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miércoles, 10 de abril de 2024

UN LIBRO, UN POEMA (Xabier Lete)

Editorial
#unlibrounpoema

Reivindico una vez más las antologías colocando para esta sección esta Antología de la Poesía Vasca - Euskal Poesiaren Antologia. Es ya difícil de encontrar en la librerías porque data de 1993, pero siempre están las bibliotecas y los libros de segunda mano. El antólogo fue Iñaki Aldekoa Beitia, gran conocedor de la literatura vasca.

En ella aparecen recogidos poemas de Jon Mirande, Gabriel Aresti, Mikel Lasa, Bernardo Atxaga, Juan Mari Lekuona, Ibon Sarasola, Felipe Juaristi, Iñigo Aranbarri, Xabier Lete, Koldo Izagirre y Joseba Sarrionandia. Y vienen precedidos por un prólogo del propio Aldekoa en el que sitúa a cada autor dentro de los diferentes apartados o corrientes de la poesía vasca y en relación con las tendencias de la poesía occidental.

Entresaco un poema de Lete traducido por Gerardo Markuleta:



HERIOTZA UTOPI IZENDATU DUTENEI


Zergaitik oraindik ere
itxaropenaz mintza?
Zergatik eta zertarako
solas zaharkituak berriztatu?
Hain azkar ahaztu ote zaizkigu
erenegun guztietako
erailketen ohiartzunak?

Gure denbora etsipenarena da,
lagunok,
eta trolebus zikinetan biajatzen dugu
suburbioetako kanposantuetara

Eta utopiaren etzidamuek
flajelazio berri bat dakarte
baikortasunaren muin-muinean
ukazio latzagoen munstroak ezarriz.

Gure aroa
telefono meatxugarriena
besterik ez baita,
susmoa izenperazi nahiko liguketen
paranoiko madarikatuena.

Zergaitik, beraz, itxaropenaz mintza?
Zergatik eta zertarako
bidegurutze bakoitzean
heriotza girnaldez apaindu?

Bakarrik eta berez hilko gera
garaia etortzean,
ez bitzate alferrik beren buruak
funerarietako arduradun izendatu,,
kanposantu gehiegi baitago suburbioetan,
lagunok,
historiaren bidetxigorrak hilobiz ornitzen ibiltzeko.



A QUIENES SEMBRARON MUERTE EN LA UTOPÍA


¿Vale la pena obstinarse
en convocar una vez más a la esperanza?
¿A qué fin, por qué motivo
renovar esas charlas ya caducas?
¿Acaso hemos olvidado —tan temprano—
el eco de la sangre derramada
cada víspera de cada día?

Nuestro tiempo es el tiempo de la renuncia,
amigos míos,
y lo vivimos viajando en sucios buses urbanos
desde los suburbios hasta los cementerios.

Y los pasado mañana de la utopía
son un nuevo flagelo
y en la misma cumbre de la ilusión imponen
monstruosos amigos de más burdas negaciones.

Nuestro tiempo es el tiempo de las amenazas
por teléfono, nada más;
el de los enajenados —malditos sean—
que quieren imprimir en nuestras frentes
el sello de la sospecha.

¿A qué fin convocar, pues,
una vez más a la esperanza?
¿A qué fin, con qué motivo
adornar de guirnaldas los cadáveres
en cada encrucijada?

Moriremos solos y porque así ha de ser
cuando se cumpla la hora;
nadie tome, pues, de su mano
el funerario trabajo,
pues hay ya demasiados camposantos
en los suburbios, amigos míos,
para que nos dediquemos a sembrar
cadáveres por los senderos de la historia.

***

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