Mostrando las entradas para la consulta poesía japonesa ordenadas por fecha. Ordenar por relevancia Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta poesía japonesa ordenadas por fecha. Ordenar por relevancia Mostrar todas las entradas

martes, 2 de agosto de 2022

MUSEO FOURNIER

Patio del museo
Posiblemente, para quien no viva en Vitoria el Museo de Cartas Fournier sea un museo absolutamente desconocido. Y también con mucha probabilidad, Fournier no sea nada más que el nombre de las cartas con que ha jugado en su casa o en el bar a alguno de los múltiples juegos de cartas a los que se juega, sobre todo, en las horas de la tarde. 

El Museo Fournier es uno de esos pequeños y curiosos museos que hay en algunas ciudades y que ponen un toque singular y distinto a la localidad en que se encuentran. En este caso no sé cuantos museos dedicados al naipe habrá en el mundo, pero seguro que son poquísimos y me atrevería a decir que con un contenido tan completo y variado como el de la capital alavesa, ninguno. Y mucho menos en un edificio tan singular y tan atractivo como es el Palacio Bendaña.

Ignoro si a la gente aficionada a echarse una partidita de cartas le puede interesar un museo como este. A mí, que no tengo esta afición, me resultó muy atractivo, especialmente todas esas barajas con alusiones astronómicas, mitológicas, históricas..., que son ciertamente muchas las que poseen. Si es que hasta tienen barajas japonesas de karuta, juego que descubrí cuando estuve indagando en la poesía japonesa. Este juego es muy popular en Japón y utiliza breves poemas del repertorio clásico que es necesario conocer de memoria para poder jugar con cierto éxito (no dejéis de echar un vistazo a este vídeo).



Unas cartas de karuta.





 


***


Путин, немедленно останови войну!

viernes, 9 de abril de 2021

EL HAIKU, algunos libros para orientarse

Creo que para introducirse y comprender el mundo del haiku, además de las antologías y los manuales de literatura japonesa, esta obra de Vicente Haya puede ser el mejor modo para hacerlo. Se trata de un libro que podemos utilizar para iniciarnos en la escritura de haikus, pero también es una obra extraordinariamente clara para entender desde el principio por qué una composición de tres versos y 17 sílabas puede ser considerada un haiku o no. Y es que, como dice el autor entre las condiciones para delimitar qué es y qué no es un haiku, un haiku no es un poema breve (p 35). 

Haya organiza su texto en cinco partes. En la primera se dedica a exponer por medio de cuarenta capítulos muy breves, claros y precisos cuáles son las condiciones que debe cumplir eso que llamamos haiku. En la segunda dedica quince apartados para explicar el tono y la temática. En la tercera deja perfectamente claro la relación del haiku con lo sagrado. En la cuarta desvela los secretos para construir un buen haiku. En la quinta y última nos hace saber que el camino del haiku es un camino donde el "yo" debe extinguirse.
Como antologías, que hay muchas y muy buenas, me permito el atrevimiento de recomendar la que realizó José María Bermejo para Hiperión hace poco más de diez años. Contiene una importante selección de haikus y no falta ninguno de esos que se consideran modélicos; tiene una breve, pero sustancial introducción; y no le falta una bibliografía más que suficiente para moverse con solvencia en este terreno.

Si alguien prefiere no dar muchas vueltas realizando búsquedas de títulos, la editorial Satori, que se dedica de manera exclusiva a la cultura japonesa, dispone de la colección Maestros del haiku, donde puede encontrar antologías de Issa, BashōTaigiBusonRyūnosukeShikiSōseki, en edición bilingüe y donde cada haiku siempre va acompañado de un breve comentario. Las traducciones corren a cargo del especialista Fernando Rodríguez-Izquierdo. Por cierto, de una más básica, pero tal vez suficiente para una primera aproximación, dejé un pequeño comentario en esta entrada.

Para finalizar, quiero dejar constancia aquí de la traducción de la poesía completa que Beñat Arginzoniz realizó para la editorial El Gallo de Oro.

martes, 23 de marzo de 2021

LA HISTORIA DE GENJI

Editorial
Primer dato: La historia de Genji, El relato de Genji o La novela de Genji —de las tres formas ha sido traducida al castellano, aunque la única que lo ha hecho desde el japonés es la segunda— es una de las más grandes creaciones de la literatura universal. La afirmación no es mía, pero la suscribo plenamente

Segundo dato: cuenta Donald Keene en su Seeds in the Heart que el nobel Kawabata buscó y encontró consuelo durante los años de la Segunda Guerra Mundial y la posguerra en esta obra. Así consiguió vencer la idea de la muerte para seguir viviendo al lado de aquellas tradiciones que corrían dentro de mí (p 476).

Tercer dato: cuenta Carlos Rubio que Donald Richie aconsejaba a ejecutivos empresariales de EEUU que dejaran a un lado informes y libros de economía sobre el sistema empresarial japonés y que leyeran esta obra si lo que querían era conocer realmente el alma del país (p 408).

Museo del traje, Kioto.


Leí La historia de Genji durante unos días de obligada convalecencia en marzo de 2006. La he vuelto a leer en febrero porque estaba sumido en la poesía japonesa y aquí hay una buena colección. Tan solo en el capítulo 12 aparece medio centenar de poemas. Pero no penséis que esta historia cobra su valor por la poesía que contiene, aunque los poemas sean de gran calidad. Sus valores son muchos y su genialidad es comparable a la del Quijote, que ya es decir.

No quiero alargar excesivamente esta entrada, así que remito a Wikipedia a quienes deseen saber sobre el contenido o el argumento. 

El tema de la obra es el destino, la conciencia del  paso del tiempo. El protagonista masculino, Genji, epresenta la idealización de un pasado magnífico que se escapa inexorablemente. Pero también es la crítica de una sociedad (la alta aristocracia), de unas condiciones sociales y del poder político en manos de una familia. Si el Quijote se valía de una fábula en torno a los libros de caballería, La historia de Genji se vale de la idealización de un personaje.

Es también el punto de vista budista sobre la fugacidad de la existencia. Es la puesta en escena del concepto de mappō, mediante el cual se expresa la decadencia, la inexorabilidad del destino. Y es, asimismo, la representación de la tremenda importancia que cobran las ceremonias, así como el deseo de salvación eterna de cada uno de los personajes. La conciencia del paso del tiempo es una constante en la obra, subrayado, incluso, con la influencia que ejerce el pasado en el presente.

Si a todo esto añadimos los sentimientos de melancolía y tristeza producidos por la fugacidad y fragilidad de cuanto nos rodea —mujōkan— y la referencia continua a los cerezos en flor, que representan en la tradición budista japonesa la caducidad, no es de extrañar las continuas alusiones a la obra de Proust, En busca del tiempo perdidoy los paralelismos expuestos con insistencia por la crítica especializada.

No me resisto traer hasta aquí una cita de Federico Lanzaco, que recoge con enorme perspicacia todo ese peculiar ambiente de pesimismo esteticista y encantador que magistralmente ha recreado su autora: El fango impuro de las relaciones amorosas e impenitentes de Genji se describen no con el fin de ser admiradas por sí mismas, sino con el objetivo de desarrollar la hermosa flor de la sensibilidad de la tristeza bella de la existencia humana. La conducta de Genji es como la flor de loto que inspira felicidad y pureza, llenando de fragancia el entorno, aunque sus raíces estén sumergidas en túrbido fango (Los valores estéticos en la cultura clásica japonesa, p 61).

De la autora, Murasaki Shikibu (hacia 978 - hacia 1014), prácticamente no sabemos nada, salvo que nos dejó una de las grandes obras de la literatura de todos los tiempos, lo cual ya es más que suficiente.

Perdido en mis pesares, no supe que los días y los meses siguen transcurriendo todavía...

¿De veras ha terminado el año y también mi tiempo en el mundo?

***

Ni que decir tiene que las versiones realizadas desde otros ámbitos artísticos son numerosas. Algunos ejemplos:

Tomita Isao escribió una sinfonía. Podéis oirla aquí.

Saeko Icinohe creó una coreografía de danza contemporánea para esta historia.

Miki Minoru, una ópera.

Un largometraje (japonés con subtítulos en inglés) y una película de animación que estuvo nominada a mejor film de animación en Sitges

jueves, 11 de marzo de 2021

UN PRÓLOGO, LA PRINCESA NUKADA Y EL HANAMI

Librerías que lo tienen.
Librerías que lo tienen.


Los que vivimos en el mundo nos hallamos afectados por muchas experiencias expresando con la exuberancia de la vegetación de las palabras lo que vemos y oímos. Por ejemplo, cuando oímos el trino del ruiseñor en la floresta o el croar de la rana en el agua, comprendemos que no hay ningún ser vivo sin canción. La poesía mueve sin esfuerzo el cielo y la tierra, agita los sentimientos de los espíritus y de los dioses invisibles, suaviza las relaciones entre hombres y mujeres, y aplaca el fiero corazón de los guerreros 

 (Prólogo del Kokinshuu. Tsurayaki. Traducción de Carlos Rubio).

Tsurayaki fue poeta, editor del Kokinshuu —la recopilación de poesía más influyente de su época y la que se considera que muestra mejor el canon— y, por encima de todo, el crítico más destacado del período Heian. Este prefacio, redactado en torno al 922, es la primera obra en prosa que contiene un texto de crítica literaria y donde se reflexiona por primera vez de manera clara y sorprendentemente aguda sobre la esencia de la palabra poética. Breve e intenso, está recogido de manera completa en muchas antologías. El tercer párrafo de ese estudio introductorio sobre la poesía japonesa de aquel momento comienza así: De esta manera, al maravillarse ante las flores, al admirar los pájaros, al sentirse conmovido por la neblina o al sentir tristeza por el rocío, han ido surgiendo sentimientos en forma de numerosas y diversas palabras

Este prólogo nos deja la evidencia del protagonismo que adquiere la naturaleza en la poesía de Japón. Pero sin recurrir a la elegante prosa de Tsurayaki, tenemos un ejemplo más antiguo todavía y de mayor calado. La princesa Nukata o Nukada, de la que no sabemos con certeza nada más que vivió en el siglo VII —el de la aparición del Islam, el de la dinastía Tang en China, o el de Heraclio, emperador de Bizancio— y que inaugura una larguísima y exitosa querencia de sus compatriotas por la belleza otoñal. Su verso Akiyama so ware wa los montes de otoño yo prefiero, en traducción de Carlos Rubio—, con el correr de los años, se va a convertir en la expresión de una tendencia que compite en condiciones ventajosas con esa otra costumbre nipona, el famoso hanami

Noche de primavera,

su oscuridad es inútil:

si bien oculta el color

de las flores de ciruelo

¿acaso esconde su perfume?

      Ōshikōchi no Mitsune (traducción: Torquil Duthie).


Quisiera volver

con las mangas llenas

de hojas carmesí,

que las vieran los que dicen

que el otoño ha terminado.

         Sosei (traducción: Torquil Duthie).

***

La sociedad japonesa ha enseñado en buena medida a contemplar la naturaleza al culto e hiperintelectualizado occidental. Esa devoción por ella quizás provenga del remoto sintoísmo. Puede que sea así, no lo sé, pero quien la plasmo con todo lujo de imágenes y la expresó en toda su belleza fue la poesía. Y es tanto así, que en la actualidad, en Japón, se convocan concursos poéticos populares cada vez que llega la floración primaveral o la explosión del otoño, y todos los días aparecen publicados en los periódicos poemas que escriben sus lectores.

sábado, 6 de marzo de 2021

POESÍA JAPONESA, UNA BREVE MUESTRA

                                                          
Los poemas de la colección Kokin Wakashū (Kokinshu) los he tomado de Poesía clásica japonesa (traducción: Torquil Duthie); el resto, de El pájaro y la flor (traductor: Carlos Rubio).

El poema que el dios Susanoo escribió:

Yakumo tatsu                                  Hay ocho nubes
Izumo yaegaki                                en el palacio de Izumo,
tsumagomi ni                                   el de ocho vallas,
yaegaki tsukuru                              donde mora mi esposa,
sono yaegaki wo                             de ocho vallas guardada.

Este es el primer poema de la poesía japonesa. En la inscripción dice que fue el dios Susanoo quien lo escribió. 

Fuente: nippon.com. Vista con google maps  



El invierno atrás, 
la primavera ya florece.  
Antes callados,
los pájaros ya trinan.
Antes cerradas,
las flores ya se abren.
Y el monte espeso
y tan impenetrable
por la maleza
que las flores esconde.
Pero los montes de otoño...
¡ah, sus hojas que vemos
de rojos teñidas
y queremos tocar
pensando que antes verdes
estaban en la rama!
Por ese solo anhelo,
los montes de otoño yo prefiero.          


La dama Otomo no Sakanoue (700-750) 

Para que nadie 
de nuestro amor se entere,                        
no me sonrías
con la luz de tu nube
sobre un monte verde.


Kakinomoto no Hitomaro (m. hacia 715)

Hojas de bambú
por las brisas del del monte
tan susurrantes.
Solo sueño en mi esposa
que al salir dejé atrás.


[KOKINSHU]



Se levanta la neblina
y entre los brotes de primavera
al caer la nieve,
hasta en los pueblos sin flores
las flores se derraman.



Si en este mundo
no existieran las flores
de cerezo,
tendría la primavera
el corazón más tranquilo.


¿No es esta la luna?
¿Y no es ahora primavera
como era el año pasado?
Mi cuerpo es lo único 
que no ha cambiado.



El color de las flores
oculto por la neblina,
aunque no las muestres,
roba al menos su perfume
¡O viento de la montaña!



Buscando el vado
entre las olas blancas
del río del cielo,
y sin que pudiera cruzar
llegó el amanecer.


¿Y qué es la vida?
efímera como el rocío:
si pudiera cambiarla
por una sola cita,
para nada la querría.




Cruzaré después
de detenerme a mirar
las hojas carmesí,
que aunque caigan como lluvia
el agua no creo que suba.



Digo ayer 
y el hoy ya pasa
y con el río Asuka
la rápida corriente
de los días y los meses.



Tan acostumbrado 
como a esta ropa china
al tacto de mi esposa,
pienso en la distancia
del viaje que nos separa.



Los cerezos del monte
que a través de la neblina
apenas pude
entrever a la persona
a la que tanto quiero.



¿Será que lo vi
por haberme dormido
pensando en él?
De haber sabido que era sueño,
no habría despertado.


En noche sin luna
cuando no puedo verle,
el querer me despierta
llamas latiendo en el pecho
y el corazón me arde.



Fujiwara no Koremoto (¿?)

¿Por qué pensé
que las gotas de rocío
eran efímeras?
¿Solo porque yo
no yazgo sobre la hierba?


***

[KOKINSHU]



"¿Acaso es él
o tal vez no es?",
me preguntaba.
Tras la nube, la luna
se ocultó de repente.


[GOSHUUISHUU]



Aquí tumbada 
con mi caballo negro
alborotado
¡Cómo añora la mano
de quien lo acariciaba!


El monje Ryoozen

Acompañado
de mi soledad miro
desde mi choza
pobre y sólo veo
el otoñal crepúsculo.


[ÉPOCA EDO]


El viejo estanque.
Se zambulle una rana.
Ruido de agua.


¡Que pena! Bajo
el yelmo del guerrero,
cantos de grillo.


Tregua de vidrio:
el son de la cigarra 
taladra rocas.



Posada en la armadura
del guerrero en acecho,
la mariposa.


Tiempo de lluvias.
Frente al río crecido,
dos casitas.


Una pareja
a muerte condenada
cambia de ropa.



Sobreviviendo,
sobreviviendo a todos,
¡ah, el frío!


En soledad
mi comida me como.
Viento de otoño.


Bajo la sombra 
de un cerezo en flor,
¿es que hay extraños?


El pájaro y la flor en la red de bibliotecas de Esukadi:
Poesía clásica japonesa en la red de bibliotecas de Esukadi:


Otros títulos: 

lunes, 22 de febrero de 2021

LA CIUDAD Y SUS COLORES

Playa de la Concha, 22-02-2012, 18:45

Esta tarde estaba dudando entre realizar una invitación a la lectura de Auto de fe o comenzar una selección de poesía japonesa, cuando el ambiente lluvioso y las ganas de mover las piernas me han echado a la calle. Ya veis que no me importa nada pasear con el paraguas abierto, siempre que el viento no azote. Hasta me puede parecer elegante y un estimulante ejercicio de distensión caminar despacio bajo la lluvia fina cantábrica. 

La playa —ahí tenéis la imagen— se ha ofrecido, generosa y gentil, para el paseo. Entre los restos de humedad de la arena han ido asomando los reflejos de las incipientes luces urbanas, que se dejaban querer por los tímidos rosas de la puesta del sol y la silueta sombreada del pequeño y simpático Igeldo. La estampa bien merecía el paseo. Tiene algo de espíritu zen la Concha en un atardecer de llovizna y abandono. 

A medida que avanzaban los minutos, el cielo ha ido adquiriendo tonos cada vez más oscuros. Al subir por la rampa que da al Alderdi Eder, he visto la fachada del ayuntamiento iluminada. Entre curioso y diletante, he ido poco a poco hacia él, con la vaga esperanza de averiguar el motivo. El rojo, mi color favorito, me ha ganado. He olvidado totalmente lo que quería averiguar y me he dedicado a recoger lo más fielmente posible el color del cielo, ya casi nocturno, y el rojo artificial de la piedra.


¡Que bien le sienta a este antiguo casino haberse convertido en el edificio público por antonomasia!


Al cabo de un rato, mis perezosos pies enamorados del color y del momento me han traído lentamente a casa.

jueves, 7 de enero de 2021

HAIKUS CLÁSICOS. La mejor poesía japonesa

Librerías que aún lo tienen
A nadie le importó

que la belleza de las flores se marchitase.

Y yo me vi envejeciendo en el mundo

mientras caía la lluvia.

Ono no Komachi
 

Efectivamente, el poema de Komachi no es un haiku. Y no, no es que mienta el título del libro o que Tom Lowenstein quiera engañarnos. Lo que ocurre es que este bellísimo libro tiene un trabajo introductorio en el que su autor, Lowenstein, hace un recorrido por los antecedentes del haiku y eso implica citar a Takechi no Kurohito, Ono no Komachi, Murasaki Shikibu o Kakinomoto no Hitomaro.

Por lo demás, esta antología de bolsillo guarda un maravilloso equilibrio entre la belleza de las fotografías (blanco y negro) que acompañan a los textos, la delicada y cuidadísima edición, los textos de los cuatro poetas clásicos de quienes se recogen los haikus (Basho, Buson, Issa y Shiki) y el interludio estacional, que sirve de excusa para ofrecernos haikus de otros poetas destacados y recordarnos la absoluta importancia que el ritmo de la naturaleza y la sucesión de las estaciones tiene en la producción poética japonesa. 

Un placer para los sentidos.





Fotografías: John Cleare.

domingo, 9 de febrero de 2020

KANEKO MISUZU, POESÍA QUE ALIVIA EL CORAZÓN

ERES UN ECO

Si digo "¿Vamos a jugar?",

dices "Vamos a jugar".

Si digo "¡Tonto!",

dices "Tonto".

Si digo "¡No quiero seguir jugando!",

dices "No quiero seguir jugando".

Luego, me siento sola.


Digo "Lo siento",

dices "Lo siento".

¿Eres un eco?

No, eres todo el mundo.

Efectivamente, este es el poema que durante los días siguientes al desastre de marzo de 2011 transmitían los medios de comunicación japoneses con la intención de insuflar confianza en la población y animarla a seguir adelante. Este es el poema y esta es la autora a la que me refería el miércoles día 5.


Me impresionan tanto su absoluta sencillez expresiva y su economía de medios como la inmensa capacidad para transmitir lo más esencial, la necesidad que tenemos los seres humanos unos de otros, de comprender y de ser comprendidos. Y esto lo hace una joven con solo dos versos: "¿Eres un eco? / No, eres todo el mundo." Eso es todo, ni más ni menos.

La edición que ha publicado Satori es una auténtica joyita, como siempre. Un libro físicamente adorable. De la selección que han realizado Yumi Hoshino y Mª José Ferrada no puedo decir nada, porque los poemas que aparecen en él son todo cuanto he leído de la poeta japonesa, y que, en cualquier caso, es suficiente como para que me haga una idea clara de su importancia. Lo que no quiere decir que no quiera más.


De su desgraciada biografía no os cuento nada. Podéis hallarla en cualquier sitio. Lo que me tiene fascinado es su fuerza para celebrar la vida a través de sus poemas:


YO, EL PÁJARO Y LA CAMPANA


Por más que extienda mis brazos,

nunca podré volar por el cielo.
y el pájaro que vuela no podrá correr
rápido por la tierra, como yo.

Por más que me balancee

no se producirá un bello sonido.
Y la campana que suena, 
no podrá saber tantas canciones como yo.

La campana, el pájaro y yo,

todos diferentes, todos buenos.

No dejéis de regalárosla. Es un bálsamo capaz de sanar muchos dolores.

miércoles, 5 de febrero de 2020

EL PÁJARO Y LA FLOR

Editorial
Tal y como Carlos Rubio nos recuerda en las palabras iniciales de su estupenda introducción, ni todo es haiku en la poesía de Japón, ni todo es Murakami o Mishima en su prosa, y por si hubiera alguien que opinara distinto esta antología de poesía clásica japonesa viene a evidenciar el aserto.

Por suerte, el título aún está vigente y se puede conseguir en cualquier librería. En él se recogen casi doscientos poemas que van desde el siglo VII hasta el XX. Puede que parezca una muestra pequeña, pero es una muestra que permite hacernos una idea bastante cabal de la poesía japonesa a través del tiempo. A eso ayuda la contextualización literaria, histórica y cultural del estudio introductorio del antólogo, además de los comentarios breves, pero precisos, que acompañan a los poemas.



Y otro poema de Yosano Akiko (1878-1942), autora que cierra la antología:

"La primavera
es tan corta...", le dije,
y entre mis pechos,
rebosantes de vida,
enterré yo sus manos.

No me extraña que la poesía goce de mejor salud en Japón que en el mundo occidental. Ni que en 2011, cuando el terremoto y posterior tsunami arrasó parte de la costa oriental japonesa, las autoridades japonesas utilizaran un poema de Kaneko Misuzu para consolar a la población. Pero a ella le dedicaré otra entrada la próxima semana.