miércoles, 29 de noviembre de 2017

QUÉDATE ESTE DÍA Y ESTA NOCHE CONMIGO

Belén Gopegui se plantea con Quédate este día y esta noche conmigo una historia difícil de afrontar y de resolver. Veamos: tres personajes —Olga, Mateo y Google—, dos informes —una petición de ingreso en Google y el informe sobre la misma— y unas larguísimas conversaciones entre los dos personajes humanos que se van entrecruzando con el texto de la solicitud. Encontrar el tono adecuado y una buena solución técnica para que la historia fluya y sea convincente no es tarea fácil. Gopegui, en mi opinión, sale airosa del trabajo, si bien es cierto que tal vez hubiera sido más apropiado darle el formato del ensayo. No sé, me parece que hubiera resultado más convincente y verosímil. A mí, al menos, el aparataje me resulta un poco forzado, como una excusa para exponer ideas que a través del ensayo se hubieran manifestado de manera natural y más creíbles.

El argumento en sí resulta muy atractivo: una matemática, Olga, con una enfermedad terminal a la que ha decidido no permitir que sea ella la que ponga punto final a su vida y un estudiante universitario, Mateo, interesado en la inteligencia artificial y la robótica, deciden redactar una solicitud de trabajo en Google absolutamente atípica y singular, como la vida misma. Quien recibe y lee la solicitud realiza igualmente un informe atípico. Todo ello sirve de excusa a la autora para hablar de la falta de libertad, de la injusticia reinante, del paso del tiempo y sus secuelas, de la finalidad y el uso de la tecnología, de la comercialización de los datos, de la desigualdad de oportunidades...

Lo que me parece un tanto incoherente es atribuir a Google todas las características y efectos del mal y al mismo tiempo mandar una solicitud de ingreso. Y lo que resulta desde cualquier punto de vista exagerado, incluso como metáfora, es atribuir a la compañía los poderes de la política, las finanzas, la creencias e incluso la responsabilidad de que alguien padezca alzhéimer. En fin, que Google archive y utilice el rastro que dejo cada vez que me pongo a navegar es algo que no ignoro; que utilice la información que generamos los millones de usuarios para convertirlo en producto mercantil, tampoco. Pero de ahí a pensar que sea responsable de lo que escribo en este momento o de mi decisión de acudir esta mañana a una biblioteca media mucho trecho. 

El problema del mal en el mundo no nació con Google ni con ninguna otra tecnología nueva o vieja. Nació con nosotros y desaparecerá también con nosotros. Pueden agravarlo si las utilizamos indebidamente, y pueden aliviarlo si somos capaces de manejarlas más inteligentemente. Otra cosa es si la inteligencia artificial llega al punto de singularidad, toma conciencia de sí misma y decide apartar a la especie humana de las decisiones importantes. ¿Mejor?, ¿peor? Singular. Sin duda, diferente. 

Lo mejor del libro, en mi opinión, las reflexiones de carácter moral que lo impregnan, y el llamamiento a vivir más despacio y más conscientemente, más inequívocamente cerca.

martes, 28 de noviembre de 2017

LA URGENTE REALIDAD

Me disponía hoy a comentar la última novela de Belén Gopegui, pero abro el correo y me encuentro con una nueva llamada de socorro de Médicos Sin Fronteras. Miro la agenda del Museo San Telmo porque quería saber cuándo abrían la nueva exposición y veo que para mañana está anunciada la charla Dignity I, el Mediterráneo como frontera. Amnistía Internacional de Donosti, por su parte, me convoca este sábado, día 2, a una jornada con charla y recogida de firmas a favor de quienes trabajan por los DDHH. Otras ciudades tienen programadas actividades similares, buscad la vuestra y podréis comprobarlo. 

Abandono la idea del comentario y me pongo a das noticia sobre lo más urgente, lo más necesario, lo que sí tiene nombre —discúlpame, Gabriel, por posponer la poesía—. El nombre es injusticia, indignidad, horror, violencia, abyección, ruindad... Poned el que queráis. 
  • Este es el vídeo de MSF:

lunes, 27 de noviembre de 2017

EL PLACER DE APRENDER, EL GOZO DE ENSEÑAR

Hoy, 27 de noviembre, recibo por correo electrónico un regalo de Mertxe Bikandi, la directora del CEPA Zuloaga, centro en el trabajé hasta hace poco tiempo. Se trata de una entrevista en A vivir que son dos días, Euskadi, donde hablan ella misma, un alumno, Galas Diop, y una alumna, María Luisa Borné. 

María Luisa, Mertxe y Galas. Fuente: SER Euskadi.

El regalo consiste en que, aunque yo ya no estoy ahí, la alumna se acuerda de mí con cariño —muchas gracias, Marisa—, y, además, se atreve a leer un poema mío que regalé a la clase cuando estaba con ellas.  



Os dejo el poema con la correspondiente imagen, origen del mismo. Marisa lo lee en el minuto 22.


SERENIDAD


Para Irene, hacedora de sueños


Ochogiro es feliz y deja pasar el tiempo.

Tengo el sol de invierno en una mano,
el tiempo de los besos en la otra,
habito un espacio sin nostalgias,
con la ternura me duermo
y con ella amanezco.

Dejadme vivir en este aire enamorado.

VERSOS POR LAS PAREDES


Primavera. Gregorio Antolín.
C/ Lope de Vega, confluencia con
C/ Los Soldados
Andaba yo ayer por la mañana aún emocionado por el hallazgo de San Pedro Cultural, mientras el cielo azul y transparente de la capital palentina daba una concreción mayor a los objetos, cuando me tropecé con este panel en una de sus calles —el de la primavera, no el del alquiler—. 

Ocre la tarde entre los peatones

Un poema visual de Gregorio Antolín. ¿Una acción poética del autor? ¿Un compromiso de la comunidad de vecinos con la poesía? ¿Un deseo de la ciudadanía por vivir permanentemente bajo el sol de primavera? 

Un poco más adelante en el itinerario que yo mismo me había fijado me encuentro con otro panel; en esta ocasión de Julián Alonso y dedicado a Francisco Pino. La explicación se encontraba al lado, como en el cartel anterior; pero en este caso, a una altura asequible a la vista humana. El misterio quedaba desvelado. El título me llevó a una pequeña búsqueda en internet, que rápidamente me aclaró el asunto.

Poema infinito. Julián Alonso. C/ Obispo Nicolás Castellanos,
fachada Museo Díaz Caneja.
Versos por las paredes es una iniciativa de la Asociación de Amigos de la Caneja que, aprovechando el buen momento creativo de los poetas palentinos, quiere llenar la ciudad de poesía visual. Así, pues, se ponen en marcha y en junio de este año colocan los primeros carteles; después, alguno más. Me entero de dónde se encuentran localizados, tiro de mapa de la ciudad y me dispongo a encontrarlos todos.

Lluvia. Felipe Boso. C/ Lope de Vega,
fachada Museo Díaz Caneja.
Azul, pájaros. María Sánchez.
C/ O. Nicolás Castellanos
No tardo mucho en dar con los que me faltan. Todos ellos se encuentran en lo que es la parte histórica de la ciudad, prácticamente peatonalizada en toda su extensión y de muy fácil acceso. 

María Sánchez nos propone un azul tan intenso como el día que envuelve la ciudad, tan sutil como el vuelo de los pájaros que se cuelan en su poema.

El último corresponde a Fernando Zamora y se encuentra en el corazón de la ciudad, detrás del Ayuntamiento, en plena calle Ignacio Martínez de Azcoitia.


***


domingo, 26 de noviembre de 2017

SAN PEDRO CULTURAL

Fuente de la C/San Pedro. De noche la esfera se ilumina y aparecen en
ella las constelaciones. Al fondo, el edificio de S. Pedro Cultural. 

Acabo de llegar a casa de mi visita a Palencia. El sábado por la mañana estuve en el hermoso y coqueto pueblo de Becerril de Campos. Allí se encuentra, entre otras muchas gratas sorpresas, un singular edificio dedicado a la astronomía; una antigua y semiderruida iglesia, hoy recuperada magistralmente para servir a la cultura, a la ciencia y al desarrollo del pueblo. Todavía estoy bajo los más agradables efectos del trabajo bien hecho. 

No os voy a contar lo que podéis encontrar mucho mejor explicado en la página de San Pedro Cultural —merece la pena recorrerla detenidamente—. Pero sí quiero mencionar algunas cosas. Si sois gente atenta a la astronomía, podéis realizar la visita por vuestra cuenta, pero no perdéis nada si os dejáis atender por la guía, que es encantadora, y tendréis la oportunidad de preguntarle cosas que no forman parte de la charla ni de los folletos.

Sorprendido por tanto y tan buen hacer, me entero de que la chispa que enciende la mecha es una visita del alcalde de Becerril a Roma, donde se encuentra con una meridiana —¿la de la Plaza de S. Pedro?, ¿la del Vaticano?, ¿la de Sta. María de los Ángeles?—. Espoleado por la curiosidad y uniendo el tema con la posible recuperación de la iglesia de San Pedro, se ponen en marcha las consultas y las personas adecuadas. Resultado: una magnífica recuperación arquitectónica y un estupendo lugar para la astronomía. ¡Y un 10% más barato del presupuesto inicial!

Trampantojo sobre el muro sur. Este muro se había caído totalmente. 

Tal vez os estéis preguntando qué es una meridiana. Simple: una línea meridiana es una línea norte-sur representada en el suelo de un lugar. El meridiano más famoso es el de Greenwich, línea imaginaria a partir de la cual  marcamos el este y el oeste.
Fuente: circulosolar.wordpress
El Sol sale por el este y se pone por el oeste. Según el momento del año y la hora del día, va a estar más alto o más bajo, más a la izquierda o más a la derecha de un punto determinado.

Eso hace que la sombra de un objeto sea más o menos larga. Pero si en un espacio cerrado —pongamos una iglesia— abrimos un pequeño agujerito, por él entrará un delgado rayo de sol que se irá moviendo al tiempo que se desplaza el Sol por el cielo, o para ser más exactos, a medida que gira la Tierra sobre su propio eje. De esta manera, el rayo de sol proyectado en el interior, alcanzará la línea que hemos marcado en el suelo durante el mediodía solar, es decir, durante el momento más elevado del Sol en el cielo. Pero en invierno, como el Sol está muy bajo, el reflejo aparecerá más alto, o más pegado al muro norte del edificio. En verano, en cambio, lo veremos mucho más abajo, o más pegado al muro sur. 






Y, además, el extraordinario péndulo de Foucault, que prueba de forma sencilla y elegante el giro de la Tierra sobre sí misma, el trozo de meteorito que les regalaron procedente del que cayó el 4 de enero de 2004 en la zona de la Peña, los relojes de sol, los eventos que realizan de forma continua, la bóveda pintada con las constelaciones...
Una pista: la Osa Mayor está abajo y a la derecha.
Solamente me quedé con una pena: que no apareciera colocado el símbolo de la constelación zodiacal Ofiuco donde corresponde. ¿Cesión a la ignorancia mayoritaria? Me consta que además lo tienen preparado, pero en el último momento no se decidieron a colocarlo. Me alegraría verlo colocado en una próxima visita. Al fin y al cabo, el desconocimiento solamente se vencen a base de explicaciones y buenos comentarios. Y eso es algo que saben hacer muy bien.

viernes, 24 de noviembre de 2017

99 LIBROS PARA SER MÁS CULTO

Que me gustan los libros que hablan de libros es algo que ya he dicho más de una vez. Que no me gustan nada los títulos que se han puesto de moda desde aquel famoso La cultura. Todo lo que hay que saber, también. Esa mezcla de mercantilismo, aire amenazante y autoayuda para salir de la ignorancia me irrita. Pero me resulta difícil resistir el impulso de leer un libro dedicado a hablar de libros, y disfruto con ellos, aunque el título que estén comentando lo haya leído varias veces. Es el placer de sentirse rodeado por los clásicos y el calor que desprenden.

Juan Ignacio Alonso y Francisco Javier Zabaleta nos hacen una propuesta mesurada —99 libros pueden leerse fácilmente en unos pocos años— y adaptada al ámbito europeo y castellanoparlante, muy didáctica y nada académica, lo que hace que pueda convertirse fácilmente en una guía de lecturas atractiva para cualquier persona sin formación, o un divertimento placentero para quien la tenga. 

Tal vez echemos de menos en el listado un buen puñado de obras maestras de la literatura universal, pero todas las que aparecen recogidas en esta pequeña biblioteca de bolsillo son obras canónicas indiscutibles. La secuencia se inicia con el Mahabharata y se cierra con Cien años de soledad

Me ha gustado mucho el modo en que presentan cada una. Me parece un modelo muy atractivo para despertar la curiosidad y las ganas de leer: entre cinco o seis páginas, distribuidas siempre entre estos apartados: 
  • El autor y su obra, 
  • Argumento y personajes, 
  • Claves de lectura, 
  • Curiosidades y anécdotas, y 
  • Si te ha gustado...
Este último lo utilizan para sugerir otras propuestas de lectura que guardan relación con la comentada. Así, por ejemplo, el comentario sobre Crimen y castigo nos sugiere la lectura de El lobo estepario; el de la poesía de Whitman a la de Dickinson; el del Satiricón, a El asno de oro... Este juego de referencias y parentescos hace que las propuestas de lectura, como mínimo, se dupliquen. 

Muy ameno y adecuado me ha aparecido el apartado que dedican al anecdotario. A veces, aquello que no es propiamente el libro, pero lo circunda y engalana, puede convertirse en un motivo excelente para acercarnos a la lectura. Alonso y Zabaleta, como buenos editores que han sido, lo saben y sacan buen provecho de él. No os perdáis la respuesta de Galdós a Clarín (p 388), todo un máster de elegancia y suave ironía en tan solo dos líneas.

***

Una obra para despertar las ganas de leer lo no leído o simplemente para renovar el placer de lo ya conocido. O para poner de relieve aquello que cuando nos acercamos por nuestra cuenta a la obra no supimos ver.

jueves, 23 de noviembre de 2017

UTOPÍA, EUTOPÍA Y DISTOPÍA

Belén Gopegui y Zigor Etxebeste ayer en Tabakalera

La distopía es, posiblemente, uno de los escenarios por los que más transitan la novela y el cine de ciencia ficción. Ejemplo de su actualidad es el apartado que en las jornadas de Literaktum han dedicado a reflexionar sobre el asunto. Ayer por la tarde les tocó el turno a Gopegui y Etxebeste, si bien es cierto que, como dijo la autora, su última novela, Quédate este día y esta noche conmigo, no es propiamente una novela distópica, aunque si plantea unos cuantos problemas en torno a Google y la Red.

Mientras escuchaba su exposición y lamentaba no haber leído la novela —por cierto, su influencia ha sido notoria en la ciudad, pues ninguna biblioteca disponía de ejemplares, todos estaban prestados— no podía dejar de pensar en lo muy entrelazados que están los términos utopía y distopía. Tanto, que suele ser necesario recurrir al neologismo eutopía para evitar confusiones. Y es que lo que algunos autores concibieron como un lugar o una sociedad deseable y buena, no estaba tan claro que fuera a ser así para todos nosotros.

El ejemplo más evidente de esta discrepancia fue la utopía imaginada, y afortunadamente malograda, por Hitler y sus secuaces del Tercer Reich. Es obvio que aquella sociedad imaginaria de rubios y saludables teutones no hubiera sido otra cosa que una auténtica pesadilla para el resto de las personas, en caso de haberse hecho realidad. Pero sin recurrir a ejemplos extremos en los que rápidamente podemos convenir, hay otros que resultan más escurridizos y en los que la discusión puede entretenerse largo tiempo. 

Pensemos, por ejemplo, en la muy célebre y prestigiosa República de Platón. ¿Estaríamos dispuestos a admitir que solamente se permitiera engendrar a los mejores, que el Estado regulara las relaciones entre ambos sexos con el fin de que se perpetuara la división entre mejores y peores? Tal vez una concepción tan racionalista de la organización de la ciudad no sea un mundo deseable. ¿Es utópico? ¿Es distópico? ¿Y qué decir de ese mito del que no acabamos de desprendernos, el mito de la Edad de Oro, transformado luego por las religiones como promesa de futuro?

Lo cierto es que las propuestas utópicas de la literatura universal no han recibido ni el esfuerzo ni la dedicación necesarios para intentar ponerlas en práctica. Somos conscientes de que son, efectivamente, no-lugares, si bien nos ofrecen lo mejor de ellas: mantenernos alerta acerca de lo que estamos haciendo mal y salvaguardar el impulso hacia lo que nos es dado mejorar; en definitiva, alimentar la ilusión necesaria para seguir en el camino.

miércoles, 22 de noviembre de 2017

OBSERVAR EL CIELO, APRENDER SOBRE NOSOTROS MISMOS

Poco a poco van creciendo las asociaciones de aficionados a la astronomía, la intervención de investigadores y astrofísicos en foros de aficionados, la demanda por una ley del cielo que permita la visión de constelaciones y estrellas, e incluso los lugares en los que se ofrece la observación nocturna del cielo como una atracción turística más. En fin, que poco a poco se va extendiendo el conocimiento sobre eso que llamamos el universo y empezamos a ser capaces de diferenciar la astronomía de la astrología.

Esto es así por muchas razones entre las que están, sin duda, el esfuerzo de los científicos por divulgar y el empeño de las asociaciones de aficionados por extender su pasión. Pero creo que hay una fundamental, que se encuentra en el corazón de todas ellas y que es la misma que señaló Aristóteles en el comienzo de su MetafísicaTodos los hombres tienen naturalmente el deseo de saber. El placer que nos causan las percepciones de nuestros sentidos es una prueba de esta verdad.

Y es que el conocimiento acerca de lo que vemos en una noche oscura y limpia nos atañe directamente, es un (querer) saber sobre nosotros mismos y lo que somos, atañe a las preguntas fundamentales que desde siempre nos hemos hecho: ¿de dónde venimos?, ¿quiénes somos?, ¿por qué existe todo eso?, ¿a dónde vamos?... Esa primera perplejidad ante lo inmenso enciende nuestra curiosidad. Del intento de dar respuesta a esas preguntas surgieron la religión, la filosofía y la ciencia.

Más aún, la revolución científica de la que da buena cuenta el libro que comentaba ayer, nace de la observación del cielo, del deseo de saber qué lugar ocupamos en el universo, dónde estamos. Las investigaciones de Copérnico, Kepler, Brahe y Galileo, que son las que dan forma al método científico, son estudios sobre lo que vemos en el cielo nocturno. Observaciones y trabajos que hoy, por cierto, puede realizar cualquier aficionado con mayor precisión, porque dispone de unos telescopios mucho mejores.

Es así, uno empieza preguntándose por las perseidas, distinguiendo un planeta de una estrella, descubriendo la distancia que media entre Júpiter y nosotros,  y acaba sumergiéndose en preguntas por el caos y el azar, el tiempo y la aparición de la vida, la materia oscura y la empatía, lo que somos y lo que deberíamos ser. Termina intentando encontrar respuestas en la física, en la biología, en la neurociencia o en la filosofía, porque la emoción inicial de contemplar un cielo profundo suele despertar el deseo de saber, la pretensión natural de que cada cosa que vemos tenga sentido.




martes, 21 de noviembre de 2017

LA INVENCIÓN DE LA CIENCIA, David Wootton

Enlace con la editorial
Alguien que observara con detenimiento durante unos meses sobre qué tipo de libros doy noticia, seguramente podría pensar que soy un lector con aficiones un tanto peculiares. Por un lado, libros de muy pocas páginas, como suelen ser los poemarios; por otro, tochos que superan fácilmente las 500 y que, en general, nada tienen que ver desde el punto de vista temático con los anteriores. O quizás sí. Dejémoslo ahí.

El que hoy traigo a este blog es uno de esos extensos y documentadísimos volúmenes, lleno de descubrimientos, datos, noticias, anécdotas, y una tesis muy bien defendida: la de que, a pesar de las voces últimas[1], la Revolución Científica sí existió, y como primer descubrimiento verdaderamente relevante de la misma se puede señalar la observación de la supernova de 1572 por Tycho Brahe. A partir de aquel momento empezamos a dejar de considerar el cielo como algo invariable. 

El descubrimiento de Brahe junto con la publicación de la Óptica de Newton en 1704 marcan la entrada en la modernidad. En su opinión, los acontecimientos posteriores, como la revolución industrial, no fueron otra cosa que las prolongadas consecuencias de la mayor revolución de todas. Wootton es igualmente claro acerca de si la revolución científica fue un motivo de celebración o, por el contrario, de lamento (como algunos románticos sintieron). Él no lo duda, fue algo muy bueno.

Esta transformación —revolución— de la manera de entender el conocimiento, de la forma de construir el saber, no surge un día y al día siguiente se ha extendido por toda la sociedad. Lleva tiempo, pongamos como mínimo un par de siglos, y, como nos lo recuerdan todos los libros de historia, tiene sus víctimas, sus héroes, sus propagandistas y sus currantes pacientes y entregados. Y tiene también sus consecuencias.

Todavía vivimos con las consecuencias, y parece probable que los seres humanos sigan viviendo con ellas. Pero no solo vivimos con los beneficios tecnológicos de la ciencia: la moderna manera científica de pensar se ha convertido en una parte tan fundamental de nuestra cultura que hoy se hace difícil pensar retrospectivamente en un mundo en el que la gente no hable de hechos, hipótesis y teorías, en la que el conocimiento no se base en la evidencia, en el que la naturaleza no tenga leyes. La Revolución Científica se ha hecho casi invisible debido simplemente a que ha tenido un éxito extraordinario (p 603).

El libro se puede leer de una sentada, quiero decir de manera continua y sin abandonarlo hasta que hayamos terminado, entendámonos; o se puede leer a pequeños sorbos y utilizarlo como libro de consulta, porque es una auténtica enciclopedia. Se lea como se lea, estoy seguro de que nadie quedará insatisfecho.

lunes, 20 de noviembre de 2017

NINGUNA BANDERA ESTÁ LIBRE DE SANGRE


Miro en la información interna de la fotografía y descubro que la hice el 2 de agosto de 2016 —¡Cuántas cosas tenemos que dejar en manos de la información digital para poder recordarlas!—. Aquella mañana estaba en la Tate y este trapo sucio llamó mi atención. Busqué el cartelito con la información sobre la obra: Flag I, 2009, se compone de una pieza de tela que cuelga de un asta de bandera. Habiéndose usado para limpiar los sitios de muertes violentas en México, la tela está manchada con sangre, tierra y otras sustancias. Se puede mostrar al aire libre como una bandera nacional o institucional ordinaria (la negrita es mía).

Teresa Margolles es una artista mexicana cuya obra tiene como centro temático la reflexión sobre la muerte. Pero no la muerte natural ni el paso del tiempo que a todos nos conduce a ella, sino las causas sociales que la originan. De hecho, Margolles ha trabajado directamente en las calles de México y en escenarios donde se han producido conflictos. El propio texto explicativo de Bandera I nos lo recuerda claramente.

Estremece pensar la cantidad de violencia que podemos generar los seres humanos. Da miedo comprobar que la causa aparentemente más noble —poned aquí la que se os ocurra— puede estar manchada con sangre de cientos o incluso miles de inocentes personas. Siento pavor ante todas esas manifestaciones colectivas de alegría o de tristeza, puro sentimiento desencadenado, que va generando una ola de pasiones y que suelen terminar con daños colaterales.

Margolles recoge ese desasosiego con su bandera manchada de sangre y nos lo ofrece de forma directa y sin tapujos. No hay bandera que esté libre de sangre. Las ideologías, las patrias, las religiones, tienen un diabólico componente afectivo que, cuando se desata, provoca una marea violenta y letal. 

***

Margolles exhibió una versión de esta obra en la Bienal de Venecia, en 2009, como parte de su exposición en el pabellón mexicano, ¿De qué otra cosa podemos hablar? 

Bandera I fue incluida en la exposición No Lone Zone de la Tate Modern en 2012. 

Metrópolis le dedicó un programa muy interesante en 2014.

domingo, 19 de noviembre de 2017

SEXO, GÉNERO Y CIENCIA

Investigación y Ciencia, la edición española de Scientific American, dedica el número de noviembre al análisis de las diferencias entre mujeres y hombres. Este es el índice de artículos con sus correspondientes enlaces:


Aviso a navegantes internautas: no todos los artículos pueden leerse de forma completa on-line, solamente aquellos que aparecen con la etiqueta de "gratuitos". La suscripción a la revista son 6,95€. En cualquier caso, tenéis material más que suficiente para entreteneros la tarde del domingo mientras pensáis si  os suscribís o no.

***

Y ya puestos a dar noticia de nuevas publicaciones, ayer tuve conocimiento del canal Mundo Digital TV, que en colaboración con el Servicio de Publicaciones y Divulgación científica de la Universidad de Málaga, realiza el programa Hablando se entiende la Ciencia. El pasado 1 de noviembre subieron a YouTube el programa dedicado a debatir sobre las posibilidades de la existencia de vida fuera de la Tierra.

sábado, 18 de noviembre de 2017

GASTÓN BAQUERO


Gastón Baquero fue un hombre bueno, bueno e invisible, como otras muchas personas buenas a las que el mundo ningunea. Primero fue el exilio de su tierra natal; luego, el silencio y el vacío que la intelectualidad de la tierra de acogida le ofreció. Tal vez para acompañar esa oquedad en la que habitaba, cuando viajaba en tren se colocaba un cartelito en el que se podía leer: Soy mudo.

Reconocido después de muerto —¿a quién le importan las alabanzas y las glorias cuando ya no se puede disfrutar de ellas?—, su obra hoy es fácilmente localizable en librerías y bibliotecas gracias a la labor editorial de Verbum.

Maria Zambrano, una de las primeras personas en reconocer la enorme valía poética de la poesía cubana que se estaba gestando en torno al grupo Orígenes, dejó escrito en La Cuba secreta: Bastarían la poesía de Lezama y la de Gastón Baquero para que se probara esto: que la suntuosa riqueza de la vida, los delirios de la sustancia están primero que el vacío; que en el principio no fue la nada...


LAS ESTRELLAS

¡Cuántas estrellas anoche!             
¡Yo las veía tan claras y cercanas
como higos de cristal, como frutillas azules!             
Me parecía, Teresa,
que todas las estrellas te miraban
con la misma alegría con que te miran             
los ojos de mi alma.

Bocarriba en el campo,
solos la tierra y yo con las estrellas,             
yo ponía mis ojos
en el pueblo de ojillos azulosos
que desde arriba podía contemplarte             
con tantos ojos como estrellas tiene
el cielo blanco.

¿O serán las estrellas             
las orejas del cielo,
por donde arriba oyen
tu cantar cuando hilas             
o tu risa en el baile?

¿O serán las estrellas
como un sarpullido             
que en la piel del cielo
provoca rasquiñas,
y comezón, y ansias,             
y por eso titilan
y brincan las estrellas?

No: son ojos las estrellas,             
son miradas, son fiestas.
Yo anoche bien veía
que estaban contentas y felices,             
como quien puede mirar desde un collado
a una moza llamada Teresa             
mientras va por la cabra
o recoge azucenas.

Y yo quería tener, yo deseaba             
tantos ojos como tiene el cielo
para verte con ellos. Yo me sentía             
el cuerpo hecho un acerico
de estrellas y de ojos.
Por la piel             
me picaban y corrían
todas las estrellas.
¡Pudiera yo ser cielo             
y eternamente verte
con los innumerables ojos
de mis estrellas!             

Sentados a los pies del profesor
preguntábamos: ¿y la eternidad?
Y el buen viejo nos miraba con enojo,
hasta que por fin decía, contemplándose las manos:
"La eternidad no ha sido definida, pues se necesita
una eternidad entera para que abarquemos
el concepto de la eternidad. ¿Habéis comprendido?"
Y nosotros, sentados a los pies del profesor,
nos reíamos tanto, reíamos con tan poco cansancio,
que nos llevaba una eternidad consumir la risa
producida por la definición exacta de la eternidad

               De Poemas escritos en España, 1960.

Ahora uno de sus poemas más famosos, "El testamento del pez", leído y explicado por el propio autor: 


El audio de Alejandro Alcalde en La víspera del infinito. Las hermosas palabras del cantante Carlos Cano antes de cantar el poema "Yo te amo ciudad" cobran todo su sentido.


Y si estáis con ánimo para una tesis doctoral —las tesis doctorales también pueden leerse sin miedo y con provecho—, la de Diana Aradas Blanco, 

Universalidad e intertextualidad en Gastón Baquero (La raíz, el tronco y las ramas: España, Cuba e Hispanoamérica en el árbol de su poesía) es un excelente instrumento para introducirnos en los pormenores de la obra poética de este cubano que empieza a dejar de ser invisible.

Nos vemos en la tertulia del próximo mes.

viernes, 17 de noviembre de 2017

ESCUCHAR LA MÚSICA DE LOS SIGLOS XX Y XXI, Tomás Marco

Antes de sumergirme en los sonidos y misterios del universo a través de las palabras de J. L. Fernández Barbón, el compositor y ensayista Tomás Marco me ha deleitado con su sabiduría y su buen hacer como divulgador musical. 

Escuchar la música de los siglos XX y XXI es una herramienta excelente para ayudar a los que somos aficionados a la música, pero ignoramos cuáles son los elementos y pautas sobre los que se articula la música contemporánea, a tener una visión más clara y disponer de unos ingredientes suficientes con los que poder obtener un mayor disfrute de la misma. 

Como dice el autor, la música es una experiencia sonora puramente abstracta a la que estamos habituados desde la más tierna infancia. Esta exposición continua se da con respecto a la música popular y, en menor medida, a la música clásica de los grandes compositores de los siglos XVII a XIX. A esa clase de música estamos habituados y, en general, nos gusta.

Por el contrario, la música contemporánea ha ido tomando otras formas, otros elementos y otras maneras desde comienzos del siglo XX, y como tampoco es habitual que se promocione y se programe en los grandes auditorios, es difícil que llegue a gustar, pues carecemos de experiencia auditiva. Este libro, plagado de sugerencias musicales —buena parte de ellas accesibles en internet— , es un buen material para acercarnos a ella.

Podéis consultar el índice de  la obra en este enlace, y escuchar las conferencias que dieron origen al libro en la página de la Fundación BBVA. Y para que conozcáis no al ensayista sino al compositor, aquí debajo tenéis su Concierto del agua para guitarra y orquesta interpretado por la Orquesta Ciudad de Oviedo y el guitarrista Gabriel Estarellas. Disfrutadlo.

jueves, 16 de noviembre de 2017

VIDA EN MARTE, Tracy K. Smith

Vida en Marte es un estupendo poemario de Tracy K. Smith con el que tropecé en una biblioteca y no pude resistir el impulso de llevármelo. El aparentemente extraño título y mi absoluto desconocimiento de la autora hicieron que no pudiera dejarlo en la estantería. Comencé a leerlo ayer, mientras acudía en el autobús a escuchar a la siempre magnífica comunicadora Rosa Montero —¡cuánto me alegro de que le hayan dado el Nacional de Literatura!—. He terminado hace un momento y todavía estoy bajo su impresión.

Vida en Marte es sin duda un libro de buena poesía. Es, también, un hermoso mosaico donde se entrecruzan la ciencia ficción —cinematográfica y literaria—, David Bowie, un buen puñado de hechos reales, muchas lecturas y la muerte, ese hecho que no terminamos nunca de explicarnos, pero que siempre está presente, en este caso, a través de la figura del padre desaparecido y de algún que otro asesinato. 

El poemario, que fue Premio Pulitzer 2011, está dividido en cuatro grandes apartados a través de los cuales se nos va ofreciendo una reflexión sobre el significado de la otredad y la relación que mantenemos con ella (otras personas, otras culturas, otras vidas, otras creencias), sobre la violencia que ejercemos, sobre el deseo de encontrar una vida mejor y todo ello con un estupenda argamasa de palabras y situaciones que a veces pueden poner los pelos de punta. 

SACRAMENTO

Las mujeres cantan cuando hay demasiado dolor.

Pero primero hay un profundo silencio desesperante.

No sé qué las estremece, qué pretende

machacarlas. No sólo el niño,

que únicamente sabe obedecer. Es algo

que las lleva del cotorreo, a un baile estúpido,

suplicando morir a cuatro patas. Entonces

las arrastra del pelo o las tira al suelo

y les golpea la cabeza. Después lo ven, 

tan brillante que ha de ser la muerte, ordenando ahora.

De nuevo, tras una pausa. Ahora. No hay nadie 

más entre eso y ellas. Quema el aire,

abrasa el sonido. Sus voces se hunden en lo más profundo de ellas,

a través de su carne, en el infierno de sus propios cuerpos. A veces

se eterniza esa canción que sólo los animales saben

lanzar al aire como si fuera a estallarlas en la garganta.

El poema en su versión original, aquí.

Sí, los marcianos, los raros, somos nosotros. Nuestra crueldad puede resultar extraterrestre.


PS: En inglés —también en otras lenguas— la letra inicial de cada verso se escribe siempre con mayúsculas, vaya o no vaya después de punto. Y así aparece en la excelente traducción al castellano de Luna Miguel. Me he permitido cambiar las mayúsculas —que la traductora me perdone— para dejarlo con la grafía habitual del castellano que, me parece, facilita la lectura.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

LAS TERTULIAS DEL PRÓXIMO AÑO

Aquí tenéis el adelanto de las tertulias programadas para el 2018, así podréis autorregalaros en navidad alguno de los libros de las poetas a las que vamos a dedicar nuestra atención. Por ese motivo los enlaces de cada una de ellas llevan a los títulos disponibles en las librerías, y no a páginas de información sobre su actividad creadora. Esos otros enlaces estarán disponibles en cuanto prepare el apartado "tertulias".

Como podéis comprobar el próximo año lo dedicamos por completo a escritoras:

9 ENERO: Gloria Fuertes


6 FEBRERO: Anna Ajmátova


6 MARZO: Juana de Ibarbourou

10 ABRIL: Blanca Varela



8 MAYO: Blanca Andreu


5 JUNIO: Gioconda Belli


2 OCTUBRE: Marina Tsvetáyeva


6 NOVIEMBRE: Anne Sexton


11 DICIEMBRE: Elizabeth Barrett Browning

Y una advertencia: las tertulias cambiarán de día de la semana. En lugar de celebrarse los viernes pasarán a celebrarse los martesla hora continúa siendo la misma—. Según parece, los viernes tienen en la biblioteca un exceso de actividades y se encuentran con problemas para ubicarnos. Espero que el trastorno no sea grande y podáis seguir tomando parte en ellas.

¡Feliz lectura, feliz poesía!