Mostrando las entradas para la consulta Una defensa de la poesía ordenadas por fecha. Ordenar por relevancia Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta Una defensa de la poesía ordenadas por fecha. Ordenar por relevancia Mostrar todas las entradas

lunes, 5 de noviembre de 2018

¿REALMENTE SOMOS CADA VEZ MÁS UNIFORMES?

Herder
Hay una tendencia entre algunos pensadores e intelectuales de izquierda a demonizar las redes sociales y la cultura digital. Tendencia que se suele acompañar de otras dos características: una profunda inmersión en la nostalgia a través de la continua alabanza de rasgos del pasado, y un fraseo plagado de grandes y absolutas verdades que se dan por supuestas sin más argumentación que su propia autoridad. 

La pantalla digital no permite ningún asombro.

El arte se caracteriza por su carácter enigmático.

El arte tiene su hogar en lo inhóspito.

La poesía da testimonio de la presencia de lo ajeno que se custodia en ella.

Hoy ya no vivimos poéticamente en la tierra.

La red digital habitada por el ego ha perdido por completo todo lo ajeno, todo lo inhóspito. 

El orden digital no es poético. Dentro de él nos movemos en el espacio numérico de lo igual.

La hipercomunicación actual reprime los espacios libres de silencio y de soledad (...). Reprime el lenguaje, del que forma parte esencial el silencio.

        Todas las citas están extraídas de un solo capítulo: El lenguaje de lo distinto (pp 95-104).


Alguien puede decir que las frases están descontextualizadas, pero creedme si os digo que el contexto son ellas mismas. De hecho, la primera frase del libro es otra de esas afirmaciones absolutas: Los tiempos en los que existía el otro se han ido. Vivimos en un mundo globalizado que ha destruido lo diferente, lo distinto y con ello, al otro. La "hipercomunicación" es la responsable de esta situación y las redes sociales sus vehículos. El otro deja de existir porque todos pasamos a ser iguales.

Sin entrar en detalles sobre la globalización, yo no me atrevería a decir que todo en ella sea negativo. La posibilidad que ofrece la mundialización de la defensa de los derechos humanos ya nos ha dejado unos cuantos ejemplos muy positivos en los que llevamos de siglo. Eso sin tener en cuenta los beneficios indiscutibles del acceso al conocimiento o la posibilidad de compartir información fehaciente entre investigadores de manera inmediata. En este sentido, resulta curioso que las quejas sobre el fenómeno de la digitalización vengan siempre del lado humanístico y no del científico.

Las redes sociales no son nada más que un instrumento que amplifican y sobredimensionan las opiniones de la calle. Lo que ocurre es que antes de la existencia de internet nuestras opiniones se quedaban entre un reducido grupo de personas allegadas; hoy, en cambio, pueden llegar a una multitud, aunque casi nunca llegan. En cualquier caso, se crean círculos que repiten lo que antes se decía en una conversación a cuatro y hoy puede ser a cuatro mil. La conversación de antes no era más inteligente y perspicaz que la de ahora. Cada cual, como ha ocurrido siempre, se mueve dentro del grupo cuyas opiniones comparte. Y es ahí donde se produce la reafirmación de lo mismo, de lo igual.

[Inciso: no todo lo que se manifiesta en las redes sociales es desechable, ni falto de interés, ni malintencionado. Existen personas, grupos y entidades más que interesantes que dignifican lo que en ellas se comunica. Ocurre que lo que se magnifica y se extiende es aquello que contiene una carga más llamativa, amarillista y accesible al consumo inmediato de opinión. Las obras de Kant están en la red, pero nunca van a ser ni lo más visitado, ni lo más discutido].

Sigo. De ahí al salto en torno a lo poético, a lo creativo, a lo reflexivo, como manifestaciones de lo sublime, para luego afirmar que ya no vivimos poéticamente, que carecemos de silencio y que caminamos inexorablemente hacia la autodestrucción. Es decir, para afirmar, como venimos afirmando cada vez que ha aparecido un elemento tecnológico significativamente importante, que estamos al borde del precipicio y que ya nada es lo que era. Eso es miedo y resistencia al inevitable cambio, que es la formulación natural del discurrir del tiempo.

¿Alguien cree sinceramente que los coetáneos de Homero, de Virgilio, de Shakespeare o de Goethe estaban mejor dotados para el arte, el pensamiento y la poesía que la sociedad actual? ¿Alguien cree que la acumulación de información —mucha de ella inservible y engañosa, es cierto— me impide a mí o a cualquier otra persona dejar de consultarla? ¿Alguien cree que una sociedad donde una inmensa mayoría sabe leer y escribir está peor informada que otra constituida mayoritariamente por analfabetos? ¿Alguien cree que quienes piensan, escriben, crean... lo hacen sumidos en el ruido? ¿Alguien puede creer que la sociedad actual es más uniforme y menos mestiza que la de hace mil años?

Puestos a creer, yo creo que no existe ninguna persona, tenga o no tenga estudios universitarios, que no busque en algún momento la belleza y la verdad, el lado más noble de la vida y que se sumerja de vez en cuando en el silencio, ya sea con el simple gesto de cerrar los ojos o saboreando al margen de las prisas un café, un vaso de agua o una puesta de sol. Y eso a pesar de todas las falsas noticias, la abrumadora repetición de bulos expandidos vía whatsapp, las matraca publicitaria para hacernos desear los mismos productos, y todos los demás ruidos y resortes de poderes económicos y políticos.

Peor que el ruido es el miedo al ruido.


***

Podéis leer los dos primeros capítulos en este enlace de la editorial. 

lunes, 24 de septiembre de 2018

EL ODIO A LA POESÍA

Alpha Decay
Ben Lerner es un poeta norteamericano del que todavía no han traducido ninguno de sus poemarios al castellano, aunque se puede encontrar alguno en internet. Por ejemplo, este soneto:

Voy a matar al presidente.
Lo prometo. Me rindo. Lo siento.
Soy gay. Estoy embarazado. Estoy muriendo.
No soy tu padre. Estás despedido.


Pedido. Olvidé tu cumpleaños.
Tendrás que perder una pierna.
Ella se lo estaba buscando.
Se tiró debajo del coche.


Parecía una pistola. Es contagioso.
Ahora ella está con Dios.
Ayudame. No tengo un problema.


Me tragué un frasco de pastillas.
Soy doctor. Te estoy abandonando.
Te amo. Vete a la mierda. Cambiaré. 


               De The Lichtenberg Figures. El original, aquí.

Pero sí está traducida esta original defensa de la poesía en la que tal vez no terminemos de ver claro por qué aparece la palabra odio en el título, siempre excesiva, y en cambio, sí percibimos claramente la gran capacidad de Lerner para convencernos de, al menos, dos cosas: la intrínseca dificultad para identificar qué es lo que hace que un puñado de palabras se convierta en poema —tema quizás muy manido, pero él lo hace con mucha originalidad—, y las virtudes de aplicar el desdén —no odio— al poema mismo, porque así ganará en profundidad, y porque allí, al crear un espacio para lo posible, un lugar donde la ausencia se transforma en presencia (como la irrupción de una melodía que jamás ha sido escuchada), esto de lo que hablamos [es decir, la poesía] podría llegar a parecerse al amor (p 85).

Digamos que Lerner indaga en las razones por las que la poesía es percibida de forma una tanto contradictoria. Por un lado, tiene el prestigio del quehacer más alto al que la palabra puede dedicarse; por otro, se hace insufrible para una parte importante de la población que no va dedicarse nunca a su lectura. Pero es que además de sufrir el rechazo de quienes la consideran inútil o incluso desagradable, debe soportar los ataques de quienes pretenden acabar con ella practicando "otro tipo de poesía" (léase vanguardias diversas).

En el fondo lo que nos quiere contar, y nos lo cuenta muy bien, es eso mismo que Marianne Moore nos dejó dicho en ese breve poema con el que se abre el libro y la exquisita anécdota que desencadena todo el texto:

A mí también me desagrada.
      Al leerla, sin embargo, con el más completo desdén hacia ella,
      uno descubre que, a fin de cuentas, en ella hay un espacio para lo genuino.

Original en su última versión, aquí.

martes, 26 de junio de 2018

DEFENSA DE LA POESÍA, de Philip Sidney

Sidney no fue el primero en exponer su pensamiento sobre la creación literaria, tuvo ilustres precedentes —Aristóteles, Horacio, Boccaccio, por citar algunos— de los que se nutrió para articular un texto bien trabado que todavía hoy se mantiene vigoroso en muchos de sus ejemplos y argumentos. 

En la Inglaterra del siglo XVI la literatura no era precisamente la actividad mejor considerada. En realidad, en muchos lugares y durante mucho tiempo la creación literaria ha sido considerada una actividad sospechosa que poco bueno podía ofrecer a la humanidad. Pero dejemos el contexto y oigamos lo que Sidney nos cuenta:

Solo el poeta, desdeñoso de las ataduras de una sujeción tal, elevado con el vigor de su propia invención, hace surgir realmente otra naturaleza (...). La naturaleza nunca cubrió la tierra con un tapiz tan rico como lo han hecho una gran variedad de poetas, ni con ríos tan placenteros, árboles tan fructíferos, flores tan fragantes, ni con ninguna otra cosa que haga de esta bien amada tierra un lugar más amable. Su mundo es de bronce, solo los poetas dan origen a un mundo de oro (p 121).

Pues son ellos ciertamente los que en realidad crean con el fin de imitar, e imitan tanto para deleitar como para enseñar, y deleitan para persuadir a los hombres a tomar esa bondad, de la que sin deleite, huirían como si de un extraño se tratase, y enseñan para darles a conocer la bondad a la que se incita (p 126).

No son el rimar y el versificar los que hacen al poeta (...), sino que es esa invención de imágenes notables de las virtudes, los vicios y demás cosas, junto con esa enseñanza deleitosa, lo que debe ser el verdadero distintivo que permita reconocer a un poeta (p 127).

Todas las virtudes, vicios y pasiones se ponen ante la vista en sus propios estados naturales, de tal suerte que no nos parece que estemos oyendo hablar de ellas, sino viendo con toda claridad a través de ellas (p 135).


***

Philip Sidney (1554-1586) fue una figura destacada del Renacimiento inglés, que tiene muchos elementos en común con Garcilaso de la Vega (¿1501?-1536). Ambos fueron soldados, cortesanos y gente de letras que murieron pronto debido a las heridas de una batalla. La Defensa de la poesía, además de ser texto obligatorio en los estudios de literatura inglesa, ha tenido una gran influencia en la crítica literaria de aquel país, el ejemplo más evidente es el de Shelley y su otra Defensa de la poesía

jueves, 22 de febrero de 2018

BLANCA VARELA, 1

Eva Guerrero comenzaba la estupenda introducción a la antología Aunque cueste la noche con este párrafo: 
Tras más de cinco décadas de producción poética Blanca Varela se afirma como una de las voces más personales y sólidas de la lírica latinoamericana de la segunda mitad del siglo XX. Desde la publicación de su primer libro Ese puerto existe (1959), prologado por Octavio Paz y editado en México, hasta El falso teclado (2001), Blanca Varela ha forjado una poética anclada en la desnudez verbal y sustentada en una ardua lucha con la palabra.

Blanca Varela (1926-2009) pertenece por edad a la Generación del 50 peruana, esa en la que podemos encontrar entre otros a J. E. Eielson, J. Sologuren y S. Salazar Bondy. Correlativa, por tanto, a la española de los Gil de Biedma, Goytisolo, Valente, González, Brines...

Su poesía no es precisamente celebratoria ni luminosa, antes bien, el dolor, la soledad, el deterioro del cuerpo, el paso del tiempo, estos temas tantas veces señalados por la crítica, están tratados en un tono existencialista y sin concesiones al lado más bondadoso de la vida. El concepto predomina sobre el objeto sensible, y la reflexión sobre la impresión. Octavio Paz y el París de los años 50 tuvieron gran influencia en su obra. 

Allí entabla relación con los surrealistas, con de Beauvoir, Sartre, Michaux, GiacomettiLéger y, por supuesto, con Octavio Paz, quien dejó plasmado el ambiente del grupo en el prólogo que redactó para el primer libro de la poeta, Ese puerto existe: No creíamos en el arte. Pero creíamos en la eficacia de la palabra, en el poder del signo. El poema o el cuadro eran exorcismos, conjuros contra el desierto, conjuros contra el ruido, la nada, el bostezo, el claxon, la bomba. Escribir era defenderse, defender la vida. La poesía era un acto de legítima defensa (...) En aquellos días todos cantamos. Y entre esos cantos, el canto solitario de una muchacha peruana: Blanca Varela. El más secreto y tímido, el más natural.

Tal vez uno de los poemas más representativos de su forma de hacer y de plasmar su punto punto de vista sea "Conversaciones con Simone Weil". Conviene recordar que la pensadora francesa era de origen judío laico, aunque pronto se adhirió a la tradición espiritual cristiana tamizada por el humanismo griego. Weil, por tanto, estaba convencida de la capacidad humana para explicar y decir el mundo; Varela, en cambio, participa del escepticismo de la época.


CONVERSACIONES CON SIMONE WEIL

los niños, el océano, la vida silvestre, Bach.

el hombre es un extraño animal.


En la mayor parte del mundo

la mitad de los niños se van a la cama hambrientos.


¿Renuncia el ángel a sus plumas, al iris,

a la gravedad y la gracia?


¿Se acabó para nosotros la esperanza de ser mejores ahora?


La vida es de otros.

Ilusiones y yerros

La palabra fatigada.

Ya ni te atreves a comerte un durazno.


Para algo cerré la puerta,

di la espalda

y entre la rabia y el sueño olvide muchas cosas.


La mitad de los niños se van a la cama hambrientos.


los niños, el océano, la vida silvestre, Bach.

el hombre es un extraño animal.


Los sabios, en quien depositamos nuestra confianza, nos traicionan.


los niños se van a la cama hambrientos

los viejos se van a la muerte hambrientos.


El verbo no alimenta. Las cifras no sacian.


Me acuerdo ¿Me acuerdo?

Me acuerdo mal, reconozco a tientas. Me equivoco.

Viene una niña de lejos. Doy la espalda.

Me olvido de la razón y el tiempo.


Y todo debe ser mentira

porque no estoy en el sitio de mi alma.

No me quejo de la buena manera.

La poesía me harta.

Cierro la puerta

Orino tristemente sobre el mezquino fuego de la gracia.


los niños se van a la cama hambrientos.

los viejos se van a la muerte hambrientos.


El verbo no alimenta.

Las cifras no sacian.


el hombre es un extraño animal.



El programa de televisión Sucedió en Perú le dedicó en diciembre de 2016 un especial con motivo del noventa aniversario de su nacimiento. Puede resultar una buena primera aproximación.


martes, 27 de junio de 2017

BLANCA VARELA

SUPUESTOS

el deseo es un lugar que se abandona
la verdad desaparece con la luz
corre-ve-y-dile

es tan aguda la voz del deseo
que es imposible oírla
es tan callada la voz de la verdad
que es imposible oírla

calor de fuego ido
seno de estuco
vientre de piedra
ojos de agua estancada
eso eres

me arrodillo y en tu nombre
cuento los dedos de mi mano derecha
que te escribe

me aferro a ti
me desgarra tu garfio carnicero
de arriba abajo me abre como a una res
y estos dedos recién contados
te atraviesan en el aire y te tocan

y suenas suenas suenas
gran badajo
en el sagrado vacío de mi cráneo.


                         De Ejercicios materiales, 1993.

Vuelvo a la lectura de Blanca Varela (1926-2009). Un programa de radio en el que citan unos versos suyos me empuja a ello. 

La poesía de Blanca Varela tiene la rara cualidad de convertirse, como decía Octavio Paz, en conjuro frente, contra y hacia el mundo. Es algo así como una defensa insumisa de la vida. No un argumento, porque la poesía de Varela no pretende explicar nada. Tampoco nos hace confidencias, nada más lejos de la intención de la poeta. Es una poesía seca, dura, intelectual, pero que mantiene el hálito de lo trascendente —de lo que va más allá, de lo que traspasa— y quiere revelar la realidad.

Este programa de TV Perú le rinde homenaje en lo que hubiera sido su noventa cumpleaños en 2016.


lunes, 14 de noviembre de 2016

PAUL ÉLUARD

Me da la impresión de que la poesía francesa está un poco olvidada, de que no tiene entre los hablantes de castellano el atractivo que tenía en los años 50 o 60 del pasado siglo. Posiblemente el desplazamiento del francés por el inglés en la enseñanza tenga algo que ver con esto, lo mismo que ha ocurrido con la canción francesa. Sea una realidad o una impresión mía, Paul Éluard me sumerge más en ella. 

Pregunto a un par de amigos, en plan encuesta, qué es lo que recuerdan de él y me dicen que era un poeta al que Dalí le robó la chica. Ni tan siquiera son capaces de recordar su poema más famoso: Libertad. Pero si busco dentro de la crítica literaria bibliografía sobre el poeta, todo se reduce a este viejo libro que adquirí hace mucho tiempo, publicado en 1973, y con esa encuadernación tan impropia.

No voy a realizar una defensa a ultranza ni de la poesía francesa ni de Paul Éluard. Al fin y al cabo, el único crítico medianamente razonable es el tiempo, pero sí quiero traer algunas palabras del poeta que, en mi opinión, nos indican muy bien con qué tipo de persona estamos tratando cuando nos metemos en la lectura de su poesía.

Éluard comenzó siendo dadaísta, luego surrealista y más adelante, a partir de la Segunda Guerra Mundial, desde que se afilió al partido comunista, poeta de la resistencia y de aproximación a la poesía social, aunque yo nunca me atrevería a incluirlo en este movimiento. 

La verdad es que si tuviera que elegir una sola expresión para hablar del escritor francés, yo diría que era, por encima de todo, una buena persona. Al menos, la información con la que contamos de su actividad en los distintos grupos por los que pasó, sus textos y sus poemas, así nos lo indican. 

De este poeta bueno y esperanzado quiero hoy dejar estas palabras: 

Hay una palabra que me exalta, una palabra que nunca he podido oír sin experimentar un gran escalofrío, una gran esperanza, la más grande, la de vencer a las potencias de la ruina y de la muerte que oprimen a los hombres, esa palabra es: fraternidad.

***
Poesía de Éluard editada en castellano de fácil acceso:

lunes, 21 de septiembre de 2015

POESÍA COMPLETA de José Saramago

José Saramago, Nobel de Literatura en 1998, es mundialmente conocido por sus novelas y mucho menos por su obra poética. Excelente narrador, seguramente su obra como tal seguirá presente en la historia de la literatura cuando pasen cien, doscientos o trescientos años. Sin embargo, estoy convencido de que, en general, un autor —independientemente de la calidad artística— es mucho más él cuando escribe poesía. Quiero decir que podemos acercarnos más a la persona íntima, conocerlo mejor, a través de sus poemas que de sus novelas. Es, claro está, una opinión y no un aserto científico.

Publicó su primer libro de poesía en 1966, Os poemas possíveis. Cuatro años después, Provavelmente alegria. En 1975, O anno de 1993. Finalmente, en 2005, apareció su Poesía completa. Es cuando yo lo conocí como poeta, gracias al regalo que unos amigos me hicieron en mi cumpleaños. Desde entonces lo he cogido y lo he dejado en numerosas ocasiones. He ido adentrándome paulatinamente en su mundo. Diez años después de ir leyendo ocasionalmente sus poemas el Saramago poeta me gusta tanto o más que el novelista al que un día le dieron el Nobel de Literatura.

BARAJA

Sobre las mesas echo las cartas de la baraja:
Los amores de cartón y las espadas,
Los diamantes rojos de oro falso,
El trébol que amenaza.
Junto y separo damas y caballos.
Mientras los reyes andan pasmados en la farsa.
Y cuando cuento los puntos de la derrota,
Me sale de allí riendo, como perdido,
En la figura del bufón mi retrato.



"ES TAN HONDO EL SILENCIO"

Es tan hondo el silencio entre las estrellas.
Ni el son de la palabra se propaga,
Ni el canto de mlas aves milagrosas.
Pero allá, entre las estrellas, donde somos
Un astro recreado, es donde se oye
El íntimo rumor que abre las rosas.

                       Traducción de Ángel Campos Pámpano.

***

Hay un poema dando vueltas por internet atribuido a Saramago, ¿Que cuántos años tengo?, que se reproduce como las setas. Es uno de esos textos que alguien atribuye a un autor de reconocido prestigio (Neruda, Borges, García Márquez, Saramago...) y del que nunca se ofrece la referencia del libro o de la página original del autor. Suelen tener como elemento común la defensa de la vida, la ilusión y el buenismo. En cualquier caso, estaría bien que todas estos "autores" frenaran sus impulsos atributivos y dejaran de sembrar confusión. 

sábado, 4 de abril de 2015

JOAN MARGARIT, TODOS LOS POEMAS (1975-2012)

Se acaba de publicar en la colección Austral la obra poética de Margarit —muy buena página la suya— traducida al castellano. Una buena ocasión para leer a este arquitecto de profesión, que resulta ser uno de los poetas catalanes más leídos en su tierra.

Su estilo claro y sustancioso, su dominio de la técnica, sus imágenes próximas, su defensa de lo humano, su manera de afrontar el dolor de la pérdida filial, su conocimiento del mundo de la técnica y mil cosas más hacen de Joan Margarit uno de los poetas vivos más interesantes y personales.


LEER POESÍA

Al terminar el libro de poemas
de Paul Celan, no sé ni qué me ha dicho
ni qué quiso decirme.
Ni si era a mí a quien quiso decir algo.
Hay tanto miedo en un poema hermético.
Pongo la mano encima del libro ya cerrado 
y juro rechazar para siempre este miedo.
Porque la poesía, que al principio 
puede ser paisaje
al que a veces llegamos ya de noche,
ha de acabar siendo el espejo
donde uno ha de leer sus propios labios.
¿Y qué razón de ser tiene el contenedor 
si esta vacío?
Vacíos y silencios se hicieron para el ángel.
Y también para el miedo a la basura.
Y para la basura de ese miedo.

                          De Misteriosamente feliz


lunes, 17 de noviembre de 2014

APOLOGÍA DE UN MATEMÁTICO, de G. H. Hardy

Desconocía la existencia de este libro y llegué a él a través del buscador google. Como el buscador es más rápido sugiriendo que yo escribiendo, no había terminado de teclear Apología de Sócrates cuando ya estaban en la pantalla el título del clásico diálogo de Platón y el del célebre matemático. La curiosidad me llevó a Wikipedia. Después, busqué dónde podía encontrarlo. En las librería es prácticamente imposible, pero, por fortuna, aún nos quedan bibliotecas.

Apología de un matemático es, básicamente, tres cosas: la defensa hermosa y pasional de la matemática pura (por oposición a la matemática aplicada), la concepción de la matemática como un como una actividad intelectual profundamente creativa, similar en el aspecto creativo a la poesía, y un largo lamento por la pérdida de la capacidad de creación en esta rama del saber cuando se ha superado determinada edad.

Este último aspecto queda clara y bellamente expuesto desde las mismas palabras de apertura: Es una experiencia melancólica para un matemático profesional encontrarse a sí mismo escribiendo sobre matemáticas. La función de un matemático es hacer algo, es probar nuevos teoremas, es contribuir a las matemáticas y no hablar sobre lo que él u otros matemáticos han hecho (...) La exposición, la crítica y la apreciación son tareas para mentes de segunda clase (p 67). Hardy redactó esta pasional apología cuando ya tenía 62 años y después de haber sufrido un infarto. 

Sobre su defensa de la matemática pura y su continua reivindicación de que ésta nunca ha contribuido a la violencia (máquinas de guerra), no puedo decir nada, pues mi desconocimiento del tema y la absoluta falta de formación en la materia me lo impiden. En cualquier caso, tanto el prólogo de Miguel de Guzmán, el del célebre Snow y la misma Wikipedia, nos aclaran algunos aspectos. El tiempo, claro, también juega aquí en contra de Hardy, pues han transcurrido más de 70 años de investigación y desarrollo matemático y tecnológico desde la publicación del libro.

Como exaltación del trabajo creativo y entrega apasionada a una actividad que se vive como gozo, el libro me parece uno de los más eficaces textos que he leído. Escrito con un estilo claro, por él transitan ejemplos luminosos de la "inútil" belleza de los números e ilustrativas comparaciones con el paradójicamente próximo y alejado quehacer poético. Además de anécdotas múltiples que sazonan sabrosamente todo el libro.