"El espacio puede tener un horizonte y el tiempo un final, pero la aventura del aprendizaje es interminable". Timothy Ferris. La aventura del Universo.
domingo, 5 de mayo de 2024
LUNA, Gonzalo Tejada Cello Project
miércoles, 1 de mayo de 2024
UN LIBRO, UN POEMA (José Asunción Silva)
Una noche,
Una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de música de älas,
Una noche,
En que ardían en la sombra nupcial y húmeda, las luciérnagas fantásticas,
A mi lado, lentamente, contra mí ceñida, toda,
Muda y pálida
Como si un presentimiento de amarguras infinitas,
Hasta el fondo más secreto de tus fibras te agitara,
Por la senda que atraviesa la llanura florecida
Caminabas,
Y la luna llena
Por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca,
Y tu sombra,
Fina y lánguida,
Y mi sombra
Por los rayos de la luna proyectada,
Sobre las arenas tristes
De la senda se juntaban
Y eran una
Y eran una
Y eran una sola sombra larga!
Y eran una sola sombra larga!
Y eran una sola sombra larga!
Esta noche
Solo, el alma
Llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
Separado de ti misma, por la sombra, por el tiempo y la distancia,
Por el infinito negro,
Donde nuestra voz no alcanza,
Solo y mudo
Por la senda caminaba,
Y se oían los ladridos de los perros a la luna,
A la luna pálida,
Y el chillido
De las ranas,
Sentí frío, era el frío que tenían en la alcoba
Tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,
Entre las blancuras níveas
De las mortüorias sábanas!
Era el frío de la nada...
Y mi sombra
Por los rayos de la luna proyectada,
Iba sola,
Iba sola
¡Iba sola por la estepa solitaria!
Y tu sombra esbelta y ágil
Fina y lánguida,
Como en esa noche tibia de la muerta primavera,
Como en esa noche llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas,
Se acercó y marchó con ella,
Se acercó y marchó con ella,
Se acercó y marchó con ella... ¡Oh las sombras enlazadas!
¡Oh las sombras que se buscan y se juntan en las noches de negruras y de lágrimas...!
martes, 30 de abril de 2024
EL CIELO NOCTURNO, MAYO 2024
Fuente:Stellarium Web |
lunes, 1 de abril de 2024
EL CIELO NOCTURNO, ABRIL 2024
Día 10, 22:00 (hora peninsular). Júpiter a menos de 5º del primer día de luna creciente. |
Cuanto puede verse a simple vista.
- PLANETAS: Mercurio podría verse muy pegado al horizonte durante el crepúsculo vespertino durante esta semana, mejor hoy que mañana. Venus no es visible este mes. Júpiter será visible al comienzo de la noche durante las primeras tres semanas de abril y cada día que pasa más cerca del horizonte O. Saturno es visible al amanecer sobre el horizonte E, cada día que pase se verá un poco más temprano y, por tanto, mejor.
- LUNA: Nueva, día 8; llena, 24.
- ECLIPSE SOLAR TOTAL: Día 8. Visible desde Norteamérica (México, EEUU y Canadá). Desde Galicia y las islas más orientales de las Canarias podrá verse como un pequeño mordisquito.
- Lluvia de meteoros: Las líridas alcanzarán su mayor apogeo el día 22, pero el brillo de la luna hará difícil la observación.
- SATÉLITES ARTIFICIALES: Para saber dónde y cuándo mirar, consultad aquí.
miércoles, 27 de marzo de 2024
UN LIBRO, UN POEMA, W. B. Yeats
Editorial |
Creo que W. B. Yeats está bien representado en este blog y mejor aun en el mundo editorial, como puede comprobarse por las entradas que le he dedicado y los títulos que en ellas aparecen; no obstante, la aparición el año pasado de He extendido mis sueños a tus pies me ha parecido un buen motivo para traerlo a esta sección.
Lo valioso del libro no está propiamente en la selección de poemas que ha realizado Jordi Doce, pues él ya se encargó de la traducción de toda su poesía para la editorial Pre-Textos y ninguna otra publicación parcial puede competir con ella. Lo atractivo de este ejemplar es la muy cuidada edición del libro, una marca de la casa, y el añadido de las ilustraciones que aporta Sandra Rilova. Belleza sobre belleza.
Realizadas las presentaciones, vamos con el poema:
LA MALDICIÓN DE ADÁN
Estábamos sentados, un día de finales de verano,
aquella dulce y bella mujer, tu amiga íntima,
y tú y yo, hablando de poesía.
«Un solo verso puede llevarnos horas —dije—,
pero si no parece algo pensado en un instante
todo nuestro coser y descoser es en vano.
Mejor arrodillarse sobre la médula del hueso
y fregar suelos de cocina o picar piedra
como un viejo indigente, a la intemperie;
pues dedicarse a articular dulces sonidos
es trabajar más duro que ellos, y sin embargo
ser tildado de vago por la ruidosa camarilla
de clérigos, maestros y banqueros
que los mártires llaman mundo».
Y entonces
aquella bella y dulce mujer por cuya causa
muchos descubrirán la angustia del amor
cuando escuchen su voz discreta y dulce
replicó: «Ser mujer es saber
—aunque en la escuela nadie nos lo diga—
que hemos de trabajar para estar bellas».
«Es verdad —respondí— que no hay cosa admirable
desde la caída de Adán que no requiera un gran esfuerzo.
Recuerdo amantes convencidos de que el amor
debía ser tal muestra de alta cortesía
que suspiraban y citaban con semblante estudioso
aunque ahora esa labor parezca más bien vana».
La mención al amor nos sumió en el silencio;
vimos morir los últimos rescoldos de la tarde,
y en el aguamarina temblorosa del cielo
una luna, gastada como una concha que lavara
la marea del tiempo cuando fluye entre las estrellas
y rompe luego en días y años.
Me invadió un pensamiento que solo tú debías escuchar:
que eras hermosa, y que yo me esforzaba
por amarte en la antigua y noble doctrina del amor;
que alegre había parecido todo, y aun así nuestros corazones
domingo, 24 de marzo de 2024
LORCA, COHEN Y UN VALS EN VIENA
Bécquer dejó escrito en su tercera carta Desde mi celda estas palabras cuyo sentido comparto plenamente: He aquí, hoy por hoy, todo lo que ambiciono: ser un comparsa en la inmensa comedia de la Humanidad y, concluido mi papel de hacer bulto, meterme entre bastidores sin que me silben ni me aplaudan, sin que nadie se aperciba siquiera de mi salida.
Tal vez de manera menos delicada he dejado yo también escrito lo que pienso sobre cuanto rodea los rituales que se producen en torno a la muerte, tanto laicos como religiosos. Y aquí es donde aparecen Lorca y Cohen, porque Lorca fue a Nueva York un poco muerto. Estaba en profunda crisis amatoria, crisis de identidad sexual, crisis de amistad con algunos amigos que no lo fueron tanto, y, para colmo, cuando llegó a la ciudad que ya entonces no dormía nunca, la gigantesca crisis financiera, el crac del 29, estaba arrojando víctimas por las ventanas de los rascacielos. Todo cuanto le rodeaba se caía a pedazos... y además no hablaba inglés, lo que acentuó su soledad, aunque intentó aprenderlo.
Sin embargo, a medida que vamos avanzando en la lectura del libro, hacia el final, podemos comprobar cómo el carácter alegre y positivo de Lorca va sobreponiéndose a las dificultades y termina escribiendo poemas que ya no van a ser descripciones y denuncias de todo cuanto está mal (social, política, económica y hasta personalmente), sino textos más vitalistas que nos empujan a seguir... hacia donde cada cual quiera.
En Viena hay diez muchachas,un hombro donde solloza la muerte
y un bosque de palomas disecadas.
Hay un fragmento de la mañana
en el museo de la escarcha.
Hay un salón con mil ventanas.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals con la boca cerrada.
Este vals, este vals, este vals,
de sí, de muerte y de coñac
que moja su cola en el mar.
Te quiero, te quiero, te quiero,
con la butaca y el libro muerto,
por el melancólico pasillo,
en el oscuro desván del lirio,
en nuestra cama de la luna
y en la danza que sueña la tortuga.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals de quebrada cintura.
En Viena hay cuatro espejos
donde juegan tu boca y los ecos.
Hay una muerte para piano
que pinta de azul a los muchachos.
Hay mendigos por los tejados.
Hay frescas guirnaldas de llanto.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals que se muere en mis brazos.
Porque te quiero, te quiero, amor mío,
en el desván donde juegan los niños,
soñando viejas luces de Hungría
por los rumores de la tarde tibia,
viendo ovejas y lirios de nieve
por el silencio oscuro de tu frente.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals del «Te quiero siempre».
En Viena bailaré contigo
con un disfraz que tenga
cabeza de río.
¡Mira qué orillas tengo de jacintos!
Dejaré mi boca entre tus piernas,
mi alma en fotografías y azucenas,
y en las ondas oscuras de tu andar
quiero, amor mío, amor mío, dejar,
violín y sepulcro, las cintas del vals.
lunes, 18 de marzo de 2024
VERANO DEL 36
Editorial |
El espesor de la herida ha sido redactado en el deseo, sin duda ingenuo, pero fervientemente sincero, de que algún poema de los que en este librito se recogen sirva para modificar alguna conciencia. Quisiera creer que cumple la intención e, incluso, puede llevar a alguien a territorios del pensamiento próximos a los que defendían Gandhi, Luther King o Mandela.
VERANO DEL 36
Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.
MACHADO
José María y Valeriana,
naturales de Hervás y Aldeanueva del Camino
(Cáceres),
fallecieron algún día
del verano del 36,
poco antes de que las fuerzas sublevadas
llegaran a la ciudad.
Nadie sabe dónde están sus cadáveres.
Ni sus nombres. Nada.
No murieron
ni por Dios ni por España.
Alguien que no consta
ni en las listas de vencedores
ni vencidos
los sacó de casa
y los apeó de la vida
brutalmente
una noche de verano
del 36.
No sabemos
si llegó a salir la luna
o estuvo nublado todo el tiempo.
Tampoco sabemos
si cayeron de bruces
o lo hicieron de perfil.
Cayeron,
aunque no fuera
ni por Dios
ni por España.
Ni ellos ni sus asesinos
forman parte de la memoria.
Materia de olvido.
Ni vencidos ni vencedores,
solo un vacío en el registro de la historia,
en las listas de ausentes
y en las de las reivindicaciones.
Ni papeles. Ni cruces. Ni cementerios.
Silencio.
Ni por Dios
ni por España.
***
Días después
—ni por Dios ni por España—,
Luis, un muchacho
a punto de cumplir
los 15 años, recibe
la noticia
y el reloj de José María
rescatado de las ruinas.
Ni por Dios ni por España.
Solo rabia.
Y rencor.
Ciego de ira,
deja el internado
y se apunta a matar rojos.
Ni por Dios
ni por España,
por venganza.
***
No conocí a mis abuelos.
Unos pocos hombres malos
—ellos se creerían buenos—
una noche los mataron.
miércoles, 13 de marzo de 2024
LA LUNA
sábado, 2 de marzo de 2024
CAROLINA CORONADO Y LAS AURORAS BOREALES
El poema está en la p 345. |
ADIÓS DEL AÑO DE 1848
¿Qué es esa claridad que de repente
de la ermita ilumina el campanario,
y del Gévora oscuro la corriente
brillar hace en el campo solitario;
y por qué palidecen de la gente
los rostros al fulgor extraordinario
mientras sus sobresaltos y temores
revelan los ancianos labradores?
«¡Ay de nosotros, ay de nuestra tierra!»
Claman los labradores espantados.
«¿Veis los senos del ciclo ensangrentados?»
«Es anuncio de crímenes... de guerra...»
Mas confunden su voz desde la sierra
los lobos en su aullar, y los ganados
cuyos medrosos, débiles balidos
conjuran nuestros perros con aullidos.
Aparecerse veo las encinas,
agitando sus brazos al relente,
como fantasmas a la luz ardiente
que refleja en sus copas blanquecinas;
y dos tórtolas veo peregrinas,
huyendo de su cima velozmente,
que deslumbradas por la fuerte llama,
temieron el incendio de su rama.
¿Adónde van envueltos en los vientos,
cual nocturnos espíritus errantes,
ésos que con amarse están contentos
desde la cuna sin cesar amantes?
¿Quién les turba la paz ni los acentos
con que entrambos se arrullan palpitantes,
para volar, huyendo de la aurora
a la orilla del Gévora sonora?
Del fresno entre la húmeda enramada
¿van a buscar contra el incendio asilo?
Y ¿adónde encontraré yo una morada
para que pose el ánimo intranquilo?
¿Adónde irá mi alma acobardada
de esta medrosa noche en el sigilo,
contra el fantasma que sufrir no puedo
a guarecerse del horrible miedo?
Emilio, ven, contempla sin enojos (Emilio era uno de sus hermanos)
los rayos de la luz, que así me inquieta,
y mira si es la luna ese planeta
que yo distingo entre vapores rojos;
porque hace un año que fatal cometa (Cometa de Miss Mitchell)
vieron cruzar mis espantados ojos,
y trajo al mundo universal estrago,
y tengo miedo de su nuevo amago.
Yo tengo miedo, sí, yo confundida
y en mi propia ignorancia avergonzada—
la causa del fenómeno escondida
busco, y en mi saber no encuentro nada;
pero amante del Gévora, la vida
pase a orillas del Gévora apartada,
y a temer aprendí de los pastores
del ciclo los extraños resplandores.
¿Oíste tú contar que desgarrados
como fieras allá los hombres mueren,
y no serán los golpes que los hieren
por los genios maléficos lanzados?
Y cuando están así desesperados,
¿genios no habrá que así los desesperen
sobrehumanos, celestes, infernales
de quienes esas llamas son señales?
No sé lo que será... pero recemos
por todos y por él... ¡genio querido,
ser adorado que jamás olvido
ni en los propios pesares más extremos!
¡ah! que de ese fantasma que tenemos
él hubiera mi mente defendido,
si penetrara aquí por un momento
la luz de su brillante pensamiento.
Hijo del mar, su pensamiento grave
conoce de los astros el camino,
porque el allá en el piélago marino
las noches estudió desde su nave,
y él me dijera, pues que tanto sabe,
por qué del cielo el resplandor divino
tiende esta noche el rubicundo manto
que pone el corazón tan grande espanto.
Yo, si mi mano de su mano asiera,
aun a la luz que temerosa brilla,
en esta misma noche me atreviera
del Gévora a llegar hasta la orilla;
y tal vez más allá de la ribera
la causa hallara fácil y sencilla
de ese fuego que abrasa el horizonte,
en el incendio del cercano monte...
Mas vuelve, Emilio, y mira sin recelo
si la encendida nube ya se aleja;
calma por Dios el fatigoso anhelo
del corazón que ni alentar me deja...
¿Dices que de la luz el ancho velo
por el espacio todo se refleja,
y que ya no se ve sombra ninguna...
ni los luceros, ni se ve la luna?...
¡Qué nos va a suceder! ¡qué nuevas penas
los decretos nos guardan del destino,
si ya de pesadumbres imagino
que están las almas de las gentes llenas!
Y ¿por qué no han de ser puras y buenas
esas luces, que teme el campesino,
y por qué no ha de ser de la montaña
el incendio, tal vez, de una cabaña?...
Tal vez de la cobarde fantasía,
tal vez del conturbado pensamiento
esas visiones son que el alma mía
vio fijas en el rojo firmamento;
tal vez en esta noche oscura y fría
nadie siente el espanto que yo siento
y ven los hombres, sin curarse de ellas,
las ráfagas que absorben las estrellas.
Vuelve otra vez, y mira si se apaga
o si se enciende más... si se enrojece...
y si de algún fantasma que aparece
ves ondear la cabellera vaga—
¿qué es lo que dices? ¿que el incendio crece
y que abrasar el universo amaga
tal vez ¡o niño! te confunde el miedo...
deja que mire... si mirarlo puedo...
¡Ay! es verdad, los rayos que se extienden
amenazando ahogar el vasto mundo,
los espíritus malos los encienden,
y al contemplarlos ya no me confundo;
ya con más claridad los aires hienden,
y aparece el fantasma furibundo,
y es hasta Roma donde el fuego alcanza,
y es sobre Roma donde el fuego lanza.
¡En Roma, en Roma! El fuego está en su cumbre
mira cómo la luz allí se aumenta;
allí chispea la espantosa lumbre;
allí el rojo fantasma se ensangrienta;
allí la alborotada muchedumbre
hace a la cristiandad terrible afrenta...
allí abismado en su dolor sombrío
¡huye a los mares el sagrado Pío! (Pío IX en 1848 tuvo que huir de la turbamulta revolucionaria)
Mira por qué en los cielos se encendía
con tales rayos la siniestra llama;
mira por qué es la hoguera que derrama
tan fantástica luz al medio día,
mira por qué mí corazón temía,
risueno Emilio, al cielo que se inflama,
porque esa luz en noche tan oscura
era señal de nueva desventura.
Mira con qué furor sus alas bate,
para alejarse el de la adversa suerte;
año del infortunio, del combate,
del contagio, del crimen, de la muerte:
mira por qué a su «adiós» mi pecho late
sin que un instante a serenarle acierte,
porque el postrero adiós de su agonía
envuelto en el incendio nos lo envía.
¿Quién derramó la muerte en las ciudades?
¿Cuáles rayos los pueblos consumieron?
Los pontífices santos ¿por qué huyeron
y fue la humanidad calamidades?
No fueron de los hombres las maldades,
año de destrucción, tus genios fueron;
tu espíritu, no más, fue el enemigo,
que al mundo vino a dar tanto castigo.
Tú, como el huracán de los desiertos
que arrastra a los audaces peregrinos,
has pasado dejando los caminos
con el polvo de víctimas cubiertos;
tú, ya cuando a los muros palestinos
arribaba, tal vez, con pasos ciertos,
has destruido, con tu nube insana,
de una generación la caravana.
Y ¿cómo quieres que tu adiós acoja
la gente sin pavor, cuando en su daño
hiendes la horrible cabellera roja
maligno genio del funesto año?
Cuando en tu triste despedida arroja
el ciclo fuego, y con enojo extraño
viste la noche de color sangriento,
¡cómo decirte «adiós» sin desaliento!
Huye, te dice el pueblo desgraciado,
de quien vinistes a turbar la vida,
y ¡ojalá! ¡que en tus urnas sepultado
fuera el llanto que trajo tu venida!
Los que tanto en tus horas han llorado
te vienen a cantar la despedida:
mas huye, por piedad, más velozmente
mientras te canta el corazón doliente.
Huye, y que deje de mostrar el cielo
ese color de púrpura que espanta,
y que en este dolor que nos quebranta
aurora más feliz alumbre el suelo;
¡huye, y por tanto mal, por tanto duelo,
por tanto lloro, por desgracia tanta,
como dieron al mundo tus peleas,
siempre en los siglos maldecido seas!
Ermita de Bótoa, 1848.
Cerca del horizonte, y en dirección de Norte á N. N. E., aparecían nubes en forma de cirris negros ó fuertemente oscuros, y cuya altura sobre el horizonte no pasaba de 30m á 1º; encima de aquellas, y sirviendo de base al arco blanco boreal, habia una parte de la atmósfera ó zona iluminada con un color azul rojo vivísimo.
viernes, 1 de marzo de 2024
EL CIELO NOCTURNO, MARZO 2024
Un atlas magnífico que todavía se puede encontrar. |
Cuanto puede verse a simple vista.
LUNA: 10 de marzo, luna nueva; llena, 25 de marzo con eclipse penumbral.
ESTACIONES: 20 de marzo, equinoccio de primavera en el hemisferio norte y equinoccio de otoño en el hemisferio sur.
LLUVIA DE METEOROS: Las Gamma Nórmidas alcanzarán su mayor pico el 14 de marzo.
SATÉLITES ARTIFICIALES: Para saber dónde y cuándo mirar, consultad aquí.
viernes, 23 de febrero de 2024
SCHILLER, LA LUNA Y LA FOTOGRAFÍA
El martes 20 andaba la luna envuelta en un halo de misterio muy a propósito para un cuento gótico, pero a mí me interesaban más los diferentes matices de color en que se concretaba ese halo. Cogí la cámara y disparé varias veces. Incluso tiré un poco de zoom para ver cómo quedaba recogida la luz un tanto espectral que la rodeaba. Arriesgué mucho. Sin trípode, una exposición de dos segundos tenía todas las posibilidades de ofrecer un resultado muy movido. La suerte me acompañó:
Y al ampliar la imagen es cuando llegó la sorpresa. Yo conozco el cráter Schiller, si bien nunca me había preguntado por qué tiene ese nombre. Más aún, me parecía que el bueno de Friedrich, indiscutible escritor europeo, no tenía méritos relacionados con la astronomía como para figurar ahí. Error.
Fuente:Wikipedia. |
martes, 20 de febrero de 2024
LUIS CHAMIZO
Librerías |
LA NACENCIA
I
Bruñó los recios nubarrones pardos
la lus del sol que s'agachó en un cerro,
y las artas cogollas de los árboles
d'un coló de naranjas se tiñeron.
A bocanás el aire nos traía
los ruídos d'alla lejos
y el toque d'oración de las campanas
de l'iglesia del pueblo.
Íbamos dambos juntos, en la burra,
por el camino nuevo,
mi mujé mu malita,
suspirando y gimiendo.
Bandás de gorrïatos montesinos
volaban, chirrïando por el cielo,
y volaban pal sol qu'en los canchales
daba relumbres d'espejuelos.
Los grillos y las ranas
cantaban a lo lejos,
y cantaban tamién los colorines
sobre las jaras y los brezos,
y roändo, roändo, de las sierras
llegaba el dolondón de los cencerros.
¡Qué tarde más bonita!
¡Qu'anochecer más güeno!
¡Qué tarde más alegre
si juéramos contentos...!
—No pué ser más —me ijo—, vaite, vaite
con la burra pal pueblo,
y güérvete de priesa con l'agüela,
la comadre o el méico.
Y bajó de la burra poco a poco,
s'arrellenó en el suelo,
juntó las manos y miró p'arriba,
pa los bruñíos nubarrones recios.
¡Dirme, dejagla sola,
dejagla yo a ella sola com'un perro,
en metá de la jesa,
una legua del pueblo...
eso no! De la rama
d'arriba d'un guapero,
con sus ojos reondos
nos miraba un mochuelo,
un mochuelo con ojos vedriaos
como los ojos de los muertos...
¡No tengo juerzas pa dejagla sola!
¿pero yo de qué sirvo si me queo?
La burra, que roía los tomillos
floridos del lindero
carcaba las moscas con el rabo;
y dejaba el careo,
levantaba el jocico, me miraba
y seguía royendo.
¿Qué pensará la burra
si es que tienen las burras pensamiento?
Me juí junt'a mi Juana,
me jinqué de roillas en el suelo,
jice por recordá las oraciones
que m'enseñaron cuando nuevo.
No tenía pacencia
p'hacé memoria de los rezos...
¿Quién podrá socorregla si me voy?
¿Quién va po la comadre si me queo?
Aturdio del tó gorví los ojos
pa los ojos reondos del mochuelo;
y aquellos ojos verdes,
tan grandes, tan abiertos,
qu´otras veces a mí me dieron risa,
hora me daban mieo.
¿Qué mirarán tan fijos
los ojos del mochuelo?
No cantaban las ranas,
los grillos no cantaban a lo lejos,
las bocanás del aire s'aplacaron,
s'asomaron la luna y el lucero,
no llegaba, roändo, de las sierras
el dolondón de los cencerros...
¡Daba tanta quietú mucha congoja!
¡Daba yo no sé qué tanto silencio!
M'arrimé más pa ella;
l'abrasaba el aliento,
le temblaban las manos,
tiritaba su cuerpo...
y a la luz de la luna eran sus ojos
más grandes y más negros.
Yo sentí que los míos chorreaban
lagrimones de fuego.
Uno cayó roändo,
y, prendío d'un pelo,
en metá de su frente
se queó reluciendo.
¡Qué bonita y qué güena!
¿quién pudiera sé méico?
Señó, tú que lo sabes
lo mucho que la quiero.
Tú que sabes qu'estamos bien casaos,
Señó, tú qu'eres güeno;
tú que jaces que broten las simientes
qu'echamos en el suelo;
tú que jaces que granen las espigas,
cuando llega su tiempo;
tú que jaces que paran las ovejas,
sin comadres, ni méicos...
¿por qué, Señó, se va morí mi Juana,
con lo que yo la quiero,
siendo yo tan honrao
y siendo tú tan güeno?...
¡Ay! qué noche más larga
de tanto sufrimiento;
¡qué cosas pasarían
que decilas no pueo!
Jizo Dios un milagro;
¡no podía por menos!
II
Toito lleno de tierra
le levanté del suelo,
le miré mu despacio, mu despacio,
con una miaja de respeto.
Era un hijo, ¡mi hijo!,
hijo dambos, hijo nuestro...
Ella me le pedía
con los brazos abiertos,
¡Qué bonita qu´estaba
llorando y sonriyendo!
Venía clareando;
s'oïan a lo lejos
las risotás de los pastores
y el dolondón de los cencerros.
Besé a la madre y le quité mi hijo;
salí con él corriendo,
y en un regacho d´agua clara
le lavé tó su cuerpo.
Me sentí más honrao,
más cristiano, más güeno,
bautizando a mi hijo como el cura
bautiza los muchachos en el pueblo.
Tié que ser campusino,
tié que ser de los nuestros,
que por algo nació baj'una encina
del camino nuevo.
Icen que la nacencia es una cosa
que miran los señores en el pueblo;
pos pa mí que mi hijo
la tié mejor que ellos,
que Dios jizo en presona con mi Juana
de comadre y de méico.
Asina que nació besó la tierra,
que, agraecía, se pegó a su cuerpo;
y jue la mesma luna
quien le pegó aquel beso...
¡Qué saben d´estas cosas
los señores aquellos!
Dos salimos del chozo,
tres golvimos al pueblo.
Jizo Dios un milagro en el camino:
¡no podía por menos!