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miércoles, 2 de julio de 2025

UN LIBRO, UN POEMA (Agustín García Calvo)

Editorial
#unlibrounpoema 


Tengo cariño a este libro porque me acompaña desde hace muchísimos años y, sobre todo, porque con él descubrí otra forma de pensar la literatura y mi propio estar en el mundo. 

No es posible dejar aquí ningún poema del Sermón del ser y no ser ya que es un largo poema-reflexión de 2016 hexámetros. Lo que sí puedo hacer es copiar los dos sonetos teológicos que Agustín García Calvo (1926-2012) puso a manera de prólogo delante del Sermón y los últimos versos del poema para que ellos sirvan de invitación a la lectura.

I


Enorgullécete de tu fracaso,
que sugiere lo limpio de la empresa:
luz que medra en la noche, más espesa
hace la sombra, y más durable acaso.

No quiso Dios que dieras ese paso,
y ya del solo intento bien le pesa;
que tropezaras y cayeras, ésa
es justicia de Dios: no le hagas caso.

¿Por lo que triunfo y lo que logro, ciego,
me nombras y me amas?: yo me niego,
y en ese espejo no me reconozco.

Yo soy el acto de quebrar la esencia:
yo soy el que no soy. Yo no conozco
más modo de virtud que la impotencia.





y II


Pero no cejes; porque no se sabe
cuándo pierde el amor, dónde la tierra
volteando camina, ni qué encierra
mensaje del que nadie tiene clave.

Pues el Libro Mayor (y eso es lo grave)
del Debe y el Haber nunca se cierra,
y acaso acierte el que con tino yerra;
ni es nada el mundo hasta que el mundo acabe.

Si te dicen que Dios es infinito,
di que entonces no es; y si finito,
que lo demuestre pués y que concluya.

Pero no hay Dios ni hay Ley que a contradanza
no se pueda bailar. Tu muerte es tuya.
Tu no saber es toda tu esperanza.



Final:

...Y ni siquiera temas demasiado, 
si llegare el caso, que te metan en el potro 
de los dientes de antimonio y por entre las planchas 
dolorosas de la imprenta: al fin y al cabo, tanto 
no hay de qué penar por ser el que uno es: pues nada 
es definitivo, sino borrador: tú mismo, 
cuando también doctrina te hayas vuelto y carga 
positiva, habrás de ver que no habrá de faltarte 
quien a tu vez te niegue y te deshaga y deje 
en libertad y olvido todas tus palabras. 
Bendito aquel que venga con la mano en alto 
y borre las cenizas de la muerte, un día 
que la red de oro de par en par se abre al aire 
y se pierden los murciélagos por el hondo cielo.


***


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