegados durante los años 90. Es esta una historia que se puede rastrear muy bien en las hemerotecas y en internet. ¿Es ya una historia superada? 

R: Es una historia pasada, pero el pasado no se borra. Asaltar y quemar librerías y libros no es lo más grave que ha producido la actividad de ETA y sus acólitos, pero dice bastante sobre su ralea, sobre su condición. 

P: Desde 1968 hasta hoy la sociedad ha cambiado mucho. ¿Cuáles serían en su opinión los cambios más notables (venta, edición, distribución…) que han afectado más a las librerías? 

R: LAGUN es un anacronismo que pretende seguir pareciéndose a lo que era en 1968. Entre tanto, muchas cosas han cambiado, la producción de novedades se ha multiplicado por 10, en los años 80 y 90 vivimos incluso un aumento del prestigio del libro, de su venta, no sé tanto si del número de lectores y de su lectura; pero también de la consideración creciente del libro como objeto fungible que como otras mercancías debe producir sus beneficios inmediatos y luego ser reciclado. Para esto la librería tradicional ya no podía ser el principal vehículo de comercialización. Posteriormente, con el advenimiento de lo digital, el prestigio del libro como instrumento de cultura ha decaído y han variado los hábitos de consumo cultural en perjuicio de la lectura; y, en fin, el comercio “on line” ha acabado de oscurecer el porvenir de las librerías. 

P: Supongo que los hábitos lectores también habrán cambiado. ¿Es así? 

R: Las Enciclopedias han desaparecido, los grandes diccionarios apenas sobreviven, ¿hay algún despacho de abogado nuevo que luzca estanterías con el “Aranzadi”? Los grandes diccionarios casi ni se reeditan… El libro como instrumento de consulta básicamente ha desaparecido. Sin embargo, creo que los lectores siguen prefiriendo el papel bien encuadernado como instrumento de lectura reflexiva, reposada y placentera. 

P: La digitalización y la aparición de internet han transformado muchas costumbres y formas de trabajo en todos los sectores ¿En qué medida ha influido en la actividad de las librerías? 

R: Dada la variedad y número de novedades y el tráfago constante de entradas y devoluciones de libros, hoy parece impensable el manejo de una librería sin la ayuda de la informática, que además es un buen instrumento en la búsqueda de títulos y ediciones. A cambio, ha contribuido a despersonalizar las librerías, a sustituir el criterio del librero por la mecánica de los números… También ha cambiado el comportamiento del público. Está desapareciendo un tipo de cliente característico de las buenas librerías, aquel que acudía con regularidad unas horas semanales, mensuales o de vacaciones, no solo a comprar, sino a visitar librerías, a ver lo que se había editado, a comentarlo con el librero o con la improvisada tertulia… Muy distinto a esa relación del cliente con el ordenador que le dice si hay existencias o no de un título… 

P: ¿Corre peligro el libro como objeto? ¿Pueden desaparecer las librerías en un futuro más o menos próximo? 

R: No, el libro como objeto de lectura no va a desaparecer; se puede leer en pantalla y compatibilizar ambas formas de leer, pero la lectura en papel y el uso del objeto libro tienen sus propias virtudes. Otra cosa es dónde y cómo se venderán los libros. 

P: Los índices de lectura indican que el porcentaje de personas que leen va subiendo poquito poco cada año; es decir, que ahora se lee algo más que hace medio siglo. ¿Ese incremento se produce también en la venta de libros? 

R: Mi percepción es que hubo un aumento en la venta de libros en los últimos años del siglo XX, aunque tengo mis dudas si eso supuso aumento también de lectura. De todas formas, si en estos 50 años de transformaciones tan importantes en la vida española la lectura ha aumentado solo “un poquito” no es en como para sentirse satisfecho… 

P: Existen muchos tipos de librerías y el negocio ha ido evolucionando con los años; no obstante, en Lagun no hay mesas ni café, no se venden libros de texto, no hay conexión wifi, tampoco podemos encontrar todos esos productos más propios de una papelería que de una librería. ¿No resulta muy arriesgado para el mantenimiento del negocio? 

R: Ya he dicho antes que LAGUN tiene pinta de ser un anacronismo. Ya desde sus inicios fue peculiar pero ha durado 51 años. Esperemos que siga teniendo quienes la sostengan… 

P: Está muy extendido el tópico de que el libro, sin más, es cultura. Hay, sin embargo, muchos libros que no pasan de ser nada más que un producto para la venta que nada tienen que ver con la cultura, salvo como contraposición a natura, pero algunos de esos productos se venden muy bien. ¿Podrá seguir resistiendo la librería sin ellos? 

R: Creo que el ejercicio de la lectura por sí mismo es saludable, pero es verdad que muchos libros, entre ellos algunos de gran venta, son infumables. En cualquier caso, es muy difícil que en una ciudad de las dimensiones de San Sebastián, una librería subsista sin vender best-sellers, mejores o peores. 

P: ¿Un libro imprescindible? 

R: ¿Uno? Homero, Shakespeare, Austen, Henry James… 

P: ¿Un libro que le acompaña siempre? 

R: No tengo un libro-fetiche. Tengo un especial cariño por Paz en la Guerra de Unamuno porque en mi memoria supone mi encuentro con la literatura. 

P: ¿Uno que regalaría infinidad de veces? 

R: Los peces de la amargura, de Fernando Aramburu, será el libro que más he regalado, por lo menos en los últimos tiempos. 

P: ¿Uno que no ha leído, pero que quiere leer? 

R: ¡Tantos! El oficio de librero es engañoso.El oficio ocupa mucho tiempo y leemos mucho menos de lo que aparentamos. En todo caso espero tener por fin el estado de ánimo que me permita completar el Fausto, de Goethe.