miércoles, 11 de diciembre de 2024

UN LIBRO, UN POEMA (Wisława Szymborska)

Traducción:
#unlibrounpoema


Wisława Szymborska (1923-2012), a quien ya he dedicado algunas entradas, es una de las escritoras que más aprecio y más disfruto. Su altísima categoría humana, la profundidad de su mensaje, la universalidad de los temas que ha trabajado y las preocupaciones a las que ha dedicado su escritura la convierten, en mi panteón personal, en una de las obras imprescindibles de toda la literatura universal. 

Un ejemplo:



OPINIÓN SOBRE LA PORNOGRAFÍA

No hay mayor lujuria que el pensar.
Se propaga este escarce como la mala hierba
en el surco destinado para las margaritas.

No hay nada sagrado para aquellos que piensan.
Es insolente llamar a las cosas por su nombre,
los viciosos análisis, las síntesis lascivas,
la persecución salvaje y perversa de un hecho desnudo,
el manoseo obsceno de delicados temas,
los roces al expresar opiniones: música celestial en sus oídos.

A plena luz del día o al amparo de la noche
se unen en parejas, triángulos y círculos.
Aquí cualquiera puede ser el sexo y la edad de los que juegan.
Les brillan los ojos, les arden las mejillas.
El amigo corrompe al amigo.
Degeneradas hijas pervierten a su padre.
Un hermano chulea a su hermana menor.

Otros son los frutos que desean
del prohibido árbol del conocimiento,
y no las rosadas nalgas de las revistas ilustradas,
pornografía esa tan ingenua en el fondo.
Les divierten libros que no están ilustrados.
Sólo son más amenos por frases especiales
marcadas con la uña o con un lápiz.

¡Qué horror, en qué posturas,
con qué indecente sencillez
logra una mente fecundar a otra!
Posturas que ignora el Kamasutra.

Durante esas citas, apenas si es el té lo que calienta.
La gente, en las sillas, mueve los labios.
coloca sin ayuda pierna sobre pierna.
Un pie, de esa manera, se apoyará en el suelo,
y el otro libremente se mecerá en el aire.
En ocasiones alguien se levanta,
se acerca a la ventana
y a través de la raja que dejan las cortinas
espía la calle.

No es necesario poner mucha atención para darnos cuenta de que el recurso principal con el que juega Szymborska es la ironía, y lo hace con grandes dosis de humor, pero el tema del que está hablando no es la pornografía. En el poema subyace un magnífica ejemplificación del eudemonismo aristotélico. Permitidme que exponga, aunque sea muy brevemente la cuestión.

Aristóteles nos recuerda en su Ética a Nicómaco que 
el ser humano es feliz cuando desarrolla del modo más perfecto posible su esencia y su función específica, es decir, cuando se autorrealiza como tal. Eso sí, nos hace falta saber cuál es el rasgo definitorio de un ser humano. Para averiguarlo va analizando cuantas acciones realizamos en busca de aquellas que puedan ser realmente nuestras y solamente nuestras.

Desde luego, los seres humanos realizamos múltiples actividades. Muchas de ellas, como alimentarnos, reproducirnos o crecer, las compartimos con todos los seres vivos, ya sean vegetales o animales, luego esas no son las específicamente nuestras; otras, como la capacidad de movernos, de sentir o de aprender, las compartimos con los animales, luego tampoco son las que buscamos. 

Después de una larga indagación, la única actividad humana que encuentra propia y exclusiva de las personas es la capacidad de pensar y razonar. Así que seremos buenas personas y estaremos más cerca de la felicidad cuanto mejor ejerzamos la racionalidad a lo largo de nuestra vida... y no esté, por tanto, dominada por la pornografía, quiero decir por el deseo, por las irracionales pasiones.

Y qué estupendo verso sobre la pasión del conocimiento: 
No hay nada sagrado para aquellos que piensan.

Que la felicidad de la poesía y del conocimiento os acompañen.

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martes, 10 de diciembre de 2024

DÍA INTERNACIONAL DE LOS DDHH

En la página web de Donostia Sustapena se dice lo siguiente:

La Campaña de Navidad de San Sebastián, organizada por la concejalía de Economía y Empleo Local a través de Fomento de San Sebastián, ha querido conmemorar, junto con el área de Derechos Humanos del Ayuntamiento, el Día Internacional de los Derechos Humanos con la inauguración de la exposición ESPAZIO, una propuesta efímera del artista donostiarra Iñigo Arístegui.

En una época marcada por la celebración y el espíritu navideño, ESPAZIO recuerda que la Campaña de Navidad no solo son luces y alegría, sino también una oportunidad para reflexionar sobre valores como la convivencia y la paz. El proyecto destaca el compromiso de la ciudad con el arte y los derechos humanos como herramientas para inspirar y promover el diálogo.

Los lugares y momentos elegidos para ser representados de forma abstracta han sido estos:
  • Donostia / San Sebastián. 31 de agosto de 1813, 13:15. (En recuerdo de la destrucción de la ciudad).
  • Hiroshima. 6 de agosto de 1945, 08:15Nagashaki. 9 de agosto de 1948, 11.02 (En homenaje a las víctimas de la bomba atómica y al reconocimiento del Premio Nobel de la Paz 2024 otorgado a la asociación de supervivientes de ambas ciudades).
  • Nueva York, 1ª torre. 11 de septiembre de 2001, 08:46 y Nueva York, 2ª torre. 11 de septiembre de 2001, 09.03. (En memoria de los atentados que cambiaron el curso de la historia reciente).


El día elegido ha sido hoy porque hoy se conmemora el Día Internacional de los Derechos Humanos.

El autor de las piezas, Iñigo Aristegui, ha comentado que el Proyecto Artístico EsPAZIo ahonda en la razón y el pensamiento, principio de la convivencia. Las esculturas son estáticas hasta que el intelecto las pone en movimiento. Un año, un mes, un día, una hora, un instante que cambió a millones de personas. La reconstrucción de la convivencia en conexiones es reflejada en encuentros, punto de partida para pensar y razonar.


Las esculturas estarán en el Mirador del Alto de San Bartolomé hasta el próximo 10 de marzo. Además, y de manera gratuita, los días 3 y 31 de enero y 28 de febrero, en EKINN, se celebrarán varias conferencias a cargo de Iñigo Aristegi, al que acompañarán historiadores que contextualizarán cada uno de estos momentos históricos.



PS: Y si queréis descargaros el cartel que ha sacado Amnistía Internacional con motivo del día, pasad por aquí.

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CRIATURAS EFÍMERAS, Mauro Bonazzi

Traducción: Manuel Cuesta
He sucumbido a la belleza de este libro. Lo he leído en un par de sentadas. Fascinante. No se me ocurre mejor publicidad que transcribir el primer capítulo que Mauro Bonazzi titula como Ser humanos, que de eso y no de otra cosa trata este bellísimo paseo por la vida... y por la muerte.


Ser humanos 

(a modo de prefacio)


Corazón, corazón, de irremediables penas agitado, 

¡álzate! Rechaza a los enemigos oponiéndoles 

el pecho, y en las emboscadas traidoras sostente

con firmeza. Y ni, al vencer, demasiado te ufanes,

ni, vencido, te desplomes a sollozar en casa. 

En las alegrías alégrate y en los pesares gime 

sin excesos. Advierte el vaivén del destino humano. 

Arquíloco de Paros


 La civilización griega produjo una reflexión luminosa sobre el sentido de la condición humana —sobre aquello que somos y sobre el valor de nuestras vidas— que fue capaz de atravesar los siglos influyendo y estimulando a grandes escritores y grandes pensadores. Lo hizo partiendo del tema de la muerte: ese es el punto de acometida. La muerte es, en efecto, un escándalo, un misterio: algo que no conseguimos y no podemos aceptar. Pero el problema no es tanto el hecho en sí de tener que morir. (De eso nos hacemos cargo todos.) Lo que resulta insoportable es la idea de que ese hecho —el hecho de que, antes o después, tendremos que irnos— amenaza con quitar valor a nuestra existencia aquí y ahora. Porque ¿qué sentido tiene algo que no existía, existe y no existirá? ¿Qué valor tiene una cosa que está destinada a desaparecer en el olvido? He aquí la pregunta a la que es necesario encontrar una respuesta, ya que aquí está la clave para entender el sentido de nuestra existencia. Estamos nosotros y está este inmenso universo que nos circunda. ¿Cuál es la relación? ¿Somos completamente reductibles a esa realidad, o no lo somos? Y, si no lo somos, ¿cuál es el sentido de lo que somos y hacemos? ¿Cómo dar valor a nuestra existencia? Nuestros conocimientos han aumentado de manera exponencial a lo largo de los siglos, pero estas preguntas siguen ahí a la espera de una respuesta. Ofrecer tal respuesta, y con la pretensión de que sea definitiva, no es, sin embargo, la finalidad de estas páginas, que se plantean un objetivo mucho más modesto: reconstruir las distintas propuestas que en el mundo griego —y en algún que otro autor que continuó por esa vía— se articularon con el propósito de esclarecer qué somos. Seres incompletos: nosotros, los hombres, somos los seres deseantes por excelencia. Pero ¿qué es, en realidad, lo que buscamos? 

La tensión fundamental que nos anima es la que opone acción y conocimiento. Se trata de las dos famosas definiciones del ser humano de las que habló Aristóteles, dando voz al sentir griego: el animal político y el animal racional. Parecen dos definiciones, así de entrada, fácilmente compatibles. En seguida veremos que no lo son. De ahí que la nuestra sea una condición tan complicada. Porque el deseo de actuar, de construir y demostrar lo que valemos, no necesariamente se aviene con el deseo de entender, de comprender lo que nos rodea y nuestro lugar en el seno de un universo enorme. Pero eso no es todo, naturalmente: si comprender la tensión entre vida activa y vida contemplativa resulta fundamental, otras oposiciones más discretas —pero no menos importantes— resultan igualmente decisivas en la medida en que ayudan a entender mejor esta oposición central. El modelo de la vida contemplativa se basa, en efecto, en la oposición entre conocimiento e ignorancia, mientras que el modelo de la vida activa se basa en la oposición entre poder y debilidad. Y es precisamente en la liquidación de estas dos polaridades donde surge la lección más interesante que nos dejó en herencia el mundo antiguo. 

No se trata de una historia que avanza hacia una conclusión: cada propuesta viene acompañada de dudas y objeciones que evidencian sus límites. Y esto rige tanto para la vida política como para la vida contemplativa (es decir: para ambos ejes principales de la búsqueda, porque es en la acción y en el pensamiento donde nos revelamos como aquello que somos); rige tanto para la poesía como para la filosofía (sin perjuicio de que ambas a menudo se hayan enfrentado en lo que a estos problemas se refiere). No es cuestión, en resumidas cuentas, de proponer ningún posicionamiento en favor de una u otra tesis, sino solo algunas aclaraciones que nos ayuden a ver con mayor nitidez los problemas y a comprender mejor nuestra complejidad. 

Contándonos las peripecias de impávidos héroes y viajeros del pensamiento —de Aquiles o de Atenea, de Ulises o de los filósofos—, los griegos en el fondo nos enseñaron la belleza de la fragilidad y la importancia de las dudas; porque seguimos sin lograr construir la ciudad perfecta y sin encontrar las respuestas que buscábamos. Los griegos cantaron la grandeza del héroe que inaugura el camino político de los hombres y reflexionaron sobre la exigencia de conocer y entender. (Este es otro rasgo fundamental de lo que somos.) ¿Actuar o conocer? Alejadas y opuestas, ambas opciones coinciden, así y todo, al final del recorrido, encontrando en los hombres el mismo amasijo de miseria y grandeza. La ilusión de dominar a los demás y dominar el mundo, o de conquistar y comprender todos los secretos de la realidad —en esa ambición recurrente de hacernos como los dioses—, semejante ilusión encierra algo patético... pero también algo heroico. Somos heroicos precisamente en nuestra fragilidad obstinada, por esa capacidad que tenemos de no rendirnos, de seguir haciéndonos preguntas en un intento de poner orden en el mundo —y en nosotros mismos— con las acciones y con los pensamientos. 

Fue, en resumidas cuentas, una conclusión inesperada —si es que de "conclusión" cabe hablar— aquella a la que llegaron los griegos. Porque ellos se habían puesto en marcha resueltos a derrotar a la muerte, o a poner de manifiesto su vanidad y su inconsistencia... y al final resulta que es precisamente ella —o la conciencia, mejor dicho, de su poder inexpugnable— lo que nos hace verdaderamente humanos, pues solo nosotros podemos preguntarnos —y en parte entender— su misterio y su escándalo. No pueden ni los animales, ni las plantas; no pueden ni siquiera los dioses, a quienes los griegos miraron siempre con envidia. Pero no se trata solamente de la muerte: igual de importante es el tiempo. También de este —del tiempo que transcurre— somos, en efecto, los únicos capaces de entender el poder inexorable. (Ni los animales ni los dioses pueden.) Y también ese matiz va implícito en el significado de ephémeros, el término que mejor expresa nuestra condición. Los hom- 15 Ser humanos bres son, entonces, "criaturas de un solo día"; cosa que puede significar "seres de vida breve", pero también "seres expuestos –sujetos– al cambio del tiempo". Porque somos seres determinados por el tiempo y tenemos que aprender a vivir en él, construyendo un equilibrio entre nosotros y las cosas (un equilibrio inestable, pero nuestro al fin y al cabo). O tenemos que aprender, mejor dicho —por repetir las palabras del gran poeta arcaico Arquíloco de Paros que citábamos a modo de exergo del presente prefacio—, a reconocer el «vaivén» que domina la existencia de los hombres. («Advierte el vaivén [rysmós, ‘ritmo’] del destino humano"). No hay respuestas definitivas al final de la búsqueda, sino únicamente la constatación de que el oficio de vivir es un reto difícil... pero, por eso mismo, apasionante. 

Entre tanto el mundo sigue ahí, inescrutable y enigmático (ya sea aquel disco plano y rodeado por el río Océano del cual hablaba Homero, o el universo infinito de la ciencia contemporánea): a un paso de revelar no se sabe qué verdades, pero al cabo siempre silencioso y esquivo. 

La fascinación que los antiguos griegos han ejercido sobre la modernidad es innegable. Con demasiada frecuencia, sin embargo, los modernos han tratado de apropiarse de los antiguos griegos de manera unilateral, exaltando ora su compostura, ora su desorden. Por un lado tenemos, en efecto, la Grecia de Johann Joachim Winckelmann, olímpica y armoniosa, paradigma de una belleza ideal y sin tiempo, una suerte de paraíso perdido en el que aún era posible una unión entre el hombre y la naturaleza, un mundo lejano y casi inalcanzable en su perfección marmórea... y por otra parte está la Grecia de Friedrich Nietzsche: trágica, dionisiaca y desordenada, que reposa sobre un fondo de horror difícil de eliminar. La verdadera Grecia probablemente esté en el medio y es ambas: una Grecia abierta, irresoluta, incompleta; inquieta y, por eso mismo, cercana e interesante también hoy (porque siempre está dispuesta a acompañar a quien busca). No sabemos adónde nos dirigimos ni qué terminaremos haciendo. Entre tanto, sin embargo, seguimos, avanzamos. Lo cual no es poco y, de hecho, es en esa invitación a reconocernos en nuestra propia incompletitud —pero sin rendirnos ni dejar de hacernos preguntas— donde está la impronta más auténtica del mundo antiguo: 

Entre tanto Grecia viaja, continuamente viaja

(Del poema "A la manera de Y. S.", Poesía completa).

PS: Podéis oirle respondiendo preguntas de estudiantes en el programa Aprendemos juntos 2023.


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lunes, 9 de diciembre de 2024

UNA VISIÓN PESIMISTA DEL FUTURO

Angelus Novus, Paul Klee. Fuente: Wikipedia.

Editorial
Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. Representa a un ángel que parece a punto de alejarse de algo en lo que ha clavado su mirada. Sus ojos están desencajados, su boca abierta, las alas desplegadas; El Ángel de la Historia ha de tener este aspecto. Vuelve su rostro hacia el pasado. Lo que a nosotros se nos presente como una cadena de acontecimientos, él lo ve como una única catástrofe que amontona sin cesar ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies. Quisiera detenerse, reanimar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el Paraíso sopla una tempestad que se ha enredado en sus alas, y es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Esa tempestad le empuja irresistiblemente hacia el futuro, al que vuelve la espalda, mientras el montón de ruinas, ante él, va creciendo hacia el cielo. Esa tempestad es lo que nosotros llamamos progreso
(Tesis sobre el concepto de historia y otros ensayos sobre historia y política. W Benjamin. pp 72-73).

Me ha sorprendido la interpretación que el pensador judío-alemán realizó de este ángel de Klee (por cierto, la leyenda en que parece que se inspiró el artista, junto con otras interpretaciones más,aparecen brevemente comentadas en la entrada de Wikipedia). Quiero entender que el comentario que realiza es más producto de su propia visión del momento histórico que está viviendo —auge del nazismo, persecución de los judíos, guerra mundial, su propia situación personal ante esos hechos...— que lo que él pudiera leer en la representación del ángel. 

Pero lo que más me inquieta —cuyo significado es muy distinto al de sorprender— es la posible semejanza que puedan tener las circunstancias que hoy vivimos y las que se daban a finales de la década de los 30 en Europa. No quiero ser pesimista, pero no termino de ver signos que anuncien una recuperación social, emocional y política que nos empujen a salir de la indeterminación y la pobreza de pensamiento. Ni tampoco veo líderes políticos ni grupos sociales capaces de llevar la sociedad a mejor puerto.

Ojalá me esté equivocando.

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domingo, 8 de diciembre de 2024

AVE VERUM, Philip Stopford

 

Philip Stopford es un joven y entusiasta director de coros y creador de algunas de las composiciones más hermosas de los últimos años. Esta composición, Ave verum, fue un encargo de la comunidad protestante de Santa Ana a la comunidad católica de la catedral de San Pedro, ambas de Belfast. La historia de violencia y enfrentamientos entre católicos y protestantes en Irlanda del Norte había sido larga y las heridas numerosas. Fue un gesto, por tanto, que tenía por objetivo reunir a las personas en torno a la música. 

El motete habla del cuerpo y la sangre de Cristo, que son elementos centrales en las dos confesiones —dijo Stopford—. Cuando lo estrenamos en 2007, el coro de Santa Ana lo interpretó en San Pedro, luego lo hicimos al revés; para la tercera ejecución , las dos comunidades cantaron juntas.

El arte, y la música especialmente, tiene esa maravillosa capacidad de concitar voluntades y aliviar el dolor.

Interpretan: 

Stepanova Anastasia, Sokolova Anastasia, Elena Ponomareva, Mkhitaryan Anna, Anton Slonimsky, Ershov Alexander, Stepanov Konstantin y Ashrafetdinov Romil.

Que la música os sea favorables.

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sábado, 7 de diciembre de 2024

YA ESTAMOS EN NAVIDAD

Olentzero dibujado en el cielo con drones sobre la bahía de la Concha
 
Luces navideñas sobre el Urumea.

Recuerdo que durante los años 60 y 70 del pasado siglo, es decir, cuando yo era un niño o un joven que vivía en casa de mis padres, el período navideño comenzaba el fin de semana en que cayera la festividad de la Inmaculada. Mis padres eran católicos practicantes y en esa fecha colocábamos un pequeño belén en la entrada y mi madre ponía un bandeja de dulces típicos de la época de postre. Quienes tenían televisión decían que, también durante ese fin de semana, comenzaban los anuncios de colonias y de cavas. 

Desde entonces los rituales que anuncian el inicio de la entrada en el período navideño han cambiado sustancialmente y se han hecho mucho más llamativos y ostentosos. Como cualquier elemento es susceptible de convertirse en una atracción turística, esto es, en una posibilidad de generar dinero, algunas ciudades han transformado el adorno navideño en un distintivo propio para atraer gente. De hecho, existen rutas turísticas creadas para visitar luces, mercadillos o lo que sea. 

Y ese lo que sea es el que más aprecio y me llama la atención por su singularidad, aunque debo reconocer que la primera vez que lo vi me causó cierto desasosiego. Estoy hablando del barrio de Loiola, San Sebastian. 

En la actualidad, el sofisticado comienzo de la temporada navideña viene marcado por el encendido de las luces, una puesta en escena en la que intervienen autoridades municipales, gente del espectáculo y todo un aparato tecnológico deslumbrante al que se convoca a toda la población, ya sea autóctona o foránea. Y las ciudades compiten por ver cuál de ellas lo hace de manera más llamativa, y atrae a más gente ávida de luz y de sorpresa que llevarse a sus móviles. 

En Loiola, en cambio, la navidad la anuncian los peluches. Bueno, los peluches y los no peluches. Toda clase de muñecos se echa a la calle. Se encaraman a barandillas, rejas, ramas, setos y altillos de todo tipo dispuestos a sorprender y a poner un toque de color laico-infantil-curioso-atrevido, algo así como ser-en-sí-que-no-es, y a mí, que no celebro ningún tipo de ritual navideño, ni agnóstico ni creyente, ni pagano ni cristiano, cada vez me gustan más por su descaro, su originalidad y su coste cero, pues es el vecindario quien aporta cuanto muñeco ya no cumple la función de juego infantil en las casas.

En Loiola, más o menos desde la plaza de Atarieder hasta Latsari plazatxo, son los muñecos los que deciden cuándo empieza la navidad.






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viernes, 6 de diciembre de 2024

ROSALÍA DE CASTRO

Adiós ríos, adiós fontes
adiós, regatos pequenos;
adiós, vista dos meus ollos,
non sei cándo nos veremos.


Miña terra, miña terra,
terra donde m’eu criei,
hortiña que quero tanto,
figueiriñas que prantei.

Prados, ríos, arboredas,
pinares que move o vento,
paxariños piadores,
casiña d’o meu contento.

Muiño dos castañares,
noites craras do luar,
campaniñas timbradoiras
da igrexiña do lugar.

Amoriñas das silveiras
que eu lle daba ó meu amor,
camiñiños antre o millo,
¡adiós para sempre adiós!

¡Adiós, gloria! ¡Adiós, contento!
¡Deixo a casa onde nacín,
deixo a aldea que conoso,
por un mundo que non vin!

Deixo amigos por extraños,
deixo a veiga polo mar;
deixo, en fin, canto ben quero…
¡quén pudera non deixar!
... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 

Adiós, adiós, que me vou,
herbiñas do camposanto,
donde meu pai se enterrou,
herbiñas que biquei tanto,
terriña que nos criou.


Xa se oien lonxe, moi lonxe,
as campanas do pomar;
para min, ¡ai!, coitadiño,
nunca máis han de tocar.


¡Adiós tamén, queridiña…
Adiós por sempre quizáis!…
Dígoche este adiós chorando
desde a beiriña do mar.

Non me olvides, queridiña,
si morro de soidás…
tantas légoas mar adentro…
¡Miña casiña!, ¡meu lar!


(Aquí tenéis una traducción)

La poesía española del siglo XIX tendría muy poca importancia si no fuera por las dos grandes figuras que la coronan y la mejoran: Bécquer y Rosalía. Ambas figuras, a pesar de sus muchas diferencias, comparten tiempo (solo un año separa sus nacimientos), tendencia romántica, interés por la creación popular y, como consecuencia, el esfuerzo por simplificar el lenguaje poético para conseguir que exprese lo más íntimo y personal.

La poesía de nuestra gallega universal es muy fácil de encontrar, tanto en papel como en línea. Para quien desee la lectura en pantalla, la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes o la Fundación Rosalía tienen un buen catálogo de sus obras. Quien quiera leerlas solamente tiene que pulsar sobre el icono del libro que aparece sobre las letras html.

De la Fundación Juan March recojo el audio de la conferencia que impartió Ana Rodríguez Fischer en 2013:


Del Instituto Cervantes recojo este ciclo que bajo el título de Rosalía de Castro, tradición y modernidad, ofreció la conferencia de García Montero, Penélope sin Ulises. La herencia de Rosalía (minuto 22' 40'', en los actos protocolarios las presentaciones son siempre excesivas) y el recital de Amancio Prada (1h 16' 35''):

 
Al día siguiente, Arcadio López-Casanova impartió la conferencia Presencia de Rosalía en la poesía gallega contemporánea (10' 56''):


Después vino la mesa redonda Rosalía de Castro: su vida y su literatura en la que participaron Luis Alberto de Cuenca (10' 25''), Marina Mayoral (39' 03'') y Carlos G. Reigosa (1h 09' 05''), todos ellos presentados por Ángel Basanta.


Para quienes se atrevan un poco más, resultará de gran ayuda y mucho interés el Estudio literario de la obra de Rosalía de Castro, de Marina Mayoral, que la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes mantiene accesible para todo el mundo, tanto en castellano como en Galego.




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jueves, 5 de diciembre de 2024

REGALOS DEL DÍA (Diario de un epicúreo agradecido), 17

 #regalosdeldía  

#diariodeunepicúreoagradecido

4-12-2024, 18:06.

4-12-2024, 18:09

La luna siempre es un regalo, más si se encuentra acompañada; en este caso, por Venus. 

Así se veían en el cielo durante los primeros momento del anochecer, cuando todavía quedan restos de luz y la noche se muestra perezosa.

Tirando de zoom, el objetivo se centra en la luminosidad de la luna y el cielo del entorno lunar se oscurece... y se comienza a apreciar la luz cenital (reflejo de la que nuestro planeta), y podemos intuir el resto que permanece a oscuras.

El regalo del día viene acompañado por este otro que encontré hace algún tiempo en Mi primer libro de lectura, de la Biblioteca Nacional de Maestros de Argentina, compilado por Manuel Guzmán Maturana. Es un libro de comienzos del siglo XX (la primera edición data de 1905) con los que se enseñaba a leer inspirando amor por la lectura. 

En él, en la página 66 (70 del pdf), me encontré este poemita infantil de Gabriela Mistral que hace una excelente compañía a la creciente luna de ayer.



LA LUNA


— ¡Madre, esta luna tan blanca,

¿es lirio o vellón sedoso?
— Puede ser vellón o lirio,
puede ser rostro curioso.

— Madre, la luna menguante,
¿por qué decreciendo está?
— Porque se gasta, vertiendo,
cual leche, su claridad.

— Madre, esta luna, ¿qué se hace
cuando deja de salir?
— Puede estar viendo a otros niños,
asomada a otro país.

—Madre, ¿por qué su luz cae
con callada suavidad?
—Porque es la luna una madre,
de divino acariciar.

—Madre, ¿por qué ha de llegar
cuando la noche ha caído?
—Porque la mandan velar
sobre los niños dormidos.

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miércoles, 4 de diciembre de 2024

UN LIBRO, UN POEMA (Christina Rossetti)

Editorial
#unlibrounpoema


Christina Rossetti (1830-1894), en opinión de muchos especialistas, es una de las mejores poetas inglesas. De hecho, no encuentro ninguna razón para que no haya pasado ya su obra por las tertulias irunesas. Supongo que solamente se puede deber a un gran despiste por mi parte. La incluiré en la nómina de la próxima temporada. 

De su poesía puede decirse que era profundamente religiosa, a veces alegórica, sencilla, íntima, breve y musical. 

Rossetti tiene un buen puñado de poemas memorables. En esta sección de los miércoles quiero destacar el melancólico y emotivo "No quiero, cuando muera, amado mío".


NO QUIERO, CUANDO MUERA, AMADO MÍO


No quiero, cuando muera, amado mío,

        que entones para mí tristes endechas,

plantes sobre mi frente algún rosal,

ni un sombrío ciprés junto a mi tumba;

que me cubra la hierba siempre verde,

        regada por las lluvias y rocíos;

y, si quieres, recuerda;

        si prefieres, olvida.


Allí donde he de estar no veré sombras,

        no sentiré la lluvia;

y no oiré al ruiseñor

        cantando adolorido sin descanso;

y, soñando a través de una penumbra

        que ni empieza ni acaba,

puede que yo recuerde,

        o, acaso, olvidaré.


Y aquí el poema en su versión original cantado por Saskia Kusrahadianti:


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martes, 3 de diciembre de 2024

LA PEREZA, Bécquer

No podría decir exactamente que Bécquer se adhiriera en su momento al pensamiento abolicionista del trabajo, idea sobre la que en este mismo espacio ya he publicado alguna nota sobre libros que inciden de una u otra manera en eso de dedicarle menos tiempo a la obligación: EN DEFENSA DE LOS OCIOSOS (2009)EL DERECHO A LA PEREZA (2012) o LA ABOLICIÓN DEL TRABAJO (2014). 

En realidad, ni sus opiniones políticas, ni sociales, ni tan siquiera su dedicación a la actividad profesional que ejerció, el periodismo, van en esa dirección, pero este artículo que publicó en El Contemporáneo, en abril de 1861, no deja de tener su gracia.

Un fantasma se extiende por el mundo... ¿Será el de la pereza?

La pereza dicen que es don de los inmortales y, en efecto, en esa serena y olímpica quietud de los perezosos de pura raza hay algo que les da cierta semejanza con los dioses. 
El trabajo aseguran que santifica al hombre; de aquí, sin duda, el adagio popular que dice: "A Dios rogando, y con el mazo dando". Yo tengo, no obstante, mis ideas particulares sobre este punto. Creo, en efecto, que se puede recitar una jaculatoria mientras se echan los bofes golpeando un yunque; pero la verdadera oración, esa oración sin palabras que nos pone en contacto con el Ser Supremo por medio de la idea mística, no puede existir sin tener a la pereza como base. 
La pereza, pues, no sólo ennoblece al hombre, porque le da cierta semejanza con los privilegiados seres que gozan de la inmortalidad, sino que, después de tanto como contra ella se declama, es seguramente uno de los mejores caminos para irse al cielo. 
La pereza es una deidad a que rinden culto infinitos adoradores; pero su religión es una religión silenciosa y práctica; sus sacerdotes la predican con el ejemplo; la naturaleza misma, en sus días de sol y suave temperatura, contribuye a propagarla y extenderla con una persuasión irresistible. 
Es cosa sabida que la bienaventuranza de los justos es una felicidad inmensa que no acertamos a comprender ni a definir de una manera satisfactoria. La inteligencia del hombre, embotada por su contacto con la materia, no concibe lo puramente espiritual, y esto ha sido la causa de que cada uno se represente el cielo, no tal cual es, sino tal como quisiera que fuese. 
Yo lo sueño con la quietud absoluta, como primer elemento de goce, el vacío alrededor, el alma despojada de dos de sus tres facultades, la voluntad y la memoria, y el entendimiento, esto es, el espíritu, reconcentrado en sí mismo, gozando en contemplarse y en sentirse. 
Ésta es la razón por la que no estoy conforme con el poeta que ha dicho: 
Heureux les morts, éternels paresseux! 
Esta pereza eterna del cadáver, cómodamente tendido sobre la tierra blanda y removida de la sepultura, no me disgusta del todo; sería tal vez mi bello ideal, si en la muerte pudiera tener la conciencia de mi reposo. ¿Será que el alma, desasida de la materia, vendrá a cernerse sobre la tumba, gozándose en la tranquilidad del cuerpo que la ha alojado en el mundo? 
Si fuera así, decididamente me haría partidario del tan repetido y manoseado «reposo de la tumba», tema favorito de los poetas elegíacos y llorones y aspiración constante de las almas superiores y no «comprendidas». Pero..., ¡la muerte! «¿Quién sabe lo que hay detrás de la muerte?», pregunta Hamlet en su famoso monólogo, sin que nadie le haya contestado todavía. Volvamos, pues, a la pereza de la vida, que es lo más positivo. 
La mejor prueba de que la pereza es una aspiración instintiva del hombre y uno de sus mayores bienes es que, tal como está organizado este pícaro mundo, no puede practicarse, o al menos su práctica es tan peligrosa que siempre ofrece por perspectiva el hospital. Y que el mundo, tal como lo conocemos hoy, es la antítesis completa del paraíso de nuestros primeros padres, también es cosa que, por lo evidente, no necesita demostración. Sin embargo, el cielo, la luz, el aire, los bosques, los ríos, las flores, las montañas, la creación, en fin, todo nos dice que subsiste la misma. ¿Dónde está la variación? El hombre ha comido la fruta prohibida; ha deseado saber, ya no tiene derecho a ser perezoso. 
—¡Trabaja, muévete, agítate para comer! 
Esto es tan horrible como si nos dijeran: "Da a esa bomba, suda, afánate para coger el aire que has de respirar". 
Cuántas veces, pensando en el bien perdido por la falta de nuestros primeros padres, he dicho en el fondo de mi alma, parodiando a Don Quijote en su célebre discurso sobre la Edad de Oro: «Dichosa edad y siglos dichosos aquellos en que el hombre no conocía el tiempo, porque no conocía la muerte, e inmóvil y tranquilo gozaba de la voluptuosidad de la pereza en toda la plenitud de sus facultades». Caímos del trono en que Dios nos había sentado; ya no somos los señores de la creación, sino una parte de ella, una rueda de la gran máquina, más o menos importante, pero rueda al fin y condenada, por lo tanto, a voltear y a engranarnos con otras gimiendo y rechinando, y queriéndonos resistir contra nuestro inexorable destino. Algunas veces, la Pereza, esa deidad celeste, primera amiga del hombre feliz, pasa a nuestro lado y nos envuelve en la suave atmósfera de languidez que la rodea, y se sienta con nosotros y nos habla ese idioma divino de la transmisión de las ideas por el fluido, para el que no se necesita ni aun tomarse el trabajo de remover los labios para articular palabras. Yo la he visto muchas veces flotar sobre mí y arrancarme al mundo de la actividad, en que tan mal me encuentro. Mas su paso por la tierra es siempre ligerísimo; nos trae el perfume de la bienaventuranza para hacernos sentir mejor su ausencia. ¡Qué casta, qué misteriosa, qué llena de dulce pudor es siempre la pereza del hombre! 
Ved la actividad corriendo por el mundo como una bacante desmelenada, dando una forma material y grosera a sus ideas y a sus ensueños; ved el mercado público cotizándolos, vendiéndolos a precio de oro. Santas ilusiones, sensaciones purísimas, fantasías locas, ideas extrañas, todos los misteriosos hijos del espíritu son, apenas nacen, cogidas por la materia, su estúpido consocio, y expuestas, desnudas, temblorosas y avergonzadas, a los ojos de la multitud ignorante. 
Yo quisiera pensar para mí y gozar con mis alegrías, y llorar con mis dolores, adormecido en los brazos de la pereza, y no tener necesidad de divertir a nadie con la relación de mis pensamientos y mis sensaciones más secretas y escondidas. 
Vamos de una eternidad de reposo pasado a otra eternidad por venir por un puente, que lo es apenas la vida. ¡A qué agitarnos en él con la ilusión de que hacemos algo agitándonos! Yo he visto con el microscopio una gota de agua, y en ella esos insectos apenas perceptibles, cuya existencia es tan breve que en una hora viven cinco o seis generaciones, y he dicho al mirarlos moverse: "¿Si creerá ese bichejo que hace alguna cosa?". Para afanarnos en el mundo era menester que le pusiesen una montera que nos tapara el cielo de modo que la comparación con su inmensidad no hiciera tan sensible nuestra pequeñez. Yo quiero ser consecuente con mi pasado y mi futuro probables, y atravesar ese puente de la vida, echado sobre dos eternidades, lo más tranquilamente posible. Yo quiero...; pero quiero tantas cosas que sólo con enumerarlas podría hacer un artículo largo como de aquí a mañana, y no es éste seguramente mi propósito. 
Aún me acuerdo de que en una ocasión, sentado en una eminencia desde la que se dilataba ante mis ojos un inmenso y reposado horizonte, llena mi alma de una voluptuosidad tranquila y suave, inmóvil como las rocas que se alzaban a mi alrededor y de las cuales creía yo ser una, una roca que pensaba y sentía como yo creo que sentirán y acaso pensarán todas las cosas de la tierra, comprendí de tal modo el placer de la quietud y la inmovilidad perpetua, la suprema pereza tal y tan acabada como la soñamos los perezosos, que resolví escribirle una oda y cantar sus placeres desconocidos de la inquieta multitud. 
Ya estaba decidido; pero al ir a moverme para hacerlo, pensé, y pensé muy bien, que el mejor himno a la pereza es el que no se ha escrito ni se escribirá nunca. El hombre capaz de concebirlo se pondría en contradicción con sus ideas al hacerlo. Y no lo hice. En este instante me acuerdo de lo que pensé ese día: pensaba extenderme en elogio de la pereza a fin de hacer prosélitos para su religión. Pero, ¿cómo he de convencer con la palabra, si la desvirtúo con el ejemplo? ¿Cómo ensalzar la pereza trabajando? Imposible. 
La mejor prueba de mi firmeza en las creencias que profeso es poner aquí punto y acostarme. ¡Lástima que no escriba esto sentado ya en la cama! ¡No tendría más que recostar la cabeza, abrir la mano y dejar caer la pluma!

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lunes, 2 de diciembre de 2024

EL CIELO NOCTURNO, DICIEMBRE 2024

Del poemario El espesor de la herida.

 PLANETAS: Mercurio podrá verse a finales del mes sobre el horizonte ESE antes de que salga el sol. Venus será el dueño y señor de las primeras horas de la noche y alcanzará su brillo más intenso los días de navidad, 24, 25 y 26. Marte se asoma a la noche poco antes de las 22:00 el día 1 sobre el horizonte NE y es visible durante el resto de la noche. Júpiter aparece por el horizonte ENE nada más ponerse el sol y es visible durante toda la noche. Saturno se encuentra unos 40º por encima del horizonte S cuando el sol se pone y es visible hasta que desaparece una vez pasada la medianoche.

LUNA: 1 y 30 de diciembre, luna nueva; luna llena, el día 15.

SOLSTICIO: 21 de diciembre, comienza el invierno en el hemisferio norte y el verano en el hemisferio sur.

LLUVIA DE ESTRELLAS (Información del Observatorio Astronómico Nacional): 

Phoenícidas2 de Diciembre de 2024, 01:57 (28 de Noviembre al 9 de Diciembre)01h 13.0m, -52° 52.4'Var
Púpidas-Vélidas7 de Diciembre de 2024, 00:11 (1 de Diciembre al 15 de Diciembre)08h 12.8m, -45° 04.4'10
Monocerótidas8 de Diciembre de 2024, 23:27 (4 de Diciembre al 19 de Diciembre)06h 41.3m, 07° 58.6'3
σ-Hídridas8 de Diciembre de 2024, 23:27 (2 de Diciembre al 19 de Diciembre)08h 21.2m, 01° 55.4'7
Gemínidas14 de Diciembre de 2024, 02:14 (4 de Diciembre al 20 de Diciembre)07h 29.6m, 32° 57.0'150
Comae Berenices15 de Diciembre de 2024, 20:43 (11 de Diciembre al 22 de Diciembre)11h 41.2m, 17° 52.0'3
Leo Minóridas Diciembre19 de Diciembre de 2024, 19:04 (5 de Diciembre al 3 de Noviembre)10h 45.3m, 29° 52.4'5
Úrsidas22 de Diciembre de 2024, 10:43 (17 de Diciembre al 26 de Diciembre)14h 27.9m, 75° 53.6'10

SATÉLITES ARTIFICIALES: Para saber dónde y cuándo mirar, consultad aquí.

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