Valparaíso Ediciones |
LLUVIA GEMINADA
Memoria es lluvia
geminada gota a gota
en dolor y consuelo
confrontándose con la niebla.
Memoria es lluvia
que recorre las estaciones
en sentido inverso,
contra la niebla del olvido,
de otoño a estío, a primavera
y a un invierno sin tiempo.
Lento asedio de niebla,
la vejez.
Y más adelante:
LLUVIA DEL ADIÓS
No sé si llueve
o son lágrimas
que descienden por las sombras
de mis cejas.
¿Es acaso la amistad
una resistencia inevitable del adiós,
el túnel,
la luz cegadora,
los seres queridos esperándote?
¿Es un error la existencia, Nietzsche?
La espera se hace eterna
en la duda.
Para terminar en un largo epílogo donde se hace más explícita la reflexión y se manifiesta el punzante dolor de la existencia y sus contradicciones:
EPÍLOGO DEL DESIERTO
El yo anacoreta
contempla desde la nada
a un niño jugando
con el vacío en las entrañas;
ser y nada, ser y tiempo,
Heidegger conversa con un petirrojo.
Contemplación en los límites de la nada. Inquietantes
punzadas de ser, indecisión de Shakespeare, vacua
contundencia de Parménides, inútil prohibición en
Wittgenstein. El no ser es, pero permanece al acecho.
Las disonancias del mundo semejan disputas de amantes
(Hölderlin), todo lo que se separa vuelve a juntarse,
como en una fuga con variaciones de Bach o como en un
poema dadaísta. Una mano sostiene el ansia de saber, la
otra una bomba atómica; una mano sostiene una cerilla
encendida, la otra la infinita oscuridad del universo.
¿Cómo ser un yo si cada momento borra lo que soy?
¿Dónde la fuente si todo discurrir lo anula? El fuego de la
palabra es el pico acerado del águila que roe las entrañas
de Prometeo.
La rosa es, sin más, afirma Heidegger, parafraseando un
poema de Silenius. Ah, si lo fuera, tal vez el paraíso sería
posible, sin más; pero la rosa es con todo lo demás, anhelo
divino incluido.
También la poesía es, sin más, constructo autogenerado
de palabras, a semejanza de Dios, aliento que sustenta el
verbo, estornudo tal vez.
El poeta se desgañita por materializar el ser; Anna
Ajmátova pregunta por su marido a la puerta de las cárceles
estalinistas, Anna Ajmátova cincela un largo poema el día
de Año nuevo dando realidad a los que tendrían que
reunirse en el hogar familiar a celebrar una fiesta que ha
sido profanada. Anna Ajmátova materializa el ser en la nada.
Declaró Hölderlin que la poesía es la razón última de la
existencia humana. Y partió hacia el manicomio.
Los poetas son libres como las golondrinas, por fatal
necesidad.
mi mente no alcanza a ver más allá de mis pies
no dispongo de yeguas ni de potros ni mulas
ni recorro senderos de gloria, honor y suprema sabiduría
ni me acompañan doncellas ni mancebos
que muestren el camino;
mi carro no chirría ni silba como la flauta de pan
mi refugio son los palacios de la noche
los días se suceden sin portones
ni llaves ni cierres ni mágicas claves
no hay diosas que me esperen dulceabiertas
ni soy joven ni cochero ni inmortal
me arrastra el destino por cuadros desencajados
mundo blanco sobre fondo blanco
no aprendí derecho ni justicia ni banquería
susurro una melodía
resumen de ansiadas respuestas
Alfa y Omega
pero Pi 3 14 15 92 65 35
resuena en la conciencia como un pitido interminable,
proporciona fija irreductible de la condición humana
todo pájaro pía pía lo que pía lo que pía
resoplando en los flecos del silencio
pi pi pi pi, hasta el fin.
La historia se concatena como una ristra d elonganizas
que alguien muerde en el origen, recortando los inicios,
quizá Dios mismo, ajeno a la naturaleza, absoluto espíritu
que picotea el tiempo para que retorne a lo absoluto, al origen,
a través de un acueducto sin nacedero que lo sustente;
dicen que no hay realidad oculta bajo los fenómenos,
la vida es un devenir inagotable sin base inicial,
acueducto de longanizas, ser y basta,
sin que importe si el ser es, ser y basta,
acueducto de cenizas.
¿Por qué ser, si el acueducto riega la nada?
¿Cómo ser, si cada instante borra lo que soy?
¿Qué origen, cuando todo retorno agota la fuente?
Si es de día, no puede ser de noche;
si es de noche, no puede ser de día
a menos que se esté soñando;
soy Hitler y Teresa de Calcuta y la rama del sauce.
Todo camino repite una trayectoria que le precede,
el topógrafo del pensamiento
excava trincheras para el ser,
la locura sustenta el origen
en un precipicio sin fondo
del que emana el aliento de un Dios hipotético
como fuente que brota de las tinieblas.
Anhelo de luz ausente de realidad.
Entre el infinito y la nada
vuela una hoja seca;
lleva escrito en el haz "ser"
y en el envés "no ser".
Invitación a la mística
o a la locura,
San Juan de la Cruz
o Hölderlin
o una escueta nana.