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sábado, 19 de enero de 2019

PETRARCA: UNA INVITACIÓN PARA UN DEBATE

Termina Rossend Arqués su excelente comentario sobre Petrarca en La literatura admirable con estas palabras (las negritas son mías): En la dialéctica entre el deseo y su objeto, puntal esencial de la literatura románica, en la poesía de Petrarca, como anteriormente en la de Dante, guiadas por la muerte de la mujer, los rituales y las estrategias fúnebres llenarán el espacio poético en el que se pretende recuperar al objeto amoroso, de forma que el poema se convierte en lugar de la ausencia y del vacío. Tal vez sea ahí donde los oídos de los lectores actuales pueden identificarse con las cuitas del yo lírico del Cancionero, que, moviéndose sin parar entre las contradicciones de la inmanencia, incapaz, adrede o no, de encontrar la senda de la trascendencia definitiva, deja las cosas como están, inmóvil en medio de la tempestad, en un círculo que se cierra sobre sí mismo. Si la literatura es el medio de este yo lírico, su espacio y su tiempo son literarios. De ahí que Stephane Mallarmé, y con él muchos otros poetas contemporáneos de distintas nacionalidades, de Vittorio Sereni a Paul Celan, hayan sentido aún una cierta atracción, no exenta de conflicto, por la poesía de Francesco Petrarca.

Muchos y muy ricos son los caminos por los que puede circular el estudio de la obra de Petrarca. No es el menor el de intentar averiguar cuánta realidad existe tras el nombre de Laura, que al fin y a la postre es la destinataria de una obra que fue creciendo hasta formar el muy noble conjunto de 317 sonetos, 29 canciones, 9 sextinas, 7 baladas y 4 madrigales

Otros posibles y sugerentes itinerarios podrían ser su densa complejidad expresada a través de un estilo claro como pocos y con un léxico reducido —tan solo 3275 voces han contabilizado los especialistas—; el peso específico que los textos clásicos tienen en él y particularmente el de la filosofía estoica; la concentración absoluta en la interioridad sin que se abandone la dimensión social o política; la expresión de los estados anímicos por medio de las formas métricas utilizadas; o, por terminar esta serie, los ritmos del endecasílabo con acento en la sexta sílaba y con acentos en la cuarta y la octava, lo que determina que en la poesía culta española sean los ritmos más habituales, y en los que si disponemos de tiempo, nos detendremos un momento en la tertulia de febrero.

Muchos más son los caminos que puede tomar el análisis de la obra de este italiano genial, porque esa es característica de las grandes obras: ofrecer muchas posibilidades y múltiples lecturas, y eso haciendo gala de una sencillez y claridad extraordinarias. Sin duda, el mejor de ellos es el de sumergirse en su lectura y dejarse llevar por la belleza. En este sentido, es necesario hacerse con algún Cancionero, pues la selección que he subido no es nada más que un palidísimo reflejo. Algo ayuda este programa, ya desaparecido, que combina música y palabra. Cerrad los ojos y dejaos llevar.






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Sobre el ritmo del soneto y un ejemplo no eufónico.

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