Ejemplar del KM |
Siglos de esfuerzo han arrojado luz sobre oscuros territorios de la materia, la mente y el cosmos. Durante los próximos miles de años, las esferas de iluminación se harán mayores y más brillantes. Lo que llevamos de viaje ya ha desvelado realidad gobernada por leyes matemáticas que son indiferentes a códigos de conducta, a estándares de belleza, a la necesidad de compañía, al anhelo de conocimiento y a la búsqueda de propósito. Sin embargo, por medio del lenguaje y el relato, el arte y el mito, la religión y la ciencia, hemos aprovechado nuestra pequeña parcela del desapasionado, incesante y mecánico despliegue del cosmos para dar voz a nuestra omnipresente necesidad de coherencia, valor y significado. Es una contribución temporal pero exquisita. Tal como pondrá de manifiesto nuestro viaje por el tiempo, la vida probablemente sea transitoria, y casi con seguridad todo el conocimiento que surgió tras su aparición se desvanecerá cuando encuentre su final. Nada es permanente. Nada es absoluto. Y por ello, en la búsqueda de valor y propósito, las únicas ideas relevantes, las únicas respuestas preñadas de significado, son las que nosotros mismos alcanzamos. En último término, durante nuestra breve estancia bajo el sol, la noble tarea que se nos encomienda es la de hallar nuestro propio sentido. Iniciemos, pues, nuestro viaje (p. 19, el primer capítulo entero lo tenéis aquí).