Ejemplar del KM |
Toda Grecia odia
los ojos inmóviles en el rostro blanco,
el brillo como de olivas
donde ella se alza,
y las manos blancas.
Toda Grecia injuria
el rostro pálido cuando ella sonríe,
odiándolo más profundamente aún
cuando se vuelve más palido y blanco,
recordando pasados encantos
y pasados males.
Grecia mira impasible,
a la hija de Dios, nacida del amor,
la bella de pies fríos
las más esbeltas rodillas,
sí podría amar a la doncella
sólo si ella yaciera,
ceniza blanca entre cipreses fúnebres.
Para situar rápidamente a H. D. —esta será su firma desde que Ezra Pound envió un poema de ella con esas iniciales a Harriet Monroe para que lo publicara en la revista Poetry: A Magazine of Verse— es necesario decir que nació en Pensilvania, que allí conoció a Pound, con quien tuvo un romance que duró hasta que este se fue a Europa. Luego se volverían a encontrar en Londres, donde conoció a Richard Aldington, otro poeta imagista, con quien estuvo unida un breve tiempo. Los primeros años del siglo XX son los años en que triunfa ese movimiento literario. Claramente imagista es este poema recogido en esta edición y modelo del estilo:
Remolinea, mar—LEDA
Donde el lento río
se encuentra con la marea,
un cisne rojo eleva rojas alas
y su pico oscuro,
y bajo el color púrpura
de su pecho mullido
desenrolla sus patas de coral.
Por el púrpura intenso
del calor que agoniza
del sol y de la niebla,
el resplandor horizontal del sol
ha acariciado
el lirio del oscuro pecho,
y ha salpicado con sus rayos de oro
su penacho dorado.
Allí donde despacio
sube la marea,
y se adentra en el río
y se deja llevar
entre las cañas,
y alza banderas gualdas,
ahí flota él:
donde el río encuentra la marea.
Ah, soberano beso—
sin remordimientos
ni recuerdos antiguos
que empañen la alegría;
donde es bajo y ancho el corocillo,
la azucena dorada
se abre y descansa
bajo el suave aleteo
de las alas del cisne
del cálido temblor
del pecho del cisne rojo.
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