Mostrando entradas con la etiqueta De aquí y de allá. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta De aquí y de allá. Mostrar todas las entradas

miércoles, 26 de mayo de 2021

ULÍA Y EL CENTRO DE INTERPRETACIÓN

Al responsable del Centro de Interpretación de Ulía
que se encontraba en él el domingo 23 de mayo. 

Al reclamo de la exposición de mariposas, me acerco al Centro de Interpretación de Ulía. Es la primera vez que paso por él y las sorpresas que me depara son muchas y agradables. 

Antes de entrar, me encuentro con un reloj de sol analemático —el enlace me ahorra la explicación—. Yo, devoto del trasterío astronómico, quedo ya entregado y predispuesto favorablemente hacia el Centro. 


Las chapas con números indican las horas que va a señalar nuestra sombra una vez colocados.

Dentro, además de la exposición fotográfica con las mariposas que suelen frecuentar esta zona, se puede ver una preciosa maqueta del monte, información sobre la geológica del lugar, la flora, la fauna, los ecosistemas marinos, la historia...


Y cuando estaba sumido en la lectura de lo que tiene que ver con el transbordador de Torres Quevedo —a quien le dediqué un recuerdo en 2016—, se acercó el amabilísimo responsable del centro y me dio a conocer este delicioso y entretenido libro que nos cuenta, como dice el título, la historia de los parques de recreo a través de las postales. El libro todavía se encuentra en algunas librerías y, por supuesto, está en todas las bibliotecas de la ciudad.


Desde luego, el vecindario sabe del parque de atracciones que está en Igueldo, pero seguro que no muchas personas sabían de la existencia a principios del siglo XX de otro en Ulía. Ni que hasta allí llegaba un tranvía, y que el acceso a la parte final se podía realizar en transbordador... si no tenías miedo.


Gracias al libro me entero también de que en Martutene hubo, en la misma época, otro parque de atracciones con su Kursaal, y una plaza de toros en la que el 17 de mayo de 1908 actuó nada menos que la Orquesta Sinfónica de Berlín, dirigida por Richard Strauss. Ahí es nada. Y es que el libro de Laurentino Gómez, profesor en la Escuela de Música y coleccionista de postales, es una auténtica caja de sorpresas.
***
Pero el monte es monte y no puede evitar mostrarnos sus querencias. Nada más salir del centro, ahí estaban estas florecillas de alegres resonancias mitológicas en su nombre científico, silene vulgaris, y un poco más vulgaris en el común, colleja.

jueves, 13 de mayo de 2021

LAS DIFERENTES CARAS DE LA CIUDAD

Vista de la ciudad desde la terraza de Tabakalera

Por lo general, toda ciudad ofrece multitud de caras. Algunas son hermosas; otras, no tanto. Pero como soy un apacible y epicúreo urbanita, puedo disfrutar de todas ellas, e incluso agradezco la variedad. Lo que no quiere decir que no aprecie también la alejada vida de la misma y sea, en muchos aspectos, un defensor de la "vida retirada". Nunca, desde luego, sin llegar a esos extremos de negros augurios en los que caían ilustres pensadores como RousseauLas ciudades son el sumidero de la raza humana (Emilio)— o UnamunoY es la ciudad odiable y ociosa del trajín social, de los cafés, de los casinos y de los clubs, de los teatros, de los parlamentos, la ociosa ciudad de las vanidades y las envidias (Andanzas y visiones españolas)—.



Vamos, que lo mismo puedo disfrutar de un trazado urbano amplio y generoso, de una arquitectura ejemplar o del reflejo de una puesta de sol en las gafas ahumadas de un edificio más bien ramplón. También, por supuesto, de las calles menos generosas y más abigarradas de un barrio obrero como es el barrio en el que vivo, y que, además, me ofrece la increíble joya de tener una encina al borde mismo de la acera, y en estos momentos, para mayor gloria, en flor. La encina no es muy grande, de tal forma que cada vez que paso tengo que agacharme. Es como un acto de pleitesía ante la opulenta naturaleza.


Sin embargo, lo que resulta ser un absoluto contraste, y me llena de ternura, es que en esa misma acera, calle arriba, algunos días puedo encontrar un grupo de gallinas escarbando por el suelo en un pequeño patio-corral-jardín donde hay un par de manzanos, unos perales y algún que otro árbol. Y todo eso a la increíble distancia de 1.000 metros mal contados en línea recta de la muy sofisticada y elegante playa de la Concha


Así, no me sorprende que la calle no fuese elevada a la categoría de tal hasta el 22 de junio de 1998. Antes de semejante honor recibía el nombre más común, aunque también más poético, de camino. A León Felipe le gustaría.

miércoles, 5 de mayo de 2021

Y AHORA LOS CASTAÑOS


En mi calendario interno el esplendor del otoño está asociado al 1 de noviembre; el de los castaños, al 1 de mayo. Ambos días son festivos, ambos suelen originar un puente, y los puentes son (eran) ocasiones perfectas para salir un par de días y disfrutar de la naturaleza. Y ya sabemos que explorar a pie los caminos es uno de los placeres más gratos y económicos que existen. 

También podemos justificar la pasión por andar recurriendo a pensamientos trascendentes o aludiendo a los beneficios para la salud. Virginia Wolf dejó escrito en Momentos de vida: Cuando estoy en mi habitación, el mundo me resulta incomprensible, pero cuando camino, veo que consiste en tres o cuatro colinas y una nube. A Rousseau le ocurría algo similar: Solo puedo meditar cuando camino. Si me detengo, dejo de pensar; mi mente solo funciona al ritmo de mis piernas (Confesiones). Pero el aserto que más me gusta es el que hace ya bastantes años oí a un médico en la radio: Nunca ponderaré lo suficiente los paseos a paso vivo acompañados de una conversación inteligente. ¡Ahí es nada!


La tradición es larga y de prestigio, desde los filósofos peripatéticos hasta los paseos que hoy todavía podemos recorrer en ciudades como Heidelberg o Kioto. Yo no voy tan lejos. Simplemente me dejo seducir por lo que el día me pone delante de los ojos, que, en ocasiones, es mucho. Como por ejemplo estos castaños que hermosean la ciudad y la hacen más amable. Yo no podría decir que caminando he tomado contacto con mis mejores ideas (Kierkegaard, Carta a Jette), si acaso, a veces, se me han ocurrido algunos versos estupendos que al llegar a casa y ponerlos en el papel me han parecido más bien mediocres.


Por lo tanto, me dejo llevar por el placer de mirar, porque lo que veo puede contener tanta belleza como la más hermosa de las obras. Ved, por ejemplo, este pequeño trébol sosteniendo entre sus hojas una de las flores desprendidas de alguna panícula a causa del viento. El verde se hace más verde junto al rosa y viceversa. Pura belleza en su fragilidad efímera.



viernes, 16 de abril de 2021

RECUERDOS DE LA INFANCIA


 Ya están aquí los racimos blancos de las robinias

No son árboles especialmente grandes, ni robustos, ni estilizados, pero sus racimos de flores me gustan especialmente porque me hacen recordar el tiempo de la primera escuela en la que estuve, en Toledo. 

Tenía cuatro o cinco años y ninguna obligación. Mi padre era maestro en una escuela unitaria y el día que me despertaba iba con él, el día que me quedaba dormido permanecía jugando en casa y trasteando alrededor de mi madre. 

Un día de primavera de los que sí me había despertado, mientras estábamos unos cuantos de los más pequeños mirando embobados los racimos de una falsa acacia, se acercó mi padre, cogió uno y se lo llevó a la boca.

—Hala, tu padre se está comiendo el árbol —me dijo un compañero del que ya no recuerdo el nombre.

—Son dulces. ¿Queréis?

Y allí nos pusimos todos con los brazos extendidos, reclamando cada uno el nuestro.

Mucho más tarde aprendí que tanto las hojas como las semillas son tóxicas, pero para entonces ya había adquirido la costumbre de aquilatar las primaveras probando el primer racimo de flores que me encontrara. Como si el dulzor mayor o menor de sus flores me indicara el grado de generosidad con que se iba a mostrar la nueva estación ese año.


Por cierto, la miel que elaboran las abejas con el polen de sus flores se conoce como miel de acacia.

domingo, 11 de abril de 2021

BILBAO


Tu atlas atmosférico de color. Olafur Eliasson. Guggenheim

Dicen que el tiempo es breve y la ocasión fugaz y esquiva, así que el pasado martes me escapé a Bilbao para ver la exposición de Olafur Eliasson antes de que la quitaran y antes también de que las autoridades sanitarias decidan perimetrarnos, que los números no hacen otra cosa que subir.

Una vez en el museo, no podía dejar de visitar al amigo Kandinsky, cuyo nombre todavía sigue convocando grandes multitudes. Pero el tiempo, efectivamente, no pasa en vano y el arte vuela. Al vanguardista ruso tenemos que agradecerle la invención de la abstracción lírica y todos esos juegos con puntos, líneas y colores, tan elegantes y bien puestos. 

Composición VIII. Kandinsky.

Pero ahí se queda, en carísima decoración de pared. Las propuestas de Eliasson son, en este momento, mucho más atractivas y dinámicas, sus investigaciones con las luces, los colores, los espejos y los montajes que realiza con el agua nos plantean interrogantes que abarcan campos tan diversos como la ecología y la percepción de la realidad. Eliasson, digamos, va más allá.

Salgo del museo y, después de comer, callejeo por la tarde. Los pies me llevan hacia Irala y allí descubro lo bien que han dejado esa horrible pared que estaba pidiendo a gritos desde hace mucho tiempo un apaño. ¡Bien! 



Me gusta este barrio obrero y dinámico que siempre tiene un punto alegre y bilbaíno... además de las casas de estilo inglés, siempre tan atractivas y coloristas. Pero a mí me atrae más la zona obrera y vivaracha.

Sigo callejeando sin rumbo y el azar me coloca delante de un Mercurio niño que desconocía:

Mercurio niño. Casto SolanoPlaza la Casilla.

Me rindo al encanto de sus piececitos alados y el pelo-punta de criatura traviesa. Gracias a la Bilbaopedia me entero de que Ana Prado le ha dedicado este hermoso texto: 

Despacio. Lee el mensaje despacio y después detente a pensar. Si el mundo desordenado entra en solo dos cajones, ¿cómo pueden coexistir diferentes evoluciones alimentando el subsistir de primitivas razones que enajenan a las mentes y permiten a tiranos regalarnos sus traiciones?

Deprisa lleva el mensaje deprisa, pero en alas de la brisa, que no en los vientos rasantes que van rozando las gentes, que van calentando mentes, que van rompiendo los brazos, que van dejando pedazos.

Despierta no des la espalda, despierta. Despierta al niño despierta y regálale tu experiencia, pon la sonrisa en su cara, espantará la tristeza. Solo así podrá volar, solo así hará llegar el mensaje, solo así, su mundo será feliz.

Despacio, muy despacio, voy dejando esta ciudad abierta que siempre tiene alguna sorpresa para el viajero ensimismado.

jueves, 25 de marzo de 2021

SAMANIEGO

Monumento a Samaniego.
Paseo del Collado.
Dicen que todo viaje produce conocimiento. Y parece que así es. Al menos, a mí me enseñó, que Samaniego no había nacido en el pueblo homónimo, sino en Laguardia. Bueno, no solo eso, pero eso sirvió para que me acercara a su biografía y para que me enterara del buen carácter que tenía, aunque este se le agrió un poco a causa de la polémica que mantuvo con el otro fabulista de la época, ya sabéis, Iriarte. De hecho, cuando estudiaba Historia de la Literatura en el instituto, yo los veía como una pareja indisoluble, como el Gordo y el Flaco: Iriarte y Samaniego. En mi ingenuidad adolescente eran dos buenos amigos que se dedicaban a escribir fábulas e iban por las escuelas enseñando a la infancia cuentos de buenas costumbres. 

En cualquier caso, mi vuelta por Laguardia ha servido para que me pusiera a buscar uno de los libritos más antiguos y de menor tamaño que tengo, y para que deje aquí constancia de que todo viaje tiene sus consecuencias, aunque sea tan diminuta en importancia como que alguien como yo encuentre un libro y recupere una lectura que tenía absolutamente olvidada... y no pueda ocultar esa inclinación bibliófila, de la que me mantengo alejado por falta de espacio y de dinero, pero que sirve para que muestre mi cariño a un ejemplar tan insignificante como este:

Este en concreto se salvó de la basura hace ya muchos años. Un alma caritativa pasaba por el sitio adecuado en el momento oportuno y me lo trajo. Aunque no llega al centímetro de grosor, tiene 172 páginas que se conservan muy bien y recoge la colección completa que Samaniego dedicó en nueve libros A los caballeros alumnos del Real Seminario Patriótico Vascongado. ¡Ahí es nada! La exclamación vale para la cantidad y para la dedicatoria.  Ignoro en qué año fue impreso porque, aunque no le falta ni una sola hoja, no lo pone por ningún lado. Eso sí, en el interior tiene una pegatina marcando su precio de venta: 7,50 pesetas. También ignoro si corresponde al año de impresión o es posterior.

Valga todo este circunloquio como preámbulo para traer hasta aquí la primera fábula que yo conocí, es decir, la primera que leímos en la escuela y, sin duda, una de las más populares, 


LA  LECHERA

  Llevaba en la cabeza
una lechera el cántaro al mercado,
con aquella presteza,
aquel aire sencillo, aquel agrado,
que va diciendo a todo el que lo advierte
¡Yo sí que estoy contenta con mi suerte!
  Porque no apetecía
más compañía que su pensamiento,
que alegre la ofrecía
inocentes ideas de contento.
Marchaba sola la infeliz lechera,
y decía entre sí de esta manera:
  —Esta leche, vendida,
en limpio me dará tanto dinero,
y con esta partida
un canasto de huevos comprar quiero,
para sacar cien pollos, que al estío
me rodeen cantando pío, pío.
  Del importe logrado
de tanto pollo, mercaré un cochino;
con bellota, salvado,
berza y castaña, engordará sin tino,
tanto, que pueda ser que yo consiga
ver cómo se le arrastra la barriga.
  Llevarélo al mercado,
sacaré de él, sin duda, buen dinero;
compraré de contado
una robusta vaca y un ternero,
que salte y corra toda la campaña
hasta el monte cercano a la cabaña.
  Con este pensamiento
enajenada, brinca de manera
que, a su salto violento,
el cántaro cayó: ¡Pobre Lechera!
¡Qué compasión! ¡Adiós leche, dinero,
huevos, pollos, lechón, vaca y ternero!
  ¡Oh, loca fantasía,
que palacios fabricas en el viento!
Modera tu alegría,
no sea que, saltando de contento,
al contemplar dichosa tu mudanza,
quiebre su cantarillo la esperanza.
  No seas ambiciosa
de mejor o más próspera fortuna,
que vivirás ansiosa
sin que pueda saciarte cosa alguna.
  No anheles, impaciente, el bien futuro;
mira que ni el presente está seguro
.

viernes, 19 de marzo de 2021

EL CIELO DE LAGUARDIA

 


Como no sé cuánto va a durar esta posibilidad de movernos libremente más allá de los límites del municipio, el miércoles cogimos el coche a primera hora y nos fuimos a Laguardia para cambiar de aire y de paisaje. Queríamos hacer el recorrido de las lagunas, pasear por la ruta de los dólmenes y, por supuesto, disfrutar de la ciudad y sus encantos, que son muchos. 

El día comenzó muy bien. Nada más aparcar, un tenue y tímido arcoíris se ofrecía como adorno fugaz en las laderas de la sierra de Cantabria, tal vez anuncio del espectacular día que se iba a quedar. 

Esas nubes que se agarraban a la sierra fueron desapareciendo y el azul cielo de un día frío de marzo fue apoderándose paulatinamente del lugar. La casualidad quiso que poco antes de la puesta de sol estuviéramos cerca de la Puerta de los Paganos, que da al oeste, y, en consecuencia, que viéramos cómo se inundaba de una luz rojiza el suelo a su alrededor por la zona interior de la ciudad. 

Salimos por ella y ya no pude dejar de fotografiar lo que veía hasta que el sol se fue. 


 




No hay espectáculo más hermoso que el que la naturaleza nos ofrece. 

A esa misma hora Karmelo Iribarren, Manuel Vilas y Juanra Madariaga leían sus versos en Bidebarrieta. Gracias a que la organización va recogiendo todos los recitales en su canal, pude verlos y escucharlos ayer cuando llegué a casa.

miércoles, 17 de marzo de 2021

AIAKO HARRIA, DONDE VIVE EL INTXIXU

El Parque Natural de Aiako Harria es uno de mis espacios favoritos, y a él me fui el martes para recorrer los numerosos crómlech que allí existen, esos círculos de piedra donde nuestros antepasados de la edad de hierro enterraban a sus muertos. 

Pero este no es solo territorio de monumentos megalíticos. Es también el dominio del hayedo, ese espacio en el que habitan buena parte de los seres fantásticos que hemos inventado. Si por el centro y el norte de Europa son las hadas, los elfos, los enanos, los troles y demás seres del universo imaginario quienes se adueñan de él, aquí son los intxixus y las lamias. El día, absolutamente nublado, era propicio para encontrarse con alguno.


La primera noticia que tuve de ellos hace muchos años fue cuando leí una simpática historia en Lo que el río vio, libro imprescindible para quien desee tener una idea global sobre las tierras del Bidasoa. Cuenta allí Luis de Uranzu (cito de memoria) que en cierta ocasión un casero se encontró con un intxixu y se lo llevó a casa. El pobre intxixu no decía nada. Probó el casero a hablarle en todas las lenguas que sabía: euskara, español, francés. A ninguna de ellas respondía. Tampoco comía ni bebía. Después de que pasaran unos días el intxixu empezó a tener muy mal aspecto. Afortunadamente, el casero comprendió que lo que le ocurría era que el intxixu no podía soportar vivir encerrado y lo dejó en libertad. Desde entonces, en agradecimiento, el intxixu le ayudaba por las noches con las tareas del campo.

Cromlech de Oianleku norte, el más grande y mejor conservado de la zona.

Desde luego, si existe algún lugar propicio que sirva de hábitat para todos estos seres fantásticos es este, el bosque de hayas, que hasta en invierno, cuando ha perdido todas sus hojas, parece que tiene más vida que nunca. 


Cuando ya volvía, de repente, en un recodo del camino, surgió este espectáculo del musgo cuasifosforescente que cubre toda la superficie de los troncos. Belleza en estado natural.
 

domingo, 14 de marzo de 2021

LA IRRESISTIBLE BELLEZA DE LAS FLORES

Ametzagaña

 Ayer por la mañana salí de casa relativamente temprano con la intención de andar a paso vivo y poner a sudar las mascarilla. De buenas intenciones está empedrado el camino del infierno, dice el refrán. Una ladera umbría del parque de Ametzagaña me puso la primera tentación delante del objetivo. El ojo es débil y mi entereza escasa. Paré... y me alegré de haber parado. Las scilla de primavera jugaban a gustarse sobre la hierba. 

También dice el refranero que el comer y el rascar, todo es empezar. Entre unos huertos y unos parques de la ruta se hallaban, resplandecientes de pecado y atractivo, los cerezos, los bellísimos cerezos, para seguir cayendo. Los de delicadas y fragantes flores rosas,
 
Camino de Uba

los níveos y puros como el cielo de las 9 de la mañana,

Jardín de la Memoria

algunas de sus tímidas florecillas que jugaban a esconderse detrás de ramas más pobladas,

Jardín de la Memoria

lo mismo que el pequeño y querido petirrojo,

Jardín de la Memoria

los cerezos cargados de luz que acogían la presencia de algún humano silencioso y pensativo,

Cristina Enea

los que, orgullosos de su blancura, se inclinaban por destacar sobre el verde limpio del mañanero césped.


Y un poco más adelante, escondida entre la hierba y un grueso tronco protector, haciendo honor a su nombre, la Lathraea clandestina. Clandestina y pecadora ella, si entendemos por pecar valerse de los recursos de las otras plantas para sobrevivir ella. Quienes saben de esas cosas dicen que es una holoparásita, que es un nombre como muy serio, así que el asunto debe de ser grave.


Había guardado ya el objetivo y el hanami para otro día, avivado el paso para dejar de pecar, o sea, para irme a casa, cuando, de repente, oí cómo me increpaban a coro una multitud de finas voces: ¿No te atreverás a ignorarnos, verdad? ¿No serás capaz de pasar por aquí sin admirar nuestra belleza?  

Tanta coquetería puso freno a mis pasos. Retomé el hanami, dirigí el objetivo y me traje todas cuantas pude para casa.

domingo, 31 de enero de 2021

¿QUIÉN DIJO ENERO?

1 de enero

 El temible enero, el frío y destemplado enero, el enero de las borrascas con nombre y nevada histórica, el mes del duro invierno, también nos ha dejado unos cuantos y hermosos regalos. 

6 de enero


6 de enero

No voy a negar que en enero la vida está un poco perezosa, pero, desde luego, no está del todo dormida. 

Aquí están estas madrugadoras florecillas para recordarnos que la naturaleza ha iniciado ya, aunque lentamente, ese proceso de renovación que culminará con el estallido de la primavera.

1 de enero. Vinca difformis.

22 de enero. Prímula. (Esta ya tuvo su entrada).

28 de enero. Celidonia menor.

31 de enero. Consuelda menor (pasada por agua).

30 de enero. Campanilla de invierno. (Mi favorita).

31 de enero. Narciso.(El primerito del parque).

Ante todas estas diminutas joyitas no hay mejor cita que la de Bernardin de Saint-Pierre: La nature est grande dans les grandes choses, mais elle est très grande dans les plus petites (La naturaleza es grande en las cosas grandes; mas es grandísima en las más pequeñas).