¡Gracias, David!
Al poemario Descender hacia la luz también le ha pillado la cuarentena. Habíamos revisado ya las pruebas y estabamos con la cubierta cuando se decretó el estado de emergencia sanitaria. Así, pues, también él se ha quedado encerrado.
Mientras esperamos a que la actividad vuelva a su rutina anterior al 14 de marzo y podamos transitar nuevamente por las calles, David me mandó una pieza a la guitarra creada ex profeso para este poema. Este es el resultado:
No todos vamos detrás de aquello que se escapa.
ÁNGEL GUINDA
ÁNGEL GUINDA
De pequeño
disfrute de la infancia y sus juguetes
como cualquier otro niño.
Corría por las calles y las plazas,
conquistaba fortalezas,
montaba un caballo inagotable,
marcaba goles imposibles.
Todos los troncos eran escondites,
todos los bancos eran caravanas
cruzando hostiles territorios.
Y tenía una pistola de pirata
que siempre acertaba su disparo
a pesar de la niebla o la distancia.
Era regalo de un carpintero
amigo de mis padres.
Jamás salió de casa.
Allá quedó, olvidada en un traslado.
Perdí una pistola de madera,
unos indios de plástico,
los infantiles sueños de la infancia,
la magia de unos reyes poco magos,
la torpe inocencia sin futuro.
Gané lo que el tiempo nos da a todos,
gané la realidad y su infinita riqueza,
gané la posibilidad de equivocarme,
gané la libertad de ser yo mismo.
(29 de septiembre de 2016)
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