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lunes, 18 de diciembre de 2023

GÉRARD DE NERVAL

Editorial
Voy a realizar una afirmación un tanto arriesgada: quienes se adentran mucho en el estudio de la obra de alguien parecen quedar atrapados en una especie de síndrome de Estocolmo literario y terminan considerando esa obra objeto de su estudio como una de las mejores de su época, país, idioma o sea el que sea el ámbito considerado. La alabanza y el cariño por la persona objeto de estudio es siempre encomiable, pero, tal vez, no favorezca una actitud muy objetiva. 

Dejo bien claro por adelantado que no tengo la información suficiente para poner en duda o negar estas aseveraciones sobre Nerval: Hoy en día es sin duda uno de los poetas franceses que más dan que escribir, y "El Desdichado" es quizá el soneto más famoso de la lengua. Seguramente no hay otro poeta en el mundo (ni siquiera Mallarmé, aunque tal vez hubiera podido) que haya conseguido una admiración tan unánime con un logro tan breve: doce sonetos que caben en cinco o seis páginas. Porque ni aun Aurelia le habría valido el lugar de privilegiado que tiene hoy entre los padres de la literatura si Las quimeras no hicieran de él, más allá del escritor lúcido, del precursor involuntario y fatal, del testigo valeroso de una experiencia que él legitima de una vez por todas para nosotros, algo que sigue pareciéndonos más admirable y desconcertante aún: el visionario inspirado y mágico, casi el arquetipo, para nosotros, del poeta (p 14 del prólogo).

Ciertamente, todas las afirmaciones están muy matizadas. Dejémoslas ahí.

Ahora, el soneto: 

EL DESDICHADO

Yo soy el Tenebroso, — el Viudo, — el Sin Consuelo,
Príncipe de Aquitania de la Torre abolida:
Mi única Estrella ha muerto, —mi laúd constelado
También lleva en sí el Sol 
negro de la Melancolía.

En la 
nocturna Tumba, Tú que me consolaste,
Devuélveme el Pausílipo y la mar italiana, 
La flor que prefería mi pecho desolado,
Y la Parra en que el Pámpano con la Rosa se une.

¿Soy Amor o soy Febo?.. ¿Lusignan o Biron?
Mi frente aún está roja del beso de la Reina;
En la Gruta en que nada la Sirena he soñado…

Y vencedor dos veces traspuse el Aqueronte:
Modulando tan pronto en la lira de Orfeo
Suspiros de la Santa, — como gritos del Hada.


Traducción: Tomás Segovia.

Monumento a Nerval, Plaza de la Torre de Santiago.
Grabados en la piedra los dos primeros cuartetos.

Podéis leer algunos poemas de Nerval en estas páginas:


martes, 5 de diciembre de 2023

VICTOR HUGO artista gráfico

Fuente: Victor Hugo, Alain Verjat, Síntesis, 2010.

Posiblemente, en la actualidad, Victor Hugo sea conocido a nivel popular por dos de sus muchas novelas: Los Miserables y Nuestra Señora de París. Y, seguramente, ese conocimiento venga dado por las múltiples adaptaciones que han tenido tanto para la pantalla chica como para la pantalla grande, lo mismo en obra para adultos que en adaptación para peques. Lo cierto es que Hugo escribió más novelas; que su más escandaloso éxito en vida lo obtuvo con Hernani, obra de teatro a la que habían precedido otras dos y a la que siguieron ocho más; que su obra poética fue aclamada en su país como la mejor que nunca se había escrito; y que, como se puede ver por estas imágenes que tomo de distintos espacios de internet, era muy buen dibujante. Esto puede resultar anecdótico, pero ayuda a tener una imagen más completa del personaje. Al fin y al cabo, más de 4000 dibujos parecen aval suficiente como para hablar de Victor Hugo como artista gráfico.











La de la izquierda es suya; la otra, no.


Este artículo de Jorge Llopis Verdú quizás ayude a contextualizar y comprender mejor la importancia de la obra gráfica de este gigante de la literatura francesa.

***

viernes, 1 de diciembre de 2023

EL ROMANTICISMO ÉPICO DE VICTOR HUGO

Fuente: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (ahí está el libro completo)


Sobre una barricada, en medio de los adoquines manchados de sangre culpable y lavados con sangre de inocentes, es preso un niño de doce años junto con algunos hombres compañeros suyos.—¿Formas parte de la gavilla? se le pregunta.—El niño contesta afirmativamente.—Bien está, añade el oficial, vas á ser fusilado. Aguarda que venga tu turno.—El niño ve brillar varios relámpagos, y á todos sus compañeros caer al pie de la pared. Y dice al oficial: —¿Queréis concederme que llegue hasta mi casa para entregar este reloj á mi madre? —¿Intentas evadirte?—Volveré. —Estos bribonazos tienen miedo. ¿Dónde vives?— Allá, junto á la fuente. Volveré, señor capitán. —¡Vote, pillo! —El niño parte. —¡Grosero lazo! Y reían los soldados lo mismo que el oficial, confundiéndose las risotadas con el estertor de los moribundos; pero cesó la risa, pues de improviso preséntase la pálida criatura, tan altiva como Víala, se apoya contra la pared, y dice: —Aquí estoy. Avergonzóse la estúpida muerte y el oficial le perdonó. Ignoro ¡oh niño ! en medio del huracán que pasa y todo lo confunde, así el bien como él mal, los héroes, los bandidos, lo que te impelía en semejante combate; mas digno que tu alma ignorante es sublime. Bueno é intrépido, das dos pasos en el fondo del abismo, uno hacia tu madre y el otro hacia la muerte. El niño posee el candor y el hombre el remordimiento, y no respondes de lo que se te mandó hacer; pero es magnífico y valiente el niño que á la huida, á la vida, á la aurora, á los juegos lícitos, á la primavera, prefiere la sombría pared do se apoyan los cadáveres de sus amigos. La gloria imprime dulce ósculo en tu frente ¡oh tierno joven! En la antigua Grecia, mi dule amigo, Estesícoro te hubiese encargado la defensa de una de las puertas de Argos, y Cinegires te habría dicho: ¡Somos iguales! Y te hubieran admitido en el rango de los puros efebos, Tirteo en Mesene y Esquilo en Tebas. Grabaríase tu nombre sobre discos de bronce, y te contarías en el número de aquellos que, bajo el sereno cielo, si pasan junto al pozo sombreado por el sauce, causan la admiración de la pensativa joven que carga en sus hombros la urna do apagarán su sed los jadeantes búfalos.

Creo que este poema puede ser francamente representativo del estilo romántico épico que adopta Hugo en algunas de sus creaciones; puede servir para repasar las características propias del romanticismo francés y, más concretamente, de lo que fue el pensamiento humanista y humanitario del autor; pero, además, puede servirnos para comprobar cómo evoluciona el lenguaje de la sociedad y, de paso, comprender por qué es necesario volver a traducir de tanto en tanto las obras, porque, si no se actualizan, se corre el riesgo de que los propios hablantes no entiendan lo que en ella se decía hace poco más de cien años.

Por si fuera necesario, dejo una traducción actual y coloco unos cuanto enlaces que pueden ser de utilidad:

Entre los adoquines de una barricada,
manchados por una sangre culpable y por otra pura lavados,
un niño de doce años es apresado junto a los hombres.
—¿Tú estás con ellos?— El niño dice:
—Con ellos estoy.
—Está bien, dice el oficial, serás fusilado
cuando sea tu turno—. El niño ve brillar los fogonazos,
y a todos sus compañeros caer bajo la muralla.
Y dice al oficial: —¿Me permitiría que fuese 
a casa para darle este reloj a mi madre?
—¿Quieres huir? —Volveré. —¡Estos bribones 
tienen miedo! ¿Dónde vives? —Ahí, al lado de la fuente.
Y voy a volver, señor capitán.
—¡Vete, pilluelo!— Y el niño se va. —¡Qué treta tan burda!
Reaparecido de repente, orgulloso como Viala,
se pegó al muro y les dijo: —Aquí estoy.
La estúpida muerte se avergonzó, y el oficial le indultó.
—Niño, yo no sé, en este huracán que pasa
y todo lo confunde (el bien, el mal, héroes y bandidos),
lo que a esta lucha te empujaba, pero yo afirmo
que tu alma ignorante es un alma sublime.
Bueno y valiente, tu das, en el fondo del abismo,
dos pasos, uno hacia tu madre, otro hacia la muerte.
Cándido el niño, el hombre se arrepiente,
y tú no respondes de lo que te hicieron hacer.
Mas impresionante y valiente es el niño que prefiere
a la huida, a la vida, al alba, a los legítimos juegos, a la primavera,
el oscuro paredón donde han muerto sus amigos.
La gloria te besa la frente, ¡oh, tú, tan joven aún!
Dulce amigo, en la antigua Grecia, Estesícoro 
te hubiera encargado la defensa de una puerta de Argos;
Cinégiro te hubiese dicho: ¡Nosotros dos somos idénticos!
Y habrías sido admitido entre los puros efebos
por Tirteo en Mesenia y por Esquilo en Tebas.
Grabarían tu nombre sobre discos de bronce,
y serías uno de los que si, bajo el cielo azul,
pasan junto a un pozo a la sombra de un sauce,
hacen que la muchacha que lleva al hombro
la vasija donde los sedientos búfalos beben,
se gire, embelesada, y los contemple un largo rato.
 
***


lunes, 27 de noviembre de 2023

GÉRARD DE NERVAL

Editorial
 En la Historia de la literatura francesa que coordinó Javier del Prado puede leerse: todo Nerval es poesía, tanto la prosa como los versos; pero los pocos sonetos que reunió en las Quimeras bastan para elevarle al más alto rango entre los poetas de su siglo. Después de la inspiración bucólica, a lo Ronsard, que impregna sus Odelettes, llenas de reminiscencias de Rémy Belleau, de anacreonte y de Saint-Amant, destaca por la calidad de sus versos de ópera recogidos en sus Poesías diversas.

Como ocurre con quienes además de la escritura poética han practicado otros géneros, para tener una idea más o menos cabal de la obra, en este caso de Nerval, sería conveniente leer —esta es mi propuesta— Silvia y Aurelia (Jung le dedicó todo un libro: El arte psicológico y visionario). Y si no queréis andar de un lado para otro buscando títulos sueltos, la edición que tenéis a la derecha de la obra literaria del francés, no solo es la mejor que conozco, sino que también es la más completa. Se trata de una edición muy cuidada, obra de Tomás Segovia, con la ventaja de que en ella vais a encontrar toda la obra.

Superado el momento de intendencia, situemos ahora al autor en ese gran friso que es el romanticismo francés. Si en la generación de 1820 encontramos a Vigny, Chateaubriand, Michelet, Hugo, Staël, Mérimée, Sand o Dumas, en la del 30 están Musset, Gautier, Borel, Sue, Dumas (hijo) y Nerval. La segunda generación está marcada por la desilusión que produjo el fracaso de la revolución del mismo año y por una tendencia manifiesta hacia el malditismo, que se exacerbará en la generación siguiente, pero que en nuestro autor ya ha alcanzado todos los síntomas y en los que seguramente tuvo algo que ver su enfermedad mental.

Sea como fuere, y aunque no participemos en absoluto ni de su visión del mundo ni de sus creencias, leer su obra siempre produce la sensación de estar leyendo auténtica poesía, pues es de una intensidad lírica muy alta, envuelta de una profunda nostalgia, toda cubierta de nocturnidad y de alucinación. 


Tumba de Nerval.
Cementerio Lachaise.



***


lunes, 6 de noviembre de 2023

PUSHKIN NARRADOR

Al comenzar a redactar esta entrada, la había titulado como "El otro Pushkin". Ese título tenía sentido para este espacio en el que doy mucha mayor atención al género poético y que nació para servir de apoyo a las tertulias irunesas. He decidido cambiarlo porque para la inmensa mayoría de la gente que lee no tendría sentido. En todo caso, el "otro" Pushkin, sería el que escribía poemas. En fin, sea como fuere, aquí estoy haciendo publicidad del Pushkin novelista, o si lo preferís, recomendando un par de novelas que tal vez sean los dos títulos más destacados de la obra de este genial escritor ruso: Eugenio Oneguin y La hija del capitán.

De la primera resulta sorprendente —tal vez no para la época (1831)— que sea una novela en verso y que algunas traducciones respetan. El término sorprendente no lo digo por lo del verso, sino por lo de novela. La época era proclive a los poemas extensos con cientos y miles de versos, pero Pushkin es consciente de que no está escribiendo un poema, sino una novela. Y, esto es importante, no la recomiendo por la forma de escritura que eligió para plasmar la vida del protagonista, sino porque es un magnífico reflejo de la sociedad de la época y, sobre todo, de eso que ha dado en llamarse la plasmación del hombre superfluo, ese ser inútil, innecesario, que pasa por la vida sin tener ningún propósito útil para nadie, tampoco para el mismo. Por cierto, la plasmación de este personaje tuvo más de una representación en la literatura: 1836, La confesión de un hijo del siglo (Musset); 1850, Diario de un hombre superfluo, y 1859, Nido de hidalgos (Turguénev). Eso, que yo conozca.

La hija del capitán
, ahora sí, escrita en prosa, es una magnífica incursión desde la literatura romántica en la narración de carácter realista y con apuntes históricos más que notables. Palabras de Gógol: En comparación con La hija del capitán, todos nuestros relatos y novelas no son más que una empalagosa mezcolanza. La pureza y naturalidad alcanzan en ella tan alto grado, que la propia realidad parece artificial y caricaturesca. Ahí es nada. 

Y ya puestos a recomendar, me atrevo a decir, para quien pueda leer en euskera, que la traducción de José Morales Belda es una traducción más rica y con mayor cantidad de matices que la que yo leí en castellano hace ya mucho tiempo y que es la que está recogida en el volumen 16 de la colección Las mejores novelas de la literatura universal, Cupsa, 1983.

En cualquier caso, lo importante no es el matiz de que a mí me guste más un traducción que otra. Supongo que traducciones buenas habrá muchas. Lo importante es que para conocer a un autor se lea su obra, ya sea en prosa o en verso, y lo ideal sería que pudiéramos hacerlo en el idioma en que escribió, pero afortunadamente las traducciones nos ponen siempre al alcance textos a los que no tendríamos acceso si no fuera por ellas.  

***


lunes, 23 de octubre de 2023

VICTOR HUGO, "En Villequier"

Fuente: Wikipedia

Ahora que París, sus adoquines y sus mármoles,
y su niebla y sus tejados están lejos de mis ojos;
ahora que estoy bajo las ramas de los árboles,
y que puedo pensar en la belleza de los cielos;


ahora que de la pena que oscureció mi alma
salgo, pálido y victorioso,
y siento la paz de la gran naturaleza.
que entra en mi corazón;


ahora que puedo, sentado al borde de las olas,
conmovido por este magnífico y sereno horizonte,
examinar dentro de mí las verdades profundas
y mirar las flores que hay en el césped;


ahora, Dios mío, que tengo esta calma oscura
para poder de aquí en adelante
mirar con mis propios ojos la piedra donde sé que en la sombra
ella duerme para siempre;


ahora, conmovido por estos divinos espectáculos,
llanuras, bosques, rocas, valles, río plateado,
al ver mi pequeñez y tus milagros,
recupero la razón ante la inmensidad;


y a ti acudo, Señor, padre en quien debemos creer;
yo te traigo, sosegado,
los pedazos de este corazón lleno de tu gloria
que tú has roto;


¡a ti voy, Señor, confesando que eres
bueno, clemente, indulgente y gentil, oh Dios vivo!
Reconozco que solo tú sabes lo que haces,
y que el hombre no es más que un junco que tiembla al viento;


yo digo que la tumba que sobre los muertos se cierra
abre el firmamento;
y que lo que aquí abajo tomamos como fin
es el comienzo;


Acepto de rodillas que tú solo, padre augusto,
posees lo infinito, lo real, lo absoluto;
reconozco que es bueno y que es justo
que mi corazón sangre, ya que así lo has querido.


Ya no pongo resistencia a cuanto ocurre
por tu voluntad.
El alma de duelo en duelo, el hombre de orilla a orilla,
avanza hacia la eternidad.


Nunca vemos nada más que un lado de las cosas;
el otro se sumerge en la noche de un misterio aterrador.
El hombre sufre el yugo sin conocer las causas.
Todo lo que ve es breve, inútil y fugaz.


Siempre traes de vuelta la soledad
alrededor de cada paso.
No has querido que él tuviera certeza
ni alegría aquí abajo.


Tan pronto como posee algo, el destino se lo quita.
Nada le fue dado en sus días fugaces
para que pueda hacer de él un hogar y decir:
esta es mi casa, mi campo y mis amores.


Debe ver por un corto tiempo cuanto ven sus ojos;
está envejeciendo sin apoyo.
Si estas cosas son, es porque deben ser;
lo reconozco, lo reconozco.


¡El mundo está oscuro, oh Dios! la armonía inmutable
consiste en llorar tanto como en cantar;
el hombre es sólo un átomo en esta sombra infinita,
noche donde los buenos ascienden y los malvados caen.


Sé que tienes otras cosas que hacer
que compadecerte de nosotros,
y que un niño que muere, desesperación de su madre,
no te afecta en absoluto.


Sé que el fruto cae con el viento que lo sacude,
que el pájaro pierde su pluma y la flor su perfume;
que la creación es una gran rueda.
que no puede moverse sin aplastar a alguien;


los meses, los días, las olas de los mares, los ojos que lloran,
pasan bajo el cielo azul;
la hierba debe crecer y los niños deben morir;
lo sé, ¡oh Dios mío!


En tus cielos, más allá de la esfera de las nubes,
en lo profundo de ese azul quieto y dormido,
quizás estés haciendo cosas desconocidas
donde el dolor del hombre entra como elemento.


Quizás sea útil para tus innumerables propósitos
que seres encantadores
se vayan, arrastrados por el oscuro torbellino
de negros acontecimientos.


Nuestros oscuros destinos están sujetos a leyes inmensas
que nada perturba y nada ablanda.
No puedes tener clemencias repentinas
que perturben el mundo, ¡oh Dios, espíritu tranquilo!

¡Te lo ruego, oh Dios, que mires mi alma!,
y consideres
que humilde como un niño y gentil como una mujer,
¡vengo a adorarte!


Considera que desde el amanecer,
trabajé, luché, pensé, caminé, peleé,
explicando la naturaleza al hombre que la ignora,
iluminando todo con tu claridad;


que hice frente al odio y a la ira,
hice mi tarea aquí abajo,
que no podía esperar esta recompensa,
que no podía


prever que tú también, sobre mi cabeza inclinada,
apoyarías tu brazo triunfante,
y que tú, que has visto la poca alegría que tengo,
me quitarías a mi hija tan rápidamente.


Un alma tan golpeada tiene derecho a quejarse,
podría blasfemar,
y te arrojé mi llanto como un niño que tira
una piedra al mar.


Considera que dudamos, ¡oh Dios mío!, cuando sufrimos,
que el ojo que llora demasiado acaba cegado,
que un ser cuyo luto se sumerge en el más oscuro abismo,
cuando ya no te ve, no puede contemplarte,


y es imposible que el hombre, cuando se hunde
en las aflicción,
tenga en mente la serenidad oscura
de las constelaciones.

Hoy, yo que era débil como una madre,
me postro a tus pies ante tus cielos abiertos.
Me siento iluminado en mi amargo dolor
por una mirada más noble sobre el universo.


Señor, reconozco que el hombre delira
si se atreve a murmurar;
dejo de acusar, dejo de maldecir,
¡pero déjame llorar!


¡Pobre de mí! deja que las lágrimas fluyan de mi párpado,
ya que hiciste a los hombres para esto.
Déjame apoyarme en esta fría piedra
y decirle a mi hija: ¿Sientes que estoy aquí?


Déjame hablar con ella, inclinado 
sobre sus restos,
por la noche, cuando todo está en silencio,
como si en su noche, reabriendo sus ojos celestes,
este ángel me estuviera escuchando.


¡Pobre de mí! hacia el pasado vuelvo un ojo de envidia,
sin que nada aquí abajo pueda consolarme,
siempre recuerdo este momento de mi vida
cuando la vi abrir sus alas y volar.


Veré este momento hasta que muera,
el instante, lágrimas superfluas,
cuando exclamé: La niña que tenía hace un momento
¡qué! ¡ya no lo tengo!


No te enfades porque sea así,
oh Dios mío, ¡esta herida ha sangrado durante tanto tiempo!
La angustia en mi alma es siempre la más fuerte,
y mi corazón está sumiso, pero no resignado.


¡No te irrites! frentes que exige el duelo,
mortales propensos a las lágrimas,
nos cuesta retirar el alma
de estos grandes dolores.


Verás, nuestros hijos son muy necesarios para nosotros,
Señor; cuando hemos visto en nuestra vida, una mañana,
en medio de problemas, tristezas, miserias,
y de la sombra que proyecta nuestro destino,


aparecer un niño, 
cabeza querida y sagrada,
pequeño ser alegre,
tan hermoso, que nos parece que al verlo llegar se abre
una puerta del cielo;


cuando, a los dieciséis años, de este otro yo
crecen la gracia amable y la dulce razón,
cuando reconocemos que esta niña que amamos
hace el día en nuestra alma y en nuestra casa,


que es la única alegría aquí abajo que persiste
de todo lo que soñamos,
considera que  es algo muy triste
¡verla partir!

(La traducción es mía y el original lo tenéis aquí).

Alain Delon grabó un disco bajo el título de Mon Victor Hugo, en el que recitaba poemas de La Fontaine, de Vigny y, por supuesto, de Hugo. El audio completo está en YouTube. Los poemas de V. Hugo que recita los encontraréis declamados en el minutaje que señalo.

2' 43": Trois ans après.
6' 48": Demain, dès l'aube, à l'heure où blanchit la campagne.
8' 11": A Villequier.



***


sábado, 21 de octubre de 2023

VICTOR HUGO

Editorial
 Del inmenso Victor Hugo (1802-1885), el más vigoroso y el más popular de Francia (Baudelaire dixit), si exceptuamos esta antología de Visor, no es precisamente sencillo encontrar poesía en castellano y en papel. En francés, claro, existen todo tipo de ediciones. También en internet.

Del irregular mundillo internauta posiblemente sea el nº 89 de la revista Poesía más Poesía el espacio digital que ofrezca una mayor cantidad de textos, pero hay otras muchas páginas donde poder leer traducidos unos cuantos poemas.

De entre todos ellos, si tuviera que señalar uno, me atrevo a decir que el poema que mejor ha aguantado el paso del tiempo —algunos, ciertamente, están hoy muy alejados de la sensibilidad contemporánea— es el que escribió a raíz de la muerte de su hija Leopoldine, y que no me resisto a copiar aquí:

Al despuntar el alba, cuando el campo blanquea
Partiré, pues conozco, pues sé que tú me aguardas.
Iré por la espesura, iré por las montañas.
Lejos de ti no puedo permanecer más tiempo.

Con la mirada puesta en mis cosas, iré.
Sin ver en torno mío, sin oír ruido alguno,
Solo, desconocido, las manos a la espalda,
Triste, siendo los días para mí como noches.

No miraré ni el oro de la tarde que muere,
Ni, a lo lejos, las velas dirigiéndose a Harfleur,
Y pondré a mi llegada, encima de tu tumba,
Algo de verde acebo y de brezo florido.

(Traducción: Antonio Martínez Sarrión). 

La antología está subida de forma completa a internet en anarcoteka.

Y aquí tenéis el poema interpretado musicalmente por Les Frangines:


Y para que vayáis entrando en materia, esta magnífica charla llena de conocimiento y gracia del nobel Vargas Llosa


y este audio mucho más sencillito del periodista Juan Antonio Cebrián:


Para quien sea más de cine y narración es muy recomendable la adaptación de la BBC de Los miserables (solo disponible a través de la plataforma rtve play, hasta el 19 de diciembre de 2023).

No digáis que no os dejo entretenimiento para el fin de semana.

***


sábado, 14 de octubre de 2023

PUSHKIN

EL PRISIONERO

Estoy entre rejas en húmeda celda.
Criada en cautiverio, un águila joven,
mi triste compaña, batiendo sus alas,
junto a la ventana su pitanza pica.

La pica, la arroja, mira la ventana,
como si pensara lo mismo que yo.
Sus ojos me llaman y su griterío,
y proferir quiere: ¡Alcemos el vuelo!

¡Tú y yo somos libres como el viento, hermana!
Huyamos, es hora, do blanquea entre nubes
la montaña y brilla de azul la marina,
donde paseemos sólo el viento. ..¡y yo!


Traducción: Eduardo Alonso Luengo.

No es fácil encontrar traducciones de la poesía de Pushkin al castellano que estén disponibles en las librerías. La más asequible y mejor es la que publicó Hiperión en su momento. Esta traducción cuenta, además, con una buena introducción de Alonso Luengo y un excelente apéndice de tan solo nueve páginas del que fue uno de los grandes lingüistas del siglo XX, R. Jakobson

Quien no tenga posibilidad de hacerse con un ejemplar de esta antología puede recurrir a las ediciones colocadas en internet que permitirán leer un puñado de poemas de uno de los escritores rusos más sobresalientes en su lengua. Coloco aquí las imágenes de portada que están enlazadas con el contenido:



La oda a la libertad que colmó la paciencia del zar Alejandro I


Y esta pequeña introducción a la biografía del autor a cargo de Katia Fernández:
 


***


sábado, 23 de septiembre de 2023

PUSHKIN, UNA ANÉCDOTA Y UN POEMA

Editorial
Cuenta Eduardo Alonso Luengo en el estudio preliminar de esta antología una anécdota en la que me vi reflejado cuando hace años la leí. En aquel momento, incluso, me pareció un poco exagerada, como si la hubiera redactado para magnificar la importancia del escritor materia de su estudio. Lecturas posteriores y alguna que otra conversación con personas procedentes de Rusia y de Ucrania me han hecho ver que Alonso Luengo no estaba  exagerando.  Transcribo íntegro el párrafo que la cuenta:

Cuando se pregunta a un ruso, cultivado o no, cuál es el escritor más grande de su país, el más representativo, aquél en quien la historiografía y la crítica literaria, el gusto de todos o el discernimiento de unos pocos han simbolizado lo mejor de la aportación de Rusia a la cultura universal, la respuesta que se obtiene de modo invariable es Pushkin. A las protestas más o menos tímidas del extranjero que sugiere los nombres, a él más familiares, de Tolstói o Dostoievski, el interlocutor ruso, tras deshacerse en admiración un tanto irónica ante la pronunciación aproximativa del forastero, apostilla siempre que Pushkin es otra cosa, pero, suele añadir con condescendencia, que su carácter intraducible y su empleo tan idiomático del riquísimo idioma ruso le impiden ser conocido o comprendido para el lector en toda lengua que no sea aquella en la que él escribió su ingente obra.

Grandezas y valoraciones lingüísticas aparte, aprovecho esta entrada para dejar uno de los poemas que a mí más me gustan de los que el traductor nos ofrece en esta ya clásica antología. Y no os dejéis llevar por la primera impresión, que lo del profeta no es más que un recurso para hablar del poeta y su función social.


EL PROFETA


De sed espiritual atormentado,
por lóbrego desierto me arrastraba
y un serafín exáptero ante mí
aparecióse en una encrucijada.
Sus dedos tan ligeros como el sueño
rozaron mis pupilas:
mis pupilas proféticas se abrieron
como las de águila despavorida.
Y rozándome luego los oídos
me los llenó de estrépito y fagor
y oí el vuelo divino de los ángeles
y del cielo el temblor,
el nadar de los saurios submarinos
y de la planta el germinal ardor.
Entonces se inclinó sobre mi boca
y me arrancó la pecadora lengua,
vanilocuente y llena de artería,
y el dardo de la sierpe de la ciencia
en mis labios helados
insertó con su ensangrentada diestra.
desgarrando mi pecho con su espada
me extrajo el palpitante corazón
y una brasa, de fuego rodeada,
en el abierto pecho colocó.
Yacía en el desierto cual cadáver
y oí la voz de Dios que me llamaba:
"Levántate, profeta, mira y oye,
y que mi voluntad colme tu alma.
Recorre tierra y mar, y de las gentes
los corazones con tu verbo inflama".


Y así suena en su idioma original:


***

martes, 25 de julio de 2023

GIACOMO LEOPARDI

XXXVI

SCHERZO
Editorial




Cuando muchacho vine

a aprender de las Musas la doctrina

me tomó por la mano una de aquéllas

y luego todo el día

en torno me condujo

a admirar su oficina.

Me mostró uno por uno

del arte los enseres,

y los fines diversos

a que cada uno de ellos

Librerías
se emplea en los deberes

de la prosa y del verso.

Yo miraba, y decía:

Musa, ¿y la lima, dónde? Dijo la diosa:

la lima se ha gastado; ya no se usa.

Y yo, ¿mas rehacerla

no queréis, añadí, si está gastada?

Ha de hacerse, ella dijo; el tiempo falta.


                Traducción: Mª de las Nieves Muñiz Muñiz.

Creo que con el material que ya había colocado en 2019 para la tertulia de aquel año, los dos títulos que aquí aparecen, más alguna entrada anterior, las dos conferencias del profesor José Muñoz Millanes y este programa de Continum en el que participan Vincenzo Guarracino, Cristina Coriasso y Ana María Pinedo, es suficiente para tener con qué alimentarse hasta la tertulia con la que abriremos el próximo curso.


Mientras tanto, leed cuanto podáis y disfrutad de la poesía y del verano.

***



martes, 13 de junio de 2023

CALENDARIO DE TERTULIAS, PRÓXIMA TEMPORADA

 


Ayer mismo recibí la tabla para que la rellenara con los nombres. Como ya está hecha y enviada, aprovecho para dejarla aquí y así, quien lo desee, puede ir acercándose a las lecturas durante el verano.  

FECHA

TÍTULO

3

OCTUBRE

Leopardi (1798-1837)

7

NOVIEMBRE

Pushkin (1799-1837)

12

DICIEMBRE

V. Hugo (1802-1885)




9

ENERO

Nerval (1808-1855)

6

FEBRERO

Elizabeth Barret (1806-1861)
Robert Browning (1812-1889)

5

MARZO

Whitman (1819-1892)

2

ABRIL

Baudelaire (1821-1867)

7

MAYO

C. Coronado (1820-1911)

4

JUNIO

E. Dickinson (1830-1886)


***