lunes, 15 de abril de 2024

VALLADOLID, ARTE EN LA CALLE

Lo profundo es el aire

 Cada vez aprecio más la escultura urbana y me gusta ver cómo las ciudades, en general, van ampliando la oferta e incorporando obra de todos los estilos, no solamente la de corte realista y reproducción de figura en homenaje a tal o cual personalidad destacada. En este sentido, no es lo mismo pasear por una de las grandes capitales del mundo que por una ciudad de provincias, pero en cualquiera de ellas podemos encontrar siempre algo que nos sorprenda y agrade. 

Prácticamente nada más llegar a Valladolid, lo primero que hice fue acercarme a la obra de Chillida. Las conexiones de todo tipo que tenemos en casa con ella son especiales y era una visita obligada. Por desgracia, cuanto se ve en la fotografía que abre este comentario es lo que se podía ver. Las obras de limpieza y rehabilitación en el exterior de la iglesia de san Pablo han obligado a protegerla.

Pero si ya sabéis de dónde procede el título de la obra del exportero de la Real Sociedad, que esa es la conexión fundamental en este caso —no la personal—, se me hacía obligatorio acercarme hasta el pequeño estanque donde Jorge Guillén se divierte jugando a los barquitos con la infancia.  

Jorge Guillén y la infancia

Claro, si empezamos a tocar el mundo literario, Valladolid es algo así como sinónimo de Zorrilla. Y este monumento, por representar lo que representa, el autor del don Juan más famoso de la literatura española, por estar situado donde está y porque será uno de las más antiguos de la ciudad, es, posiblemente, el monumento homenaje a una persona real más conocido por la ciudadanía propia y por la ajena.


La conexión literaria, de fuerte raigambre en la ciudad del Pisuerga, nos lleva inmediatamente a otras dos esculturas mucho más recientes, la de Miguel Delibes, a pocos metros de la anterior, justo a la entrada del parque Campo Grande


y la de Rosa Chacel, en la Plaza del Puente, muy cerca de donde se encuentra la de su compañero de generación, la de Jorge Guillén (también hay un busto de la escritora en el Campo Grande).


Exactamente cien años —conexión temporal—después de que naciera Rosa Chacel, Faustino Aizkorbe —conexión vasco-navarra— dejó está abstracción en acero corten A la amistad, Stella III. Se encuentra al final de la calle Héroes de Alcántara.

La conexión vasco-abstracta nos puede llevar unas pocas calles hacia el este, hasta la entrada a la Fundación Segundo y Santiago Montes, en la calle Núñez de Arce, donde nos encontramos con este Retrato de un gudari llamado Odiseo obra de Oteiza, que, por cierto, no es la única que existe en las calles de la ciudad.


Y el capricho del azar quiso que mientras me encontraba por allí, en el Museo Patio Herreriano estuviera la exposición temporal "Vanguardia y destino" donde se puede ver otro Retrato de un gudari llamado Odiseo. Conexión absoluta.


Pero no quedan ahí los caprichos conectivos del azar. En la misma exposición, dos salas más allá de la anterior, asomaba la cola de la ballena más famosa de la historia de la literatura, Moby Dick, de Adolf o Adolfo Schlosser, que toda la vecindad de la plaza José Mª Sert de Donosti ve diariamente cada vez que se asoma desde su casa. 


Y continuando dentro del ambiente de la abstracción, en la otra orilla del Pisuerga se encuentra, junto al parlamento de Castilla y León, esta obra mucho más colorista y de tendencia vertical, Metamorfosis, del murciano Cristóbal Gabarrón


Entre la abstracción y el figurativismo nos podemos dejar encantar por esta pareja con la que casualmente me encontré cuando iba de camino hacia la Museo Casa de Cervantes. Se titula, precisamente, Encuentro, y es obra de Feliciano Álvarez Buenaposada.


Muy cerquita de este gozoso Encuentro se produjeron estos otros tres, de estilos muy diferentes, pero los tres llenos de encanto, todos ellos en la plaza de España:

Escenas del mercado, de Gonzalo Coello Campos

Homenaje al voluntariado social, de Eduardo Cuadrado

La bola del mundo, de Ana Jiménez

Hubo más encuentros, resultado de todo tipo de conexiones, pero no quiero abusar de vuestra paciencia. Eso sí, si el arte urbano os interesa y tenéis intención de pasar por Valladolid, podéis utilizar la página de Arte en la calle o la de Arte en ValladolidCualquiera de las dos puede realizar el servicio de guía para indicaros qué ver y dónde. 

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domingo, 14 de abril de 2024

HOR CHE'L CIEL E LA TERRA, MONTEVERDI


Las relaciones de la música con la poesía son tan antiguas como ellas mismas, es decir, como la música y la poesía. Este hermosísimo madrigal de Monteverdi es un excelente ejemplo. El texto que utilizó el compositor italiano fue el soneto de Petrarca que dejo aquí en su versión original por si os animáis a cantar... o a seguir la letra:

Hor che’l ciel e la terra e ’l vento tace,
e le fere e gli augelli il sonno affrena,
notte il carro stellato in giro menae
nel suo letto il mar senz’onda giace,

veglio, penso, ardo, piango e chi mi sface
sempre m’è innanzi per mia dolce pena.
Guerra è il stato, d’ira e di duol piena,
e sol di lei pensando ho qualche pace.

Così sol d’una chiara fonte viva
move il dolce e l’amaro ond’io mi pasco.
Una man sola mi risana e punge.

E perché il mio martir non giunga a riva,
mille volte al dì moro e mille nasco,
tanto dalla salute mia son lunge.

La traducción la he tomado de Wikisource, donde está el Cancionero completo. Este soneto aparece con el número 164.

Ahora que cielo y tierra y viento calla
y en sueño fiera o ave alguna suena,
la noche que su carro salga ordena,
y en su lecho sin onda el mar se halla,

lloro y me abraso así; y quien me avasalla
veo ante mí para cebar mi pena;
guerra es mi estado, de ira y daño llena,
y calmo sólo en ella mi batalla.

Así cuanto es amargo y cuanto suave
bebo de sólo un mismo abrevadero;
abre y restaña el mal la misma mano;

y, porque mi martirio no se acabe,
mil veces cada día nazco y muero:
tanto me estoy de mi salud lejano.


Interpreta: Ensemble Pygmalion.
Dirige: Raphaël Pichon.

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sábado, 13 de abril de 2024

A PROPÓSITO DE "El espesor de la herida"

Hace muy poco tiempo le decía a un amigo que existen muchos tipos de lectores y que cada cual entiende como puede o quiere. Sin duda, hay lecturas muy diversas, incluso interesadas y perversas. Existen también, es cierto, textos difíciles, oscuros y herméticos sobre los que podemos especular mucho acerca del significado. Pero cuando el texto es claro y sencillo, no querer entender lo que el  texto dice, me parece, cuando menos, preocupante.

Viene esto a cuento de un comentario maleducado y malintencionado que he recibido acerca del poemario que publiqué el año pasado, El espesor de la herida. Dejando a un lado las expresiones insultantes, venía a decir la autora que era un texto en el que se igualaba la sublevación fascista con el régimen democráticamente establecido en 1931. 

Afirmar eso es no haber querido leer con la más mínima atención los poemas o, peor aún, tener mala intención.

Ciertamente, el poema central, el que habla del asesinato de mis abuelos, a quienes no conocí, pero sí conocí a mi padre, antes de terminar tiene estos dramáticos versos que, si solo leyéramos esas pocas palabras, podrían ser motivo tal vez para pensar otra cosa: Ciego de ira, / deja el internado / y se apunta a matar rojos. / Ni por Dios / ni por España, / por venganza.

En todas las guerras podemos encontrar gestos heroicos y altruistas. (Nota importante: no tomo por tales las acciones militares o similares en las que alguien se juega la vida y es capaz de eliminar no sé cuántos enemigos o poner fuera de funcionamiento no sé qué aparatos de matar del otro bando; considero acciones heroicas las de las personas que ponen en peligro su vida para salvar las de otras, sean o no de su bando, porque están convencidas de que es la vida lo que en última instancia debemos salvar). 

Es cierto, durante las guerras hay gestos y comportamientos que dignifican al ser humano. Pero no es lo habitual. Lo que suele ocurrir es que las guerras, más la guerras civiles, lo que estimulan y producen son acciones violentas, odio y un mayor enconamiento en las posturas. Por desgracia, no son las respuestas cariñosas, ni amables, ni civilizadas, ni racionales las que se producen en medio de un conflicto. De cualquier conflicto.

No conocí a mis abuelos, pero sí a mi padre, quien de no haber sufrido la pérdida violenta de los suyos en un acto nocturno y rastrero cuando todavía no había cumplido los 15 años, de ninguna manera habría formado parte del ejército sublevado y tal vez nunca hubiera formado parte de esa masa de población que durante el franquismo se situaba políticamente en lo que podemos definir como derecha. Simplemente, era una persona de las que hoy consideraríamos tradicional. 

De lo que estoy absolutamente seguro es de que su posicionamiento durante el conflicto fue una consecuencia del daño recibido. Y como él, muchos miles más. En un bando y en el otro. Evidentemente, nadie lo puede negar, muchos más en el lado republicano, porque fue el de los sublevados el que terminó ganando la guerra.

De eso básicamente es de lo que el poemario habla, de las consecuencias que la violencia genera una vez que se desata. Y se habla del dolor inmenso que provoca —"Nieve negra", "El orden de la vida"...—, y del sinsentido que supone —"Las víctimas se preguntan"— y de la profunda falsedad de la victoria —"Desolación de la victoria"; No hay mayor derrota / que el éxito alcanzado / exterminando vidas—. Y del necesario trabajo conjunto de todas las personas que componemos la sociedad para cimentar un mundo mejor y sin violencia —"Venid": Venid y hagamos un pacto con nuestros mejores gestos e intenciones. /Un pacto como un abrazo sin fisuras. / Un pacto donde tengan sentido las palabras. / Venid / e intentemos un futuro sin hipótesis con todas las manos—.

Sinceramente, creo que el mensaje colaborativo, solidario y pacifista no es que sea claro y evidente, sino prístino, desde el comienzo hasta el final. No querer entenderlo así me parece preocupante.

Y si alguien desea escribir algún comentario, que no lo haga anónimamente y que mantenga las elementales normas de cortesía y educación. Muchas gracias.

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viernes, 12 de abril de 2024

EL FECUNDO RUMOR DE LAS MIRADAS

Para Kindle.

Tapa blanda (formato album).

Tapa dura (formato album).


Ya están disponibles las tres versiones de edición: digital, tapa blanda y tapa dura. Un recorrido personal a través de un centenar de poemas por la historia mundial de la creación artística. 

He tenido mis más y mis menos con la maquetación, pero al final he conseguido que cada poema pudiera respirar dentro de su propio espacio. Quizás sorprenda el formato, pero es fácil acostumbrarse por la comodidad de lectura que ofrece.

Las obras sobre las que hablan los poemas son accesibles en el formato digital mediante enlace (por si alguien necesitara refrescar la memoria viendo el objeto artístico protagonista del poema). En papel eso no es posible, pero esto no es un obstáculo para comprender el texto. Además, la inmensa mayoría son extraordinariamente famosas y, en cualquier caso, todas están disponibles en internet. 

La mayoría de las obras de las que escribo las he podido ver directamente; algunas solamente he podido verlas por medio de reproducciones en libros de arte, lo que no ha sido óbice para que todas y cada una de ellas hayan estimulado poderosamente mi imaginación y producido una respuesta. La respuesta, claro, es mía, pero no es un comentario. En el poema, aunque esté hablando de algo que yo no he creado, estoy más yo que la propia obra a la que me refiero, es decir, la obra se configura como pretexto para ofrecer mi propia visión del mundo.



El mundo nace cuando dos se besan
                  0. PAZ





En Khajurâho, hace ya más de un milenio,

hallaron el lenguaje del amor

en el más exquisito juicio estético

a través de la boca que habla

y de los ojos que miran.


Hacer el amor como se reza,

como una expansión del universo

en su grado más alto de belleza.


Hacer el amor como quien hace el amor

porque se sabe partícipe de la humanidad.


Hacer el amor para entendernos,

para pensar el mundo

y resolverlo en el mejor argumento.


Hacer el amor

como origen de todo cuanto existe.


Hacer el amor

por toda la superficie

de la Tierra

para llegar a lo más alto.


Hacer el amor

como la mejor exaltación de la belleza.



                           Hacer el amor.

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jueves, 11 de abril de 2024

POETIKA, Mario Obrero

Recital organizado por KM Kulturunea:

Mario Obrero nació en Madrid en 2003, y comenzó a escribir a los siete años. Ha publicado los libros Carpintería de armónicos (XIV Premio de Poesía Joven Félix Grande; Universidad Popular José Hierro, 2018), Ese ruido ya pájaro (Ediciones Entricíclopes, 2019), Peachtree City (XXXIII Premio Loewe a la Creación Joven; Visor, 2021), Cerezas sobre la muerte (La Bella Varsovia, 2022) y Tiempos mágicos (
La Bella Varsovia, 2024)

Cursó Bachillerato de Humanidades en el instituto público La Senda de Getafe. Colabora en los micrófonos de Gente despierta de RNE con la sección de poesía «Un poeta en París». En la actualidad, cursa el grado en Lengua y Literatura Española en la UCM.

Juan Manuel Uria (Rentería, 1976) Poeta, aforista y artista plástico. Es autor de los libros de poesía Puerta de coral, ¿Quién es Werther?, Transformaciones, Manzana de vaho, Las huellas del límite, Hablar porque la muerte, Lilith, Harria, del libro de haikus K´amékuarhu y de los libros de aforismos Dos por la mañana y Dos por la tarde. Su última obra, La ciencia de lo inútil constituye la primera parte de la trilogía Poética. En 2017 abrió en Rentería la nueva librería ‘Noski!’, junto a su compañera Sihara Nuño.

Participan: Mario Obrero; Juan Manuel Uria; Diego Levices (Musikene. Saxofón).


El ciclo Poetika se realiza con la colaboración de José Luis Padrón y Jon Obeso.

15 de abril 2024
19:00
Salón de actos KMK (Convento de Santa Teresa)
Elbira Zipitria, 1
Donostia-San Sebastián
Entrada libre

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NO NECESITO UN DIOS PARA SER BUENA PERSONA

Antonio Colinas, en su hermoso Tratados de armonía, p. 39, escribe lo siguiente: 
Pocos nos han dejado como Rilke una visión tan lúcida de la soledad y de sus frutos. El solitario puede recibir, según Rilke, de la soledad una condena y dos dones. La condena es la que le puede llegar de los enemigos de la soledad, de aquellos que no dejan de acorralarle como si fuera, nos dice, «un animal cuya caza estuviera abierta». Los dones son dos: la gloria y la santidad. La gloria es engañosa, es difícil sustraerse a ella. Con la gloria pagan al solitario los enemigos de la soledad cuando ven que no pueden destruirlo. (El cazador mitifica a la presa extraordinaria cuando observa que no le puede dar alcance). Así que la gloria es también un peligro: «No pidas a nadie— continúa Rilke— que hable de ti; ni siquiera con desdén. Y si con el tiempo oyes que tu nombre circula entre los hombres, permanece indiferente. Piensa que se ha echado a perder y recházalo. Búscate otro cualquiera, para que Dios pueda llamarte en plena noche. Y no lo digas a nadie». Es la llegada a la difícil santidad, el vivir las «grandes correspondencias». Lao Zi no escribió unas palabras tan duras y tan bellas.

Admiro a Antonio Colinas como escritor y Rilke me parece uno de los grandes poetas del siglo XX. Eso no quiere decir que comparta su pensamiento, su manera de entender, en este caso, de creer. Sí participo de aquello que anunciaba en un tono un tanto hiperbólico el Eclesiastés: Vanidad de vanidades, todo es vanidad, y sobre lo que el autor de los Sonetos a Orfeo nos advertía. Si le quitamos el todo, el aserto sería más certero. Es cierto que la vanidad es mucha, especialmente en el mundo de la creación y del espectáculo, pero no todo, ni en todas partes, ni afecta a todas las personas por igual. Sí estoy de acuerdo en lo que respecta al aislamiento y a la huida del halago. La soledad es absolutamente necesaria mientras se está creando (necesitamos la concentración y el silencio cuando estamos realizando cualquier tarea de tipo intelectual, por nimia que sea). Del halago, "de la gloria", hay que huir como de la peste y, si alguna vez se presenta, mantener buenas dosis de humildad para no caer en el ridículo.

Lo que me resulta difícil de entender es la pretensión de unir sensibilidad con trascendencia. Cada cual puede creer en lo que quiera, siempre y cuando respete a quienes le rodean. Lo que no es aceptable de ninguna manera es conectar bondad, belleza, equilibrio, perfección, armonía, verdad... con la espiritualidad, con la fe, como si quienes profesamos el agnosticismo fuéramos incapaces de percibir la belleza del mundo y no pudiéramos llegar a comprender la bondad de las acciones humanas. Para apreciar una obra de arte, un paisaje, unas palabras de cariño o empatizar con quien está sufriendo tan solo tenemos que utilizar alguno de nuestros sentidos y nuestra capacidad racional. No necesitamos de  ninguna espiritualidad religiosa para conmovernos hasta la médula.

Puedo comprender por qué un creyente habla de la santidad como el valor más elevado y lo coloca en la cima, pero no necesito dar el nombre de santa a la persona o al ejercicio de una acción que en su entrega a los demás llega a ofrecer su vida para salvar la de otra, a quien es capaz de ofrecer todo cuanto tiene en un gesto de amor o a quien en un ejercicio de compasión realiza cualquier acto que podamos calificar como heroico. Amor y bondad no son palabras exclusivas del vocabulario religioso ni del idealismo platónico. La entrega, la compresión, las virtudes éticas existen independientemente de la creencia o de la falta de ella que se tenga.

No necesito la ayuda de ningún dios ni de ninguna creencia religiosa para disfrutar de la lectura de la Biblia, del Corán, del Tao, del Baghdad Gita o el Canon Pali. No necesito ningún dios para apreciar las bellezas naturales y quedarme fascinado con los misterios del universo. No necesito ningún dios para comprender los beneficios de la práctica del perdón. No necesito ningún dios para saber que cualquier campana que doble lo hace por toda la humanidad, porque, efectivamente, nunca deberíamos comportarnos como islas, aunque en ocasiones necesitemos aislarnos para poder crear.

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miércoles, 10 de abril de 2024

UN LIBRO, UN POEMA (Xabier Lete)

Editorial
#unlibrounpoema

Reivindico una vez más las antologías colocando para esta sección esta Antología de la Poesía Vasca - Euskal Poesiaren Antologia. Es ya difícil de encontrar en la librerías porque data de 1993, pero siempre están las bibliotecas y los libros de segunda mano. El antólogo fue Iñaki Aldekoa Beitia, gran conocedor de la literatura vasca.

En ella aparecen recogidos poemas de Jon Mirande, Gabriel Aresti, Mikel Lasa, Bernardo Atxaga, Juan Mari Lekuona, Ibon Sarasola, Felipe Juaristi, Iñigo Aranbarri, Xabier Lete, Koldo Izagirre y Joseba Sarrionandia. Y vienen precedidos por un prólogo del propio Aldekoa en el que sitúa a cada autor dentro de los diferentes apartados o corrientes de la poesía vasca y en relación con las tendencias de la poesía occidental.

Entresaco un poema de Lete traducido por Gerardo Markuleta:



HERIOTZA UTOPI IZENDATU DUTENEI


Zergaitik oraindik ere
itxaropenaz mintza?
Zergatik eta zertarako
solas zaharkituak berriztatu?
Hain azkar ahaztu ote zaizkigu
erenegun guztietako
erailketen ohiartzunak?

Gure denbora etsipenarena da,
lagunok,
eta trolebus zikinetan biajatzen dugu
suburbioetako kanposantuetara

Eta utopiaren etzidamuek
flajelazio berri bat dakarte
baikortasunaren muin-muinean
ukazio latzagoen munstroak ezarriz.

Gure aroa
telefono meatxugarriena
besterik ez baita,
susmoa izenperazi nahiko liguketen
paranoiko madarikatuena.

Zergaitik, beraz, itxaropenaz mintza?
Zergatik eta zertarako
bidegurutze bakoitzean
heriotza girnaldez apaindu?

Bakarrik eta berez hilko gera
garaia etortzean,
ez bitzate alferrik beren buruak
funerarietako arduradun izendatu,,
kanposantu gehiegi baitago suburbioetan,
lagunok,
historiaren bidetxigorrak hilobiz ornitzen ibiltzeko.



A QUIENES SEMBRARON MUERTE EN LA UTOPÍA


¿Vale la pena obstinarse
en convocar una vez más a la esperanza?
¿A qué fin, por qué motivo
renovar esas charlas ya caducas?
¿Acaso hemos olvidado —tan temprano—
el eco de la sangre derramada
cada víspera de cada día?

Nuestro tiempo es el tiempo de la renuncia,
amigos míos,
y lo vivimos viajando en sucios buses urbanos
desde los suburbios hasta los cementerios.

Y los pasado mañana de la utopía
son un nuevo flagelo
y en la misma cumbre de la ilusión imponen
monstruosos amigos de más burdas negaciones.

Nuestro tiempo es el tiempo de las amenazas
por teléfono, nada más;
el de los enajenados —malditos sean—
que quieren imprimir en nuestras frentes
el sello de la sospecha.

¿A qué fin convocar, pues,
una vez más a la esperanza?
¿A qué fin, con qué motivo
adornar de guirnaldas los cadáveres
en cada encrucijada?

Moriremos solos y porque así ha de ser
cuando se cumpla la hora;
nadie tome, pues, de su mano
el funerario trabajo,
pues hay ya demasiados camposantos
en los suburbios, amigos míos,
para que nos dediquemos a sembrar
cadáveres por los senderos de la historia.

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martes, 9 de abril de 2024

NIETZSCHE DESCOMPLICADO, 6

#Nietzschedescomplicado (conversaciones con Jaime Aspiunza). 

En este caminar por el pensamiento de Nietzsche hoy nos adentramos por los vericuetos del tan manido como a menudo mal entendido nihilismo del filósofo germano.

Me preguntabas, querido Jesús, si es conveniente conocer la vida de Nietzsche para entender su pensamiento.

No y sí.

No, en el sentido de que conocer sus andanzas, amores y aficiones nos permita comprender mejor sus ideas, que es como habitualmente ligamos vida y pensamiento, dándole cuerda a una especie de psicoanálisis de feria como el que W. Allen solía parodiar y a la vez exhibir en sus primeras películas.

, porque, si recordamos que el pensamiento es producto de un cuerpo,lo que ese cuerpo haga, por lo que pase tiene que influir en su pensamiento. Nietzsche reitera innumerables veces que el pensamiento de un filósofo es fruto de su vida, y respuesta, réplica a su vida. En un fragmento de finales de 1887-principios de 1888 dice:

«Quien toma aquí la palabra hasta ahora no ha hecho otra cosa más que volver sobre sí: como un filósofo y eremita por instinto que ha encontrado su ventaja en el margen, en las afueras, en la paciencia, en la dilación, en el retraso; como un espíritu que se arriesga y ensaya, que ya se extravió una vez en cada laberinto del futuro; … como el primer nihilista perfecto de Europa el cual, sin embargo, en él ha vivido ya el nihilismo mismo hasta el final — el cual lo tiene tras él, bajo él, fuera de él…»

Nietzsche ha vivido ya el nihilismo en sus carnes y de alguna manera lo ha elaborado, superado. Por eso puede dar cuenta de él.

Lo que se nos viene encima en los dos próximos siglos –dice– es el «ascenso del nihilismo»: «hay signos por todas partes, solo faltan los ojos que lo perciban».

«El ser humano moderno cree a modo de ensayo ora en este valor, ora en ese, y luego deja que esos valores vayan cayéndose… El vacío y la pobreza de valores alcanzan a sentirse cada vez más; el movimiento es imparable.» Valga esta como primera aproximación a ese diagnóstico de época –y también de la cultura europea– a que va a llamar nihilismo.

Dicho en términos elementales, el nihilismo sería la negación de la vida por razón del sufrimiento y el dolor que esta conlleva. Si hay que sufrir tanto, diríamos, esta vida no merece la pena. Pero no nos suicidamos. Añoramos un mundo que no cambie, que no engañe, que no nos haga sufrir: un mundo verdadero, permanente
Y en contraste con ese mundo consideramos que este nuestro y la vida que en él es posible no deberían existir. En ese sentido se niega la vida, la vida tal cual es, soñando con sustituirla por otra vida ideal. 

Así comienza la historia del nihilismo: cuando se propone la distinción entre el mundo verdadero y el mundo en que vivimos. Sea el mundo de las ideas de Platón, sea la otra vida del cristianismo. 

En el momento en que Nietzsche vive no se cree ya en la verdad, ha desaparecido la convicción de que haya una constitución real de las cosas más allá del valor que el ser humano les confiere; y Dios ha muerto. El proceso del nihilismo está ya maduro. Por eso entiende él que es el «nihilista perfecto».
 
Pero veamos mejor la procedencia del nihilismo: «¿de dónde nos llega este, el más inquietante de todos los huéspedes?», anota el año anterior, entre otoño de 1885 y otoño de 1886. Y su respuesta es categórica: el nihilismo está en la interpretación moral cristiana de lo que son la degeneración fisiológica, las situaciones de miseria social o incluso la corrupción. No basta la penuria (anímica, corporal o intelectual) para rechazar radicalmente el valor, el sentido, la deseabilidad. Entre la penuria y el rechazo hay una interpretación, y es la de la moral cristiana.

El cristianismo (lo veíamos el otro día) se vuelve contra el Dios cristiano: «el sentido de veracidad siente náusea ante la falsedad y mendacidad de la interpretación cristiana del mundo y de la historia
». Si antes Dios era la Verdad, ahora «todo es falso»… Nos suena, ¿no?

Pero lo decisivo está en el escepticismo, no ya epistémico, sino moral: su punto final sería «nada tiene sentido». Las fronteras entre el bien y el mal, que parecían claramente trazadas, comienzan a emborronarse, a transgredirse, y a desvirtuarse. Lo único que queda sin superarse en la moral cristiana son las ideas de la existencia entendida en cuanto castigo, la existencia entendida en cuanto error, combinadas ambas en cuanto juicio supremo acerca de esta nuestra vida humana.

Y esa losa –el error, el castigo de la vida– no la levanta nadie, ni la ciencia ni la tecnología –en esas están– ni cualesquiera de las nuevas religiones que van apareciendo al son de las modas. El nihilista activo es el que acepta de manera positiva esta falta de sentido, el que tiene fuerza para darle sentido a su existencia; el pasivo, carente de fuerza suficiente, se acomoda en la decadencia de nuestra cultura.

Por eso –para erradicar ese nihilismo profundo– hace falta una crítica de la moral cristiana, para ver cómo, si acaso, se le puede dar una vuelta a todo esto. La crítica, ya lo avanzo, va a ser una genealogía de la moral. De eso hablaremos otro día.
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lunes, 8 de abril de 2024

EL FECUNDO RUMOR DE LAS MIRADAS, VALLADOLID Y LA CABEZA DE IFE


Una de las sorpresas más agradables de mi paso por Valladolid fue la que me encontré en la exposición permanente del bellísimo y renacentista Palacio de Santa Cruz. En la muy notable colección permanente de arte africano me salió al paso el rumor de una mirada que tengo en gran estima y sobre la que he dejado un poema en mi último poemario. Es una de las cabezas femeninas de la cultura Ife. Yo, claro, no había escrito el poema impulsado por la seductora belleza de esta cabeza, puesto que no la conocía, sino por otra de la misma cultura que se encuentra en el British Museum. Una es de bronce; la otra, de barro. Las características que las hacen distinguibles entre miles de esculturas de cabeza se mantienen en ambas. Que nuestras miradas se encontraran me resultó un momento verdaderamente emocionante y cargado de significado. Este es el poema:

CABEZA DE IFE




Yo soy mi propio camino.

Tuve que abrirme paso

desde mi propia belleza incomprendida.
Editorial



Mucho tiempo me costó

ser reconocida en lo que soy y valgo,

desprenderme de las adherencias

que la sorprendida Europa

dejó pegadas a mi piel.

Si os acercáis a mí

comenzaréis a conoceros un poco mejor

vosotros mismos.




Mi belleza

puede alterar vuestra manera de pensar.


Seguramente esta entrada, más que ninguna otra, se merezca estar bajo la etiqueta de Hallazgos de un paseante diletante, pues todo en ella hace honor al significado de los dos sustantivos y al del adjetivo. 

Aunque solamente hubiera sido por este hallazgo, el paso por Valladolid habría tenido sentido.

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domingo, 7 de abril de 2024

BRUCKNER, 2º mov. 8ª sinfonía (Sinfónica de Galicia)


Mi paso por Valladolid durante estos días me ha dejado en el regazo de la memoria una estupenda colección de regalos, entre ellos el de la 8ª sinfonía de Bruckner interpretada por la Orquesta Nacional de España en el auditorio del magnífico Centro Cultural Miguel Delibes.

De los cuatro movimientos de que consta la obra el que más me gusta a mí es el segundo, con ese tema inicial (taaaa, ta, ta tata - taaaa, ta, ta tata) que se va repitiendo y cohesionándolo a lo largo de todo él. Siempre que lo oigo termino canturreándolo.

Espero que también sea de vuestro agrado. 


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sábado, 6 de abril de 2024

VENID (El espesor de la herida)

Amazon

#elespesordelaherida

Con este poema, el último del libro, damos Ivan y yo por finalizado el trabajo de convertir en audio lo que solamente era texto y palabra. 

Aprovecho esta última entrada para darle las gracias públicamente por el tiempo, el esfuerzo y la imaginación que tan generosamente ha dedicado al proyecto y, cómo no, por el resultado conseguido. En definitiva, para darle las gracias por un trabajo absolutamente magnífico y desinteresado.



VENID


Venid desde las frías tierras del extremo norte.

Venid desde los cálidos desiertos que se extienden por todos los continentes.

Venid desde las altas montañas y desde los valles fértiles y amables.

Venid desde las limpias praderas tropicales

y también desde las inmensas praderas templadas abarrotadas de cereal nutricio.

Venid desde las ricas orillas de los ríos,

desde las innumerables islas de los mares,

desde la profunda selva.

Desde todas las ciudades de la Tierra

venid.


Venid y hagamos un pacto con nuestros mejores gestos e intenciones.

Un pacto como un abrazo sin fisuras.

Un pacto donde tengan sentido las palabras.


Venid

e intentemos un futuro sin hipótesis con todas las manos.

 

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martes, 2 de abril de 2024

EL FECUNDO RUMOR DE LAS MIRADAS

Edición Kindle

Ya está en edición digital (Kindle Scribe) El fecundo rumor de las miradas. En pocos días estará también disponible en papel.

Un centenar de poemas ofrecen mi particular recorrido por la historial mundial del arte, desde las primeras manifestaciones de arte rupestre hasta las últimas tendencias. Es un poemario en torno al arte, sus intuiciones y su significado. A veces estamos dentro, a veces estamos fuera; pero seguimos mirando, interpretando y aprendiendo.

En esta edición para Kindle, todas las obras sobre las que he escrito —ya sean pictóricas, escultóricas o arquitectónicas—, aunque sean muy conocidas, llevan la imagen o las imágenes enlazadas con el título. Cuando existe autor, su nombre también se encuentra enlazado, generalmente a Wikipedia, donde poder consultar información suplementaria. Exactamente, así: 


COLOSOS DE MEMNÓN



El divino Amenhotep, hijo de Hapu,

jefe de todos los trabajos del faraón,

quiso manifestar su grandeza

en la magnitud de todas sus obras.

No dudó en servirse de montañas de granito

para el heredero de Ra.

Pero los siglos

y el imaginativo griego

alteraron la memoria de la piedra;

el viento y la arena del desierto

transformaron la fuerza del guerrero

y le dieron el don del canto

a la hora más tersa y hermosa del día.

Más tarde, los poetas del imperio inmortalizaron

su brillante voz.

Otro hijo del poder, de severo nombre

y exigua paciencia,

lo dejó mudo para siempre.



Casi tan poderoso como el omnipotente tiempo

resulta el peso de la huella que dejamos.




Debo advertir que esta edición de El fecundo rumor de las miradas es una edición muy ampliada de la que dejé de libre disposición en Calaméo y que allí sigue. También podéis oír los audios que componían esa colección en la página de Poemarios.

PS: Mucho antes de lo que yo creía, ya está disponible en papel. He llegado a casa, he mirado el correo electrónico... y ahí estaba el aviso. Esta es la cubierta de la edición en papel:

Se pueden leer las primeras páginas


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NIETZSCHE DESCOMPLICADO, 5

#Nietzschedescomplicado (conversaciones con Jaime Aspiunza).

Seguimos avanzando en esta entrevista por entregas con la que queremos realizar una aproximación al pensamiento de Nietzsche. Dado lo popular del tema, no podíamos dejar de lado la cuestión y, sin abandonar el humor, la pregunta apareció inmediatamente.


¿Mató Nietzsche a Dios?

¡No! ¡Para nada! Nietzsche atestigua que Dios ha muerto. Y se pregunta «pero ¿quién lo ha matado?». En otoño de 1881 el tremendo acontecimiento es algo que «todavía no ha calado en los oídos y en los corazones de los hombres». Han sido los hombres, sí, quienes lo han matado, mas todavía no lo saben.

No es Nietzsche quien inventa la expresión de la muerte de Dios. Ya a principios del siglo XIX hablaba Hegel de que la religión se vivía –entre los creyentes– como si Dios estuviera muerto. Y un autor a quien suponemos que Nietzsche leyó, Philipp Mainländer, pocos años mayor que él, había hablado también de la muerte de Dios, bien es cierto que en términos en principio muy diferentes, pero que, conociendo a Nietzsche, perfectamente podrían haberle inspirado.

Mainländer había nacido tres años antes que Nietzsche, en octubre de 1841, y murió, ahorcándose, en abril de 1876, justo al recibir los primeros ejemplares de su gran obra, Filosofía de la redención. Esta obra propone una filosofía inmanente, y se divide en epistemología, física, estética, ética y política, completadas con una metafísica cuya primer asunto es Dios, la desaparición de Dios en nuestro mundo.

Mainländer –naturalmente– se abstiene de hablar de Dios. Señala simplemente que en un mundo plural y dinámico, no tiene lugar un Dios que sea una unidad simple y esté en reposo absoluto. De ello deduce que ese Dios ha debido de decidir –es la única manera que tenemos de entender su desaparición– «aniquilarse por completo, cesar de existir». O, mejor, hacerse pedazos en un mundo, de tal modo que este «dispersarse en la pluralidad», ser mundo, viene a ser la manera de dejar de ser… Dios.

Nietzsche también atribuye cierta colaboración reflexiva en la muerte de Dios: es la propia veracidad que el cristianismo ha promovido y cultivado la que lleva al buen cristiano a dejar de creer en Dios. Creer en Dios deja de ser honesto. Su encarnación principal sería el espíritu científico, por definición, descreído.

Mas lo que en Mainländer es como un cuento –metafísico– de hadas en Nietzsche es cosa seria. Por un lado, es verdad, la muerte de Dios implica la liberación del ser humano; por otro, comporta una amenaza, un peligro. Amenaza y peligro que se pueden atisbar sin más que darle la vuelta al elemento positivo: ¿qué hacer con esa libertad ganada con la desaparición de Dios?

Antes de nada conviene recordar que el que ha muerto es el Dios cristiano; pueden llegar otros dioses…

Además, Dios no solo es el vigilante del ser humano, es también y sobre todo el horizonte de sentido que ha estado dotándonos de suelo y perspectiva durante siglos a los europeos, a Occidente.

«¿Dónde está Dios? ¿Qué hemos hecho?, ¿es que nos hemos bebido el mar? ¿Qué esponja era ésa con la que hemos borrado el horizonte entero que había a nuestro alrededor? ¿Cómo hemos logrado que desaparezca esa línea fija y eterna a la que hasta ahora remitían todas las líneas y medidas, con la que hasta ahora operaban todos los arquitectos de la vida, sin la cual parecía no haber ni perspectiva ni orden ni arquitectura alguna? ¿Seguimos sosteniéndonos de pie? ¿No nos caemos de continuo? ¿Y en cierto modo hacia abajo, hacia atrás, hacia los lados, para todas partes? ¿No es el espacio infinito lo que nos hemos puesto encima como si fuera un manto de aire helado? ¿No hemos perdido la fuerza de gravedad, al no haber ya ni arriba ni abajo?, y si seguimos viviendo y bebiendo la luz, en apariencia como siempre hemos vivido, ¿no es en cierto modo gracias a la luminosidad y al brillo de estrellas que están ya apagadas?», anotaba Nietzsche en el ya citado octubre de 1881.

Como se ve, a Nietzsche le preocupan las consecuencias de la muerte de Dios, «esa larga profusión y sucesión de derribo, destrucción, hundimiento, derrumbe que nos espera» (GC 343), y en los que aún –diría yo– andamos inmersos y perdidos o ahogados.

La muerte de Dios es el fin de la moral cristiana, que ahora mismo sigue convulsionando, herida de muerte pero por largo tiempo coleando y dando vida a variantes aberrantes como la moral del victimismo o la más general política de identidades, hijas ambas del resentimiento cristiano. También han aparecido nuevos dioses, sea La Ciencia de que hablábamos ayer, sea La Tecnología, que, como es neutra –dicen– necesita de evangelistas y profetas.

Así pues, seguimos instalados, por más que parezcan ateas las nuevas diosas, en un ambiente de culpa, pecado y vergüenza, como el que pretende imponer la llamada «religión woke», que sería la quintaesencia de lo que nos ha dejado el Dios muerto en herencia, repartido en miles de fragmentos, al retirarse. 

Para Nietzsche en el origen de la moral cristiana está el resentimiento. El resentimiento es la venganza imaginaria de aquellos que no son capaces de actuar, y consiste en primer lugar en decir «no» a otro, a un mundo exterior, 
que sí actúa y sirve de espejo de mi debilidad, de mi impotencia. El cristianismo ha enseñado al débil a culparse a sí mismo, instilando en cada uno de nosotros el azogue de la culpa y la vergüenza, con lo que recondujo –así Nietzsche en De la genealogía de la moral– el resentimiento hacia dentro.

Sea como fuere, hoy día parece que, en forma de victimismo, ha vuelto a encontrar el camino de salida y está determinando el orden social. El impotente ha hallado en el victimismo el rédito a su inacción. Sufría por no saber qué hacer en este mundo y ha descubierto que el sufrimiento cotiza alto en la Bolsa moral de Occidente. Solo tiene que reinvindicar su supuesto carácter de víctima (en la mayoría de los casos, «heredado» de los antepasados) para poder culpar a los demás de su estado, una cuasinaturaleza. Eso supone vindicar la primacía de las emociones o los sentimientos, ya que gracias a ellos se anestesia el tedio vital. La víctima es resentimiento puro, y señala, acusándolo al otro: tal es el gran poder, hoy socialmente sancionado, del impotente. Ocupa una pequeña parcela del mundo que Dios dejó.

Y en esas estamos: tales son algunas de las consecuencias de la ausencia de Dios, que no deben ser para nosotros –termina Nietzsche– tristes ni sombrías: 
«nosotros, los filósofos y los “espíritus libres”, ante la noticia de que el “viejo dios ha muerto” nos sentimos como iluminados por una nueva aurora […] por fin el horizonte nos parece de nuevo libre […] el mar, nuestro mar está de nuevo abierto, quizá no haya habido nunca un “mar tan abierto”…» (GC 343).

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lunes, 1 de abril de 2024

EL CIELO NOCTURNO, ABRIL 2024

Día 10, 22:00 (hora peninsular). Júpiter a menos de 5º del primer día de luna creciente.

 Cuanto puede verse a simple vista.

  • PLANETAS: Mercurio podría verse muy pegado al horizonte durante el crepúsculo vespertino durante esta semana, mejor hoy que mañana. Venus no es visible este mes. Júpiter será visible al comienzo de la noche durante las primeras tres semanas de abril y cada día que pasa más cerca del horizonte O. Saturno es visible al amanecer sobre el horizonte E, cada día que pase se verá un poco más temprano y, por tanto, mejor. 
  • LUNA: Nueva, día 8; llena, 24.
  • ECLIPSE SOLAR TOTAL: Día 8. Visible desde Norteamérica (México, EEUU y Canadá). Desde Galicia y las islas más orientales de las Canarias podrá verse como un pequeño mordisquito.
  • Lluvia de meteoros: Las líridas alcanzarán su mayor apogeo el día 22, pero el brillo de la luna hará difícil la observación.
  • SATÉLITES ARTIFICIALES: Para saber dónde y cuándo mirar, consultad aquí.


Feliz observación y pedid a vuestros ayuntamientos que disminuya la contaminación lumínica.

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