sábado, 16 de diciembre de 2017

EDITH SÖDERGRAN

Enlace editorial
Buscabas una flor
y encontraste un fruto.
Buscabas una fuente
y encontraste un mar.
Buscabas una mujer
y encontraste un alma —
estarás decepcionado.

Seguramente el libro internacionalmente más conocido de la literatura finesa es el Kalevala, aunque solamente sea porque aparece comentado en todos los manuales de literatura. Más allá de esa referencia, poco más podemos encontrar, a no ser que nos movamos con textos de nivel universitario, estudios de expertos, divulgadores y traductores, o acudamos a la gran labor que realizan algunas editoriales, como es el caso, por ejemplo, de NØRDICA LIBROS, que dispone en su catálogo de una buena cantidad de autores de esa zona del mundo. Este año que finaliza pronto han publicado la Poesía completa de Edith Södergran (1892-1923), quien a pesar del poco tiempo vivido, ejerció una gran influencia en la poesía de su país.


Pasó su niñez en San Petersburgo y allí estudió en una escuela alemana. Pronto se interesó por el expresionismo alemán, el futurismo ruso y el simbolismo francés. Sus primeros poemas están escritos en alemán y en francés, si bien enseguida pasó a escribir en sueco, su lengua materna e idioma cooficial en Finlandia y en el que está escrita su obra.

Su poesía es emocionalmente intensa y las metáforas que utiliza tienen una gran fuerza visual.



CAUTIVERIO

Cautiva, cautiva... quiero hacer pedazos mis cadenas.
Con labios dolorosamente rabiosos paso por la vida.
Mis abismos, por qué pregunto por vosotros, vosotros no merecéis ese nombre.
El bronce se funde con el bronce y se hace hombre,
y el hombre anda con hierro en su corazón.
Pero, ¿acaso el bronce ha recibido ese brillo aterrador sobre su frente del dios 
de los rayos?
Arrojo mi corazón por el camino, que se lo repartan los buitres —
la luna llena me alumbra uno nuevo.



LA LUNA

Qué maravilloso es todo lo muerto
y qué indescriptible:
una hoja muerta y un hombre muerto
y el disco de la luna.
Y todas las flores saben un secreto
y el bosque lo guarda,
y es que la órbita de la luna en torno a la tierra
es la ruta de la muerte.
Y la luna teje su maravillosa tela,
la que aman las flores,
y la luna teje su fantástica red
en torno a todo lo que vive.
Y la hoz de la luna siega flores
en las noches de finales de otoño,
y todas las flores esperan el beso de la luna
con infinito anhelo.

               Traducción de Francisco J. Úriz. Recibió el Premio Nacional de Traducción junto con José Antonio Fernández Romero por el trabajo que realizaron para la antología de poesía nórdica.

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