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sábado, 15 de febrero de 2014

PAUL VALÉRY, 2

Amigos pertrechados con todo tipo de materiales para afrontar la poesía de J. Martí en la tertulia de ayer
De entre la multitud de ediciones y traducciones de la poesía valeryana destaca la de El cementerio marino. La que realizó Jorge Guillén, además de ser la primera, está considerada en algunos ambientes como la mejor traducción. 

Yo aconsejo esta edición especialmente por los dos trabajos que la acompañan: las veinte páginas de presentación que hizo el propio autor y el estudio, ya clásico y referente, de Gustave Cohen. Ya sé que hay quien prefiere leer "sin muletas". Es una opción y el estudio sobre el poema está ahí para quien lo quiera utilizar, no es obligatorio leerlo. La edición de Cátedra que presenté en la anterior entrada sobre Valéry también se acompaña de una excelente guía de lectura sobre el cementerio.

Y ya metidos en traducciones, os aconsejo que os leáis el artículo de Caterine Figueredo y Alessandra Ramos sobre el tema en cuestión. Lo tenéis disponible aquí. Yo, para por si acaso, he recogido dos traducciones diferentes en la colección que he preparado para la tertulia de marzo. 

El vídeo que os dejo a continuación está en francés; sin embargo, me ha parecido que tenía calidad suficiente como para ofrecerlo aquí, además del valor añadido de ser el lugar que inspiró el poema.


domingo, 26 de enero de 2014

CUANDO LA LITERATURA SE CONVIERTE EN CORRAL

Cuando era joven y empezaba a interesarme por la literatura, no podía creer que dos grandes poetas como Góngora y Quevedo se enzarzaran en una pelea de gallos absurda y dolorosa, por más que lo dijera el profesor de Literatura, a quien admiraba profundamente y a quien creía todo lo que nos contaba, menos eso. Mis quince ingenuos años no aceptaban vileza tal en grandes figuras.

Luego fui comprobando por mí mismo que no importaba el lugar que se ocupara en el mundillo literario para enfangarse en una refriega barriobajera con el vecino de turno. 

Por desgracia, estar dotado de una sensibilidad fuera de lo común para percibir y expresar el mundo no tiene nada que ver con disponer de la más común de las sensibilidades para respetar al otro. ¡Qué lástima!

Escribía Paul Valéry:

           Qué vergüenza escribir sin saber lo que son el lenguaje, el verbo, las metáforas, los cambios de ideas, de tono; ni saber concebir la "estructura" de la duración de la obra, las condiciones de su fin; ¡apenas el porqué y en absoluto el cómo! Enrojecer de ser la Pitia. 

Reescribían André Bretón y Paul Éluard:

               Qué orgullo escribir sin saber lo que son el lenguaje, el verbo, las comparaciones, los cambios de ideas, de tono; ni sin concebir la estructura de la duración de la obra, ni las condiciones de su fin; ¡en absoluto el porqué y en absoluto el cómo! Ponerse verde, azulear, blanquear de ser el loro...

jueves, 23 de enero de 2014

PAUL VALÉRY, 1

Paul Valéry no es un autor que nos lo ponga fácil. Nada más alejado de su intención. Ahí está para recordárnoslo su famosa afirmación: El hombre crea mediante la abstracción. Otra cita: Decimos que un autor es original cuando ignoramos las transformaciones ocultas que los otros han producido en él; queremos, pues, decir que lo que ese autor hace es demasiado complejo e irregular en relación con lo que ya fue hecho. Hay obras que son semejantes a otras obras; hay obras que son sus opuestas; y hay otras más que tienen con las anteriores una relación tan compleja que nos perdemos en sus orígenes y preferimos hacerlas provenir directamente de los dioses (4 maestros franceses, Librería Sudamericana, p 109).

Esas son las dos grandes señas de identidad del maestro francés: abstracción y originalidad, ambas en el sentido profundo de la palabra, es decir, etimológico. Esto, claro, tiene su contraprestación en la lectura: Valéry no se deja querer de buenas a primeras. Su frialdad aleja más que aproxima. Como ha dicho Carlos R. Dampierre, aunque el genio poético de Valéry sea indiscutible, las cualidades y calidades del mismo han sido diferentemente apreciadas por las distintas generaciones poéticas que le han sucedido (prólogo a Poesías, Visor, p 11). Quizás impulsado por ese don de la abstracción es por lo que el que fuera poeta se sumergió en el mundo de las matemáticas, raro caso en la historia, donde la dirección de los trasvases ha sido inmensamente mayoritaria en el sentido contrario.

En cualquier caso, para una primera aproximación a su poesía y su forma de entenderla bien puede valernos el libro de Cátedra, a cargo de Monique Allain-Castrillo y Renaud Richard, pues está disponible en el mercado, tiene una muy buena introducción, todo tipo de notas, un magnífico apéndice sobre El cementerio marino, una excelente bibliografía y, lo más importante, contiene los que quizá sean los dos mejores poemas del poeta francés. 

Y para terminar, no estaría nada mal leer el extracto que Wikipedia ha realizado de la Teoría poética y estética, porque ofrece muchos elementos que ayudan a entender mejor la obra de Valéry. Los más atrevidos y entregados lectores pueden prescindir del extracto y pasar directamente al libro original