Páginas

jueves, 11 de abril de 2024

NO NECESITO UN DIOS PARA SER BUENA PERSONA

Antonio Colinas, en su hermoso Tratados de armonía, p. 39, escribe lo siguiente: 
Pocos nos han dejado como Rilke una visión tan lúcida de la soledad y de sus frutos. El solitario puede recibir, según Rilke, de la soledad una condena y dos dones. La condena es la que le puede llegar de los enemigos de la soledad, de aquellos que no dejan de acorralarle como si fuera, nos dice, «un animal cuya caza estuviera abierta». Los dones son dos: la gloria y la santidad. La gloria es engañosa, es difícil sustraerse a ella. Con la gloria pagan al solitario los enemigos de la soledad cuando ven que no pueden destruirlo. (El cazador mitifica a la presa extraordinaria cuando observa que no le puede dar alcance). Así que la gloria es también un peligro: «No pidas a nadie— continúa Rilke— que hable de ti; ni siquiera con desdén. Y si con el tiempo oyes que tu nombre circula entre los hombres, permanece indiferente. Piensa que se ha echado a perder y recházalo. Búscate otro cualquiera, para que Dios pueda llamarte en plena noche. Y no lo digas a nadie». Es la llegada a la difícil santidad, el vivir las «grandes correspondencias». Lao Zi no escribió unas palabras tan duras y tan bellas.

Admiro a Antonio Colinas como escritor y Rilke me parece uno de los grandes poetas del siglo XX. Eso no quiere decir que comparta su pensamiento, su manera de entender, en este caso, de creer. Sí participo de aquello que anunciaba en un tono un tanto hiperbólico el Eclesiastés: Vanidad de vanidades, todo es vanidad, y sobre lo que el autor de los Sonetos a Orfeo nos advertía. Si le quitamos el todo, el aserto sería más certero. Es cierto que la vanidad es mucha, especialmente en el mundo de la creación y del espectáculo, pero no todo, ni en todas partes, ni afecta a todas las personas por igual. Sí estoy de acuerdo en lo que respecta al aislamiento y a la huida del halago. La soledad es absolutamente necesaria mientras se está creando (necesitamos la concentración y el silencio cuando estamos realizando cualquier tarea de tipo intelectual, por nimia que sea). Del halago, "de la gloria", hay que huir como de la peste y, si alguna vez se presenta, mantener buenas dosis de humildad para no caer en el ridículo.

Lo que me resulta difícil de entender es la pretensión de unir sensibilidad con trascendencia. Cada cual puede creer en lo que quiera, siempre y cuando respete a quienes le rodean. Lo que no es aceptable de ninguna manera es conectar bondad, belleza, equilibrio, perfección, armonía, verdad... con la espiritualidad, con la fe, como si quienes profesamos el agnosticismo fuéramos incapaces de percibir la belleza del mundo y no pudiéramos llegar a comprender la bondad de las acciones humanas. Para apreciar una obra de arte, un paisaje, unas palabras de cariño o empatizar con quien está sufriendo tan solo tenemos que utilizar alguno de nuestros sentidos y nuestra capacidad racional. No necesitamos de  ninguna espiritualidad religiosa para conmovernos hasta la médula.

Puedo comprender por qué un creyente habla de la santidad como el valor más elevado y lo coloca en la cima, pero no necesito dar el nombre de santa a la persona o al ejercicio de una acción que en su entrega a los demás llega a ofrecer su vida para salvar la de otra, a quien es capaz de ofrecer todo cuanto tiene en un gesto de amor o a quien en un ejercicio de compasión realiza cualquier acto que podamos calificar como heroico. Amor y bondad no son palabras exclusivas del vocabulario religioso ni del idealismo platónico. La entrega, la compresión, las virtudes éticas existen independientemente de la creencia o de la falta de ella que se tenga.

No necesito la ayuda de ningún dios ni de ninguna creencia religiosa para disfrutar de la lectura de la Biblia, del Corán, del Tao, del Baghdad Gita o el Canon Pali. No necesito ningún dios para apreciar las bellezas naturales y quedarme fascinado con los misterios del universo. No necesito ningún dios para comprender los beneficios de la práctica del perdón. No necesito ningún dios para saber que cualquier campana que doble lo hace por toda la humanidad, porque, efectivamente, nunca deberíamos comportarnos como islas, aunque en ocasiones necesitemos aislarnos para poder crear.

***


4 comentarios:

  1. Buenas. ¿Qué tal? ¿De qué libro es la cita de Rilke sobre la soledad que utiliza Colinas? Muchas gracias.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Del libro que aparece al comienzo de la entrada. Por eso está ahí, "Los apuntes de Malte Laurids Brigge".

      Eliminar
  2. Muchas gracias Jesús. ¿Lo de que el solitario puede recibir de la soledad una "condena y dos dones" también vienen ese libro? ¿Tendrías la cita textual por ahí, que no tengo ese libro y me interesa? Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No sé quién eres, pero quiero suponer que eres alguien de Ias tertulias. Todo lo que comenta Colinas procede del mismo lugar. El libro lo tienes en la biblioteca y seguramente también lo encuentres entero subido a internet. En cualquier caso, quiero comentarte que esta no es la manera más rápida de ponernos en contacto. Yo no entro en blog nada más que una vez al día, y no lo hago precisamente para ver los comentarios, que es un apartado al que no suelo prestar atención. Ha sido una casualidad descubrirlo. Mi correo electrónico, que sí lo abro todos los días al menos una vez por las mañanas, figura bajo el título de contacto.

      Eliminar

Este blog es personal. Si quieres dejar algún comentario, yo te lo agradezco, pero no hago públicos los que no se atienen a las normas de respeto y cortesía que deben regir una sociedad civilizada, lo que incluye el hecho de que los firmes. De esa forma podré contestarte.