Tal vez lo más sorprendente de Julio César sea comprobar cómo el personaje que desaparece a la mitad de la misma es tan grandioso que sigue dominándola toda hasta su fin. Los demás personajes, siendo muy atractivos y dotados de una gran caracterización, no logran desprenderse de su omnipresencia. Ni Bruto, el estoico Bruto, un auténtico intelectual; ni Casio con su capacidad para mover los hilos y concitar apoyos; Ni Marco Antonio y su espléndido discurso agitador. Ninguno de ellos logra sobreponerse a su constante presencia, hasta el punto de que las últimas palabras de Casio serán:
¡César, quedas vengado con la misma espada que te mató! (act V, esc 3).
Y Bruto:
¡César, aplácate ahora! ¡No tuve para tu muerte la mitad de deseo que para la mía! (act V, esc 5).
Otra de las muchas virtudes de esta obra es cómo actúa lo que ni tan siquiera se expresa. Todos sabemos eso de ¿Tú también, Bruto, hijo mío? Pero esto no se dice nunca en la obra, lo que César dice es Et tu, Brute? Then fall, Caesar! No hay ninguna alusión a la relación paterno-filial. Shakespeare no añade un parricidio al regicidio, pero todos sabemos, o creemos saber, que Bruto era su hijo natural, porque Plutarco se encargó de repetir lo que Suetonio dijo. Y esa tensión recorre toda la obra. Lo no expresado, a veces, habla con voz poderosa.
¿Y qué me decís de esta divertida y genial descripción de una parte de la humanidad? Acto I, escena 2:
CÉSAR: Rodéame de hombres gordos, de hombres de poca cabeza, que duermen bien toda la noche. Allí está Casio con su aspecto escuálido y hambriento. Piensa demasiado. Hombres así son peligrosos.
ANTONIO: No le temáis, César. No es peligroso. Es un noble romano, y de muy buena pasta.
CÉSAR: Lo querría más gordo; pero no le temo. Mas si cupiera temor en quien se llama César, no sé de hombre alguno a quien evitaría más pronto que a ese escuálido Casio. Lee mucho, es gran observador y penetra perfectamente las acciones de los hombres. No es amigo de juegos como tú, Antonio, ni oye música. Rara vez sonríe, y si sonríe es de tal modo que parece burlarse de sí mismo y desdeñar su espíritu por haber sido capaz de sonreír a cosa alguna.
(Las negritas son mías).
Julio César es una de las más profundas meditaciones sobre el poder y la política que se han escrito. No os privéis de su lectura. Y si queréis verla durante esta larga cuarentena, RTVE la mantiene todavía en su web. Hay otras muchas versiones en castellano o en inglés que podéis encontrar sin esfuerzo en Youtube.
Julio César es una de las más profundas meditaciones sobre el poder y la política que se han escrito. No os privéis de su lectura. Y si queréis verla durante esta larga cuarentena, RTVE la mantiene todavía en su web. Hay otras muchas versiones en castellano o en inglés que podéis encontrar sin esfuerzo en Youtube.
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Y no te olvides de mandar mensajes de ánimo a los enfermos que se mantienen aislados en los hospitales.
Esas palabras de Cesar sobre los biotipos y confiar o no confiar en los individuos. Antonio se equivoca al valorar y juszgar a Cayo, Cesar lo conoce bien y sabe que esperar. Puedes confiar en el gordo, mas no en el flaco: "Allí está Casio con su aspecto escuálido y hambriento. Piensa demasiado. Hombres así son peligrosos". En cambio, pide hombres gordos cerca de el, porque puedes confiar.
ResponderEliminarPor Rafael Garcia Alvarez
Muchas gracias, Rafael, por tu comentario.
EliminarLo dejo corregido:
Esas palabras de César sobre los biotipos y confiar o no confiar en los individuos. Antonio se equivoca al valorar y juzgar a Cayo. César lo conoce bien y sabe qué esperar. Puedes confiar en el gordo, mas no en el flaco: "Allí está Casio con su aspecto escuálido y hambriento. Piensa demasiado. Hombres así son peligrosos". En cambio, pide hombres gordos cerca de él, porque puede confiar en ellos.