Además, las abejas y las colmenas han jugado un papel social y espiritual importante en la vida tradicional vasca, cuya cultura también quería reflejar. Una cultura dividida por una frontera que separa el territorio en dos y que congrega a su vez distintas lenguas como seña de esa diversidad identitaria. Esa frontera no representa solamente una separación geográfica sino también una barrera o límite que habla de las dificultades que tenemos para superar ciertas creencias de nosotros mismos y de las personas que tenemos delante nuestro.
Esta tarde estaré exactamente por ahí.