- Es verdad que me adorno con los títulos de maestro y doctor, y cuento con numerosos discípulos que aquí y allá, en esta dirección o en la otra, puedo dirigir como me place; pero no lo es menos que nada logramos saber... Siento que todo lo que sé carece de importancia; siento que no puedo enseñar a los hombres cosa alguna que pueda convertirlos o hacerlos mejores (p 21, ed. Iberia, trad. Jaime Ardal).
(Habla Mefistófeles)
- Te comprendo, pero sólo una cosa me inquieta; el tiempo es corto y el arte larguísimo (p 53).
- Cuando faltan ideas, hay palabras que pueden sustituirlas (p 58).
- Un medio (para rejuvenecer) que no exige dinero, medicina ni sortilegio. Dirígete ahora mismo al campo, toma la azada, ponte a cavar, sepúltate con tu pensamiento en un estrecho círculo, conténtate con alimentos frugales, vive como animal entre los animales y no desdeñes estercolar los campos que cultives. He aquí el medio más seguro para llegar joven a los ochenta años (p 70).
- La Iglesia posee buen estómago; ha devorado países enteros, y no ha sufrido nunca indigestión; sólo la Iglesia, mis queridas damas, puede digerir los bienes mal adquiridos (p 83).
- En esto reconozco al doctor (entiéndase el sabio, el académico, el culto, el que tiene formación). Lo que vos no tocáis está a cien leguas de vos: lo que vos no comprendéis no existe para vos; lo que vos no calculáis, es falso; lo que no pesáis, carece de peso; ni puede haber cosa de alguna importancia que no esté iniciada por vos (p 143).