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viernes, 28 de enero de 2011

POESÍA FILOSÓFICA

Últimamente me encuentro muchas veces esta expresión, o bien expresiones semejantes como, por ejemplo, poesía del pensamiento, poesía de las ideas y otras similares. Da la impresión de que algunos poetas practican un tipo de poesía de profunda reflexión (los que se acogen a esta etiqueta) y otros (los que no escriben al amparo de la misma), en cambio, se dedican a expresar banalidades.

No voy a negar que existe una poesía de mayor calidad que otra, esto es evidente hasta para quien nada sepa de poesía, ni la practique, ni le guste, ni la lea. Lo mismo que existen unas películas de calidad y otras que son abiertamente malas; igual que hay un arte maravilloso y un arte deleznable. Y así en todas y cada una de las formas de expresión, en todas y cada una de las actividades humanas. Unas son buenas, otras son malas.

También parece evidente que poesía y filosofía son formas de expresión distintas, aunque en ambas encontremos reflexiones sobre el ser humano y su estar en la vida. Reflexiones que atañen al tiempo, a las relaciones sociales, a la muerte, o a cualquier otro tema sobre el cual queramos arrojar un punto de luz o, simplemente, plantear algún tipo de duda que nos haga revisar de nuevo qué hacemos aquí y para qué lo hacemos.

Lo que no comparto de ninguna manera es esa forma de etiquetar que utilizan algunos críticos, y a la que se suman algunos poetas, para indicar que "esa" poesía a la que se refieren tiene una gran profundidad de pensamiento y, de esta manera, queda inmediatamente elevada a un nivel superior de poesía. O bien colocan la etiqueta para subrayar la capacidad de transmitir ideas que "esa" poesía tiene. ¿Es que, acaso, Homero, Virgilio, Shakespeare, Quevedo y tantos otros que no se encuentran dentro de esa categoría, no transmitían ideas, no expresaban su visión del mundo y de la sociedad en sus poemas? ¿Qué poema no nos ofrece una reflexión sobre lo que nos rodea, aunque no sea un punto de vista compartido?

Es cierto que existe una poesía banal, por manida, tópica, insulsa y repetitiva. Lo que no impide que exprese ideas, aunque estas no merezcan la pena ser expuestas en público. Pero también existe una poesía, una poética y una crítica literaria que, amparándose en el hermetismo, la alusión a grandes nombres e ideas de lustre en la historia del pensamiento o jugando con las palabras más allá de lo comprensible, elabora discursos artificiales y retóricos que nada agregan al acervo común del conocimiento. Ejemplos de esto que digo hay muchos, pero, para no cansar, voy a citar solo uno.

En la antología que la editorial Hiperión preparó sobre la poesía de W. Szymborska (excelente antología, por cierto), aparece un pequeño estudio de la especialista M. Baranowska sobre la obra de la poeta polaca bajo este título: Poeta de la conciencia del ser. (¡Ahí es nada!). En ese ensayo se puede leer: Szymborska escribe para un ser filosófico agraciado, como ella misma, con el sentido del humor (la negrita es mía). Yo creo tener sentido del humor, pero no me considero ningún ser filosófico, a no ser que todo ser humano sea considerado como tal.

La inadecuación me parece aún más notable si tenemos en cuenta que la premio Nobel es una poeta popular, es decir, ampliamente reconocida y leída en su Polonia natal. Poemas suyos se han utilizado para hacer canciones de gran éxito e, incluso, sus poemas son leídos y comentados en las escuelas. Exactamente como a todo escritor le gustaría que ocurriera con su obra. Lo curioso es que Baranowska sabe de la popularidad de la obra de Szymborska (mucho mejor que yo) y, aún así, en esa tendencia laudatoria en la que todos nos dejamos caer cuando algo nos gusta mucho, no puede dejar de recurrir a la palabra filosofía. Da la impresión de que esta palabra nos transporta automáticamente a un nivel superior.

Parece difícil admitir que la sencillez y la adecuación en la expresión es una virtud y no un defecto, ni tampoco una carencia. Parece difícil reconocer que la alusión a intrincadas ideas del pensamiento de algunos pensadores, especialmente del siglo pasado, no eleva el nivel de la expresión poética, sino que la entorpece, la atenaza y la afea. Si se escribe para que los demás lo lean, parece razonable facilitar la lectura y la comprensión de lo que se quiere decir y no entorpecerla con ese deseo de deslumbrar y de dar a entender lo "culta" que es la persona que escribe.

No os abrumo más con mis fantasmas y os dejo un breve poema de Amalia Bautista (podría ser de la misma Szymborka, que tiene muchos, muy buenos y muy sencillos, pero creo que ella ya es suficientemente conocida). El poema hace gala de claridad y al mismo tiempo implica una interesante reflexión sobre el ser mujer, el concepto de castigo, la forma de contar la historia y de mirar a nuestro alrededor:

LA MUJER DE LOT

Nadie nos ha aclarado todavía
si la mujer de Lot fue convertida
en estatua de sal como castigo
a la curiosidad irrefrenable
y a la desobediencia solamente,
o si se dio la vuelta porque en medio
de todo aquel incendio pavoroso
ardía el corazón que más amaba.

sábado, 9 de octubre de 2010

UMBERTO ECO Y EL VÉRTIGO DE LAS LISTAS

Presentar a Umberto Eco es una tarea vana, pues toda persona que tenga un pequeño interés por la lectura en particular y la cultura en general, conoce a este prolífico pensador. En cualquier caso, sobre su nombre tenéis el enlace con la entrada de Wikipedia, donde podéis descubrir sobre qué no ha escrito, que es más sencillo que realizar una lista sobre lo que sí ha escrito. Pero vayamos con el libro que aquí aparece.

Antes de que apareciera este título, la editorial Lumen había publicado con el mismo formato y diseño dos estupendas obras de Eco: Historia de la belleza e Historia de la fealdad; por lo tanto, El vértigo de las listas es el tercer libro de esta serie tan peculiar sobre el mundo del arte que el semiólogo italiano publica con esta editorial.

Lo primero que se me ocurre decir sobre este texto es que es un hermoso objeto -como regalo puede funcionar perfectamente-. Está muy bien encuadernado, primorosamente ilustrado, escrito elegantemente e impreso, para que no falte nada, en un papel de gran calidad. 45 euros avalan este despliegue. Tiene valor como libro de arte, pero también como libro de poesía. Me explico: cada capítulo, dedicado a un modelo distinto de lista, puede leerse independiente, fuera del conjunto y tiene, además, la belleza intrínseca de un poema. Al fin y al cabo, una lista no es otra cosa que una selección cuidadosa de palabras que puestas una detrás de otra provocan un fogonazo de belleza. Y en este libro se encuentran listas para todos los gustos, desde listas redactadas por Homero, hasta enumeraciones escritas por Borges, Joyce o Neruda o Calvino.

Pero el libro, que es un libro sobre arte y literatura, no es, lógicamente, un mero catálogo de listas. Es, básicamente, una bella, pero no explícita, reflexión sobre el porqué de las mismas. Quizá ahí resida uno de los mayores atractivos del texto, en que se cuida mucho de no manifestar abiertamente ese porqué. Si bien en el prólogo Eco nos comenta qué le llevó a escribirlo, nunca nos llega a decir de manera manifiesta que es lo que hay detrás de todas ellas, aunque bien podemos suscribir lo que Pennac decía en Como una novela: "El hombre construye casas porque está vivo, pero escribe libros porque se sabe mortal" (pag. 169). Sólo es necesario cambiar la palabra libros por la palabra listas.

domingo, 25 de enero de 2009

De vuelta de Villarcayo

Aquí aparecemos, de izquierda a derecha, David, Marta, Javi y yo, después de recoger los aplausos del público.

Terminamos muy contentos el recital porque gustó mucho y, además, porque la música que crearon David y Marta (guitarra y violín) fue maravillosa. Tanto es así que, una vez en casa, les pedimos que la tocaran sólo para nosotros. Espero que algún día pueda estar grabada y que los demás podáis disfrutar también de ella.

En fin, que resultó ser un fin de semana de lo más productivo. Lástima que ese pequeño accidente de coche no permitiera iniciarlo tan bien como acabó. Un abrazo, Jorge, y a ver si puedes tener pronto el "carro" arreglado.

Y otro abrazo y un poema para todos los que estuvisteis en Villarcayo haciendo posible que el fin de semana fuera muy especial. Espero que podamos juntarnos como lo hemos hecho durante este día y medio, y pasarlo tan bien como lo hemos pasado.

HOMERO AL FONDO

Aquí os tengo,
como si ahora pudiera hablar con todos a la vez,
como si fuera cierto
que esto es una casa
en la que todos los inviernos
calienta el fuego,
mientras afuera los dioses
castigan los campos con su nieve.
A vosotros voy
y de vosotros vengo.
Ya sé que ha habido malos momentos,
que los planes no han salido siempre tal como pensábamos,
que a veces un malentendido ha provocado fuertes discusiones.
Todo esto forma parte de la vida,
viene con nosotros
cuando nosotros venimos a la vida.
Sin embargo, no quiero medir la fiesta
por el número de silencios,
sino por la profundidad de los hallazgos
y soy feliz anotando resplandores,
me siento agradecido por aquel gesto,
aquella caricia,
aquel momento
que, a pesar del tiempo y la distancia,
aún alumbra las sombras de la noche
y hace que los miedos se diluyan.
Sólo quiero dejar aquí constancia
de que unos pocos detalles
me han hecho la vida más hermosa,
cuando he sido capaz de interpretarlos.

Ya sé que cuando escribo estas palabras
u otras cualesquiera,
de alguna forma estoy escribiendo
en contra de la muerte,
pero no quiero ni pretendo vivir en la memoria,
tan sólo deseo agradeceros el camino compartido
y que la fiesta dure muchos años.