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martes, 15 de noviembre de 2016

LAIAK, de Gabriel Narzabal

Gabriel Narzabal,  Laiak, 1984.
Imagen tomada de Wikipedia
La palabra laya en castellano está tomada del euskara laia. Es una herramienta que servía para labrar la tierra en zonas con mucha inclinación —el País Vasco es muy montañoso—, allá donde era muy difícil introducir un arado tirado por animales, por el peligro de caída que implicaba. Tiene dos puntas metálicas que se introducen en la tierra, ayudadas por la presión del pie. Después se gira hacia atrás, para levantar y voltear la tierra. La mecanización del campo las ha convertido en un objeto propio de museo etnológico.

A Gabriel Narzabal (Irún, 1955) le encargó la obra el Ayuntamiento en la década de los 80. Tiene una altura de 4,5 metros, pesa 9 toneladas y está realizada en acero cortén, ese material que tanto le gustaba a Chillida, porque su composición protege la obra de la corrosión originada por los agentes atmosféricos.

El lugar donde se encuentra instalada la obra está muy cerca de la casa taller en la que estuvieron trabajando Oteiza y Basterretxea en la década de los 50. Hoy en lamentable estado de abandono.



domingo, 3 de abril de 2016

RUTA BASTERRETXEA, OTEIZA Y ZUMETA EN LAS CALLES DE IRÚN



Basterretxea: Homenaje a Paletas "Vasquito"
Tal vez por tener a mano el Museo San Telmo, tal vez porque aún falta mes y medio para que retiren la exposición o tal vez porque los acontecimientos suceden dentro de un caos más o menos soportable, lo cierto es que ya he visitado la parte bilbaína, pero todavía no he pasado a visitar la sección donostiarra de esta muestra cuyos protagonistas principales son los artistas que en los años 60 y 70 colocaron al País Vasco en el panorama internacional por derecho propio.
Casa taller de Oteiza, 1958

El caso es que aprovechando el tirón de la misma y porque en casa tengo quien me informe directamente y me saque los colores a causa no sé si de mi ignorancia o mi desidia, una vuelta por la ciudad de la mano de quien sabe —gracias, Irene— me ha puesto ante los ojos algunas obras que ya conocía, pero que no había "mirado", otras que desconocía y otras más que da tristeza mirar ante el lamentable estado de abandono en que se encuentran.
Oteiza: Arista vacía

Lo primero que se me ocurre decir es que resulta penoso cómo podemos abandonar de tal manera el patrimonio que poseemos. El estado en que se encuentra la que fue casa taller de Oteiza es sencillamente lamentable. Los muchos años de abandono y la invasión de todo tipo que ha sufrido hacen de ella cualquier cosa menos un recuerdo digno.

Aunque no en la misma medida, pero también en un estado muy deteriorado se encuentra el mural de Zumeta, que ha perdido parte de las piezas y le crece alguna que otra planta en los intersticios de la obra.


Mural de Zumeta,  1968
La estela del Puente Internacional, vandalizada y reparada en alguna ocasión, aunque se aprecian claramente las grietas, se encuentra en mejor estado, sin duda por ser un bloque sólido de piedra.


Basterretxea: Fuente
Oteiza: Estela
El resto de las obras, en general, se encuentran en un relativo buen estado, aunque los años y el poco caso en lo que corresponde al mantenimiento, no hace de ellas un dechado de virtudes y esplendor. La fuente de Basterretxea, por ejemplo, no siempre funciona y en algunas ocasiones parece un contenedor de plásticos y papeles.

Decía Larra, hace ya muchos años, que escribir en Madrid era llorar. Tal vez no solo en Madrid y en aquella penosa época escribir significara llorar. Tal vez, y me gustaría pensar que no es así, crear en el País Vasco sea también en esta época un largo y sentido lamento.

sábado, 12 de julio de 2014

NÉSTOR BASTERRETXEA, LECCIÓN DE HUMANIDAD

Despierto esta mañana con la noticia de la muerte de Néstor Basterretxea a quien tuve la suerte de conocer, y a quien quiero recordar hoy como último agradecimiento. 

No voy a contaros aquí sus virtudes como artista ni su biografía. Páginas hay muy autorizadas donde podéis encontrar ese tipo de información. Solamente quiero destacar mi anécdota personal, que ilustra muy bien su enorme humanidad y su sencillez.

Posiblemente fuera el curso 84-85, ya no recuerdo, cuando me encontraba trabajando en un colegio con alumnos de 8º curso de EGB. Dentro del programa de CCSS se veía el arte contemporáneo y yo, atrevido, quise acercarlo de la manera más directa posible a los grupos con los que trabajaba. 

Alguien me dijo que Basterretxea tenía la casa-taller en la falda del Jaizkibel. Uno de los grandes del arte contemporáneo vasco vivía y trabajaba en la misma comarca en que se hallaba el centro. Aunque no creía que fuéramos a conseguir una visita, para por si acaso, llamé. ¡Cuál sería mi sorpresa cuando oí que Basterretxea aceptaba encantado!

Con toda la paciencia del mundo les fue explicando a los alumnos cuanto quisieron preguntar y más. Nos dejó hacer hacer fotografías e, incluso, les preparó un pequeño refrigerio. Aquella tarde aprendimos más sobre abstracción y figurativismo que con todos los libros que habíamos manejado en el aula.

Después de eso volví a solicitar una visita un par de veces más. Siempre igual de amable y asequible, me atendió pacientemente. En una de ellas surgió por casualidad mi interés por la poesía y me contó algunas anécdotas sobre León Felipe, a quien había escuchado en directo recitar sus poemas en Buenos Aires y sobre quien yo andaba preparando un recital. 

No he tenido la ocasión de conocer a grandes personalidades de la cultura. Él fue el primero y, tal vez, el último. Él me mostró que no está reñido el genio artístico con la proximidad, que se puede ser un artista de talla internacional sin dejar por eso de seguir siendo una persona amable y asequible.

Gracias, Néstor, por tu lección de humanidad.

Fotografía realizada hace menos de un mes en la cripta de Arantzazu
En este vídeo del Museo Oteiza nos relata cómo fue el proceso de las pinturas de la cripta.