Editorial |
Creo que esta es, hasta el momento, la última publicación de Lola Velasco, y es de 2014. Pero si nos atenemos a esa poética que apareció en la antología Ellas tienen la palabra (1997), y cito: Yo, como los árboles, crezco muy despacio, así que espero tener una vida (como escritora) tan larga como la de ellos (p 386), no parece que ella se preocupe por publicar un título nuevo cada año. Tampoco le preocupa estar en internet; de hecho, todo cuanto podréis encontrar sobre ella es lo que podéis leer en la contraportada de este ejemplar y que veréis repetido por todas partes.
Su obra poética abarca, creo, cinco títulos: La frente de una mujer oblicua (1986), La cometa o las manos sobre el papel (1992), El movimiento de las flores (2003), El sueño de las piedras (2007) y El aliento del cazador (2014). Los tres últimos forman una trilogía que es la que se recoge en este tomo bajo el título de Un aguijón de luz (2014).
Lola Velasco es una autora esencial, quiero decir que no pierde el tiempo con anécdotas, no introduce detalles ni se entretiene creando ambientes. Palabra en vena y directa al meollo. Frases cortas, oraciones predicativas, sentenciosas, como si fueran adagios antiguos o máximas vitales. Solamente la esencia metafísica, la alegoría sustancial sin adorno. El poema queda construido con menos de veinte palabras. Pero no olvidemos que en un poema cabe un mundo. Investigación de la realidad sin concesiones.
Huérfana
en mi caverna,
donde el universo
es un cerebro
quimérico
de sí mismo.
***
Creamos universos
con palabras
que nunca
pronunciamos,
la cara
sucia
de las cosas,
manantial a solas
se limpia
después de cada
muerte.
***
Prefieres
perder
la razón
a sentir
desconsuelo.
Pero sin dolor
no hay
conocimiento.
A mí el estilo cortante y esencialista de esta mujer me recuerda mucho al último Celan, pero con una gran diferencia a favor de Lola Velasco: ella nos sitúa ante el meollo existencial del ser humano, mientras que el poeta rumano-alemán daba vueltas y vueltas en torno al ser judío que él no era, pero quería ser.
Los poemas de esta poeta son un picotazo doloroso, pero esclarecedor.
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